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jueves, 1 de febrero de 2018

Fin al fantasma del terrorismo anarquista


La Audiencia Nacional archiva la causa de la Operación Piñata, la cual se había saldado con quince detenciones y cinco encarcelaciones. Finalmente, las tesis policiales respecto al terrorismo anarquista no han encontrado su acogida en los tribunales


Una vez más, todo quedó en nada. Casi tres años después de que se produjera la detención de quince personas en el marco de la Operación Piñata (marzo de 2015), el Juzgado Central de Instrucción n.º 6 de la Audiencia Nacional ha archivado la causa, tras la petición de sobreseimiento que hicimos las defensas de los investigados y las investigadas, al cual se ha adherido la Fiscalía.

De esta manera, la Operación Piñata se une a la Operación Pandora y a Pandora II como causas penales contra el denominado «terrorismo anarquista» (o «terrorismo anarco», como lo denominó el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, durante la mañana en que se produjeron las detenciones) que han terminado por sobreseerse.

Después de realizarse 33 detenciones en total, con entradas y registros en locales y domicilios particulares desde Palencia hasta Granada. Tras más de tres años de instrucción, en la que se han analizado cientos de documentos, horas y horas de intervenciones telefónicas, se han bloqueado cuentas bancarias solidarias, y lo que es peor, después de que algunos de los detenidos haya sufrido meses de cárcel y dispersión por distintos centros penitenciarios del estado español, finalmente la propia fiscalía de la Audiencia Nacional considera que no existen elementos suficientes para poder llevar a juicio a ninguna de las encausadas. Parece que la contundencia de los informes policiales no ha podido ser acompañada de indicios o pruebas objetivas.

Cinco de las doce personas que ingresaron en prisión preventiva durante unos meses lo hicieron como consecuencia de la Operación Piñata. El auto de prisión hizo referencia en su día a la producción de sabotajes, a la tenencia de explosivos e incluso a «posibles ilícitos penales relacionados con el tráfico de sustancias estupefacientes o psicotrópicas».

A pesar de ello, en la causa en ningún momento se les vinculó con acto violento alguno, más allá de una explosión en el interior de la Basílica del Pilar. Sin embargo, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, en sentencia ratificada posteriormente por el Supremo, concluyó que dicha acción había sido llevada a cabo por dos individuos de nacionalidad chilena que habrían actuado de manera individual, sin coordinación alguna con las detenidas de las operaciones Pandora, Pandora II o Piñata. Es decir, a estas 33 personas se les había detenido por la comisión de un delito de pertenencia a una supuesta organización terrorista, pero que no habría cometido ningún tipo de atentado, sino que se había limitado a distribuir propaganda anarquista y a publicar textos o editar libros como el ensayo titulado Contra la Democracia.

Además la propia sentencia que absolvía a los dos chilenos del delito de integración en organización terrorista, señalaba en referencia a la presunta organización terrorista que realmente «estábamos ante una organización a nivel mundial carente de 'organización' (sic), sin estructura, sin mando, por lo que no estamos ante una organización criminal, ni ante grupos criminales a los que se refiere nuestro Código Penal», llegando a afirmar que «una organización de estructura horizontal no es organización» (sic).

Evidentemente, hablar de terrorismo sin violencia es una extensión inaceptable del concepto, que vacía de contenido otros tipos penales y no cuantifica, en su justo término, la auténtica entidad de las infracciones que se dicen cometidas, ni las tipifica adecuadamente. Por ello, fue un alivio, aunque no una sorpresa, que en junio de 2016 la Audiencia Nacional archivara la causa por la Operación Pandora II y en mayo de 2017 se hiciera lo propio con la primera de las Pandoras.

Los autos de sobreseimiento (o archivo) de estas operaciones criticaron en su día que se detuvieran a las anarquistas sin «indicios racionales de la comisión de una acción delictiva», ni la «comisión de acciones terroristas de ningún tipo, no constando esos supuestos ataques indiscriminados ni se ha producido una situación de grave alteración». Ambos autos concluyeron que «la escasa intensidad de los hechos atribuidos por la Policía impide hablar de la existencia de una organización terrorista ya que no existe un grupo coordinado, jerarquizado y estructurado; ni las acciones que se les atribuyen tienen finalidad terrorista, sino que, normalmente, suelen responder a protestas concretas» y que «sus actividades eran absolutamente legales y no tenían nada que ocultar, como lo demuestra el hecho de que conocían que eran objeto de investigación policial».

Además del paso por prisión de cinco personas, la Operación Piñata tuvo otras consecuencias negativas para algunos de los investigados, como la publicación de sus nombres y apellidos en prensa, vinculándoles con el terrorismo, lo que evidentemente a la larga ha tenido consecuencias en sus vidas personales.

Han transcurrido más de tres años desde que el por entonces director de la Policía Nacional, Ignacio Cosidó, anunciara que «el terrorismo anarquista se había implantado en España», sin que tal afirmación haya encontrado finalmente acogida en los tribunales.

El carpetazo judicial a la Operación Piñata supone el final de la ofensiva más virulenta que ha sufrido el anarquismo ibérico probablemente desde el «caso Scala» (1978). Sin olvidar, eso sí, que aún sigue en instrucción otra operación, denominada ICE, llevada a cabo contra el movimiento anarco-vegano Straight Edge pero que por sus características y distinto hilo conductor hemos de situarla fuera del marco las operaciones aquí comentadas.

Con todo, la existencia del proceso judicial ha resultado ser, una vez más, la condena. Con independencia de que se consiga, o no, llevar a juicio a los encausados en este tipo de procedimientos, lo que sí se lograr siempre es desmantelar centros sociales, generar inquietud y desconfianza entre los militantes, desarbolar las redes de apoyo y criminalizar una ideología que, por su propia esencia, está en contra del Estado como institución, y precisamente por eso siempre, como decía Shlomo Vlascov, va a ser un comodín que va a encajar para el sistema en el caso de que se quiera encontrar culpables de algo, y es posible que lo vuelva a necesitar más temprano que tarde.

Por suerte, las investigadas han estado acompañadas durante todo esto tiempo por quienes les han ayudado a seguir hacia adelante. Y ahora llega el turno de escuchar a estas personas. Hoy, la cuenta de Twitter de la campaña Colze a Colze ha anunciado que en unos días publicarán un comunicado con sus valoraciones. Estaremos atentos a su web.

JUAN ZARZA

domingo, 27 de agosto de 2017

La FAI ante los atentados de Cataluña

 

La FAI, ante los hechos acontecidos el jueves 17 de agosto en Barcelona y Cambrils, no puede más que rechazar este tipo de atentados en el que, otra vez más, hemos de sufrir los trabajadores y la sociedad civil. Por ello nuestro más sincero apoyo y condolencias a familiares y amigos de las víctimas.

No podemos pasar por alto, y debemos condenar, a los medios de información españoles, los cuales, en vez de ser rigurosos, dar información fehaciente, veraz, contrastada, y respetar a familiares y amigos de las víctimas, se dedican a frivolizar, fomentar el sensacionalismo y alimentar la xenofobia y la islamofobia.

Al igual que en Charlottesville, Teherán, Bagdad, Londres, Estocolmo, Malawi, Hub, Manchester o Madrid, entre otras tantas ciudades de los cinco continentes, somos los pobres, como lo hemos sido a lo largo de la historia, los que tenemos que poner los muertos de una guerra imperialista a escala global al servicio de las grandes multinacionales, que están alimentando la división, el odio racial, el nacionalismo y el fascismo.

Frente a aquellos que siembran el caos con sus políticas imperialistas y los que fomentan y alimentan el fascismo, el racismo y el supremacismo, debemos seguir practicando la solidaridad y el apoyo mutuo entre los desposeídos, y seguir denunciando la barbarie a la que nos somete el capitalismo en el siglo XXI.


lunes, 21 de agosto de 2017

CNT ante el atentado de Barcelona

 


Desde la Confederación Nacional del Trabajo mostramos nuestra más absoluta pena, indignación, confusión y dolor ante el atentado sufrido esta tarde en Barcelona.

Una vez más ha sido el pueblo, la población civil, la gente corriente, la que ha sufrido las consecuencias de guerras que no son suyas. Una vez más el pueblo vuelve a poner el sufrimiento y los muertos.

Esta vez ha cambiado la localización, ha cambiado el lugar. Esta vez ha sido golpeado el corazón de Barcelona. Pero otra vez el objetivo ha sido el mismo: la población civil desarmada e inocente.

Ya sea en Irak, Afganistán, Siria, Yemen, Londres, París, Berlín, el Mediterráneo o en las vallas de Melilla, volvemos a convertirnos en víctimas propiciatorias, en daños colaterales de una guerra entre bandos que desconocemos, que no repara en medios ni límites para alcanzar sus objetivos, que no conoce el significado de la palabra «amor». Bandos para los que el poder está por encima de las personas y de la vida. Bandos que no nos representan.

Estamos seguros de que ningún acto vil y despreciable como éste conseguirá convertirnos en lo que no somos. No van a conseguir enfrentarnos a nuestros hermanos y hermanas de clase. A buen seguro, este acto rastrero debe servir para vernos reflejados, para comprendernos y para reforzar nuestras convicciones morales de solidaridad y apoyo mutuo entre las personas y los pueblos.

Frente a aquellos que predican la intolerancia, la persecución al diferente o la superioridad religiosa, racial o de clase, nos levantamos como pueblo valiente, diverso y luchador.

Todo nuestro amor a los que sufren.

CNT
17/08/2017

martes, 1 de agosto de 2017

A propósito de los últimos atentados yihadistas


Nº 348/julio 2017

Los últimos atentados cometidos en Inglaterra nos animan a reflexionar sobre la lucha contra el terrorismo, la guerra santa, la venganza política o vete a saber qué otros nombres le dan, tanto unos como otros, a este despropósito. Esta competición que consiste en ver quién mata más inocentes, ya sea en atentados en la calle como en bombardeos indiscriminados sobre la población civil, que nada tiene que ver con esta guerra no declarada en la que unos en nombre de Dios y otros en nombre de los intereses capitalistas pretenden dictarnos lo que tenemos que pensar, hacer, decir, trabajar, vestir, comer, beber... a base de ajusticiar injustamente inocentes que nada tienen que ver con su conflicto particular, pero que son los que están muriendo o perdiendo a sus seres queridos, su libertad, su dignidad. Esta es una guerra que ya está durando demasiado y que está causando unos daños irreparables a nuestra libertad, nuestra autonomía personal y colectiva, nuestra personalidad y nuestro libre albedrío, reduciéndolos a cenizas.

Como anarquistas condenamos este tipo de actitudes y a los que caen en ellas, sean del color, la religión y la condición social que sean. Pero no podemos por más que plantearnos una serie de cuestiones que podrían arrojar luz sobre el yihadismo, su auge y extensión a los países occidentales. A los países que condenan con tanta vehemencia los atentados yihadistas habría que preguntarles por qué no condenaron con la misma vehemencia los bombardeos indiscriminados contra la población civil en Iraq, Afganistán, Libia o Siria que causaron tantas víctimas inocentes. ¿Acaso eso no es terrorismo? Esos bombardeos indiscriminados se convirtieron en verdaderas fábricas de yihadistas. ¿Quién entrenó, financió y armó a todos estos grupos en los últimos años de la Guerra Fría para luchar contra el bloque antagonista? ¿Por qué unas víctimas son llamadas víctimas y otras víctimas daños colaterales? ¿Quién es el doctor Frankenstein que ha creado estos monstruos que después se han escapado de su control?

¡Ya está bien! A ver cuándo nos enteramos de que por encima de cualquier consideración política, económica, religiosa o social están el ser humano y el resto de los seres vivos.

F.R.GG.AA. de E.H.

domingo, 29 de noviembre de 2015

A una semana escasa de los atentados de París. CNT se reafirma contra la intolerancia y los totalitarismos.


20/11/2015

Lamentablemente, no es la primera vez que CNT se ve obligada a sacar una nota en relación a ataques perpetrados por los integristas de DAESH (también conocido como IS o ISIL). En ocasiones anteriores, como en los atentados contra activistas de izquierda en Suruc en julio o contra manifestantes por la paz en Ankara en octubre, ambas en Turquía, expresamos nuestras condolencias a las víctimas y nuestra solidaridad a todas aquellas que luchan contra esta enésima encarnación del estado totalitario. Ahora, en París, ataques aún más indiscriminados, si cabe, se han cebado con la población en general, dejando claro lo que vale una vida humana para los fanáticos religiosos. Nuestra actitud no puede ser diferente. Nuestros argumentos no pueden cambiar. Repetimos la condena de estos hechos en términos categóricos.

Han pasado ya algunos días desde que se produjeron los ataques y es posible calibrar mejor su alcance y las reacciones que han suscitado. En menos de una semana el gobierno francés se ha declarado en estado de guerra, ha cambiado considerablemente sus prioridades a nivel internacional y ha intensificado su campaña de bombardeos aéreos en Siria. A nivel europeo, se ha puesto en cuestión la política de recepción de refugiados de Oriente Medio, a pesar de que la inmensa mayoría de los implicados en los ataques eran europeos de origen (franceses y belgas). Y los partidos de extrema derecha en casi todo el continente se están poniendo las botas haciendo campaña en contra de la población musulmana, inmigrante o no. La repulsiva campaña de carteles (no vamos a decir cuáles, para no darles cancha) que se está viendo recientemente en las calles de algunas ciudades españolas es una muestra más.

El oportunismo de quienes aprovechan la tragedia para difundir un mensaje de exclusión, aparte de ser vergonzoso y abominable, les acerca peligrosamente a los planteamientos de los autores de la masacre. Es evidente que el objetivo de los integristas era atacar de forma indiscriminada a la población, sin importar distinciones de clase, raza, nacionalidad o credo. No en vano, entre los fallecidos hay muchos musulmanes, tanto franceses como extranjeros. En todo caso, como ya se ha dicho en comunicados anteriores, las principales víctimas a nivel mundial del DAESH y de otros grupos integristas son sus propios correligionarios. Esa es un de las principales características de los integristas religiosos, sean del credo que sean: considerar a todos los seres humanos bajo un único prisma que anula las diferencias y mete a todos los que no se identifican con su estrecho fanatismo en un mismo saco, el de los impíos merecedores de la muerte. Pero ésa es exactamente la misma actitud del racista o del totalitario, aunque bajo un argumento diferente. Su estrechez de miras divide a la humanidad en dos bandos nítidamente diferenciados, enfrentados entre sí por el motivo que sea, supuesto conflicto que le sirve para argumentar en contra de los otros. Por eso su discurso se acaba pareciendo mucho al de los integristas, porque promulga la exclusión forzosa de todos los que no satisfacen sus criterios de pertenencia al grupo, tan ficticios como los del creyente. En última instancia esta retórica de la división y el enfrentamiento, de la uniformidad impuesta, es la que permite que florezca de manera malsana el conflicto, al reforzarse mutuamente los actos de exclusión y odio. Por eso no es de extrañar que, aparte de los islamistas, los otros autores de masacres terroristas recientes en Europa hayan sido neonazis o supremacistas blancos, como Breivik en Noruega.

Desde CNT no nos cansaremos de repetir que hay muchos musulmanes laicos, progresistas y amantes de la libertad con los que tenemos muchos más en común que con estos neandertales arios, neonazis y fascistas, europeos. Todos los defensores de un estado totalitario, sea con una excusa teocrática, racial o simplemente bajo el paso de la oca, manu militari, como el régimen de El Assad, están, en última instancia del mismo lado y son enemigos por igual de quienes no toleramos la imposición. Precisamente por ello, reafirmamos nuestra solidaridad con todas sus víctimas, ahora en París, pero también en Líbano, en Turquía, en Bangladesh, donde varios blogueros laicos han sido asesinados recientemente a machetazos, o en las mismas Siria e Iraq. Víctimas entre las que se incluyen, no lo olvidemos, los refugiados sirios que han llegado a las costas europeas, arriesgando sus vidas en precarias embarcaciones. Vienen huyendo del mismo horror integrista que el DAESH ha impuesto en las calles de París, o de la pesadilla cotidiana de las bombas de barril con las que el régimen dictatorial de El Assad castiga a la población civil de las zonas que no controla. Porque aunque ahora parezca que éste es un mal menor, no lo es, desde luego, para sus víctimas. Lo cierto es que el DAESH no hubiera llegado a ser lo que ahora es sin la cómplice pasividad del régimen de El Assad, que le dio manga ancha desde un principio, consciente de que su radicalismo le permitiría presentarse, andando el tiempo, como baluarte frente a los integristas o como mal menor en la ecuación, para mantenerse en el poder, aunque fuese de sólo una parte del país. Ahora, la reconsideración de la estrategia internacional de Francia le da la razón y demuestra que El Assad y el DAESH se necesitan mutuamente más de lo que cualquiera de ellos querría reconocer. Puede resultar comprensible que a raíz de los atentados de París el gobierno francés renuncie a su exigencia de que El Assad abandone el poder como paso previo para un proceso de paz en Siria, y sitúen a la guerra contra el DAESH en lo alto de su lista de objetivos. Pero esto no hace sino reforzar a los sectores islamistas de la oposición y compromete a los pocos moderados que quedan sobre el terreno, que llevan tiempo viendo con desesperación como se les exige que se centren en la lucha contra el DAESH, aun a costa de desviar fuerzas del enfrentamiento contra el régimen, como condición para recibir apoyo y armamento. No es de extrañar que la política occidental en el terreno se haya revelado como un rotundo fracaso, hasta extremos rocambolescos. Y mientras tanto, los bombarderos rusos siguen castigando las posiciones de todas las milicias enfrentadas al régimen, para permitir su supervivencia, con la excusa, de nuevo, de la lucha contra el terror. Desde luego, no son éstas las condiciones para favorecer a la oposición laica frente a un régimen autoritario y otros grupos integristas.

Por otro lado, contrariamente a lo que afirman quienes piden que se impida la entrada en Europa a los refugiados, con la excusa de que puede haber numerosos integristas entre ellos, estos constituyen la mejor defensa contra el integrismo y la dictadura. Conocen demasiado bien los horrores que ambos traen a la población civil y se han visto forzados a huir de ellos. Su mero acto de escapar constituye la evidencia de que rechazan el integrismo y la imposición y de que apuestan por una vida plena y digna sin, desde luego, renunciar a su cultura. No cabe duda de que puede haber casos aislados en los que algún integrista intente utilizar esta complicada vía para entrar en el continente, pero por lo que se ha visto en los atentados islamistas de los último años, incluido éste de París, la mayoría de sus perpetradores son nacionales, o residen en el país en el que atentan, o en otros vecinos. Por no hablar de los integristas de extrema derecha, claro. Más bien pareciera que quienes ya se oponían a la llegada de refugiados, por el motivo que fuese, han sumado este argumento falaz a su arsenal. Por el contrario, como ya dijimos en un comunicado anterior, sumar a los refugiados a nuestras luchas cotidianas (contra el paro, los recortes, por una calidad de vida mínima, etc.) es la mejor garantía de defensa contra el espectro autoritario, excluyente y homogeneizador que nos amenaza desde tantos bandos.

Pero todo lo anterior no quiere decir que creamos que tocar canciones de Lennon en un piano en la escena de la masacre o que colgar el cartel de Bienvenidos refugiados en las instituciones públicas vaya a hacer algo por cambiar las cosas. La actitud de la izquierda biempensante y acrítica, que siempre sabe modular su discurso para no comprometerse, no puede ser la nuestra. A los totalitarios hay que derrotarles en muchos frentes, desde luego, en el discurso y socialmente, pero también en los frentes de batalla, en la medida de lo posible, porque ni con neonazis ni con islamistas cabe diálogo alguno. Es cierto, cada caso requiere medidas proporcionales y adecuadas. A nadie se le escapa que no es lo mismo luchar en Kobane que oponerse a una manifestación de Pegida las calles de Dresde. Pero ambas situaciones forman parte de una lucha global contra el autoritarismo y la imposición y exigen tomar partido y hacerlo consecuentemente.

Quien no vea más allá de la pantalla del telediario pensará que esta afirmación es estatista y que se puede usar para justificar el papel de los ejércitos nacionales en la crisis. Es cierto que son éstos los que bombardean las posiciones del DAESH en Siria e Iraq, porque sólo ellos cuentan con los medios necesarios para hacerlo. Pero quienes combaten a los islamistas en el terreno son fuerzas populares, desde las unidades del Ejército Libre de Siria hasta las milicias kurdas del YPG y el YPJ y sus aliados. Sólo ellos han conseguido avances importantes sobre el terreno, que les han llevado recientemente a controlar Hassakeh y abrir la ruta hacia Raqqa. Es imprescindible aumentar de forma inmediata el apoyo y la solidaridad internacional que éstas reciben y sobre todo, en el caso de los kurdos, exigir al gobierno turco que deje de atacar sus unidades. Desde el momento en que éste, con la excusa de la lucha contra el terrorismo, combate a grupos de orientación laica y revolucionaria, como en Rojava (norte de Siria), se convierten en lo mejores valedores de DAESH y le dan un importante balón de oxígeno, como ya se ha comentado en otras ocasiones anteriores.

Por todos lados que miramos, pareciera que el ámbito de la libertad se va haciendo más pequeño. Las filas de quienes la defendemos, cada cual en la medida de nuestras posibilidades y circunstancias, están cada vez menos pobladas. Muchos, presa del miedo, empiezan a asumir un discurso totalitario que está siempre, en última instancia, cortado por un mismo patrón. Aceptan renunciar a sus libertades, a cambio de la seguridad que les prometen quienes ya no la pueden garantizar. Ese es el discurso del DAESH, cuando proclama que los territorios en los que se ha impuesto están libres de crimen; el de los gobiernos occidentales, cuando imponen estados de excepción o el de la ultraderecha, cuando promete un mundo falsamente idílico, construido sobre una uniformidad cultural y racial. Es urgente resistir esta narrativa envenenada, bajo cualquier forma que se presente. Sólo la solidaridad entre quienes seguimos apostando por la convivencia y la resistencia frente a la imposición, religiosa o de cualquier otro tipo, pueden conseguir superar éste clima de terror y avanzar hacia el mundo justo, libre y en paz que anhelamos. Esta solidaridad se puede concretar de muchas formas. Cada cual debe encontrar la suya. Mientras tanto, lamentamos amargamente todas las víctimas inocentes de los totalitarios y los integristas y condenamos sus acciones. También en París.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Comunicado de Acción Anarquista Revolucionaria sobre la masacre en París


El 13 de noviembre, más de 129 personas perdieron la vida, decenas de heridos en 7 barrios diferentes de París como consecuencia de ataques coordinados por ISIS con bombas y armas de fuego. El asesino ISIS continúa con sus asesinatos fuera de las regiones de Oriente Medio y Anatolia. La masacre que tuvo lugar en París muestra claramente que el terror ISIS no conoce límites. Sentimos la masacre en París profundamente y compartimos su dolor. Hemos vivido y seguimos viviendo los ataques ISIS apoyados a través del Estado. De Şengal a Kobane, desde Pirsus (Suruç) a Ankara, hemos perdido muchos compañeros y amigos. Somos conscientes del hecho de que las masacres tienen por objetivo crear miedo, desconfianza y nuestra soledad. Nuestro dolor es grande y aumenta cada día. En estos momentos tenemos que hacer crecer la solidaridad contra los asesinos que quieren enterrarnos en el miedo, la soledad y el aislamiento.

Vemos los movimientos simultáneos del Estado francés y de otros estados con el objetivo de dirigir el proceso. Sabemos que estas mismas estrategias se realizan en nuestra región bajo el nombre de «lucha contra el terror». En este ambiente de desconfianza, la gente tiene una psicología de pánico que está dirigida por los dispositivos ideológicos del Estado; la opresión del estado contra los revolucionarios y la política estatal que restringen la libertad de los oprimidos será legitimada políticamente; y el discurso de las políticas racistas aumentarán. Los estados usan estos períodos extraordinarios para sus intereses políticos, económicos y sociales.

Somos conscientes de la situación que viven los pueblos en Francia. Sabemos la dificultad de apartar a un lado el dolor de las víctimas para luchar contra las movilizaciones fascistas en el seno de la sociedad creadas deliberadamente por el Estado. Hacemos hincapié en que, a pesar de esta dificultad, la lucha debe ser contra el miedo, el estado y el fascismo.

¡El dolor que viven es nuestro dolor, la rabia que sienten es nuestra rabia, su lucha es nuestra lucha!

Devrimci Anarşist Faaliyet-DAF (Revolutionary Anarchist Action)

domingo, 15 de noviembre de 2015

Sobre los últimos atentados de París


Hay un refrán que dice: «¡Quien siembra vientos recoge tempestades!». ¡Exacto!, esto es lo que ha pasado. Occidente, Francia incluida, se ha valido de los islamistas radicales en su provecho, por lo menos, desde la invasión soviética de Afganistán (incluso antes en la Indonesia de Sukarno). Ha creado, mejor dicho, alimentado un 'monstruo' que se ha vuelto varias veces en su contra (recordemos el 11-S o los atentados de Atocha, por ejemplo, y no aprendemos —no aprenden nuestros gobernantes—, después de estos atentados se les volvió a apoyar en Libia y luego en Siria). Y volvemos a empezar.

Llevamos 14 años en una supuesta 'Guerra contra el Terrorismo' que no ha hecho más que incrementarlo. Y encima se cuelgan medallas nuestros ineptos dirigentes mundiales. En vez de apagar el fuego lo han dispersado más. Y lo peor es que quienes pagan las consecuencias son los de siempre, los de a pie. Que no tomamos ninguna decisión pero corremos el riesgo. Porque los sacrificados de esta absurda guerra son los más débiles, tanto las víctimas de los atentados terroristas como las de los bombardeos de nuestro democrático Occidente.

La guerra civil siria no se hubiese llevado a cabo si otros países no hubiesen metido su hocico. Cuando cayó el Muro de Berlín (allá por 1989) y se desintegró la URSS (1991), algunos nos dijeron que iba el mundo a cambiar a mejor. La Guerra Fría acababa (con el triunfo occidental) y con ella la política de bloques. ¡Qué ingenuos éramos! Fue todo a peor.

Desde principios de los años 90 del siglo pasado, las guerras no han decrecido sino aumentado. La OTAN no desapareció, sino se convirtió en el organismo internacional más agresivo de la historia de la humanidad. Intervenciones militares y más guerras en nombre de nuestras «libertad y democracia». ¿Quién diría que la ausencia de principios e ideas es lo peor? En nombre de tales principios se ha matado mucho más.

Y vuelvo a repetirme, ¡las decisiones de unos las pagan otros, los más débiles y sencillos! Todo acto institucional a favor de las víctimas y contra el terrorismo, me repugna.

KRATES


Fuente:
 

jueves, 8 de enero de 2015

Tiroteo en CHARLIE HEBDO

COMUNICADO DE LA FEDERACIÓN ANARQUISTA [FRANCÓFONA]

La Federación Anarquista acusa con horror la matanza perpetrada en los locales del periódico satírico Charlie Hebdo, que ha dejado 12 muertos y varios heridos.

Compartimos la emoción, la indignación y la angustia de las familias, de los amigos y compañeros de trabajo después de este crimen atroz. Entre las víctimas se cuentan algunos que colaboraron en tiempos con Le Monde Libertaire, y si nuestras posturas después pudieron divergir, permanecerán en la memoria de muchos compañeros.

Este atentado debe recordarnos que el oscurantismo religioso como política es letal.

Condenamos a los asesinos, pero estaremos igualmente vigilantes ante las reacción de la extrema derecha o al dispositivo policial del Estado.

Continuaremos combatiendo la opresión, el autoritarismo y la intolerancia, se escondan detrás de la religión, de la nación o la seguridad del orden social.

7 enero 2015


jueves, 23 de enero de 2014

Kropotkin y su parecer frente a la violencia revolucionaria

 

Kropotkin era moderado respecto de Bakunin en su defensa de la violencia revolucionaria como método de destrucción del Estado, a quien ambos acusaban de delictual y criminal.

Por JOSÉ MARTÍNEZ FERNÁNDEZ

El que fuera príncipe ruso, el intelectual, el ideólogo moderado del pensamiento libertario, Piotr Kropotkin (1842-1921), es autor de obras que descabezan el sentido de autoridad, con enorme fuerza, tanto que se le considera la figura libertaria intelectual más trascendente de finales del siglo XIX.

Kropotkin fue, sin embargo, contrario a las acciones de anarquistas que sembraban el terror en forma indiscriminada. De allí su crítica al francés Ravachol —Francois Koenigstein—, autor de dos atentados con bombas a comienzos de 1892, por lo que fue enjuiciado y ejecutado en la guillotina, ese mismo año.

Ravachol tenía treinta y tres años al morir. Algo que entre los cercanos al cristianismo anárquico representaba una peculiaridad. Lo mismo ocurrió con un español, Santiago Salvador, quien lanzó dos bombas en el Teatro del Liceo en Barcelona. Allí murieron veinte personas. Salvador señaló que realizó este acto para vengar la muerte de su amigo Paulino Pallás, quien, poco tiempo antes, tiró una bomba contra el general Martínez Campos, bomba que no mató a éste, sino que a seis de sus acompañantes, entre ellos a un soldado y al caballo del militar. También tenía 33 años al ser ejecutado. La misma edad de un tío suyo que se voló los sesos señalando:«Cristo sólo vivió 33 años. ¿Por qué voy a vivir yo más?».

Kropotkin rechazó estos hechos y se preocupó de apoyar las instituciones basadas en la cooperación voluntaria y en la igualdad. Creyó que mediante esos medios la sociedad podía ser cambiada para hacerla mejor.

Pero esta propuesta del ruso no era del gusto de muchos anarquistas que la consideraban más intelectual y utópica. Estos decían que si la autoridad era opresora y sin sentido, todo medio era válido para su destrucción. Kropotkin, sin embargo, no podía apartarse del todo del predicamento de Bakunin, quien había sembrado la semilla de que, cómo todo gobierno era ilegal, debía existir férrea oposición, violenta respuesta.

Muchos anarquistas, que no concordaban con el predicamento de Kropotkin, en los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX, realizaron atentados de diversa índole, provocaron un reguero de sangre entre autoridades diversas, cayendo víctimas de ellos figuras como el presidente Carnot de Francia, el rey Humberto de Italia y el Presidente William McKinley de Estados Unidos.

Ellos representaban enormes fuerzas en el mundo y los anarquistas apuntaban a terminar con toda forma de poder: ¿Qué mejor, entonces, que destruir la base misma de ese poder? Si el Gobierno existía era por la violencia y en ella tenía el apoyo de la Iglesia, el capital, la propiedad privada y todo esto era protegido por las leyes y la policía. De allí que sus blancos de ataque fueran estas fuentes.

Ravachol que, como señalamos, realizó sus atentados un poco antes que fueran asesinados los gobernantes ya citados, aunque fue criticado duramente por Kropotkin, se ganó el aplauso de publicaciones radicales del anarquismo. También existieron poetas y músicos que cantaron en su honor, casi clandestinamente. Sin embargo esa violencia fue discutida fuertemente por los propios anarquistas, cuya mayoría consideraba a los terroristas como figuras marginales, aisladas, en el límite de los movimientos revolucionarios.

Era la violencia la que hacía, como siempre, noticia en los medios de comunicación, que, obviamente, defendían al aparato que les ayudaba a sobrevivir, como ocurre hoy también, y el rico pensamiento de los maestros libertarios sufría la pesadilla de un casi olvido, más aún cuando debía enfrentar a otro opositor poderoso: el marxismo.

Es interesante considerar que en el pensamiento de Kropotkin está el origen del individualismo inflexible y del sindicalismo incisivo (anarcosindicalismo). En Kropotkin está también la idea del ecologismo (a través del discurso naturalista), hoy tan en boga.

Ravachol cometió atentados en lugares en que vivía gente de buena posición económica, lo que representaba para él una forma de poder: el capital que daba origen al mal mayor: el Estado. Pero, como señalamos, los pensadores anarquistas de su tiempo, en especial Kropotkin, se oponían a esta suerte de terrorismo que, entendía, no rompía los fundamentos principales de la sociedad capitalista. Bertrand Russell da una mejor explicación sobre este asunto:

«Los anarquistas, así como los socialistas, generalmente tienen fe en la doctrina de la lucha de clases, y si se sirven de las bombas es del mismo modo que los gobiernos se sirven de la guerra; por cada una de las bombas fabricadas por un anarquista se fabrican por los gobiernos muchos millones de bombas, y para cada uno de los hombres muertos por la violencia anarquista mueren muchos millones por la violencia de los Estados.»

4 diciembre 2009

domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Quién hace el caldo gordo?


LA COLUMNA DE REDACCIÓN
Periódico CNT, 406 (Diciembre 2013)

Es recurrente escuchar en el entorno libertario que la CNT es muy difícil de destruir si se ataca de frente, pero muy fácil si se hace desde dentro.

No cabe duda que los mayores ataques que ha sufrido la Organización han sido realizados desde dentro. Y no nos referimos sólo a los envites del «posibilismo» más recalcitrante. Que también. Sino al peligro que han supuesto los descerebrados que diciendo abrazar la idea, han puesto en riesgo todo un movimiento libertario de referencia mundial.

En los últimos tiempos se ha puesto en la picota al supuesto Comando Insurreccional Mateo Morral. Nadie que haya leído sus comunicados y visto sus acciones puede creerse de verdad que esté realizado por libertarios. Huele desde lejos a las sucias y apestosas cloacas del Estado. Sin embargo habrá compañeros que van a sufrir en sus carnes las consecuencias de unas acciones fabricadas para desprestigiar a todo lo que suene a anarquía.


Otro tanto ha ocurrido el pasado 20N cuando tras una manifestación antifascista en la Complutense de Madrid supuestamente se ha destrozado un local y agredido a unos estudiantes de lo más demócratas, oiga. Ésta acción es incomprensible y sin ningún sentido, salvo por la coincidencia con la filtración del anteproyecto de ley del nuevo Codigo Penal. ¿A quién beneficia el uso de acciones de éste tipo?

Señalada está ya una organización ejemplo de la juventud, la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias. Nuestras queridas «julis» ya son famosas, y no por su fantástico periódico El Fuelle. No por las múltiples charlas que dan por toda la península. No por llenar nuestras calles con pegatinas sinceras y reflexivas. No, saltaron a la palestra porque según dicen los medios de comunicación tras una manifestación algún descerebrado se puso a «cagar donde come».

Conociendo a las FIJL sabemos de sobra que nada han tenido que ver con lo que se les atribuye. Los demócratas somos nosotros que queremos un poder popular. Los pacifistas somos nosotros que denunciamos y sufrimos la violencia. Sin embargo, dicen que somos los terroristas. Por eso han sacado una ley para acabar con la disidencia. Pues que sepan que lo tienen claro.
 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Escalada de criminalización al anarquismo


Por CAPI VIDAL

Ante la reiterada información que se está publicando en la prensa generalista sobre personas y supuestas organizaciones anarquistas, sin ningún respeto por la presunción de inocencia y vertiendo datos privados sobre los detenidos, no podemos más que denunciar lo que no es más que una evidente estrategia criminalizadora del Estado en connivencia esta vez con el llamado cuarto poder.

Una de las grandes diferencias entre gobiernos, y lo digo con cierto conocimiento de causa, ya que no soy nada amigo de conspiranoias, es que cuando gobierna en España el PP (es decir, la derecha más dura), la represión se incrementa. Los herederos políticos del criminal franquismo tienen muy aprendida la lección: si no existe el terrorismo, lo inventamos. La gran pena es el triste y manipulador eco mediático que esas estrategias hayan en la prensa, incluso en la (supuestamente) progresista; un reciente titular de El País llegaba a afirmar que el terrorismo anarquista copia a Al-Qaeda. Todo esto en un clima político y social en el que las criminales reformas labores se juntan ahora con criminales reformas penales; de esa manera, quieren endurecerse condenas, hasta extremos de prisión a perpetuidad, y algunas formas de protestas pueden convertirse en delitos penables como son los escraches o algunos otros tipos de manifestaciones.

El movimiento libertario es el que más énfasis en denunciar los desmanes del poder político y económico, en pretender en suma que las personas sean capaces de gestionar su propia vida; el espíritu presente en los movimientos sociales de nuevo cuño era claramente libertario, estuviera presente o no la marca ácrata. La clase dirigente ha tomado buena nota en los últimos años y, con el silencio o la connivencia de ciertos partidos (supuestamente) progresistas, y con el apoyo inestimable de los medios generalistas, inicia unas campañas de criminalización que, a estas alturas con tantos problemas sociale y con tanta desvergüenza por parte de los que detentan el poder, son poco menos que irrisorias. Es indignante que estos medios, sean del pelaje que sean, hayan publicado fotos, nombres y apellidos, de personas anarquistas detenidas por supuestos atentados; como ya se ha publicado en diversos medios alternativos, ni siquiera se molestan en disimular su fraudulento Estado de derecho ni en respetar la presunción de inocencia. Han llegado a insistir en un extenso historial delictivo, de alguno de los detenidos, para al final de texto aclarar que fue finalmente absuelto en todos los casos. Anarquismo sigue yendo, inevitablemente, de la mano con la violencia para los que detentan el poder; así pretenden que cale en el imaginario popular.

Las afirmaciones que se han vertido en la prensa son, a poco que se tenga un poquito de espíritu crítico, ridículas. Afirmaciones de que se han producido ya varios atentados a lo largo del año inequívocamente anarquistas, y que incluso la escala terrorista va a ir en aumento; ahora resulta, tal y como hemos apuntado anteriormente, que el «terrorismo» ácrata ha copiado al islamista (recordemos las veces que se ha insistido en que Al-Qaeda es una red descentralizada). ¿Para reír o llorar? Cuestionables organizaciones de nombres imposibles, como Federación Anarquista Informal, Frente Revolucionario Internacional o Comando Mateo Morral; alguien debería informar a los que realizan estos montajes que es necesario conocer un poquito el anarquismo antes de emplear según qué términos. Por supuesto, la prensa ha argumentado «excelentemente» la naturaleza ácrata de estas organizaciones; «carentes de estructuras jerarquizadas y organizadas (muy anarquistas)» (sic). Ambigua información en la que se deja claro que estos grupos son muy difíciles de perseguir policialmente; a pesar de ello, se detiene a unas cuantas personas y se aclara que coinciden con el etéreo perfil anteriormente descrito. Como ya hemos dicho, el comportamiento que está teniendo la prensa generalista, sujeta a demasiados intereses y con escasos escrúpulos, está siendo auténticamente vergonzoso en su nada disimulado papel criminalizador.

Nos esforzaremos en insistir en que no hay nada más alejado de la violencia que el anarquismo, que busca erradicarla en lo político y hacerla innecesaria en lo social y cultural. Podemos publicar todos los días, en cualquier medio, alguna actividad culturalmente constructiva que llevan a cabo los anarquistas. Si, todavía, alguien se pregunta quién ha puesto artefactos explosivos en la Basílica del Pilar de Zaragoza o en la Iglesia de la Almudena de Madrid, yo no lo sé. Sólo sé que los anarquistas no hacen esas cosas.

(19-noviembre-2013)

domingo, 21 de abril de 2013

Envían 'vibradores bomba' a jerarcas de la Iglesia católica de España


RT Actualidad / Sociedad
20 abril 2013

Al menos dos consoladores empaquetados junto a una sustancia explosiva han sido enviados por correo a prominentes miembros del catolicismo en España. La Policía está tras la pista de los presuntos autores del envío, un grupo de anarquistas. Una 'bomba sexual' tenía como destinatario al arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Francisco Pérez González. Luego de recibir el paquete hace varios meses, los frailes de la sede arzobispal la entregaron inmediatamente a la Policía por la presencia de una sustancia dudosa, sin haberse percatado de lo peligrosa que era.

El segundo 'vibrador explosivo' fue enviado recientemente al director del Colegio de los Legionarios de Cristo, una escuela privada de Madrid. En este nuevo caso, el artefacto detonó en una oficina de Correos.

El colectivo remitente se presentó en un caso como el Club de Artesanos del Café para sus nuevos usos, y en el otro como el Grupo Anticlerical para el Fomento del Uso del Juguete Sexual. Los agentes creen que se trata del 'Comando Insurreccionalista Mateo Morral', un grupo anarquista que reivindicó en febrero pasado la colocación de un artefacto en la catedral madrileña de La Almudena.

Según la versión policial, los responsables de estos hechos todavía carecen de una estructura consolidada y eso solo dificulta la investigación. No se excluye que hubiera otros envíos con el mismo contenido y que no hayan sido denunciados por los destinatarios.

lunes, 18 de junio de 2012

La caza de brujas de anarquistas

Por Pedro García Guirao
(CNT-SEIS)


Pocas veces sucede que un periódico tradicional recoja puntos de vista anarquistas. Cuando lo hace suele ser de forma negativa, esto es, con intención de demonizar un movimiento de hondas raíces filosófico-políticas. Y en las escasas ocasiones que lo hace de manera positiva, una pregunta atraviesa nuestras malpensadas conciencias libertarias: ¿no será esta repentina visibilidad del anarquismo en la prensa un intento por absorber, asimilar y, en consecuencia, neutralizar la presumible vitalidad e independencia de este movimiento?

Aquí habrá quien diga que conviene que hablen de uno aunque sea mal; contra semejante asunción, Ellie Mae O'Haga publicó recientemente un artículo en The Guardian cuyo título «Anarchists have civil liberties too» [1] nos muestra el verdadero macartismo, o caza de brujas, «siempre ostensiblemente en nombre de la seguridad nacional», al que se está sometiendo a los anarquistas de medio mundo por las protestas contra un modelo global ineficiente, injusto y asesino.

Lo que la autora denuncia, con mayor o menor acierto, viene discutiéndose desde los albores del anarquismo: «la verdad es que el anarquismo no es solamente famoso por sus graves daños criminales. Es una filosofía política importada, una que da cabida a personas con puntos de vista significativamente contrastados». De ahí que sea posible afirmar que el anarquismo ha seducido a gente del Lumpemproletariado, a príncipes (léase Kropotkin), a cristianos y a musulmanes, a gais y a heteros, a famosos y a desconocidos, a punkis, a okupas, a médicos, a intelectuales, a liberales y a conservadores, a ecologistas, a artistas, a vegetarianos, a nudistas, a banqueros (o al menos es lo que nos contaba Fernando Pessoa), a inmigrantes, a amas de casa, a desempleados, a jóvenes y a mayores y, en resumen, a una riquísima variedad de personas que forman la llamada sociedad civil. Entonces, ¿por qué ese linchamiento público al que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación? Mae nos da una respuesta orientativa: «El problema con la narración actual de las protestas en los medios de comunicación es que en su rechazo por entender los matices del anarquismo están usando dicho término como eufemismo de “peligroso”, “violento”, “malo”».

Históricamente, en cada época convulsiva de cambios sociales los poderosos han intentado encontrar un chivo expiatorio al que cargarle las miserias de cada época y de no existir ninguno, lo han inventado; ahora le toca al anarquismo y a los anarquistas ejercer ese rol impuesto por la policía social y, en extensión, por los voceros (también llamados medios de comunicación) del capital. Casi están consiguiendo su objetivo, es decir, crear una opinión pública en la que en el imaginario colectivo se asocie anarquismo y criminalidad. De ahí que hasta nosotros nos veamos abocados a una cuestión vital: ¿Son (o mejor dicho, somos) los anarquistas criminales subnormales peligrosos? Esta pregunta recoge el espíritu del positivismo criminológico de Cesare Lombroso allá por el siglo XIX: «El libro Los Anarquistas, de Cesare Lombroso, es un trabajo [...], concebido básicamente con intención de demostrar que los anarquistas son subnormales, tocados por el síndrome del crimen, hipótesis ésta que se desarrollaría una parte de la escuela penal italiana y que se extendería, durante bastante tiempo, por los estamentos más conservadores del pensamiento y las leyes de Occidente» [2]. Hoy, más que nunca, se aplican esos principios del positivismo criminológico al anarquismo; hoy, más que nunca, la sociología de Canguilhem y su libro Lo normal y lo patológico está presente en las calles. El Estado pretende unificar, disciplinar y, sobre todo, controlar a la población y, para ello, nada mejor que definir al otro, al que no piensa como la mayoría electoral, como un peligroso criminal, como un anormal que debe ser encerrado si no eliminado. Mae no se equivocaba en su diagnóstico: «Hay destellos de macartismo en la manera en que el Estado se hace cargo de quienes percibe como una amenaza. Los potenciales anarquistas son intimidados y calumniados y se les niega la libertad basándose en cargos nebulosos y casi orwellianos».

Las cargas policiales y las detenciones preventivas en Seattle, Praga, Atenas, Génova, Plaza Catalunya, el montaje mediático contra Patricia Heras que acabó en suicidio, no dejan lugar a dudas. Estas prácticas de terrorismo de Estado, nos dice Mae, «inhiben fundamentalmente “el derecho a criticar; el derecho a mantener creencias impopulares; el derecho a protestar; el derecho al pensamiento independiente”» Y aquí la prensa contribuye con su gran grano de arena en el desprestigio de los anarquistas. Basta ojear Intereconomía, por nombrar sólo a uno de los menos sutiles y más groseros, para darnos cuenta de ello. Su diagnóstico del 15-M y del tipo de personas que lo componen es el siguiente: «Son comunistas, socialistas, anarquistas, y de ETA» o bien «antisistema y radicales de izquierda». Comentarios cuya reminiscencia franquista no merecen siquiera una línea para ser rebatidos. También comentarios que nos harían explotar a carcajadas de no ser porque son tenidos muy en serio por determinados sectores sociales a los que, nostálgicamente, se les hace la boca agua cada vez que los antidisturbios aporrean a esas «células terroristas anarquistas» (tomando prestada la expresión de Mae).

Afortunadamente, artículos tan impopulares para el gran público como el de Ellie Mae muestran con cuentagotas que otra manera de concebir públicamente el anarquismo no sólo es posible sino necesaria: «Si de verdad valoran las libertades sociales, deberíamos interrogar el uso peyorativo de la palabra anarquista porque la alternativa parece que sea, según los acontecimientos recientes, que la policía la use como un bastón con el que golpearnos».

CNT, nº 380 (julio de 2011).


[1] En: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2011/may/02/anarchists-civil-liberties-media-police

[2] Lombroso, C., y Mella, R., Los anarquistas, Madrid, Júcar, 1978.


Página 25 (OPINIÓN).

miércoles, 23 de mayo de 2012

Contra todo terrorismo

Hay por ahí, en varios países, unos tarados que se hacen llamar anarquistas informales que van haciendo atentados. Este tipo de iluminados pueden perjudicar a mucha gente militante y combativa con sus actos. Hay que rechazarlos, sin ningún miramiento. Hace unos días pusimos en este Blog una entrada con un texto de Gianfranco Sanguinetti titulado «Sobre el terrorismo y el Estado», un texto digno de ser leído y tenido en cuenta. Pues nos avisa que muchos de aquellos grupos terroristas que pretenden atacar el sistema, lo único para que sirven es para legitimar más la represión y unas leyes restrictivas que socaven las libertades.

Durante la llamada «Transición española» postfranquista, que no supuso ninguna ruptura con la dictadura anterior, el Estado, con el beneplacito de los partidos políticos, utilizó todos los medios posibles para acabar con toda oposición. Tras los Pactos de la Moncloa, que subordinó a los sindicatos con el sistema, la CNT fue la única organización sindical fuerte que los denunció. Y el sistema terminó debilitándola con las escisiones o la persecución de militantes, incluso con una difamadora campaña propagandística (amparada por toda la prensa «libre») para implicar a esta organización anarcosindicalista con el terrorismo: El ominoso Caso Scala de 1978.

Hasta el dibujante Tom, para EL JUEVES,
se hizo eco de la histeria colectiva de esos años.

El 10 de junio de 2007, por La 2 de TVE, se emitió el programa número 439 de Redes, bajo el título «¿Cómo se hace un terrorista» (pulsar el enlace precedente para poder ver el programa entero), en el que Punset entrevistaba al antropólogo Scott Atran sobre el terrorismo y sus protagonistas. Hay un fragmento documental que nos habla sobre el Caso Scala y de cómo nuestra «Democracia» española se sirvió del miedo y la mentira para desacreditar al Movimiento Libertario. ¡Es sorprendente que esto se hubiese emitido por televisión! Y aquí os lo reproduzco, gracias a que alguien lo ha colgado por YouTube.