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sábado, 9 de septiembre de 2017

El peligro de ser ateo en ciertos países


Hay países donde manifestarse como ateo es un riesgo de muerte, uno de ellos es Pakistán. Omar, curiosamente llamado así en honor de uno de los califas más respetados del Islam, no siguió la tradición musulmana de sus ancestros e incluso llegó a fundar un grupo ateo en aquel país. No obstante, los miembros deben mostrar identidades ficticias ante el peligro que los rodea, ya que publicar en las redes sociales sobre ateísmo en Pakistán es un delito grave al ser considerado una blasfemia. Taimoor Raza, chií de 30 años, fue condenado a muerte en junio de este año después de discutir en Facebook sobre religión con alguien que resultó ser un agente antiterrorista. La acusación fue de difundir un discurso de odio convirtiéndose en la primera sentencia de este tipo en el país asiático, relacionada con las redes sociales, aunque los delitos de blasfemia se han sucedido en el pasado. Incluso, la población ha provocado en ocasiones linchamientos a los blasfemos, leyes promovidas desde lo alto, pero aparentemente sustentadas por las masas. Es lo que tiene la religión, que parece empujar a gente normal a sustentar sistemas de dominación y acabar haciendo barbaridades.

El caso de Omar es el primero en el que la ley se ocupa del ámbito cibernético, por lo que la represión se extiende e incrementa. Otro activista en las redes es Zahir, nombre obviamente ficticio, que habla en sus medios de política y ateísmo. Ha mantenido varias cuentas en Twitter, que han acabado bloqueadas a pesar de lo sutiles y razonadas que sean sus críticas. Es evidente que el Estado paquistaní ha declarado la guerra a todos aquellos que promueven el librepensamiento y manifiestan críticas al fundamentalismo religioso (valga el pleonasmo). Hamza, otro pseudónimo, es un bloguero y creador de un foro online sobre ateísmo, que acabó detenido varias semanas, torturado y obligado a firmar una renuncia a sus actividades. La república islámica de Pakistán parece replegarse en el fundamentalismo, incrementar la represión a todo aquel que no sea un «buen ciudadano» (es decir, un «buen musulmán») y dejar bien claro que los que promuevan una sociedad libre se enfrentan incluso al asesinato legalizado. Un país donde el poder político y el religioso están fusionados como demuestra el hecho de que haya dos cosas intocables: el Ejército y el Islam. A pesar de ello, existen individuos y grupos, increíblemente valientes, que se reúnen clandestinamente para cuestionar el estado de las cosas.

Desgraciadamente, gran parte de las personas suele ser conservadora; no cuestiona la educación que ha recibido en aras de algo mejor, de una mayor libertad. Es el caso en Pakistán, exacerbado por la ausencia de laicismo, pero también de cualquier otro lugar del mundo; no es un problema solo del Islam o de una sociedad abiertamente religiosa, sino de cualquier enseñanza dogmática. Obviamente, existen muchos no creyentes en el mundo, pero en muchos lugares se les obliga a que respeten los rituales sociales, a que oculten su auténtico pensamiento. Por ello, debemos mostrarnos solidarios con estos activistas que desafían a la religión y al Estado. El gobierno de Pakistán ha descubierto que el delito de blasfemia es una inmejorable herramienta para preservar, no solo la tradición religiosa, también el poder político. En lo que va de este año 2017, al menos han sido secuestrados por el Estado seis activistas, después de publicar textos y fotos en las redes sociales sobre ateísmo. A pesar de este incremento de la represión, parece crecer también el ímpetu por defender un pensamiento libre en países en donde se juegan la vida con ello.

Hay que recordar que la tolerancia y la libertad religiosa, que preferimos denominar mejor libertad de conciencia es una conquista por parte de los que han promovido un pensamiento verdaderamente libre. No es ninguna concesión, por parte del poder religioso o político, sino que se ha conseguido en gran medida gracias a gente valiente y libre para manifestarse, a pesar de peligrar su integridad física. La historia no puede verse de manera simplista y maniquea, ya que incluso el muy idealizado periodo de la Ilustración en Occidente es digno de muchos matices. El mismo Voltaire, presentado a menudo como un adalid de la tolerancia, rechazaba a los ateos; la muy reivindicable obra de Jean Meslier fue difundida por él de manera sesgada cortando las partes más radicales, tanto en lo político, como en lo religioso. En la Declación Universal de Derechos Humanos figura la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, pero es necesaria la ampliación hacia el derecho a no profesar ninguna religión o creencia. Pero, por encima de todo, además del derecho, es imprescindible el «hecho» de pensar y actuar libremente, ya que muy a menudo las declaraciones, bienintencionadas o no, ocultan un gran problema real. Existen varios países donde manifestarse como ateo es un grave político, pero la hipocresía de los gobiernos y medios, supuestamente democráticos, es evidente al no ocuparse firmemente de la denuncia. El número de no creyentes y librepensadores en el mundo crece y no puede valorarse en su justa medida debido a esta grave situación.

LIBRE EXAMEN
15 agosto 2017

martes, 1 de diciembre de 2015

Michel Collon acusa a los responsables del terrorismo


En estas horas dramáticas, recibimos gran cantidad de preguntas en nuestro sitio web, en nuestro Facebook, que tienen que ver siempre con dos preguntas: ¿Cómo es posible que cosas como estas se produzcan? y ¿cómo detenerlas, cómo impedir que esto recomience?

21 noviembre 2015

Un estudiante francés de origen marroquí, Amin, me escribe lo siguiente:

«Sin excusas o justificaciones a la barbarie, pero tomemos consciencia de que el monstruo no nace, se fabrica. Sobre nuestro territorio (En Francia, en Bélgica) él se fabrica en el rechazo, la exclusión, la humillación, la explotación y el abandono, frente al discurso de extremistas y fanáticos de todos los bandos. Fuera de aquí —dice él— él se fabrica en la matanza, la destrucción, la desesperación, y bajo las bombas de los sanguinarios de todos los bandos. —Él termina— la humanidad es una y es indivisible, no hay ninguna diferencia entre el llanto de una madre que ha perdido un hijo en el bombardeo del hospital de Kunduz por las fuerzas de la OTAN, y ese de un padre que ha perdido su hija en un concierto en el corazón de Paris.»

Como lo he dicho a menudo, nuestra emoción y nuestras condolencias son para las familias de la victimas de todos lados. Pero también plantean la exigencia de verdaderos debates. Insisto diciendo claramente, que más allá de los hechos, necesitamos las causas. E insisto y digo:

Yo acuso al seños Fabius, Hollande, Valls de ser responsables por lo que pasó en Paris, por la simple razón de que Fabius declaró: «Al-Nusra, es decir, Al Qaeda en Siria, hace un buen trabajo». Reconociendo la alianza de hecho entre Francia y los terroristas en Siria, y antes era el caso en Libia y en otros países.

Yo acuso las relaciones con los regímenes de Arabia Saudita y de Qatar que propagaron este adoctrinamiento, esta intoxicación, de algo que se pretende islamista pero que no tiene nada que ver con el Islam, que es una falsificación del Islam. Y yo no soy el único en acusar, ya que el señor Alain Chouet, quien era responsable de DGSC (Dirección General de la Seguridad Exterior) declaró, le cito:

«En Oriente Medio, en el Sahel, en Somalia, en Nigeria, nosotros Francia somos aliados de aquellos que esponsorizan, desde hace 30 años, el fenómeno terrorista, aliados con aquellos que esponsorizan los terrorismos. Y él continúa— nos cansamos atacando a los que ejecutan, es decir, a los efectos del wahabismo, pero no a sus causas y no lograremos detener los atentados, a menos que coloquemos un policía detrás de cada ciudadano.»

Yo acuso la alianza con Arabia Saudita y Qatar.

Yo acuso la alianza con Turquía que ha dejado pasar miles, decenas de miles de euro-yihadistas sobre su suelo, para ir a cometer en Siria, las mismas atrocidades que vemos ahora en Paris. Yo acuso a Turquía de ayudar a comercializar las reservas de petróleo de Daesh y a financiar este movimiento terrorista. Y yo no soy el único, la señora Hybaskova, quien es la embajadora de la Unión Europea en Irak, declaró a la Comisión de Asuntos Extranjeros del Parlamento Europeo, la cito: «Desgraciadamente, estados miembros de la Unión Europea compran este petróleo, no puedo dar más detalles.»

Yo acuso esta alianza con Turquía de ser funcional al terrorismo. Y de una forma general, yo acuso a los Estados Unidos de haber utilizado el terrorismo, donde sea que esto le fuese útil, donde sea que ellos mismos no se atrevieran a usar sus tropas terrestres. Esto comenzó con la operación Bin Laden en Afganistán, continuó en Yugoslavia, Bosnia-Kosovo, en el Cáucaso, luego en Irak, Libia y Siria, habiendo todavía otra serie de países. Los Estados Unidos en ciertos momentos combaten el terrorismo y en otros lo utilizan cuando eso les conviene.

Y, alguien dirá, ¿Cómo explica usted que si ellos financiaron el terrorismo, ahora estos terroristas vienen a golpear el centro mismo de Francia sobre el suelo europeo? No hay que ver esto como un complot donde la CIA organiza todo de A a Z y controla todo infaliblemente. Sí, ellos lo han organizado, pero no es un complot. Es una alianza entre fuerzas que existen y que tienen su propia agenda. Lo mismo que Bin Laden, quien había trabajado para los Estados Unidos y luego se volvió contra ellos. Ahora tenemos Al Qaeda en Siria y Daesh y todos esos movimientos terroristas que trabajaron para los Estados Unidos, pero que tienen su propia agenda, y ahora se ponen en contra porque la alianza no va más.

Yo acuso de una forma general también a los EEUU de haber mostrado el ejemplo de la violencia, de haber llevado guerras todo el tiempo desde hace 25 o 30 años y de haber mostrado a todos los pueblos que los problemas, se intenta, se quieren resolver por medio de la violencia. Les recuerdo que la Carta de la ONU prevé que todos los conflictos deben ser negociados, no tenemos el derecho de hacer la guerra. Esta estrictamente prohibido por la carta de la ONU desde 1945 y les recuerdo que Wesley Clark, un general de los EEUU había revelado que la administración de los EEUU en 2001 habían decidido de tomar, yo cito, siete países: Afganistán, Irak, Irán, Somalia, Sudán, Libia y El Líbano, ellos ya lo habían anunciado en 2001. Por lo tanto ya había un programa para desarrollar la guerra.

Yo acuso esta alianza con Israel por envenenar, por sembrar un clima de odio en  Oriente Medio y por mostrar que se mantiene el colonialismo por medio de la violencia y, de hecho, el rechazo a negociar. Esto es sobre el plano de las causas exteriores de este terrorismo, pero hay también causas interiores en Francia, en Bélgica, en los países europeos, que hacen que ciertas personas caigan en el engaño de este terrorismo.

Y yo acuso la discriminación racista hacia los inmigrantes, ya sea referida al empleo o a la vida cotidiana. La discriminación, el delito de portación de rostro, los controles, la humillación policial, es eso evidentemente que provoca una rabia, un enojo que, la mayoría de las veces, busca expresarse de una forma totalmente positiva, y en el caso de uno u otro que se vuelve loco a causa de esta indignación y de este desprecio, nos hacemos intoxicar pero por gente que, de hecho, son amigos, ya que es Arabia Saudita quien intoxica los jóvenes de los barrios populares para utilizarlos como carne de cañón.

Por lo tanto yo acuso esta discriminación racista y acuso igualmente, el hecho de que algunos le impiden a la escuela de desempeñar el rol que debe desempeñar. Quisiera recordarles, que cuando tuvimos los atentados odiosos contra Charlie, tuvimos enseguida la ministro de educación francesa Najat Vallaud-Belkacem que declaró, le cito:

«Hubo numerosísimos cuestionamientos de parte de los alumnos y todos hemos escuchado: "sí, yo apoyo a Charlie, pero las dos varas distintas, ¿por qué defender la libertad de expresión aquí y no allá?" Fin de comillas y la ministra continúa Esas preguntas nos resultan insoportables, sobre todo cuando las escuchamos en la escuela, que es la encargada de transmitir valores.»

Pero eso no es la escuela, eso es la Policía. Una ministro de la Educación que dice que los jóvenes no tienen derecho de cuestionarse y de discutir con sus profesores. Pero es así exactamente como empujamos a los jóvenes en los brazos del terrorismo. Yo estuve el sábado pasado en una reunión de profesores para la Escuela Democrática, aquí en Bruselas, talleres donde los profesores intercambian sobre la manera de formar, lo mejor posible sus jóvenes, y todos me decían lo extremadamente difícil que es actualmente, como nos faltan elementos y a menudo estamos desmotivados a lanzar verdaderos debates y desarrollar verdaderos conocimientos sobre todos estos problemas entre los jóvenes.

Yo acuso la amalgama hecha actualmente entre los migrantes, los refugiados, los terroristas, los islamistas, etc. No es un problema de migrantes. Esta gente no deja su país porque quieren venir a nuestro buen clima o porque tienen negros pensamientos. Esta gente deja su país para huir la miseria y la guerra que nosotros, gobiernos occidentales, hemos llevado a su país. Somos nosotros quienes hemos destruido su país. Los migrantes peligrosos, no son aquellos que intentan cruzar el Mediterráneo para salvar sus familias de la miseria o de la muerte. Los migrantes que son peligrosos son las personas como Sarkozy, como Bernard-Henry Lévy, que se dan el derecho de ir a Libia y decir, ustedes tienen que hacer esto, ustedes tienen que derribar este gobierno, ustedes tienen que darle el petróleo a Francia, obviamente. Esos son los migrantes peligrosos. O bien, Hollande, Valls, Fabius, que van a Siria como si fuera su casa y deciden todo lo que debe hacer Siria. Esos son los migrantes peligrosos desde mi punto de vista.

Y yo acuso finalmente, el hecho de que ciertas personas intenten utilizar estos eventos trágicos para propagar el odio hacia los musulmanes, para propagar la islamofobia. Esa es una cosa que yo ya había puesto a la vista y que todavía hemos visto recientemente. En la televisión no hemos tenido, prácticamente, debates donde pudiéramos verdaderamente discutir sobre el fondo de las cosas. Y en lugar de eso, hemos tenido, a veces, llamados al odio absolutamente asombrosos. El domingo pasado en la televisión belga, tuvimos un tal Moniquet que, dicho por él mismo, ha trabajado para el servicio secreto francés-israelí, alguien de la extrema derecha, y él dijo lo siguiente:

«No hay democracia en el mundo árabe, no hay una universidad válida en el mundo árabe, hay pocas creaciones artísticas en el mundo árabe, no hay creaciones científicas en el mundo árabe; bueno, ya sé, me dirán en el siglo VII, sí, pero estamos en el siglo XXI.»

Pero eso es completamente falso, ese es el problema. No es un problema de árabes o musulmanes o cristianos. Bush se decía cristiano e hizo los horrores que hemos visto en Irak y en otras partes, pero no vamos a tirar a todos los cristianos al infierno porque Bush haya hecho eso. Es lo mismo, lo que pasa acá, no tiene nada que ver con la religión del Islam. Y yo quisiera remarcar dos cosas. Cada vez que hubo, en el mundo árabe o musulmán, dirigentes que eran demócratas o que no eran demócratas pero que en todo caso eran laicos y querían modernizar su país, ¿que hizo el Occidente? EI los ha asesinado o los ha derrocado. Hemos hecho eso en Egipto, hemos hecho eso en Irán, hemos hecho eso en Libia, hemos hecho eso en Siria. Por lo tanto, hay de todas formas una hipocresía fundamental, ustedes se quejan porque el mundo árabe y musulmán no es democrático, pero cada vez que hay un demócrata ustedes lo derrocan para que las multinacionales puedan controlar el petróleo y robar los pueblos locales, lo que es evidentemente, muy democrático.

Por lo tanto, estamos en la hipocresía absoluta y entonces aprovechamos para divulgar un discurso de pánico y miedo hacia los musulmanes, que son peligrosos. Y evidentemente así, lo único que hacemos es tirar combustible sobre el fuego.

La pregunta que nos preocupa a todos es ¿Cómo vamos a impedir la repetición de tales atentados? Y nos dicen que nuestros gobiernos nos protegen. Por ejemplo, cuando un niño pregunta ¿qué es el terrorismo?, la television le responde lo siguiente:

«Es difícil luchar contra el terrorismo, ya que los guerrilleros se esconden y disponen de medios sofisticados para actuar. Pero la mayoría de los países hacen todo para proteger sus ciudadanos. Francia dispone, por ejemplo, del plan Vigipirata. Un conjunto de medidas basadas en la vigilancia que ya han permitido frustrar varios atentados

En realidad, nuestros gobiernos no nos protegen. Yo pienso que son ellos los que han creado el riesgo de estos atentados en Paris y en otras partes. Y no soy el único en decirlo. Alain Chouet, de quien yo he hablado, un ex dirigente de la Dirección General de Seguridad Exterior ha denunciado la actitud de Francia sobre la cuestión de la prevención del terrorismo, le cito:

«Los servicios de seguridad sirios le han ahorrado a Francia, en varias oportunidades, terribles catástrofes que terroristas de origen árabe, se disponían a provocar. Sólo la información provista por los servicios sirios nos han permitido frustrarlas y salvar vidas inocentes. Y da un ejemplo Hemos obtenido, gracias a la cooperación con Siria, informaciones invaluables, que nos han permitido frustrar en 2008, un plan terrorista que hubiese causado miles de muertes en el metro de Paris. Gracias al Coronel Makhlouf hemos podido desmantelar e interceptar un grupo de los más peligrosos terroristas de Al Qaeda. Y entonces él se sorprende de la política francesa y el dice ¿Cómo podemos meter en la lista de sanciones francesas y europeas este oficial Makhlouf, quien ha sido herido al momento de una operación contra terroristas que atacaban las embajadas francesa y americana en Damas. Imaginen que alguien salve nuestros hijos de una muerte segura y en lugar de agradecerle, nuestra diplomacia lo trata de terrorista y lo mete como un criminal sobre una lista de sanciones, y además —dice élle agradecemos, financiando, nosotros, atentados terroristas sobre su territorio. Es una política razonable

Esta es la opinión de un responsable oficial de la seguridad en Francia. En base a esto, yo insisto en enviar un llamado para que justamente, podamos movilizarnos para evitar la repetición de tales actos.

Yo creo que para detener este engranaje de guerras, de terrorismo, de atentados, es absolutamente necesario decir ¡STOP! a las guerras, a las intromisiones. Lo he dicho, la guerra es ilegal, no es una forma de resolver los conflictos internacionales. Y si se quiere hacer la guerra, sean claros: Es porque se persiguen otros intereses: el negocio, el petróleo, el gas, sus riquezas, etc. Entonces lo que quieren no es una solución, sino alejar la gente que no quiere que le robemos su petróleo.

Por otro lado, es muy importante decir ¡STOP! al colonialismo de Israel. Es bien sabido, que la gente aquí tiene rabia porque ellos ven que se apoya el terrorismo y el colonialismo de Israel, que podemos masacrar los palestinos, que podemos enviar la gente a los hospitales para matar gente, que podemos masacrar niños en la calle y que por todo eso, no solo que no hay sanción, sino que además lo apoyamos armando a Israel para hacer estas cosas. Es importante frenar el colonialismo de Israel. Es importante detener el rol espantoso desempeñado por Arabia Saudita y Qatar. Es necesario detener nuestras relaciones con estos países, en tanto y en cuento no hayamos puesto fin a este financiamiento del terrorismo, a este adoctrinamiento, y en tanto y en cuanto no dejemos a sus poblaciones evolucionar hacia una democracia.

Es necesario igualmente, dar fin a la injerencia de Turquía que ayuda a Daesh, permitiéndole exportar su petróleo y proveyendo todos estos combatientes que pasan por allí. Y yo creo necesario por todo esto, desarrollar absolutamente un debate en las escuelas. Es extremadamente importante que en las escuelas podamos hablar de todo esto. E igualmente son necesarios más y verdaderos debates en los medios de comunicación. Hasta aquí no ha habido, y las personas que dicen este tipo de cosas son excluidos y censurados en los medios. Es necesario que todo el mundo lo sepa. La gente como yo que hacemos investigaciones, hace 4 años que decimos lo que va a pasar. Hace 4 años que denunciamos el carácter criminal de esta guerra.

Hace cuatro años, por ejemplo, yo escribí un libro en el cual yo decía, la guerra de Sarkozy contra Libia es una guerra por el petróleo, una guerra por el dinero. Y en las grandes redacciones de los informativos de los grandes medios, decían: ¡Otro conspiracionista! Y ahora, aparece Clinton que en sus memorias dice: «Sí, Sarkozy lo que quería era el petróleo libio. Era una guerra por dinero.» ¿Cuántas veces vamos a esperar que esto sea confirmado?

Sobre el punto de vista de los medios. Si hubiésemos hablado como era necesario de la muertes en Libia, de las muertes en Irak, de las muertes en Siria, víctimas de los mismos actos terroristas y si hubiéramos dicho cuales eran la causas, puede ser que eso hubiera impedido los atentados como estos de Paris.

Mi llamado es el siguiente. Ahora estamos en el cruce de caminos. Podemos ir por mas represión, más espionaje, obviamente, hay que tomar medidas contra el terrorismo, pero espiar y restringir las libertades de todos los ciudadanos no es para nada una solución. Yo pienso que, es necesario, frente al terrorismo, no menos libertad sino más libertad. Y esto pasa por la libertad de debatir, esto pasa por la libertad de informarse. Y en este sentido yo he visto una cosa alentadora en uno de los debates del fin de semana en la televisión francesa, es la actriz francesa Catherine Frot que ha declarado:

«Me di cuenta que no comprendía nada y pienso que no soy la única a no comprender nada de esta historia, del pasado y del presente de esta historia en la cual estamos. Y me dije que tenía ganas de cultivarme, que hoy los jóvenes tenían interés por cultivarse, por comprender el sentido de la historia.»

Creo que ese es un llamado fundamental, para poder comprender la situación, para poder pesar sobre las decisiones debemos cultivarnos, formarnos para comprender la historia, para comprender los intereses económicos y estratégicos que están en todos estos conflictos, y para comprender los principios de la propaganda de guerra, es decir, la forma en la que nos manipulan. En Invetig’Action, una parte de nuestro trabajo, al lado de la Newsletter, del sitio web y la cadena de videos que es en formación, hacemos libros referidos a esto para que cada uno pueda formarse y ser capaz de debatir alrededor de sí mismo y de sobrepasar los medios mentirosos que escuchamos. Por ejemplo, La stratégie du chaos con Mohamed Hassan, todo un capítulo sobre Arabia Saudita, ¿Qué es el wahabismo, qué rol desempeñan y cuál es el lugar de Arabia Saudita en alianza con Israel y en las manos de los Estados Unidos?

O Syriana de Bahar Kimyongür quien explicaba, hace ya cuatro años, que son efectivamente terroristas que fueron usados y que las manifestaciones democráticas de partida y las manifestaciones sociales con respecto a la política del gobierno sirio que era legitimo, fueron enseguida utilizadas y transformadas, corrompidas hacia una violencia terrorista porque lo que se quería no era la democracia en Siria, sino tomar el control de Siria. En Libye, OTAN et médiamensonges : Manuel de contre-propagande, yo había analizado las verdaderas razones de la guerra contra Siria, contra Libia, disculpen, y explicaba que los Libios no estaban para nada liberados, pero que iban a enterrarse en el infierno como Irak y lamentablemente es lo que pasó.

En Jihad, made in USA, Grégoire Lalieu y Mohamed Hassan explican lo que pasó verdaderamente en Siria y en Egipto, explican también que no hay un sólo islamismo, que es un concepto vago y confuso, sino que en realidad hay varias corrientes, muy contradictorias entre . Hay islamistas que están en las manos de los Estado Unidos y hay quienes los combaten. Por lo tanto, hay que analizar esto de una manera fina y precisa.

Recientemente, Arabesque$, una investigación sobre el rol de los EEUU en la revuelta árabe de Ahmed Bensaada, es un análisis muy interesante para ver cómo los EEUU controlaron y manipularon los ciberactivistas y los movimientos de protesta en Egipto y en Túnez, para hacer de cuenta que se cambian las marionetas, pero que nada cambia y que sus intereses económicos sean preservados.

Y en Je suis ou je ne suis pas Charlie ? yo he estudiado el fenómeno de la islamofobia, los problemas de la inmigración y describo la complicidad permanente, desde hace 30 años, entre los EEUU y el terrorismo. La utilización del terrorismo por los EEUU. Y quisiera decir que mis fuentes en este libro son únicamente fuentes que provienen de los EEUU, obviamente.

Para terminar hago un llamado. Estamos en un cruce de caminos. El mundo está cambiando muy rápida y brutalmente. Esto puede bascular en el sentido de aún más peligro, aún mas guerra, y es eso lo que algunos quisieran. Utilizando los atentados de Paris como un pretexto para ir a invadir Siria y recolonizar todo Oriente Medio y luego ocuparse de Hezbo, Hamas, la resistencia palestina y a todo aquel que no se ponga de rodillas. Puede ir en ese sentido, más guerra y entonces más atentados y más terrorismo, o puede ir en el sentido contrario.

Comenzar a tomar conciencia de que esto ya no puedo continuar, que debemos escapar de este espiral, de este engranaje. Que debemos restablecer la fraternidad y el dialogo sin importar la religión ni los orígenes ni la cultura. Que debemos intentar comprendernos, y que debemos intentar comprender, todos juntos, como poner fin a la guerra. Poner fin a los atentados. Cómo podemos ir hacia un periodo que será marcado por la paz, la justicia, el progreso. Y eso, para mí, la lucha por la paz, pasa por una lucha por una información correcta.

¡Muchas gracias!

Michel Collon
 16 de noviembre de 2015, Molenbeek (Bruselas)

domingo, 29 de noviembre de 2015

A una semana escasa de los atentados de París. CNT se reafirma contra la intolerancia y los totalitarismos.


20/11/2015

Lamentablemente, no es la primera vez que CNT se ve obligada a sacar una nota en relación a ataques perpetrados por los integristas de DAESH (también conocido como IS o ISIL). En ocasiones anteriores, como en los atentados contra activistas de izquierda en Suruc en julio o contra manifestantes por la paz en Ankara en octubre, ambas en Turquía, expresamos nuestras condolencias a las víctimas y nuestra solidaridad a todas aquellas que luchan contra esta enésima encarnación del estado totalitario. Ahora, en París, ataques aún más indiscriminados, si cabe, se han cebado con la población en general, dejando claro lo que vale una vida humana para los fanáticos religiosos. Nuestra actitud no puede ser diferente. Nuestros argumentos no pueden cambiar. Repetimos la condena de estos hechos en términos categóricos.

Han pasado ya algunos días desde que se produjeron los ataques y es posible calibrar mejor su alcance y las reacciones que han suscitado. En menos de una semana el gobierno francés se ha declarado en estado de guerra, ha cambiado considerablemente sus prioridades a nivel internacional y ha intensificado su campaña de bombardeos aéreos en Siria. A nivel europeo, se ha puesto en cuestión la política de recepción de refugiados de Oriente Medio, a pesar de que la inmensa mayoría de los implicados en los ataques eran europeos de origen (franceses y belgas). Y los partidos de extrema derecha en casi todo el continente se están poniendo las botas haciendo campaña en contra de la población musulmana, inmigrante o no. La repulsiva campaña de carteles (no vamos a decir cuáles, para no darles cancha) que se está viendo recientemente en las calles de algunas ciudades españolas es una muestra más.

El oportunismo de quienes aprovechan la tragedia para difundir un mensaje de exclusión, aparte de ser vergonzoso y abominable, les acerca peligrosamente a los planteamientos de los autores de la masacre. Es evidente que el objetivo de los integristas era atacar de forma indiscriminada a la población, sin importar distinciones de clase, raza, nacionalidad o credo. No en vano, entre los fallecidos hay muchos musulmanes, tanto franceses como extranjeros. En todo caso, como ya se ha dicho en comunicados anteriores, las principales víctimas a nivel mundial del DAESH y de otros grupos integristas son sus propios correligionarios. Esa es un de las principales características de los integristas religiosos, sean del credo que sean: considerar a todos los seres humanos bajo un único prisma que anula las diferencias y mete a todos los que no se identifican con su estrecho fanatismo en un mismo saco, el de los impíos merecedores de la muerte. Pero ésa es exactamente la misma actitud del racista o del totalitario, aunque bajo un argumento diferente. Su estrechez de miras divide a la humanidad en dos bandos nítidamente diferenciados, enfrentados entre sí por el motivo que sea, supuesto conflicto que le sirve para argumentar en contra de los otros. Por eso su discurso se acaba pareciendo mucho al de los integristas, porque promulga la exclusión forzosa de todos los que no satisfacen sus criterios de pertenencia al grupo, tan ficticios como los del creyente. En última instancia esta retórica de la división y el enfrentamiento, de la uniformidad impuesta, es la que permite que florezca de manera malsana el conflicto, al reforzarse mutuamente los actos de exclusión y odio. Por eso no es de extrañar que, aparte de los islamistas, los otros autores de masacres terroristas recientes en Europa hayan sido neonazis o supremacistas blancos, como Breivik en Noruega.

Desde CNT no nos cansaremos de repetir que hay muchos musulmanes laicos, progresistas y amantes de la libertad con los que tenemos muchos más en común que con estos neandertales arios, neonazis y fascistas, europeos. Todos los defensores de un estado totalitario, sea con una excusa teocrática, racial o simplemente bajo el paso de la oca, manu militari, como el régimen de El Assad, están, en última instancia del mismo lado y son enemigos por igual de quienes no toleramos la imposición. Precisamente por ello, reafirmamos nuestra solidaridad con todas sus víctimas, ahora en París, pero también en Líbano, en Turquía, en Bangladesh, donde varios blogueros laicos han sido asesinados recientemente a machetazos, o en las mismas Siria e Iraq. Víctimas entre las que se incluyen, no lo olvidemos, los refugiados sirios que han llegado a las costas europeas, arriesgando sus vidas en precarias embarcaciones. Vienen huyendo del mismo horror integrista que el DAESH ha impuesto en las calles de París, o de la pesadilla cotidiana de las bombas de barril con las que el régimen dictatorial de El Assad castiga a la población civil de las zonas que no controla. Porque aunque ahora parezca que éste es un mal menor, no lo es, desde luego, para sus víctimas. Lo cierto es que el DAESH no hubiera llegado a ser lo que ahora es sin la cómplice pasividad del régimen de El Assad, que le dio manga ancha desde un principio, consciente de que su radicalismo le permitiría presentarse, andando el tiempo, como baluarte frente a los integristas o como mal menor en la ecuación, para mantenerse en el poder, aunque fuese de sólo una parte del país. Ahora, la reconsideración de la estrategia internacional de Francia le da la razón y demuestra que El Assad y el DAESH se necesitan mutuamente más de lo que cualquiera de ellos querría reconocer. Puede resultar comprensible que a raíz de los atentados de París el gobierno francés renuncie a su exigencia de que El Assad abandone el poder como paso previo para un proceso de paz en Siria, y sitúen a la guerra contra el DAESH en lo alto de su lista de objetivos. Pero esto no hace sino reforzar a los sectores islamistas de la oposición y compromete a los pocos moderados que quedan sobre el terreno, que llevan tiempo viendo con desesperación como se les exige que se centren en la lucha contra el DAESH, aun a costa de desviar fuerzas del enfrentamiento contra el régimen, como condición para recibir apoyo y armamento. No es de extrañar que la política occidental en el terreno se haya revelado como un rotundo fracaso, hasta extremos rocambolescos. Y mientras tanto, los bombarderos rusos siguen castigando las posiciones de todas las milicias enfrentadas al régimen, para permitir su supervivencia, con la excusa, de nuevo, de la lucha contra el terror. Desde luego, no son éstas las condiciones para favorecer a la oposición laica frente a un régimen autoritario y otros grupos integristas.

Por otro lado, contrariamente a lo que afirman quienes piden que se impida la entrada en Europa a los refugiados, con la excusa de que puede haber numerosos integristas entre ellos, estos constituyen la mejor defensa contra el integrismo y la dictadura. Conocen demasiado bien los horrores que ambos traen a la población civil y se han visto forzados a huir de ellos. Su mero acto de escapar constituye la evidencia de que rechazan el integrismo y la imposición y de que apuestan por una vida plena y digna sin, desde luego, renunciar a su cultura. No cabe duda de que puede haber casos aislados en los que algún integrista intente utilizar esta complicada vía para entrar en el continente, pero por lo que se ha visto en los atentados islamistas de los último años, incluido éste de París, la mayoría de sus perpetradores son nacionales, o residen en el país en el que atentan, o en otros vecinos. Por no hablar de los integristas de extrema derecha, claro. Más bien pareciera que quienes ya se oponían a la llegada de refugiados, por el motivo que fuese, han sumado este argumento falaz a su arsenal. Por el contrario, como ya dijimos en un comunicado anterior, sumar a los refugiados a nuestras luchas cotidianas (contra el paro, los recortes, por una calidad de vida mínima, etc.) es la mejor garantía de defensa contra el espectro autoritario, excluyente y homogeneizador que nos amenaza desde tantos bandos.

Pero todo lo anterior no quiere decir que creamos que tocar canciones de Lennon en un piano en la escena de la masacre o que colgar el cartel de Bienvenidos refugiados en las instituciones públicas vaya a hacer algo por cambiar las cosas. La actitud de la izquierda biempensante y acrítica, que siempre sabe modular su discurso para no comprometerse, no puede ser la nuestra. A los totalitarios hay que derrotarles en muchos frentes, desde luego, en el discurso y socialmente, pero también en los frentes de batalla, en la medida de lo posible, porque ni con neonazis ni con islamistas cabe diálogo alguno. Es cierto, cada caso requiere medidas proporcionales y adecuadas. A nadie se le escapa que no es lo mismo luchar en Kobane que oponerse a una manifestación de Pegida las calles de Dresde. Pero ambas situaciones forman parte de una lucha global contra el autoritarismo y la imposición y exigen tomar partido y hacerlo consecuentemente.

Quien no vea más allá de la pantalla del telediario pensará que esta afirmación es estatista y que se puede usar para justificar el papel de los ejércitos nacionales en la crisis. Es cierto que son éstos los que bombardean las posiciones del DAESH en Siria e Iraq, porque sólo ellos cuentan con los medios necesarios para hacerlo. Pero quienes combaten a los islamistas en el terreno son fuerzas populares, desde las unidades del Ejército Libre de Siria hasta las milicias kurdas del YPG y el YPJ y sus aliados. Sólo ellos han conseguido avances importantes sobre el terreno, que les han llevado recientemente a controlar Hassakeh y abrir la ruta hacia Raqqa. Es imprescindible aumentar de forma inmediata el apoyo y la solidaridad internacional que éstas reciben y sobre todo, en el caso de los kurdos, exigir al gobierno turco que deje de atacar sus unidades. Desde el momento en que éste, con la excusa de la lucha contra el terrorismo, combate a grupos de orientación laica y revolucionaria, como en Rojava (norte de Siria), se convierten en lo mejores valedores de DAESH y le dan un importante balón de oxígeno, como ya se ha comentado en otras ocasiones anteriores.

Por todos lados que miramos, pareciera que el ámbito de la libertad se va haciendo más pequeño. Las filas de quienes la defendemos, cada cual en la medida de nuestras posibilidades y circunstancias, están cada vez menos pobladas. Muchos, presa del miedo, empiezan a asumir un discurso totalitario que está siempre, en última instancia, cortado por un mismo patrón. Aceptan renunciar a sus libertades, a cambio de la seguridad que les prometen quienes ya no la pueden garantizar. Ese es el discurso del DAESH, cuando proclama que los territorios en los que se ha impuesto están libres de crimen; el de los gobiernos occidentales, cuando imponen estados de excepción o el de la ultraderecha, cuando promete un mundo falsamente idílico, construido sobre una uniformidad cultural y racial. Es urgente resistir esta narrativa envenenada, bajo cualquier forma que se presente. Sólo la solidaridad entre quienes seguimos apostando por la convivencia y la resistencia frente a la imposición, religiosa o de cualquier otro tipo, pueden conseguir superar éste clima de terror y avanzar hacia el mundo justo, libre y en paz que anhelamos. Esta solidaridad se puede concretar de muchas formas. Cada cual debe encontrar la suya. Mientras tanto, lamentamos amargamente todas las víctimas inocentes de los totalitarios y los integristas y condenamos sus acciones. También en París.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Comunicado de Acción Anarquista Revolucionaria sobre la masacre en París


El 13 de noviembre, más de 129 personas perdieron la vida, decenas de heridos en 7 barrios diferentes de París como consecuencia de ataques coordinados por ISIS con bombas y armas de fuego. El asesino ISIS continúa con sus asesinatos fuera de las regiones de Oriente Medio y Anatolia. La masacre que tuvo lugar en París muestra claramente que el terror ISIS no conoce límites. Sentimos la masacre en París profundamente y compartimos su dolor. Hemos vivido y seguimos viviendo los ataques ISIS apoyados a través del Estado. De Şengal a Kobane, desde Pirsus (Suruç) a Ankara, hemos perdido muchos compañeros y amigos. Somos conscientes del hecho de que las masacres tienen por objetivo crear miedo, desconfianza y nuestra soledad. Nuestro dolor es grande y aumenta cada día. En estos momentos tenemos que hacer crecer la solidaridad contra los asesinos que quieren enterrarnos en el miedo, la soledad y el aislamiento.

Vemos los movimientos simultáneos del Estado francés y de otros estados con el objetivo de dirigir el proceso. Sabemos que estas mismas estrategias se realizan en nuestra región bajo el nombre de «lucha contra el terror». En este ambiente de desconfianza, la gente tiene una psicología de pánico que está dirigida por los dispositivos ideológicos del Estado; la opresión del estado contra los revolucionarios y la política estatal que restringen la libertad de los oprimidos será legitimada políticamente; y el discurso de las políticas racistas aumentarán. Los estados usan estos períodos extraordinarios para sus intereses políticos, económicos y sociales.

Somos conscientes de la situación que viven los pueblos en Francia. Sabemos la dificultad de apartar a un lado el dolor de las víctimas para luchar contra las movilizaciones fascistas en el seno de la sociedad creadas deliberadamente por el Estado. Hacemos hincapié en que, a pesar de esta dificultad, la lucha debe ser contra el miedo, el estado y el fascismo.

¡El dolor que viven es nuestro dolor, la rabia que sienten es nuestra rabia, su lucha es nuestra lucha!

Devrimci Anarşist Faaliyet-DAF (Revolutionary Anarchist Action)

domingo, 15 de noviembre de 2015

Sobre los últimos atentados de París


Hay un refrán que dice: «¡Quien siembra vientos recoge tempestades!». ¡Exacto!, esto es lo que ha pasado. Occidente, Francia incluida, se ha valido de los islamistas radicales en su provecho, por lo menos, desde la invasión soviética de Afganistán (incluso antes en la Indonesia de Sukarno). Ha creado, mejor dicho, alimentado un 'monstruo' que se ha vuelto varias veces en su contra (recordemos el 11-S o los atentados de Atocha, por ejemplo, y no aprendemos —no aprenden nuestros gobernantes—, después de estos atentados se les volvió a apoyar en Libia y luego en Siria). Y volvemos a empezar.

Llevamos 14 años en una supuesta 'Guerra contra el Terrorismo' que no ha hecho más que incrementarlo. Y encima se cuelgan medallas nuestros ineptos dirigentes mundiales. En vez de apagar el fuego lo han dispersado más. Y lo peor es que quienes pagan las consecuencias son los de siempre, los de a pie. Que no tomamos ninguna decisión pero corremos el riesgo. Porque los sacrificados de esta absurda guerra son los más débiles, tanto las víctimas de los atentados terroristas como las de los bombardeos de nuestro democrático Occidente.

La guerra civil siria no se hubiese llevado a cabo si otros países no hubiesen metido su hocico. Cuando cayó el Muro de Berlín (allá por 1989) y se desintegró la URSS (1991), algunos nos dijeron que iba el mundo a cambiar a mejor. La Guerra Fría acababa (con el triunfo occidental) y con ella la política de bloques. ¡Qué ingenuos éramos! Fue todo a peor.

Desde principios de los años 90 del siglo pasado, las guerras no han decrecido sino aumentado. La OTAN no desapareció, sino se convirtió en el organismo internacional más agresivo de la historia de la humanidad. Intervenciones militares y más guerras en nombre de nuestras «libertad y democracia». ¿Quién diría que la ausencia de principios e ideas es lo peor? En nombre de tales principios se ha matado mucho más.

Y vuelvo a repetirme, ¡las decisiones de unos las pagan otros, los más débiles y sencillos! Todo acto institucional a favor de las víctimas y contra el terrorismo, me repugna.

KRATES


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