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domingo, 27 de agosto de 2017

La FAI ante los atentados de Cataluña

 

La FAI, ante los hechos acontecidos el jueves 17 de agosto en Barcelona y Cambrils, no puede más que rechazar este tipo de atentados en el que, otra vez más, hemos de sufrir los trabajadores y la sociedad civil. Por ello nuestro más sincero apoyo y condolencias a familiares y amigos de las víctimas.

No podemos pasar por alto, y debemos condenar, a los medios de información españoles, los cuales, en vez de ser rigurosos, dar información fehaciente, veraz, contrastada, y respetar a familiares y amigos de las víctimas, se dedican a frivolizar, fomentar el sensacionalismo y alimentar la xenofobia y la islamofobia.

Al igual que en Charlottesville, Teherán, Bagdad, Londres, Estocolmo, Malawi, Hub, Manchester o Madrid, entre otras tantas ciudades de los cinco continentes, somos los pobres, como lo hemos sido a lo largo de la historia, los que tenemos que poner los muertos de una guerra imperialista a escala global al servicio de las grandes multinacionales, que están alimentando la división, el odio racial, el nacionalismo y el fascismo.

Frente a aquellos que siembran el caos con sus políticas imperialistas y los que fomentan y alimentan el fascismo, el racismo y el supremacismo, debemos seguir practicando la solidaridad y el apoyo mutuo entre los desposeídos, y seguir denunciando la barbarie a la que nos somete el capitalismo en el siglo XXI.


domingo, 6 de diciembre de 2015

1936, una experiencia que no se olvida

 

Portal OACA
3 diciembre 2015

El 19 de julio de 1936 ocurrió en España un acto muy significativo para la historia revolucionaria: el general Francisco Franco daba un golpe de Estado en España contra la República y como respuesta a ello el pueblo se subleva en media España deteniendo el golpe franquista. Comenzó la guerra civil, pero al mismo tiempo se libraba una revolución, haciendo posible lo que hasta ese entonces se consideraba una utopía.

Corría la década de 1930, y en el mundo ningún otro país como España representaba realmente un baluarte de la Revolución Social y del anarquismo. Había ocurrido ya la Revolución rusa de 1917, siendo aplastada la voluntad popular del pueblo ruso; Stalin era el amo y jefe de Rusia y del Partido Comunista.

En España la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la FAI (Federación Anarquista Ibérica) ejercían su influencia sobre la gran mayoría del movimiento obrero revolucionario, en Barcelona esta mayoría era por demás evidente. Cuando Franco dio el golpe contra el Gobierno de la República (buscando reinstaurar la monarquía) en julio de 1936, esta última pretendía solucionar el conflicto de manera diplomática, al mismo tiempo que negaba las armas a los trabajadores, a quienes que temía más que al propio fascismo amenazante.

Las primeras horas del alzamiento franquista en Marruecos fueron de completa efervescencia en las calles de Barcelona: el pueblo se encontraba en las calles dispuesto a defenderse del agresor, pero sin las armas que el Gobierno negaba. Ocurrieron los primeros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del gobierno y lograron obtenerse las primeras armas. Inmediatamente militantes de la CNT y de la FAI comienzan a requisar camiones y carros particulares del gobierno y de los burgueses, en los que se pintaron con letras blancas las insignias que habrían de marcar esos primeros momentos: CNT-FAI.

El pueblo comprendió que los anarquistas se jugaban el todo por el todo y estallaron en ¡hurras! a ellos. Rápidamente el pueblo, organizado en milicias autónomas, se alzó con las pocas armas que tenía, derrotando en más de media España a los militares fascistas sublevados.

Es en las zonas y regiones liberadas donde había sido derrotado el fascismo, habiendo un vacío de poder y una fuerte influencia del movimiento anarquista, se dio paso a la posibilidad de hacer del ideal una práctica real: los trabajadores colectivizaron las empresas de los propietarios fascistas en fuga, se socializaron los medios de producción, los campesinos colectivizaron las tierras y los bienes de la Iglesia fueron confiscados por el pueblo. Las iglesias fueron incendiadas en infinidad de ocasiones y cuando toda imagen de Dios había sido sacada, se utilizaban como almacenes o escuelas laicas.


Sin embargo los gobiernos y las potencias democráticas del mundo no iban a quedarse con los brazos cruzados (irónicamente actuando en ese sentido, quedarse con los brazos cruzados): se creó el Comité de No Intervención, comedia qué pretendía hacer que nadie interviniera en el conflicto español; sin embargo, la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler ayudaban directamente a Franco. La URSS se mantuvo al margen hasta no ver los beneficios económicos y políticos que la desgracia española podía rendirle. Por medio de este Comité-burla se congelaron los fondos bancarios de España en todos los países y se negaron todos a suministrar armas al pueblo español. Se iba tranquilamente a presenciar el ataque de Franco (con ayuda de Italia y Alemania) a un pueblo al que se le negaba todo. La URSS se decide a intervenir en el conflicto vendiendo armas viejas de la guerra de Crimea al pueblo español, armas por las que se exigía las riendas de la guerra y preferencia en la distribución de las armas en buena condición al Partido Comunista de España. Poco después salieron para Rusia 500 toneladas de oro del Banco de España, que pudiendo haber servido para comprar armas o renovar la industria de guerra catalana que era deficiente, sin embargo ese oro sirvió para llenar las arcas de Stalin y con ello la contrarrevolución se hizo más fuerte.

Mientras se reconstituía el gobierno de la República, que supuestamente tenía por finalidad llevar a buen término la guerra, en Aragón se establecieron las colectividades a iniciativa de los campesinos, anarquistas en su mayoría. Pero llegados los miembros delegados de la URSS y los embajadores de la misma, se dan a la tarea de atacar las colectividades anarquistas, militarizar las milicias (que hasta ese momento no habían adoptado la disciplina de cuartel) y comenzando los asesinatos de muchos miembros del anarcosindicalismo. Cuando llega mayo de 1937 la situación en España venia ya a menos: el gobierno se hallaba ya en su gran mayoría en manos del Partido Comunista de España y de la URSS, para quien trabajaban. Las derrotas venían sucediéndose, y ya eliminadas las milicias, los conflictos internos se agudizaban. La censura gubernamental trabajaba a todo vapor, las chekas rusas mataban sin piedad a quienes se atrevieran a contradecir al PCE y a la República, esa misma República que hacía unos meses se había negado a dar armas a los trabajadores, esa misma República que trató de negociar con el fascismo para detener su avance, esa misma República y ese mismo PCE que ponían todos los obstáculos a las conquistas de los trabajadores.

En mayo de 1937 (el 3) ocurren los sucesos de Barcelona, en donde la policía trata de ocupar el edificio de la Telefónica desde donde los trabajadores intervenían las comunicaciones del gobierno y se enteraban de sus intenciones de matar la revolución. Las barricadas llenaron de pleno las calles de Barcelona y se trató de matar de una vez al enemigo contrarrevolucionario: el PCE-PSUC. Al final la lucha se detuvo, pero se reforzó el poder del gobierno de Valencia y a partir de aquí la revolución se encontraba más amenazada que nunca: se destruyeron las colectividades anarquistas en Aragón (11 de agosto) y se procedió a una cacería de brujas de los elementos anarquistas en todo el territorio antifascista. Se creó el SIM (15 de agosto), órgano que habría de servir de Santo Oficio a las fuerzas de la contrarrevolución del PCE.

Al año siguiente las derrotas del ejército antifascista continuaban, y en diciembre de 1938 las fuerzas de Franco se deciden atacar de una vez por todas el bastión de la revolución española: Cataluña.

Ésta cae en manos de los fascistas en enero de 1939, siendo culpa entera de la ineptitud del gobierno de Juan Negrín, su séquito gubernamental y sobre todo de las fuerzas militares al servicio de la URSS en España (por el sector de Líster y Modesto fue por donde entraron los fascistas).

La lucha se trasladó entonces a la zona centro sur: Madrid.

De vuelta Negrín y el Estado mayor del PCE se ven en la situación de que las fuerzas que se encontraban aquí no iban a permitir que nuevamente tomaran las riendas de una lucha que Negrin y compañía habían no sólo perdido por completo, sino que lo habían hecho voluntariamente.


En abril de 1939 la revolución española se perdía definitivamente y con ella el número de exiliados se elevó. En Cataluña fueron aproximadamente 600.000 los españoles que cruzaron la frontera con Francia para ser enclaustrados en los campos de concentración; en Madrid fueron aproximadamente 400.000 los que salieron con distintos rumbos (México, Argentina, Uruguay, etc.), más de un millón de españoles tuvieron que dejar sus tierras para no volver nunca, o volver a la muerte del dictador (20 de noviembre de 1975).

La derrota de la revolución española significó la pérdida no solo de una lucha en un lugar determinado, sino la pérdida (momentánea) de la oportunidad de realizar un mundo nuevo. El significado de la revolución española para el movimiento revolucionario no puede ser más grande: la llamada utopía es algo real.

Lejos de las esferas gubernamentales el logro de la revolución se debe a los trabajadores, a quienes con sus manos construían un mundo nuevo, forjado según sus concepciones de la sociedad libertaria. Lejos del ambiente del Gobierno, en los campos, en fábricas y en los talleres era donde ese mundo nuevo desbordaba, donde los hombres y mujeres eran hermanos y las desigualdades habían sido eliminadas. Es verdad que hubo errores, pero el carácter anarquista de esta revolución fue una bofetada a la URSS, a los gobiernos republicanos y democracias burguesas, fue un ejemplo de que ese mundo nuevo es posible, fue una demostración a las generaciones actuales de que una sociedad sin Estado y sin autoridad es posible, que una revolución no debe ser necesariamente la dictadura, ni que no hay más camino que seguir al líder, al dirigente o partido político alguno.

La demostración bravía de los camaradas anarcosindicalistas de la CNT, de la FAI, de las FIJL, no ha dejado de estar dentro de la memoria de los trabajadores revolucionarios. En España murieron muchos de los mejores nombres, pero a la vez que los trabajadores anarquistas daban la vida por la revolución, una muerte más ocurría en los campos, en las fábricas y en los talleres: moría la utopía... ¡porque la realización de nuestras ideas no solo es deseable, sino también posible!

Erick Benítez Martínez

sábado, 10 de octubre de 2015

Ante las intervenciones militares en Oriente y el drama migratorio

 

La Federación Anarquista Ibérica (FAI) en 2013 emitió un comunicado contra la inminente intervención imperialista en Siria. Hoy vemos cómo este país está inmerso en una guerra civil sin cuartel a tres bandas. En este terreno de juego, otra vez se confrontan los intereses imperialistas de las potencias occidentales, Arabia Saudí y Rusia. En medio está el pueblo que, aterrorizado ante la miseria de la guerra, huye como puede en busca de una vida mejor.

Y no son los únicos; la intervención imperialista en Libia contra el dictador Gadafi, promovida por la UE y EE UU, lejos de acabar con el terror dictatorial, ha dejado al pueblo libio en la más absoluta miseria en otra guerra civil a varias bandas. Como consecuencia, otro drama migratorio hacia Europa sin precedentes.

La pobreza, la miseria y las guerras en las que los europeos mantienen sumidas a sus antiguas colonias del centro y sur de África, tienen como consecuencia que cada año miles de personas intenten cruzar el Estrecho de Gibraltar. Así, la Europa que se vanagloria de la caída del muro de Berlín, la libre circulación y la integración, levanta muros contra la inmigración en el Norte de África (Ceuta y Melilla) o en las fronteras de Hungría y Grecia, y en Calais desaloja campos de inmigrantes que intentan cruzar al Reino Unido. Fuera de Europa, otros muros, como el de la frontera de EE UU con México o el de Israel-Palestina, dividen al mundo en la paradoja de la que se nutren Occidente, Rusia y China a base de mantener en la miseria al Sur y Oriente.

La lucha por los intereses económicos, energéticos y armamentísticos mantiene al mundo en vilo en una política internacional de guerra total que permite el sostenimiento de las sociedades postindustriales, a costa de mantener en la miseria a los pueblos, con ayuda de la religión, el fanatismo, el nacionalismo, el miedo y el hambre.

Ante el caos que están produciendo Europa y EE UU en Oriente Medio, saludamos al pueblo kurdo, por un lado por promocionar el federalismo y la autogestión para emanciparse, y por otro lado por la dureza de tener que defenderse tanto de los ataques de Estados como Turquía, como de los de ISIS.

Contra la guerra, solidaridad entre los pueblos.
Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases.

FAI

domingo, 24 de mayo de 2015

martes, 31 de marzo de 2015

La FAI ante la nueva represión del anarquismo


Manifestamos el rechazo a las recientes detenciones de anarquistas en Palencia, Granada, Barcelona y Madrid; brindamos nuestro apoyo solidario a las personas detenidas y encarceladas, así como a sus familiares y personas allegadas.

El crecimiento organizado del entorno libertario y la protesta social en los últimos años está siendo perseguido sistemáticamente por el Estado, bajo el amparo de leyes represivas que califican de terrorista todo tipo de conductas contrarias al orden establecido. Los nuevos arrestos intensifican una campaña de criminalización para quienes participamos en cualquier actividad reivindicativa y son la coartada para justificar la nueva Ley Mordaza (Ley de Seguridad Ciudadana) que pretende instaurar un estado de excepción encubierto que impida el crecimiento del movimiento social que está luchando por transformar la sociedad. Por eso el Estado genera alarma social mediante operaciones policiales y procesos judiciales basados en indicios y acusaciones arbitrarias, que alimentan la falsedad del anarquismo terrorista y promotor de la lucha armada.

Este tipo de operaciones antiterroristas suelen concluir con la absolución o la imposición de condenas menores a las personas represaliadas, en consonancia con la inexistencia de organizaciones armadas y mucho menos atentados terroristas en el territorio español.

La Federación Anarquista Ibérica (FAI) promueve el desarrollo de la organización anarquista y social, basada en la acción directa (sin intermediarios), el apoyo mutuo y la autogestión, y sin ningún tipo de injerencia por parte del Estado y del Capital, ya que la FAI lucha por el surgimiento de una sociedad emancipada de este sistema y que favorezca el desarrollo libre de las personas en condiciones de igualdad económica.

Por lo expuesto, exigimos la inmediata puesta en libertad sin cargos de los detenidos y el fin de la campaña de criminalización. Denunciamos públicamente el encarcelamiento y represión de quienes luchan contra las injusticias sociales, así como la campaña de manipulación mediática que se está haciendo con el anarquismo.

sábado, 19 de julio de 2014

Barcelona, julio de 1936


Un día de julio de 1936, después de un par de jornadas sangrientas, en lucha desigual contra las tropas de un ejército sublevado, tuvimos la satisfacción en Cataluña de ver deshechos los cuadros que defendían con todas las armas una causa de injusticia y de vergüenza. Tuvimos pérdidas muy sensibles, algunas irreemplazables. Pero logramos aplastar el alzamiento militar, tomar prisioneros a sus jefes, destrozar sus formaciones; las grandes masas se plegaron entusiastas a los vencedores, y los vencedores éramos nosotros. A los sobrevivientes se nos llamó a la casa del gobierno (catalán) y su más alta autoridad (L. Companys), mientras nos felicitaba efusivamente por la victoria lograda, nos expresó que el Poder había cambiado de manos y que estaba en las nuestras, por lo que consideraba que debía cedernos el puesto que ocupaba; por su parte, el estadista que así nos hablaba, se contentaba con que se le dejase empuñar un fusil para luchar contra el enemigo donde hiciese falta.

No habría requerido ninguna violencia la implantación de nuestra «dictadura»; teníamos las armas, arrancadas al enemigo, teníamos la adhesión clamorosa del pueblo, teníamos la aureola de vencedores contra un adversario que parecía invencible unas horas antes; no quedaban más fuerzas organizadas que nuestros núcleos de combatientes.

A ninguno de nosotros se le ocurrió la idea de tomar el poder que se nos ofrecía rendido y se nos ponía en la mano. Respondimos al jefe del gobierno catalán que no habíamos luchado y expuesto la vida para ponernos en lugar de los antiguos gobernantes; la victoria en la lucha armada no era la Revolución; la Revolución es cosa del pueblo y él hará lo que juzque conveniente para sus intereses y según sus deseos; por otra parte el enemigo derrotado en algunas partes de España no cedería el resto y era de preveer una larga y sangrienta guerra civil, y nuestro puesto estaba en esa guerra, de la que dependía para nuestro pueblo la posibilidad de realizar su revolución.

Por esa actitud se nos ha censurado, se nos ha combatido, se nos ha tachado de soñadores. Y no hace falta decir que, en las mismas circunstancias, volveríamos a proceder del mismo modo.

Estrategia y táctica, Ed. Jucar, 1976.

martes, 1 de octubre de 2013

La FAI contra la guerra en Siria

(Septiembre 2013)

Desde la Federación Anarquista Ibérica (FAI) nos oponemos y condenamos de forma tajante la intervención militar en Siria, así como cualquier tipo de intervención militar que se realice en el mundo.

El pueblo sirio tomó parte en las revueltas de la denominada Primavera Árabe, levantándose contra la dictadura y la opresión del régimen. Las luchas intestinas por el control político, religioso y económico de la zona entre Arabia Saudí e Irán, así como de EEUU-Israel y Rusia, han llevado a una guerra totalmente sectaria y sin cuartel, en la que la víctima directa de este genocidio es el pueblo.

Condenamos la estrategia de EEUU de crear confusión, manipular a través de todos los medios de comunicación a su servicio, y mentir para legitimar la intervención imperialista, tal y como hizo en su día en Afganistán, Iraq o Vietnam, y hará en un futuro.

Además, mostramos todo nuestro asco y repulsión hacia todos los partidos y sindicatos españoles que, declarándose de izquierdas, apoyan los genocidios como los existentes actualmente en Siria (por su Gobierno o por la intervención imperialista), así como cualquier intervención militar que desemboque en carnicerías humanas.

Nos solidarizamos con todos los pueblos y todos los trabajadores de los países árabes, que luchan a diario contra la opresión de los gobiernos, los Estados, las religiones, y sufren la represión de los mismos y de todos aquellos gobiernos títeres de intereses rusos o estadounidenses, que solo buscan defender sus intereses espurios frente al interés de los trabajadores y la libertad de los pueblos.

Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases

FAI


jueves, 30 de agosto de 2012

V Jornadas sobre Librepensamiento en Madrid


Vivimos un momento de pérdida de derechos y bienestar conquistados tras décadas de lucha de movimiento obrero y social. La desorganización, la indiferencia y el miedo, permiten el empuje del Capital hacia condiciones laborales decimonónicas; y la represión estatal necesaria para ello, a una falta de libertad de épocas oscuras.

Las medidas tomadas por el gobierno, defendidas por la Iglesia, alegran los lobbys empresariales y banqueros. La Casa Real ha reducido el presupuesto un poquito, según dicen; el deporte un incremento del 20 por 100, y de la Iglesia católica ¿qué se sabe?

Es muy difícil calcular el montante que recibe la Iglesia, sus cuentas son opacas; se estima en torno a los 11.000 millones, más la sangría de las inmatriculaciones. Dinero que es utilizado para difundir su credo e ideología. Estimar que puede evolucionar una institución sujeta a dogmas inamovibles, supone una ingenuidad cuando no una candidez. En todo caso se verá obligada a soportar el progreso en espera de tiempos más favorables para sí.

No olvidemos las declaraciones de la jerarquía eclesiástica sobre el aborto, el divorcio, la mujer, la sexualidad… en tanto que en los Presupuestos Generales del Estado se reducen notablemente las partidas destinadas a educación con las drásticas consecuencias conocidas, la Iglesia Católica recibe 4.600 millones para pagar los sueldos de 16.000 profesores de religión y financiar colegios concertados.

El conflicto Iglesia-Sociedad no es nuevo, de él vamos a hablar en esta próximas Jornadas que celebraremos en el mes de septiembre y en las que contaremos con la estrecha colaboración de Amal, del Grupo Anarquista Albatros y de la librería Enclave de libros

Programa:

Miércoles 19: «Historia de la oposición social al clero», por Julio Reyero.

Jueves 20: «La situación actual contra el dogmatismo», por Luis Vega.

Viernes 21: «Entre Dios y el Cesar, la desamortización en España», por Alfredo González.

Sábado 22: «En nombre del Papa Rey»: Grupo Anarquista Volia

En la Librería Enclave de libros, calle Relatores, 16 de Madrid.

Los actos comenzarán puntualmente a las 19.30 horas.


sábado, 21 de abril de 2012

Nuestra patria es el mundo. Nuestra familia, la libertad

Grupo Anarquista Albatros-FAI

La salida de multitud de personas de los países de África, América Latina, Asia, Europa del Este, hacia otros países considerados ricos es un fenómeno que, con el paso del tiempo, está alcanzando proporciones cada vez más gigantescas y dramáticas.

Este flujo de gente, constante y en aumento, es la consecuencia de la explotación que el capitalismo ha llevado y lleva a cabo en esas zonas del mundo, que ha provocado el hundimiento de las economías tradicionales en regiones enteras del planeta, sustituyéndolas por un capitalismo salvaje que provoca, al mismo tiempo, el enriquecimiento de cuatro mandamases locales —títeres de los grandes poderes económicos y políticos del mundo— que suelen estar a la cabeza de regímenes autoritarios y represores, y la represión, claro, supone más emigración.

Consecuencias de este gran juego de intereses de las grandes potencias y de los grandes capitales son las guerras que se producen constantemente en diferentes rincones del mundo y que, a su vez, son causa de la huida de personas hacia lugares más seguros.

Esta es, en dos palabras, la causa básica de la salida de millones de personas que se marchan de la tierra que los vio nacer intentando escapar de la miseria y de la muerte, intentando escapar de la explotación más salvaje, de una opresión atroz y de una posibilidad muy real de ser asesinado por cualquier ejército o cualquier policía.

Así, pues, es el ansia de poder y de enriquecimiento sin límite de unos pocos lo que provoca la huida desesperada de millones de personas.

Durante siglos, España ha sido una tierra de emigrantes. La población que ha habitado estas tierras ha salido por millones de aquí a buscarse la vida en cualquier otro sitio: Norte de África, América Latina y Europa Occidental han sido los lugares preferentes de llegada de nuestros antecesores en la Historia. ¿Por qué salían?

La vida en el territorio español no ha sido nunca fácil y ha estado salpicada de guerras, persecuciones religiosas, culturales y políticas, hambrunas, pestes y epidemias, miserias morales y económicas, autoritarismo siempre... En fin, una pena de país y, claro, así está el mundo regado de descendientes de los que vivieron en la piel de toro. Aún hoy, hay unos dos millones de españoles viviendo fuera de España. Mucha gente olvida hoy todo esto, y van de nuevos ricos, de señoritos y/o de grandes demócratas, relatando que los desheredados que hoy acuden aquí de otras partes del mundo no tienen nada que ver con la «grandiosidad» de nuestra emigración: ¡qué frágil es la memoria histórica!

El hecho es que, en los últimos decenios, el Estado y el capital españoles acaban integrándose con todas sus estructuras (económicas, políticas, militares...) en el ámbito de los países imperialistas, y así se producen, por ejemplo, las significativas entradas del Estado español en la OTAN y en lo que hoy se llama Unión Europea.

El ingreso en el círculo de los países expoliadores de otros y la expansión internacional del capital español, hizo que el enriquecimiento de los capitalistas españoles se acelerara, mientras los trabajadores de este país perdían —y pierden— muchos de los derechos conquistados durante décadas. Aun así, la consideración de España como un país rico, hace que muchos desheredados del mundo la consideren como punto de llegada en su desesperada huida de la miseria y la opresión.

Al mismo tiempo, en la estrategia de estas grandes alianzas imperialistas, se coloca a España como «país de frontera»: deberá ser uno de los Estados que controle con mano de hierro el flujo de inmigrantes que llegan de las regiones empobrecidas del planeta a la rica Unión Europea... Y en este cuadro se inscriben las sucesivas leyes de extranjería que se han venido imponiendo en España desde mitad de los años 80 hasta hoy. La última, en vigor desde el 23 de enero [de 2001], llega al extremo de no disimular su carácter racista y xenófobo, conculcando derechos básicos (reunión, asociación, manifestación, sindicación, huelga, educación, sanidad, asistencia jurídica gratuita, etc.) a los inmigrantes «sin papeles», que viven así una situación terrorífica y de persecución constante.

Esta ley va a destruir, aún más, derechos conquistados a lo largo de la historia por los trabajadores españoles e intenta imponer una competencia atroz entre los trabajadores del país y los inmigrantes (y dentro de éstos, entre los que tienen papeles y los que no). Esta ley, que quede claro, no afecta sólo a los inmigrantes: afecta a todo el pueblo, especialmente a la generalidad de los trabajadores, porque uno de sus objetivos es crear una guerra de pobres contra pobres, acabando con la solidaridad que debe funcionar entre los oprimidos.

Otro de los objetivos de la Ley de Extranjería es mantener a un sector de la población trabajadora atemorizado con la amenaza constante de la detención y la expulsión; así, los empresarios podrán contratar a los trabajadores por cuatro duros... y todo el mundo a callar.

La pérdida de derechos obreros y la desrregularización de las relaciones laborales van siendo, así, apabullantes, y en este marco hay que encuadrar, por ejemplo, la nueva reforma laboral que gobierno y empresarios quieren imponer. Y la siembra del racismo y la xenofobia por parte de éstos últimos es un hecho, lo que va a alimentar el fascismo, declarado o no. En esta línea, las expulsiones de ecuatorianos, por ejemplo, aparte de ser una mera acción de propaganda y una mentira (a las pruebas y los resultados nos remitimos), tienen toda la pinta de las deportaciones que, con engaños, hicieron regímenes fascistas. Y... malo, malo, si nos acaban por acostumbrar a estas cosas.

Frente a todo este panorama, desde la implantación de la Ley, se han multiplicado encierros de inmigrantes desde los que se exige acabar con la Ley de Extranjería y la regularización inmediata de los «sin papeles».

Es cierto que cada encierro es un mundo: que en algunos han metido mano las instituciones (iglesias, partidos políticos, ayuntamientos...), pero hay otros que defienden a capa y espada su independencia y su carácter reivindicativo por encima de esas instituciones. Con todo, han logrado coordinar una respuesta a la agresión y están realizando acciones de mayor o menor éxito, planteando una movilización social constante.

Este planteamiento de movilización social, ha supuesto que multitud de organizaciones de todo tipo se sientan interpeladas y, cada una de ellas, ha tenido que responder —y responderse— frente a este asunto. Vamos viendo, así, cosas curiosas:

—La actitud de la Iglesia y sus organizaciones adheridas (Cáritas, ONGs diversas, etc.) que, como siempre, mantiene una doble moral: por un lado canaliza ayuda a algunos encierros (no a todos, sólo a los que pueden ser más receptivos a sus planteamientos) y, por otro, desde la jerarquía eclesiástica se dice, con un lenguaje lastimero, que «la Iglesia no puede soportar por más tiempo los encierros en sus edificios y que hay que buscarle una solución rápida al asunto»: más o menos que los inmigrantes se busquen la vida por otro sitio y que no sigan molestando más con sus reivindicaciones.

—Por seguir con las religiones: También huele mal la actitud de algún miembro de la jerarquía de la religión musulmana, intentando apuntarse un tanto al final de la manifestación multitudinaria del 11 de febrero en Madrid cuando, inesperadamente, subió al estrado y lanzó una arenga para acabar con el «Allah akbar» (Alá es grande) correspondiente... escandaloso el mezclar cuestiones que no tienen nada que ver. Y, precisamente, cuando las religiones, durante siglos, han ayudado y ayudan a la división y a los enfrentamientos entre los seres humanos.

—La actuación de los «sindicatos» oficiales (CC OO, UGT y, a su estela, otros) ha sido lamentable; desde el primer momento se han lavado las manos de una manera descarada; han mirado para otro lado desde el comienzo de estas movilizaciones. Han brillado por su ausencia en las manifestaciones que se han convocado. Y eso, a pesar de que desde las asambleas de inmigrantes se les ha pedido apoyo una y otra vez. Su acción la enfocan desde el pasteleo institucional con gobierno y empresarios. Sólo algunos de sus afiliados, a título individual, aparecen de vez en cuando, criticando —cosa habitual— a la dirección de sus sindicatos.

—Los partidos de izquierdas (o lo que sea) se han visto desbordados, en un primer momento, por esta movilización no controlada por ellos, y han tardado en reaccionar. Aquí habría que diferenciar:

—El PSOE ha tenido una actitud defensora de las leyes de extranjería (ellos mismos hicieron alguna), y si plantea el recurso de inconstitucionalidad a la ley es porque ha calculado pros y contras políticamente y porque le interesa aparentar, un poquito, cierta imagen progresista, así como hacer ver que hace algo contra el PP (por cierto, que su primer deseo fue llegar a un acuerdo con el PP sin tocar una coma de la ley). No hay nada que hacer con ellos: los inmigrantes sólo pueden esperar del PSOE —si creen a este partido— una traición en toda regla. Tienen, no obstante, alrededor de estas movilizaciones, grupúsculos y asociaciones ligadas a ellos cuyo único planteamiento es moderar hasta el extremo las reivindicaciones de los que luchan.

—Izquierda Unida ha mantenido en todo este proceso una actitud errática, y en su actitud tiene más importancia lo que le conviene políticamente que el propio interés por apoyar a los inmigrantes. Por otro lado, se ve que parte de sus militantes de «base» están un tanto emocionados con esta lucha, pero la dirección del partido ha hecho un cálculo político de la cuestión: en un primer momento no se apoyó la lucha, pero, cuando vieron que eso tenía cierto tirón social, se subieron al carro... eso sí, moderando los planteamientos iniciales de la lucha. Están jugando a «una de cal y otra de arena»: esta no será la guerra de IU mientras no comprueben que de ella pueden sacar votos. Además, lo que defienden cuando hablan del asunto es su oposición a esta ley concreta, pero, por supuesto, no estarían cerrados a que hubiera otra ley de extranjería.

—Los partidos «a la izquierda» de IU empiezan a reaccionar tarde, y la sensación que da es que se ven desbordados por el planteamiento asambleario que se da en algunos encierros: no saben manejarse en asambleas abiertas y no dirigidas. Su presencia es testimonial y se reduce, casi exclusivamente, a hacer acto de presencia en las manifestaciones multitudinarias.

¿Y las organizaciones libertarias?

Los sindicatos de la Confederación Nacional del Trabajo y los grupos de la Federación Anarquista Ibérica de las localidades en que hay encierros están apoyando, desde el primer momento y en la medida de sus posibilidades, la lucha de los inmigrantes contra la Ley de Extranjería, por la regularización de los «sin papeles» y por la libre circulación de las personas. Hay miembros de estas organizaciones que han participado en algunos encierros. Y, donde los encierros funcionan en asamblea abierta, se está participando plenamente.

La CNT, como organización sindical, tiene abiertas sus puertas a cualquier trabajador, con o sin papeles (en este último caso, desobedeciendo la ley que no permite afiliarse a los trabajadores «indocumentados»). La CNT también ha participado de forma visible en las movilizaciones que se han realizado contra la Ley (en algunas ciudades —Madrid una de ellas— es, prácticamente, la única organización sindical que ha aparecido en las grandes manifestaciones que se han realizado) e intenta asesorar laboral, social y jurídicamente a los inmigrantes, llevando una estrategia propia de lucha, al margen del apoyo que se da a los encierros. Además, el hecho de que muchos inmigrantes carezcan de los derechos más básicos y estén en situaciones de esclavitud, hace que la actuación desde la acción directa —que preconizan la CNT y los anarquistas sean la única alternativa posible.

Los grupos de la FAI han intentado con su participación en torno a los encierros, dar una perspectiva amplia de lo que significan las migraciones; en el sentido, de que la solución no está en que se den «papeles para todos los que están aquí», pues aunque así se hiciera, las migraciones continuarán, ya que las causas que las producen tienen que ver con la existencia de los Estados, de las fronteras, del capitalismo, de las religiones, de la concepción de las patrias... en definitiva, de todo lo que reviste de poder a unos sobre otros: de esa distorsión de la realidad, que lleva a no aceptar al ser humano por sí mismo y tal cual nace: libre, desnudo, y por lo tanto merecedor de una misma valoración y estimación por parte del mundo que le recibe. Toda ideología, política, religión... que enmascare esto es inmoral. Por lo tanto, esta es una lucha que va más allá del aquí y el ahora: para los anarquistas es la eterna lucha, cuya victoria no está emplazada en un futuro lejano en el que reine la anarquía; nuestra victoria está en la lucha misma, porque ella nos humaniza, nos hace «escapar"» de un mundo de marionetas que desean sólo lo que les es permitido desear...

Nos oponemos a esta y a cualquier otra ley de extranjería. Nos oponemos a la conversión del ser humano en una pura mercancía, en un simple objeto que produce y consume, al que se compra y se vende...

Si queremos una sociedad de seres libres e iguales, en la que el apoyo mutuo y la fraternidad sean las bases en las que se apoyen las relaciones humanas, debemos recuperar un viejo lema anarquista, y hacerlo presente poniéndolo en práctica:

«Mi patria es el mundo. Mi familia, la humanidad».

lunes, 6 de junio de 2011

Anarquismo y terrorismo

«Los asesinatos políticos no sirven para nada,
si acaso para empeorar la situación.

Es la disposición de las conciencias lo que hay que cambiar.
La tarea a emprender es completamente moral,
en el ámbito de la mente.

El puñal no tiene nada que hacer aquí.»
P.-J. PROUDHON

Abordemos este interesante tema y enfoquémoslo desde una perspectiva anarquista para mostrar cuáles son los principios que los ideales ácratas han mantenido respecto a la táctica terrorista y el uso de la violencia en líneas generales.

A lo largo de la historia, los historiadores y los cronistas del poder han querido mostrar que el anarquismo ha sido una tendencia de claro estigma violento y terrorista que ha perpetrado acciones criminales de manera arbitraria contra lo que los anarquistas consideraban de talante nocivo. Hoy todavía, abriendo el diccionario de María Moliner, nos encontramos que anarquismo es sinónimo de terrorismo y de dinamiterismo. Nada más lejos de la realidad.

Quien quiera ser una persona medianamente objetiva se dará cuenta de que para los anarquistas el uso de la violencia ha sido siempre de forma secundaria y nunca de manera prioritaria.

Pero abordando profundamente el tema, ¿qué es lo que el anarquismo piensa del terrorismo y de la violencia? El anarquismo es un ideal social y de vida de talante humano que considera la vida como lo prioritario para cualquier persona. Pensar esto y actuar de manera contraria sería contradecir un principio lógico de la anarquía. Pero si seguimos analizando, todavía hay quien nos podría decir, y con un libro de historia en la mano, que los anarquistas han perpetrado atentados terroristas y han acciones violentas. Ante esto también tenemos mucho que contestar:

—Por una parte los atentados que a los anarquistas se les ha atribuido, se les ha dado demasiada publicidad. Primero diremos que de aquellos que cometieron atentados anarquistas su idea de anarquismo podría en algún caso ponerse en duda. Por otra parte diremos que aquellos atentados (que sólo ocupan una coyuntura específica de la historia del anarquismo) no pretendían hacer crímenes en masa para atemorizar a la población, sino que eran actos individuales donde el atentador perdía su propia vida.

—También diremos respecto a esto que el movimiento anarquista no era unánime a favor de estos actos, sino que los criticaba por no coincidir para nada con los principios, tácticas y finalidades del anarquismo. Este segundo grupo tiene la razón cuando históricamente se demuestra que ningún atentado ha conseguido llegar a la anarquía, mientras que las luchas colectivas llevadas a cabo han conseguido importantes conquistas revolucionarias.

—Cuando a los anarquistas se nos achaca el uso de la violencia, tenemos que decir que nunca se utilizó de manera placentera sino como acto de defensa contra los ataques directos de nuestro máximo enemigo, el Estado.

Si a alguien tuvieran que colocarle el letrero de terrorista y violento es a la maquinaria estatal y a aquellos que la amparan, como a todos aquellos que se esfuerzan en implantar nuevos sistemas estatales igualmente represivos.

Como anarquistas debemos condenar de manera unánime la utilización del método violento cuando éste se hace abstracto. Pero no hay que olvidar que el Estado utiliza medios violentos para represaliar al movimiento anarquista, y ante ese ataque nosotros tenemos que actuar en legítima defensa con lo que encontremos a mano. Pero ¡ojo!: nuestra defensa muchas veces no es o no tiene que ser el cóctel molotov o la bomba, sino la propaganda, el arma más eficaz del movimiento.

A todos aquellos que autodenominándose anarquistas aplauden o perpetran atentados de signo violento tenemos que decirles que están equivocados, y que fallan o bien sus ideas o bien sus medios. Nuestras dudas se resuelven con la historia. Veamos un ejemplo histórico: durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1929), Durruti cometió actos violentos como robos a bancos con el fin de financiar a la organización CNT. Pero en vísperas de la Revolución de 1936, ante la propuesta de hacer lo mismo, fue Durruti quien se opuso a tal hecho aduciendo que no era conveniente en ese momento. Hemos de tener muy en cuenta en qué tiempos vivimos y cómo hemos de actuar.

Para finalizar, establezcamos los puntos básicos de la lucha anarquista:

1.- La propaganda: Sólo a través de ella conseguiremos llegar al mayor número de gente, y con ella poder mostrar al pueblo las injusticias que se cometen en cualquier rincón del mundo.

2.- La lucha de clases: Conseguir eliminar las desigualdades sociales es un objetivo prioritario y sólo es posible uniendo a los alienados contra la tiranía capitalista.

3.- Adecuación entre medios y fines: Nuestra lucha va encaminada a conseguir una sociedad sin Estado, donde los principios de libertad, igualdad y solidaridad sean lo primordial. Los métodos para alcanzar esta sociedad fraternal no deben estar en contraposición con ella.


Aunque en algunos sectores conservadores y reaccionarios
todavía se mantenga tal mito y prejuicio.

domingo, 5 de junio de 2011

IVJornadas sobre Librepensamiento (FAI)


Del 15 al 18 de junio de 2011.

Programa:

Miércoles 15 de junio 20.00h:
«Teresa de Calcuta, una mujer desconocida.»
Julio Reyero

Jueves 16 de junio 20.00h:
«Dios marca las horas: el tiempo sin reloj.»
Elena Sánchez.

Viernes 17 de junio 20.00h:
«La Iglesia antifranquista.»
Alfredo González.

Sábado 18 de junio 20.00h:
«Más allá del Edén.»
Colectivo Escuela Libre.

Organiza: Grupo Anarquista Volia (FAI)
Lugar: Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. C/ Prado, 21.