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miércoles, 30 de mayo de 2018

De aquellos polvos, estos lodos


Por CARME RIERA

A raíz de la polémica suscitada por los escritos y tuits del actual presidente de la Generalitat, que tanta polvareda han levantado, diversos analistas políticos, en este mismo periódico han mostrado la coincidencia de parte de su ideología con la defendida por el partido Estat Català y su vindicación, en diversas ocasiones, de los nefastos hermanos Badia.

El señor Torra ha sido calificado por sus adversarios políticos de racista y xenófobo. También SOS Racismo, que en un principio pareció sumarse a tales consideraciones, las matizó después, admitiendo sólo, y ya es bastante, que su discurso era «peligroso, irresponsable e inaceptable». Naturalmente los partidarios del flamante 'president' y él mismo han tratado de quitar hierro al asunto aludiendo a que esos puntos de vista ­pertenecen a su pasado de activista. Pero lo que no han dicho es que tales opiniones son poco originales, no provienen del caletre ni de la musa particular del 'president'. Se trata, en realidad, de préstamos procedentes de un discurso nacionalista trasnochado que pueden rastrearse en libros y artículos publicados desde finales del siglo XIX hasta la Guerra Civil, accesibles en bibliotecas y hemerotecas.

Citas parecidas a los tuits de Torra se encuentran en el panfleto del joven Prat de la Riba, La question Catalane l’Espagne et la Catalogne. Notice adressée a la presse européenne par le Comité Nationaliste Catalan de Paris. Como su título indica, el texto trataba de internacionalizar la peculiaridad catalana. Al parecer, fue editado con el apoyo de Louis Guérin, secretario de finanzas de la Liga Antisemita. Prat enfatizaba la necesidad de oponerse a los españoles, calificados de pueblo semita, de ahí la dificultad de ser entendido por los «pueblos civilizados de Europa», y consideraba al pueblo catalán, por su raza, temperamento y carácter, antagónico al español. «Uno está unido a la corriente industrial de los pueblos modernos, el otro, nutrido por los prejuicios del hidalgo —en referencia a don Quijote—, cargado de deudas e hinchado de orgullo», aseguraba. Podría ofrecer otras muestras extraídas de libros de Almirall, de Gener, entre otros, y de artículos y caricaturas publicadas en La Tralla, L’Esquella de la Torratxa o La Campana de Gràcia, pero no vale la pena. Para botones bien valen unas pocas muestras de las muchas que podemos encontrar de arraigada procedencia y despreciable mal gusto.


A mí, la verdad, más que todo eso, por más impropio, desagradable y apolillado que me parezca, me preocupa el hecho de que las ideas del señor Torra parecen ancladas, en buena medida, en aquel viejo texto de Herder Filosofía de la historia para la educación de la humanidad, aparecido nada menos que a finales del siglo XVIII, en el que se basó, en gran parte, el nacionalismo romántico. Herder se refiere a la diversificación de las culturas, apoyándose en el pretexto de que la naturaleza humana no es uniforme sino diversificada. En consecuencia, el proceso histórico tampoco se hace extensivo a la humanidad sino que se circunscribe a pueblos y estirpes particulares. Incluso la felicidad humana es, según Herder, patrimonio de los pueblos, etnias, razas, naciones, y su sentido, la manera de concebirla, peculiar de cada cultura e intransferible a otra. Herder acuñaba también la idea de Volkgeist, espíritu del pueblo, entendido como una entidad en la que había que buscar el origen del lenguaje, de la religión, del arte y de las costumbres. El Volk (pueblo) era comparado a una planta con raíces, tronco, ramas y savia. Una metáfora que hizo fortuna en el pensamiento de la derecha europea de entreguerras, de Spengler a Barrès.

Así las cosas, me da la impresión de que la referencia al «pueblo», puesta en boca del nuevo 'president' en su toma de posesión, con la misma fórmula usada por su antecesor Puigdemont: «Prometo cumplir lealmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat con fidelidad al pueblo de Catalunya, representado por el Parlament de Catalunya», tiene que ver mucho más con el conglomerado identitario herderiano, crisol de las esencias nacionales de una facción de los catalanes, que con su totalidad. Lo que se desprende de las palabras de Torra no es la alusión a la soberanía del pueblo, a la implícita igualdad de los ciudadanos demostrada con el derecho al sufragio universal, clave en los países libres, sino que el término pueblo utilizado por el 'president' incluye sólo a sus seguidores, a los partidarios de la independencia, a los aglutinados en contra del enemigo, que en el caso catalán no es otro que el español. La identidad catalana, contrapuesta a la española, es entendida como suma de las identidades individuales, en una transversalidad en la que no cabe el enfrentamiento de clases —eso vendría en todo caso después de la independencia, de la mano todopoderosa de la CUP—, se afianza en la lucha por cohesionar la propia personalidad frente al enemigo, como no podía ser de otro modo. Y me pregunto, con enorme preocupación, qué tipo de nación construirían con tales presupuestos obsoletos los señores Puigdemont-Torra en el caso de conseguir la independencia.

27 mayo 2018

martes, 1 de diciembre de 2015

Michel Collon acusa a los responsables del terrorismo


En estas horas dramáticas, recibimos gran cantidad de preguntas en nuestro sitio web, en nuestro Facebook, que tienen que ver siempre con dos preguntas: ¿Cómo es posible que cosas como estas se produzcan? y ¿cómo detenerlas, cómo impedir que esto recomience?

21 noviembre 2015

Un estudiante francés de origen marroquí, Amin, me escribe lo siguiente:

«Sin excusas o justificaciones a la barbarie, pero tomemos consciencia de que el monstruo no nace, se fabrica. Sobre nuestro territorio (En Francia, en Bélgica) él se fabrica en el rechazo, la exclusión, la humillación, la explotación y el abandono, frente al discurso de extremistas y fanáticos de todos los bandos. Fuera de aquí —dice él— él se fabrica en la matanza, la destrucción, la desesperación, y bajo las bombas de los sanguinarios de todos los bandos. —Él termina— la humanidad es una y es indivisible, no hay ninguna diferencia entre el llanto de una madre que ha perdido un hijo en el bombardeo del hospital de Kunduz por las fuerzas de la OTAN, y ese de un padre que ha perdido su hija en un concierto en el corazón de Paris.»

Como lo he dicho a menudo, nuestra emoción y nuestras condolencias son para las familias de la victimas de todos lados. Pero también plantean la exigencia de verdaderos debates. Insisto diciendo claramente, que más allá de los hechos, necesitamos las causas. E insisto y digo:

Yo acuso al seños Fabius, Hollande, Valls de ser responsables por lo que pasó en Paris, por la simple razón de que Fabius declaró: «Al-Nusra, es decir, Al Qaeda en Siria, hace un buen trabajo». Reconociendo la alianza de hecho entre Francia y los terroristas en Siria, y antes era el caso en Libia y en otros países.

Yo acuso las relaciones con los regímenes de Arabia Saudita y de Qatar que propagaron este adoctrinamiento, esta intoxicación, de algo que se pretende islamista pero que no tiene nada que ver con el Islam, que es una falsificación del Islam. Y yo no soy el único en acusar, ya que el señor Alain Chouet, quien era responsable de DGSC (Dirección General de la Seguridad Exterior) declaró, le cito:

«En Oriente Medio, en el Sahel, en Somalia, en Nigeria, nosotros Francia somos aliados de aquellos que esponsorizan, desde hace 30 años, el fenómeno terrorista, aliados con aquellos que esponsorizan los terrorismos. Y él continúa— nos cansamos atacando a los que ejecutan, es decir, a los efectos del wahabismo, pero no a sus causas y no lograremos detener los atentados, a menos que coloquemos un policía detrás de cada ciudadano.»

Yo acuso la alianza con Arabia Saudita y Qatar.

Yo acuso la alianza con Turquía que ha dejado pasar miles, decenas de miles de euro-yihadistas sobre su suelo, para ir a cometer en Siria, las mismas atrocidades que vemos ahora en Paris. Yo acuso a Turquía de ayudar a comercializar las reservas de petróleo de Daesh y a financiar este movimiento terrorista. Y yo no soy el único, la señora Hybaskova, quien es la embajadora de la Unión Europea en Irak, declaró a la Comisión de Asuntos Extranjeros del Parlamento Europeo, la cito: «Desgraciadamente, estados miembros de la Unión Europea compran este petróleo, no puedo dar más detalles.»

Yo acuso esta alianza con Turquía de ser funcional al terrorismo. Y de una forma general, yo acuso a los Estados Unidos de haber utilizado el terrorismo, donde sea que esto le fuese útil, donde sea que ellos mismos no se atrevieran a usar sus tropas terrestres. Esto comenzó con la operación Bin Laden en Afganistán, continuó en Yugoslavia, Bosnia-Kosovo, en el Cáucaso, luego en Irak, Libia y Siria, habiendo todavía otra serie de países. Los Estados Unidos en ciertos momentos combaten el terrorismo y en otros lo utilizan cuando eso les conviene.

Y, alguien dirá, ¿Cómo explica usted que si ellos financiaron el terrorismo, ahora estos terroristas vienen a golpear el centro mismo de Francia sobre el suelo europeo? No hay que ver esto como un complot donde la CIA organiza todo de A a Z y controla todo infaliblemente. Sí, ellos lo han organizado, pero no es un complot. Es una alianza entre fuerzas que existen y que tienen su propia agenda. Lo mismo que Bin Laden, quien había trabajado para los Estados Unidos y luego se volvió contra ellos. Ahora tenemos Al Qaeda en Siria y Daesh y todos esos movimientos terroristas que trabajaron para los Estados Unidos, pero que tienen su propia agenda, y ahora se ponen en contra porque la alianza no va más.

Yo acuso de una forma general también a los EEUU de haber mostrado el ejemplo de la violencia, de haber llevado guerras todo el tiempo desde hace 25 o 30 años y de haber mostrado a todos los pueblos que los problemas, se intenta, se quieren resolver por medio de la violencia. Les recuerdo que la Carta de la ONU prevé que todos los conflictos deben ser negociados, no tenemos el derecho de hacer la guerra. Esta estrictamente prohibido por la carta de la ONU desde 1945 y les recuerdo que Wesley Clark, un general de los EEUU había revelado que la administración de los EEUU en 2001 habían decidido de tomar, yo cito, siete países: Afganistán, Irak, Irán, Somalia, Sudán, Libia y El Líbano, ellos ya lo habían anunciado en 2001. Por lo tanto ya había un programa para desarrollar la guerra.

Yo acuso esta alianza con Israel por envenenar, por sembrar un clima de odio en  Oriente Medio y por mostrar que se mantiene el colonialismo por medio de la violencia y, de hecho, el rechazo a negociar. Esto es sobre el plano de las causas exteriores de este terrorismo, pero hay también causas interiores en Francia, en Bélgica, en los países europeos, que hacen que ciertas personas caigan en el engaño de este terrorismo.

Y yo acuso la discriminación racista hacia los inmigrantes, ya sea referida al empleo o a la vida cotidiana. La discriminación, el delito de portación de rostro, los controles, la humillación policial, es eso evidentemente que provoca una rabia, un enojo que, la mayoría de las veces, busca expresarse de una forma totalmente positiva, y en el caso de uno u otro que se vuelve loco a causa de esta indignación y de este desprecio, nos hacemos intoxicar pero por gente que, de hecho, son amigos, ya que es Arabia Saudita quien intoxica los jóvenes de los barrios populares para utilizarlos como carne de cañón.

Por lo tanto yo acuso esta discriminación racista y acuso igualmente, el hecho de que algunos le impiden a la escuela de desempeñar el rol que debe desempeñar. Quisiera recordarles, que cuando tuvimos los atentados odiosos contra Charlie, tuvimos enseguida la ministro de educación francesa Najat Vallaud-Belkacem que declaró, le cito:

«Hubo numerosísimos cuestionamientos de parte de los alumnos y todos hemos escuchado: "sí, yo apoyo a Charlie, pero las dos varas distintas, ¿por qué defender la libertad de expresión aquí y no allá?" Fin de comillas y la ministra continúa Esas preguntas nos resultan insoportables, sobre todo cuando las escuchamos en la escuela, que es la encargada de transmitir valores.»

Pero eso no es la escuela, eso es la Policía. Una ministro de la Educación que dice que los jóvenes no tienen derecho de cuestionarse y de discutir con sus profesores. Pero es así exactamente como empujamos a los jóvenes en los brazos del terrorismo. Yo estuve el sábado pasado en una reunión de profesores para la Escuela Democrática, aquí en Bruselas, talleres donde los profesores intercambian sobre la manera de formar, lo mejor posible sus jóvenes, y todos me decían lo extremadamente difícil que es actualmente, como nos faltan elementos y a menudo estamos desmotivados a lanzar verdaderos debates y desarrollar verdaderos conocimientos sobre todos estos problemas entre los jóvenes.

Yo acuso la amalgama hecha actualmente entre los migrantes, los refugiados, los terroristas, los islamistas, etc. No es un problema de migrantes. Esta gente no deja su país porque quieren venir a nuestro buen clima o porque tienen negros pensamientos. Esta gente deja su país para huir la miseria y la guerra que nosotros, gobiernos occidentales, hemos llevado a su país. Somos nosotros quienes hemos destruido su país. Los migrantes peligrosos, no son aquellos que intentan cruzar el Mediterráneo para salvar sus familias de la miseria o de la muerte. Los migrantes que son peligrosos son las personas como Sarkozy, como Bernard-Henry Lévy, que se dan el derecho de ir a Libia y decir, ustedes tienen que hacer esto, ustedes tienen que derribar este gobierno, ustedes tienen que darle el petróleo a Francia, obviamente. Esos son los migrantes peligrosos. O bien, Hollande, Valls, Fabius, que van a Siria como si fuera su casa y deciden todo lo que debe hacer Siria. Esos son los migrantes peligrosos desde mi punto de vista.

Y yo acuso finalmente, el hecho de que ciertas personas intenten utilizar estos eventos trágicos para propagar el odio hacia los musulmanes, para propagar la islamofobia. Esa es una cosa que yo ya había puesto a la vista y que todavía hemos visto recientemente. En la televisión no hemos tenido, prácticamente, debates donde pudiéramos verdaderamente discutir sobre el fondo de las cosas. Y en lugar de eso, hemos tenido, a veces, llamados al odio absolutamente asombrosos. El domingo pasado en la televisión belga, tuvimos un tal Moniquet que, dicho por él mismo, ha trabajado para el servicio secreto francés-israelí, alguien de la extrema derecha, y él dijo lo siguiente:

«No hay democracia en el mundo árabe, no hay una universidad válida en el mundo árabe, hay pocas creaciones artísticas en el mundo árabe, no hay creaciones científicas en el mundo árabe; bueno, ya sé, me dirán en el siglo VII, sí, pero estamos en el siglo XXI.»

Pero eso es completamente falso, ese es el problema. No es un problema de árabes o musulmanes o cristianos. Bush se decía cristiano e hizo los horrores que hemos visto en Irak y en otras partes, pero no vamos a tirar a todos los cristianos al infierno porque Bush haya hecho eso. Es lo mismo, lo que pasa acá, no tiene nada que ver con la religión del Islam. Y yo quisiera remarcar dos cosas. Cada vez que hubo, en el mundo árabe o musulmán, dirigentes que eran demócratas o que no eran demócratas pero que en todo caso eran laicos y querían modernizar su país, ¿que hizo el Occidente? EI los ha asesinado o los ha derrocado. Hemos hecho eso en Egipto, hemos hecho eso en Irán, hemos hecho eso en Libia, hemos hecho eso en Siria. Por lo tanto, hay de todas formas una hipocresía fundamental, ustedes se quejan porque el mundo árabe y musulmán no es democrático, pero cada vez que hay un demócrata ustedes lo derrocan para que las multinacionales puedan controlar el petróleo y robar los pueblos locales, lo que es evidentemente, muy democrático.

Por lo tanto, estamos en la hipocresía absoluta y entonces aprovechamos para divulgar un discurso de pánico y miedo hacia los musulmanes, que son peligrosos. Y evidentemente así, lo único que hacemos es tirar combustible sobre el fuego.

La pregunta que nos preocupa a todos es ¿Cómo vamos a impedir la repetición de tales atentados? Y nos dicen que nuestros gobiernos nos protegen. Por ejemplo, cuando un niño pregunta ¿qué es el terrorismo?, la television le responde lo siguiente:

«Es difícil luchar contra el terrorismo, ya que los guerrilleros se esconden y disponen de medios sofisticados para actuar. Pero la mayoría de los países hacen todo para proteger sus ciudadanos. Francia dispone, por ejemplo, del plan Vigipirata. Un conjunto de medidas basadas en la vigilancia que ya han permitido frustrar varios atentados

En realidad, nuestros gobiernos no nos protegen. Yo pienso que son ellos los que han creado el riesgo de estos atentados en Paris y en otras partes. Y no soy el único en decirlo. Alain Chouet, de quien yo he hablado, un ex dirigente de la Dirección General de Seguridad Exterior ha denunciado la actitud de Francia sobre la cuestión de la prevención del terrorismo, le cito:

«Los servicios de seguridad sirios le han ahorrado a Francia, en varias oportunidades, terribles catástrofes que terroristas de origen árabe, se disponían a provocar. Sólo la información provista por los servicios sirios nos han permitido frustrarlas y salvar vidas inocentes. Y da un ejemplo Hemos obtenido, gracias a la cooperación con Siria, informaciones invaluables, que nos han permitido frustrar en 2008, un plan terrorista que hubiese causado miles de muertes en el metro de Paris. Gracias al Coronel Makhlouf hemos podido desmantelar e interceptar un grupo de los más peligrosos terroristas de Al Qaeda. Y entonces él se sorprende de la política francesa y el dice ¿Cómo podemos meter en la lista de sanciones francesas y europeas este oficial Makhlouf, quien ha sido herido al momento de una operación contra terroristas que atacaban las embajadas francesa y americana en Damas. Imaginen que alguien salve nuestros hijos de una muerte segura y en lugar de agradecerle, nuestra diplomacia lo trata de terrorista y lo mete como un criminal sobre una lista de sanciones, y además —dice élle agradecemos, financiando, nosotros, atentados terroristas sobre su territorio. Es una política razonable

Esta es la opinión de un responsable oficial de la seguridad en Francia. En base a esto, yo insisto en enviar un llamado para que justamente, podamos movilizarnos para evitar la repetición de tales actos.

Yo creo que para detener este engranaje de guerras, de terrorismo, de atentados, es absolutamente necesario decir ¡STOP! a las guerras, a las intromisiones. Lo he dicho, la guerra es ilegal, no es una forma de resolver los conflictos internacionales. Y si se quiere hacer la guerra, sean claros: Es porque se persiguen otros intereses: el negocio, el petróleo, el gas, sus riquezas, etc. Entonces lo que quieren no es una solución, sino alejar la gente que no quiere que le robemos su petróleo.

Por otro lado, es muy importante decir ¡STOP! al colonialismo de Israel. Es bien sabido, que la gente aquí tiene rabia porque ellos ven que se apoya el terrorismo y el colonialismo de Israel, que podemos masacrar los palestinos, que podemos enviar la gente a los hospitales para matar gente, que podemos masacrar niños en la calle y que por todo eso, no solo que no hay sanción, sino que además lo apoyamos armando a Israel para hacer estas cosas. Es importante frenar el colonialismo de Israel. Es importante detener el rol espantoso desempeñado por Arabia Saudita y Qatar. Es necesario detener nuestras relaciones con estos países, en tanto y en cuento no hayamos puesto fin a este financiamiento del terrorismo, a este adoctrinamiento, y en tanto y en cuanto no dejemos a sus poblaciones evolucionar hacia una democracia.

Es necesario igualmente, dar fin a la injerencia de Turquía que ayuda a Daesh, permitiéndole exportar su petróleo y proveyendo todos estos combatientes que pasan por allí. Y yo creo necesario por todo esto, desarrollar absolutamente un debate en las escuelas. Es extremadamente importante que en las escuelas podamos hablar de todo esto. E igualmente son necesarios más y verdaderos debates en los medios de comunicación. Hasta aquí no ha habido, y las personas que dicen este tipo de cosas son excluidos y censurados en los medios. Es necesario que todo el mundo lo sepa. La gente como yo que hacemos investigaciones, hace 4 años que decimos lo que va a pasar. Hace 4 años que denunciamos el carácter criminal de esta guerra.

Hace cuatro años, por ejemplo, yo escribí un libro en el cual yo decía, la guerra de Sarkozy contra Libia es una guerra por el petróleo, una guerra por el dinero. Y en las grandes redacciones de los informativos de los grandes medios, decían: ¡Otro conspiracionista! Y ahora, aparece Clinton que en sus memorias dice: «Sí, Sarkozy lo que quería era el petróleo libio. Era una guerra por dinero.» ¿Cuántas veces vamos a esperar que esto sea confirmado?

Sobre el punto de vista de los medios. Si hubiésemos hablado como era necesario de la muertes en Libia, de las muertes en Irak, de las muertes en Siria, víctimas de los mismos actos terroristas y si hubiéramos dicho cuales eran la causas, puede ser que eso hubiera impedido los atentados como estos de Paris.

Mi llamado es el siguiente. Ahora estamos en el cruce de caminos. Podemos ir por mas represión, más espionaje, obviamente, hay que tomar medidas contra el terrorismo, pero espiar y restringir las libertades de todos los ciudadanos no es para nada una solución. Yo pienso que, es necesario, frente al terrorismo, no menos libertad sino más libertad. Y esto pasa por la libertad de debatir, esto pasa por la libertad de informarse. Y en este sentido yo he visto una cosa alentadora en uno de los debates del fin de semana en la televisión francesa, es la actriz francesa Catherine Frot que ha declarado:

«Me di cuenta que no comprendía nada y pienso que no soy la única a no comprender nada de esta historia, del pasado y del presente de esta historia en la cual estamos. Y me dije que tenía ganas de cultivarme, que hoy los jóvenes tenían interés por cultivarse, por comprender el sentido de la historia.»

Creo que ese es un llamado fundamental, para poder comprender la situación, para poder pesar sobre las decisiones debemos cultivarnos, formarnos para comprender la historia, para comprender los intereses económicos y estratégicos que están en todos estos conflictos, y para comprender los principios de la propaganda de guerra, es decir, la forma en la que nos manipulan. En Invetig’Action, una parte de nuestro trabajo, al lado de la Newsletter, del sitio web y la cadena de videos que es en formación, hacemos libros referidos a esto para que cada uno pueda formarse y ser capaz de debatir alrededor de sí mismo y de sobrepasar los medios mentirosos que escuchamos. Por ejemplo, La stratégie du chaos con Mohamed Hassan, todo un capítulo sobre Arabia Saudita, ¿Qué es el wahabismo, qué rol desempeñan y cuál es el lugar de Arabia Saudita en alianza con Israel y en las manos de los Estados Unidos?

O Syriana de Bahar Kimyongür quien explicaba, hace ya cuatro años, que son efectivamente terroristas que fueron usados y que las manifestaciones democráticas de partida y las manifestaciones sociales con respecto a la política del gobierno sirio que era legitimo, fueron enseguida utilizadas y transformadas, corrompidas hacia una violencia terrorista porque lo que se quería no era la democracia en Siria, sino tomar el control de Siria. En Libye, OTAN et médiamensonges : Manuel de contre-propagande, yo había analizado las verdaderas razones de la guerra contra Siria, contra Libia, disculpen, y explicaba que los Libios no estaban para nada liberados, pero que iban a enterrarse en el infierno como Irak y lamentablemente es lo que pasó.

En Jihad, made in USA, Grégoire Lalieu y Mohamed Hassan explican lo que pasó verdaderamente en Siria y en Egipto, explican también que no hay un sólo islamismo, que es un concepto vago y confuso, sino que en realidad hay varias corrientes, muy contradictorias entre . Hay islamistas que están en las manos de los Estado Unidos y hay quienes los combaten. Por lo tanto, hay que analizar esto de una manera fina y precisa.

Recientemente, Arabesque$, una investigación sobre el rol de los EEUU en la revuelta árabe de Ahmed Bensaada, es un análisis muy interesante para ver cómo los EEUU controlaron y manipularon los ciberactivistas y los movimientos de protesta en Egipto y en Túnez, para hacer de cuenta que se cambian las marionetas, pero que nada cambia y que sus intereses económicos sean preservados.

Y en Je suis ou je ne suis pas Charlie ? yo he estudiado el fenómeno de la islamofobia, los problemas de la inmigración y describo la complicidad permanente, desde hace 30 años, entre los EEUU y el terrorismo. La utilización del terrorismo por los EEUU. Y quisiera decir que mis fuentes en este libro son únicamente fuentes que provienen de los EEUU, obviamente.

Para terminar hago un llamado. Estamos en un cruce de caminos. El mundo está cambiando muy rápida y brutalmente. Esto puede bascular en el sentido de aún más peligro, aún mas guerra, y es eso lo que algunos quisieran. Utilizando los atentados de Paris como un pretexto para ir a invadir Siria y recolonizar todo Oriente Medio y luego ocuparse de Hezbo, Hamas, la resistencia palestina y a todo aquel que no se ponga de rodillas. Puede ir en ese sentido, más guerra y entonces más atentados y más terrorismo, o puede ir en el sentido contrario.

Comenzar a tomar conciencia de que esto ya no puedo continuar, que debemos escapar de este espiral, de este engranaje. Que debemos restablecer la fraternidad y el dialogo sin importar la religión ni los orígenes ni la cultura. Que debemos intentar comprendernos, y que debemos intentar comprender, todos juntos, como poner fin a la guerra. Poner fin a los atentados. Cómo podemos ir hacia un periodo que será marcado por la paz, la justicia, el progreso. Y eso, para mí, la lucha por la paz, pasa por una lucha por una información correcta.

¡Muchas gracias!

Michel Collon
 16 de noviembre de 2015, Molenbeek (Bruselas)

martes, 11 de noviembre de 2014

«Las razas biológicas nunca existieron»

 

10 noviembre 2014

«Las razas biológicas no existen y nunca existieron», sostiene en su libro El mito de la raza el antropólogo estadounidense Robert W. Sussman, para el que la idea de la raza no se basa en una realidad científica.

Sussman explora en su libro cómo surgió la idea de la raza, venenosa y falsa según él, y cómo se convirtió en una construcción social de las justificaciones bíblicas y los estudios pseudocientíficos.

En su libro el antropólogo rastrea los orígenes de la ideología racista moderna hasta la Inquisición española, llegando a la conclusión de que las teorías de la degeneración racial del siglo XVI se convirtieron en una justificación crucial para el imperialismo occidental y la esclavitud. En el siglo XIX, estas teorías se fusionaron con el darwinismo para derivar en el influyente movimiento eugenésico. Creyendo que los rasgos de la forma craneal y la inteligencia eran inmutables, los eugenistas desarrollaron jerarquías que clasifican ciertas razas, especialmente las de piel clara de los arios, como una raza superior a los demás, explica en su libro El mito de la raza.

Estos ideólogos propusieron programas para probar la inteligencia, la cría selectiva o la esterilización, que alimentaron directamente en el genocidio nazi. A pesar de que la eugenesia está actualmente ampliamente desacreditada, algunos grupos y personas la usan hoy como base científica de suposiciones racistas viejas.

«Durante los últimos 500 años, las personas aprendieron cómo interpretar y entender el racismo. El racismo está en nuestra vida cotidiana. Nos han dicho que hay cosas muy específicas que se relacionan con la raza, como la inteligencia, la conducta sexual, las tasas de natalidad, la agresión, el altruismo e incluso el tamaño del cerebro. Hemos aprendido que las carreras están estructuradas en un orden jerárquico y que algunas razas son mejores que otros», sostiene Sussman en su artículo sobre el libro en Newsweek.

«Incluso si usted no es un racista, su vida se ve afectada por esta estructura ordenada. Nacemos en una sociedad racista. Lo que muchas personas no se dan cuenta es que esta estructura racial no se basa en la realidad. Los antropólogos han demostrado desde hace muchos años que no existe una realidad biológica de la raza humana», concluye.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Sudáfrica: El nuevo apartheid



21/04/13

Un grupo de trabajadores de la construcción se relaja sentados en la acera en el centro de Ciudad de El Cabo, disfrutando de su almuerzo. Cada minuto es precioso, nadie tiene prisa por volver al trabajo. «Nos pagan con cacahuetes», dice un albañil con un diente de oro. Con un sueldo equivalente a 1.470 dólares al mes, su situación no es tan mala. En el período previo a la Copa del Mundo de Futbol de 2010, los sindicatos de la construcción consiguieron aumentos salariales del 13 a 16% con la amenaza de no acabar las obras a tiempo. Son la excepción.

Desde el 16 de agosto la tensión ha sido extrema en Sudáfrica. Ese día la policía mató a 34 huelguistas en la mina de platino de Lonmin en Marikana, cerca de Johannesburgo, un incidente de gran importancia simbólica, porque el que las fuerzas de la ley disparasen contra los manifestantes recordó a todos la era del apartheid. Sin embargo, Sudáfrica es ahora un estado democrático y multirracial, que gobierna desde 1994 el Congreso Nacional Africano (ANC). Los huelguistas fueron parte de su base electoral histórica, la mayoría pobre y negra de Sudáfrica. Según las cifras oficiales, los hogares pobres (62% negros, 33% mestizos) representan la mitad de la población (25,5 millones) de este país industrializado, el único mercado emergente en el África sub-sahariana.

La reacción a la matanza Marikana recuerda la masacre de Sharpeville, el 21 de marzo de 1960, cuando las fuerzas del régimen del apartheid (1948-1991) mataron a 69 personas de raza negra en esa localidad, a 60 kilómetros de Johannesburgo. Se habían manifestado contra la obligación de los «no-blancos» de llevar siempre sus permisos de residencia fuera de sus zonas de origen o áreas designadas. Cuando la noticia llegó a Ciudad del Cabo, los manifestantes en el barrio negro de Langa quemaron los edificios públicos.

Desde Marikana ha habido huelgas salvajes en las minas, los transportes y las explotaciones agrícolas. Los trabajadores agrícolas en la provincia de El Cabo Occidental han exigido que su salario se duplique, desde un salario mínimo de 75 rand por día a 150 rands (20 dólares). Ha habido enfrentamientos con la policía, quema de viñedos y saqueo de tiendas. Los trabajadores han sido despedidos, pero no hay diálogo social. En noviembre dos jornaleros fueron asesinados durante una manifestación en la localidad de De Doorns, a 180 kilómetros de Ciudad de El Cabo.

Los mineros Lonmin habían exigido un aumento salarial de 540 a 1.620 dólares al mes. Después de una huelga de seis semanas, consiguieron un aumento del 22% y un bono de 255 dólares. Con la ayuda del Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (COSATU), los trabajadores del campo de la zona de De Doorns consiguieron un aumento del 52% en febrero, con lo que su sueldo es ahora de 105 rand (13,50 dólares) al día. «Es como la propagación del cáncer», cuenta Andile Ndamase, un delegado sindical en una empresa de cemento en Ciudad del Cabo y miembro desengañado del ANC. «Los disturbios comenzaron mucho antes de Marikana, y desde entonces sólo ha empeorado. Luchamos por un mañana mejor, y nos estamos cansando de esperar que llegue».

Herencia política

La lucha social es parte de la herencia política de la época del apartheid. Los sindicatos negros afiliados a COSATU fueron legalizados en 1985 por un régimen racista que tenía la espalda contra la pared y necesitaba socios con los que negociar. Mientras Nelson Mandela estaba aún en la cárcel y el ANC prohibido, Cosatu participaba en un gran movimiento de protesta. Sus llamamientos a una huelga general nacional contribuyó a paralizar la economía de Sudáfrica, bajo la presión de las sanciones internacionales desde 1985.

Hoy los sindicatos negros, que tienen 2,2 millones de afiliados, exigen políticas sociales reales del Gobierno y mejores condiciones de trabajo para todos. Sin embargo, los sindicatos están en el Gobierno. En 1990 Cosatu, el Partido Comunista de Sudáfrica y el ANC formaron una alianza «revolucionaria» tripartita para un cambio social profundo. El ala izquierda del ANC se compone de comunistas y sindicalistas, a los que el ANC trata de controlar cooptándoles a puestos clave. Muchos dirigentes del Partido Comunista ocupan importantes puestos ministeriales y representantes de Cosatu se sientan en el comité ejecutivo nacional del ANC. Esto socava la credibilidad de su oposición a la política económica neoliberal del ANC.

¿Veremos el cambio?

A primera hora de la mañana, la estación de tren de Khayelitsha, el mayor barrio negro de Ciudad del Cabo, esta llena de gente que compra billetes. Un viaje de ida a la ciudad cuesta 8,50 rand (1,15 dólares), un abono de transporte público mensual 13,50 dólares, 5% del salario medio de un guardia de seguridad privado (270 dólares). En el tren, las mujeres recuperan sueño con una cabezada, mientras que los vendedores se pasean arriba y abajo vendiendo patatas fritas, refrescos, calcetines y pendientes. En Ciudad de El Cabo, muchos de los pasajeros se dirigen a la estación de autobuses, en la parte de arriba de la estación de tren, donde minibuses y taxis esperan para trasladarlos a los suburbios residenciales blancos en los que trabajan. Estos taxis privados compensan las importantes deficiencias del sistema de transporte público. Desde el amanecer hasta el anochecer cubren la mayor parte de las necesidades de transporte de los sudafricanos negros que no poseen un coche. El viaje cuesta 5 rand.

«Me temo que las ruedas se están saliendo», dice Sipho Dlamini, de 60 años, refiriéndose a la situación política. Se describe a sí mismo como un héroe anónimo de la lucha contra el apartheid. Como miembro del ala militar del ANC, el MK, pasó la mayor parte de su vida luchando por ver el cambio. («En nuestra vida» era una consigna de los sudafricanos de los años 1980, recordando a las generaciones que habían luchado sin conseguirlo desde que el ANC fue fundada en 1912.) Dlamini esta decepcionado, no sólo por la corrupción de la élite negra, sino también por los disturbios: «Ocurren tan a menudo, que nadie les hace caso». Los datos policiales revelan que Sudáfrica tuvo un promedio de tres motines al día entre 2009 y 2012. Lo que supone un aumento del 40% en 2004-2009, según el sociólogo Peter Alexander, de la Universidad de Johannesburgo.

El problema en Marikana fue provocado por una gran injusticia: los capataces de la mina Lonmin consiguieron un aumento de sueldo, pero no los picadores que sacan el mineral. Otro problema es la utilización creciente por parte de la dirección de la mina de contratistas privados de mano de obra temporal para debilitar el poder de los sindicatos. Cosatu ha condenado esta práctica, pero mira para otro lado. Sus amigos del ANC —incluyendo el director de la gran empresa JIC de Servicios Mineros, Duduzane Zuma, hijo del presidente de Sudáfrica— tienen amplios intereses en la industria minera.

El Sindicato Nacional de Mineros (NUM), afiliado a Cosatu, es uno de los mayores sindicatos, con más de 310.000 afiliados. En Marikana fue por primera vez incapaz de manejar un conflicto laboral, y la Asociación Sindical de Mineros y trabajadores de la Construcción (una escisión del NUM) asumió la dirección del movimiento de protesta, prometiendo un aumento salarial del 300%.

La falta de diálogo social es casi total en el sector minero. Incluso después de la tragedia, la dirección de Lonmin mantuvo su ultimátum a los mineros para que volviesen al trabajo y su amenaza de despedirlos. No se trata solo de un vestigio de apartheid. «La politización de los conflictos sociales, que socavan la autoridad del ANC y sus dirigentes, asustan a los grandes grupos mineros», segúnThaven Govender, un joven importador y comercializador de equipos de minería. «De hecho, todo el mundo —los huelguistas, los sindicatos y el ANC— perderán como resultado de este embrollo. Las grandes empresas mineras emplean a personas porque el trabajo es barato en Sudáfrica. Pero para evitar otro Marikana, van a mecanizar las operaciones y reducir plantillas tan rápido como sea posible». En enero, la empresa Anglo-American Platinum, que también tuvo huelgas del año pasado, anunció una reducción 14.000 empleos en dos de sus minas, alrededor del 3% de su fuerza de trabajo.

El presidente Jacob Zuma visitó Marikana, pero unos días después de los asesinatos. No se entrevistó con los mineros y habló sólo con la dirección de Lonmin. Su rival político Julius Malema, de 31 años, ex presidente de la Liga Juvenil del ANC, expulsado del ANC en abril del año pasado por «falta de disciplina», lo aprovechó. Malema, que se ha convertido en el portavoz de los miembros de base decepcionados del ANC, ha hecho suya la causa de los huelguistas. Les acompaño a los tribunales, donde 270 fueron acusados inicialmente de asesinato en virtud de una antigua ley antidisturbios del régimen del apartheid (los manifestantes podían ser acusados de asesinato, alegando que habían provocado a las fuerzas de seguridad). Ante la protesta pública, los cargos fueron retirados y se creó una comisión de investigación. Malema aprovechó la oportunidad para defender la nacionalización del sector minero y denunciar la connivencia entre el Gobierno, la burguesía negra, los sindicatos y las empresas «sobradas de capital» (es decir, la corrupción legalizada).

«Somos libres sólo en el papel»

Los observadores se preguntan que estallará primero bajo la presión social: la ANC o Cosatu. Pero las fuerzas implicadas son mucho más complejas que lo que pueda explicar una simple polarización izquierda-derecha, y están impidiendo la escisión.

Nada de esto le interesa a Dumisane Goge, 20 años, que «nació libre» después de la caída del régimen del apartheid. No tiene la menor intención de votar en las próximas elecciones generales, en 2014: «Somos libres sólo en el papel», dice. «El derecho de voto no tiene sentido cuando hay que elegir entre el ANC y el ANC.» Cuando tenía 16 años pasó cuatro meses en prisión por robar con unos amigos en una tienda. Decidido a no volver a la cárcel, retomó sus estudios, pasó sus exámenes de bachillerato y se matriculó en un curso de marketing en Ciudad de El Cabo, que paga trabajando a tiempo parcial en una gasolinera. Él no espera nada de los políticos profesionales y le indigna que «Zuma está construyendo un palacio que costará 240 millones de rand [ 31 millones de dólares ] en Nkandla, su pueblo natal en KwaZulu-Natal, cuando los niños en las escuelas no tienen ni siquiera libros de texto».

La burguesía negra de Sudáfrica vive lejos de las ciudades-miseria segregadas (townships), y no gastan ni invierten allí su dinero. Su gusto por el lujo y la riqueza se puso de manifiesto en el periodo de Thabo Mbeki (presidente de 1999 a 2008), gracias al rápido crecimiento económico de la década del 2000. Pero desde que Zuma llegó al poder en 2009, el arzobispo Desmond Tutu y el Consejo de las Iglesias de Sudáfrica han estado denunciando una «decadencia moral» mucho más preocupante que el precio de las gafas de sol que llevan los «revolucionarios Gucci». «Es muy evidente que muchas relaciones sociales están motivadas por la codicia», dice un abogado de negocios negro, que pidió permanecer en el anonimato. «La gente habla de sexo en las cenas, y no sólo en relación con nuestro presidente polígamo. La corrupción es generalizada...» Un ex alto ejecutivo de De Beers acusado de corrupción respondió: «Usted no consigue nada por mahala [nada]».

Al igual que los disturbios de los pobres, los asesinatos políticos no aparecen en las primeras páginas de los periódicos en Sudáfrica. Sin embargo, en las regiones de KwaZulu-Natal, Limpopo y Mpumalanga, la gente mata por puestos en la administración en los que es probable que les ofrezcan sobornos y jugosas comisiones a cambio de contratos públicos de obras. Lydia Polgreen, directora de la oficina de Johannesburgo del New York Times, se ha ganado los odios del ANC escribiendo sobre este fenómeno.

La creciente violencia es preocupante en un país que sigue siendo un modelo de democracia en África. Antes del último congreso del ANC, en diciembre, los afiliados llegaron a las manos en la selección de los delegados. Se tiraron sillas en la provincia de El Cabo Oriental, hubo peleas a puñetazos en la Provincia del Noroeste y una banda armada interrumpió una reunión del ANC en un municipio en East Rand, cerca de Johannesburgo. Los simpatizantes de Zuma amenazaron con atacar violentamente a los partidarios del vicepresidente Kgalema Motlanthe, que presentaba su candidatura a la presidencia del partido. La afiliación del ANC ha crecido rápidamente en los últimos meses, lo que ha provocado rumores de que han sido «votos fantasma» los que han dado la victoria a Zuma. Las encuestas de opinión daban la ventaja a Motlanthe, que tiene una imagen de mayor integridad.

El ANC, que ganó las dos tercios de los votos en las primeras elecciones democráticas de Sudáfrica en 1994, actúa a la vez como Gobierno y oposición, ante la falta de otros partidos capaces de hacer oír su voz en el debate. Sólo la Alianza Democrática tiene peso propio. Está liderada por Helen Zille, de 61 años, una mujer blanca, ex alcaldesa de Ciudad de El Cabo y actualmente el primera ministra de la región de El Cabo Occidental. El partido tiene afiliados blancos y mestizos, pero mucho menos éxito entre la población negra. Con el 16,6% de los votos en 2009, sólo tiene 67 de los 400 escaños en el Parlamento de Sudáfrica, mientras que el ANC tiene 264.

Decisiones detrás de las cortinas

Años de clandestinidad, sospechas e infiltrados de la rama especial de la policía del régimen de apartheid han creado una cultura política peculiar en el ANC. «Las cosas importantes se deciden tras bambalinas, no en público», según el politólogo sudafricano William Gumede. La unidad de la organización es sacrosanta, aunque el enemigo de ayer, los «Nats» afrikaners (Partido Nacional), han desaparecido de la escena política. Hacer pública cualquier disidencia interna sigue siendo tabú, y la relación del ANC con la prensa es tensa.

Los militantes del ala izquierda del partido que creen que está traicionando sus ideales a menudo se expresan en un lenguaje velado. El secretario general de Cosatu, Zwelinzima Vavi, que se cuenta entre los mayores críticos de Zuma, es más directo. Ha atacado «la corrupción, la mediocridad, las malas políticas» del ANC y lo acusó de ser un partido que solo defiende «chorradas inconsecuentes... se trata de vuelos aéreos, libros de texto, o la corrupción», en referencia a la falta de rendición de cuentas en los niveles más altos del partido. Sospechan de él que quiere promover un partido opositor y ha recibido amenazas de muerte.

La lucha de poder dentro del ANC son insidiosas y violentas. Después de vencer a su rival para la presidencia Cyril Ramaphosa en la década de 1990, Mbeki cesó a Zuma, su vicepresidente, que fue juzgado por violación y corrupción. Poco le costó a Zuma presentar las acusaciones como otra conspiración maquiavélica de un jefe de estado conocido por sus trucos sucios. Lo que le permitió movilizar un amplio apoyo.

Mbeki, un tecnócrata educado en el Reino Unido, era visto como un político poco carismático, sin contacto con la gente corriente e incapaz de aceptar críticas. Zuma se presentó como un auténtico zulu: un polígamo —como algunos jefes de aldea en KwaZulu-Natal, pero muy pocos habitantes de las ciudades—, que había ganado sus galones en combate. Sus amigos se referían a él como un «verdadero africano» y un «titán político». Su victoria electoral dejó al ANC profundamente dividido tras el congreso de Polokwane en 2007. El primer signo de disidencia se produjo en octubre de 2008, cuando Mosiuoa «Terror» Lekota, un antiguo ministro leal a Mbeki, fundó un nuevo partido, el Congreso del Pueblo. Fue calificado de inmediato de traidor por el ANC y sólo obtuvo el 7,42% de los votos en las elecciones generales de 2009.

A la defensiva

Desde Marikana, Zuma ha repetido en diversas ocasiones que no hay una crisis de liderazgo en Sudáfrica. Cuando no se refugia negándolo, está a la defensiva. Se esconde detrás de las canciones de lucha contra el apartheid como Umshini Wam («Traedme mi ametralladora») y Somlandela Luthuli («Seguiremos a Luthuli», el único otro zulu que ha sido presidente del ANC), y se defiende a golpe de estadísticas, como el número de nuevas viviendas construidas y el de familias que ahora tienen agua y electricidad, aunque nunca mencione el número de empleos creados o de sudafricanos negros que se han graduado en la Universidad.

El desempleo es oficialmente del 25,5% y las desigualdades sociales casi no disminuyen. Los «diamantes negros» —la clase media negra que surgió en la década del 2000 y en la que los economistas tenían tan grandes expectativas— han resultado ser sólo «zircs cúbicos» (cubic zirconia, diamantes falsos) como los llaman sus críticos más acerbos. De acuerdo con el economista de izquierda afrikaner Salomón Johannes Terreblanche, «las políticas del ANC han creado una elite negra de 2 millones de personas, y una clase media de 6 millones. La brecha entre estos 8 millones de negros ricos y los 20-25 millones de personas pobres ha crecido peligrosamente».

Veinte años después del fin del apartheid, en Sudáfrica los blancos siguen ganando más que los negros: seis veces más, de acuerdo con el censo de 2011; su ingreso medio es de 49.275 dólares, comparado con los 8.100 dólares de las familias negras. No existe un salario mínimo nacional, pero hay distintos salarios mínimos en ocupaciones identificadas por el Gobierno como las más vulnerables, donde los sindicatos son menos activos y los trabajadores están a merced de sus empleadores: el servicio doméstico, los trabajadores agrícolas, trabajadores de limpieza, seguridad privada, taxistas y trabajadores del comercio minorista. El último aumento de sueldo de los funcionarios públicos fue en diciembre de 2011, cuando el salario mínimo se aumentó a 1.625,70 rands (216 dólares) al mes para aquellos que trabajan más de 27 horas a la semana y 1.152,32 rands (155 dólares) para los que trabajan menos de 27 horas.

Las ayudas sociales —la subvención por hijos y las prestaciones de vejez— son la única fuente de ingresos de 54,7% de los hogares pobres, de acuerdo con los resultados de una encuesta realizada en noviembre por el Servicio de Estadísticas de Sudáfrica. La encuesta también reveló que uno de cada cuatro sudafricanos no tiene suficiente para comer. Varios ministros del ANC se han opuesto a la introducción de una Renta Básica Garantizada (BIG), un ingreso mínimo para los adultos físicamente capaces, ya sean empleados o desempleados, porque lo consideran un subsidio al «alcoholismo y la lotería». Después de más de una década de debates, el BIG aún no ha sido legislado.

Mientras tanto, la desesperación es evidente. En Khayelitsha, algunos ahogan sus penas con música gospel, otros con dagga (marihuana), mandrax (metacualona) o tik (metanfetaminas).



* Sabine Cessou, periodista, ha sido corresponsal de Liberation en Johannesburgo (1998-2003), y co-autora de Winnie Mandela. L´âme Notre de L´Afrique du Sud, Johannesburg. La fin de l´apartheid y Afrique du Sud.