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lunes, 26 de marzo de 2012

Criminalizar al disidente, el arma más potente

Comunicado de la Federación Obrera Regional Argentina frente a la nueva Ley Antiterrorista

Asociar la disidencia con la violencia es uno de los métodos más eficaces para acabar con cualquier atisbo de resistencia social, ya que amparándose en la defensa de la seguridad ciudadana, los gobiernos han encontrado un pretexto recurrente para aniquilar los derechos más elementales.

Acatando el consejo estadounidense que amenazaba con excluir a Argentina de la lista de países «confiables para los inversores», se ha promulgado una Ley Antiterrorista, que calcando el patrón diseñado desde hace décadas por las nefastas democracias neoliberales europeas, esconde una clara voluntad represiva contra militantes y luchadores sociales.

La normativa, basada en definiciones laxas, tipifica como terroristas actos sobre los que ni siquiera existe un consenso jurídico generalizado como las conexiones internacionales, la apología o la pertenencia a asociaciones ilícitas. Dicho de otro modo, bajo el telón del «terrorismo» se está enmascarando la criminalización de los cortes de ruta, el escrache, la solidaridad con detenidos políticos o reclamos tan básicos como la libertad sindical ya que «buscan obligar a un gobierno a cometer un acto».

Sin embargo, pese a que el abanico de posibles terroristas se ha ampliado de manera notable, no se encuentran incluidos en la Ley los dos actos de terrorismo más comunes en Argentina: el de Estado y el Patronal, que «mediante la comisión de delitos se proponen aterrorizar a la población, contando con armas y medios para poner en peligro la vida o integridad de un número indeterminado de personas».

Los casos de gatillo fácil, la muerte de militantes a manos de patotas sindicales, el trabajo en negro o lo precariedad laboral seguirán siendo delitos menores y por supuesto incomparables con actos tan peligrosos como manifestarse exigiendo mejores salariales o repartir panfletos que denuncien la brutalidad policial.

Así las cosas, a partir de ahora, todos somos terroristas o sospechosos de serlo hasta que se demuestre lo contrario. Mientras tanto, los verdaderos terroristas seguirán sentados en el Congreso y el Senado legislando.


domingo, 11 de marzo de 2012

Anarcocapitalismo: la mentira intolerable

Un nuevo peligro acecha a la humanidad y nosotros sin saberlo. Menos mal que la señora Cristina Fernández alertó en Cannes sobre la amenaza que se cierne sobre nosotros: el avance del anarcocapitalismo. Este concepto, encubierto de manera semántica, no es otra cosa que la defensa de la propiedad privada a ultranza aboliendo al Estado para la creación de un mercado de comercialización exclusivo de los privados. Se maquilla la propia naturaleza del Estado que se basa en la explotación del hombre por el hombre. Nada tiene que ver con el ideal anarquista, que fue la génesis del movimiento obrero a nivel mundial.

Pero, afortunadamente, en la conferencia de los 20 miembros más poderosos del mundo, la señora tuvo la gentileza de anunciar su catastrófico vaticinio ante quienes pueden salvar a la humanidad de tan siniestro destino. Así que todos podemos dormir tranquilos porque gracias a su bondadoso gesto, los «superhéroes» evitarán la desgracia emprendiendo una cruzada para restaurar el «capitalismo en serio»

Entendemos, entonces, que el capitalismo en serio que pregona la señora es el de los sueldos de miseria, la tercerización, la abismal brecha entre ricos y pobres, el destierro de los pueblos originarios y el saqueo de la riqueza del suelo, entre otros atentados contra la humanidad y la tierra. Efectivamente, señora Cristina, usted está proponiendo un capitalismo en serio: el que rige actualmente.

Cristina Fernández pasará a la historia no sólo por avivar un trasnochado concepto económico, sino también por reafirmar la condición de esclavitud de los trabajadores. Toda una declaración de principios de quien se jacta de encabezar un proyecto «integrador y popular». A no ser que el pueblo despierte y se le acabe el negocio.

Estamos acostumbrados a la desvirtuación del concepto «anarquismo», pero lo de Cannes es una vuelta de tuerca intolerable.

El anarquismo lleva dos siglos luchando por la libre organización de trabajadores de forma horizontal, un sistema económico igualitario y una sociedad sin clases. Y eso sí que es una amenaza en serio.

La anarquía es el orden sin gobierno y sin Estado; el capitalismo, cualesquiera sean sus formas, neoliberal o keynesiano, es la esclavitud. El primero, a las leyes del mercado; y el segundo, al Estado omnipotente y omnipresente. Los que defienden el keynesianismo nunca han dejado de pactar con el neoliberalismo. La anarquía es la abolición de todas las formas de capitalismo. Es la sociedad libre de productores libres. Para la anarquía, la propiedad es un robo en todas sus formas.

Federación Obrera Regional Argentina (FORA)
Adherida a la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT)