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jueves, 22 de septiembre de 2022

Libertad política


Por RICARDO FLORES MAGÓN

Deseamos que nuestros compañeros los desheredados se penetren bien de lo que es la libertad política y los beneficios que puede reportar a los pueblos. Nosotros tenemos la convicción de que la libertad política por si sola es impotente para hacer la felicidad de los pueblos, y es por eso por lo que trabajamos con empeño por hacer entender al pueblo que su verdadero interés es el de trabajar por la libertad económica, que es la base de todas las libertades, el cimiento sólido sobre el cual puede construirse el grandioso edificio de la emancipación humana.

La libertad política da al hombre el derecho de pensar, el derecho de emitir su pensamiento, el derecho de reunirse, el derecho de ejercer el oficio, profesión o industria que le acomode, el derecho de transitar libremente por el territorio nacional, y entre otros muchos derechos y prerrogativas tiene el derecho de votar y ser votado para los cargos públicos de elección popular. En cambio de estas libertades vienen las obligaciones, siendo las principales: el pago de contribuciones para los gastos públicos, el servicio gratuito a las autoridades cuando éstas necesiten el auxilio de los ciudadanos, la obligación de servir como soldado.

Ya hemos explicado otras veces que la inferioridad social del proletario y del pobre en general hace completamente ilusoria la libertad política, esto es, no puede gozar de ella. La ignorancia y la miseria inhabilitan al hombre para pensar y emitir sus pensamientos, y aun cuando lograse pensar y emitir sus pensamientos, serían éstos de una inferioridad intelectual tan marcada que su influencia seria nula por la imposibilidad de hacerlos preponderar sobre la brillante argumentación de los hombres instruidos. Intelectualmente, pues, el proletario está subordinado a las inteligencias de los hombres cultos que por el hecho mismo de su cultura gozan de comodidades y tienen, por lo tanto, ideales que corresponden a la vida fácil de las clases altas de la sociedad, cuyo interés en conservar esas facilidades de existencia que no se fundan en un principio de igualdad y de justicia sociales, sino en la desigualdad misma, en el hecho de la diferencia dé facilidades de existencia entre las clases alta y baja de la sociedad. Se ve, por esto, que la libre emisión del pensamiento aprovecha casi exclusivamente a las clases altas. El derecho de reunión es igualmente ilusorio para el proletariado en virtud de su inferioridad intelectual que lo subordina, naturalmente, lógicamente, a las clases cultas, que, si se trata de reuniones políticas, se sirve de la masa como fuerza numérica para decidir una contienda electoral, o para hacer variar de política a un gobierno o simplemente de tablado sobre el cual exhibirse y brillar mejor.

Ilusorio es, igualmente, el derecho de ejercer el oficio, profesión o industria que se quiera. La ignorancia y la miseria inhabilitan al hombre para entregarse libremente al ejercicio de una profesión, derecho que solamente puede ser disfrutado por las clases altas que tienen dinero para sostener los estudios de sus hijos. Igualmente se necesita poseer bienes de fortuna para establecer una industria. Al proletariado no le queda otro derecho que el de ejercer un oficio, y aun para escoger un oficio se necesita gozar de alguna independencia económica y poseer cierta instrucción, circunstancias que no concurren en la generalidad de los pobres.

Lo que se ha dicho acerca de los derechos políticos aquí enumerados, se puede decir, con ligeras variaciones, de los demás. Para gozar de los derechos políticos se necesitan la independencia económica y la instrucción, y todo hombre que se dedique sinceramente a trabajar por el bienestar del pueblo debe luchar, con todas sus fuerzas, por un cambio de las condiciones políticas y sociales existentes, en otras que garanticen la independencia económica, base de la educación y de la libertad, o que garanticen, al menos, una independencia relativa, gracias a la cual pueda el proletariado unirse, educarse y emanciparse al fin. 

El derecho del voto es también ilusorio por la misma razón que hace ilusorios los demás derechos cuyo conjunto es lo que se llama la libertad política. La ignorancia y la miseria ponen a los pobres en una situación de inferioridad que los subordina, natural y lógicamente, a la actividad política de las clases altas de la sociedad. Por razones de educación, de instrucción y de posición social, las clases altas asumen el papel de directoras en las contiendas electorales. Los individuos de las clases altas, en virtud de su independencia económica, disponen de más tiempo que los proletarios para dedicarse a otras cosas distintas de las ocupaciones ordinarias de la vida, y, todavía más, muchos de los individuos de las clases directoras hacen de la política la ocupación única de su vida. Todo esto contribuye a que el proletariado que, en virtud de verse forzado a trabajar día con día para poder vivir, no puede tomar a su cargo la dirección de las campañas políticas, tenga que subordinarse a los trabajos de las clases directoras, conformándose los trabajadores con hacer el papel de votantes en las farsas electorales. La discusión de los candidatos, la confección de los programas de gobierno, el plan de la campaña electoral, la propaganda y todo lo que requiere actividad y discernimiento, quedan absolutamente a cargo de los directores del movimiento electoral, pues aun en el caso de que se formaran clubes especiales de trabajadores para los trabajos electorales, lo que en ellos se hiciera no seria sino el reflejo de lo que se hace en los clubes electorales de las clases directoras, de los cuales son mero espejo. De todo lo cual resulta que los pobres no tienen otro derecho que el de firmar la boleta electoral y llevarla a las casillas; pero sin conocer, a punto fijo, las cualidades de las personas que tienen que elegir, a quienes sólo conocen por lo que de ellas dicen los propagandistas de las clases directoras.

El derecho de votar se reduce, en tales condiciones, a la tarea de firmar una boleta y llevarla a la casilla, y con ello los trabajadores -y los pobres en general- nada ganan, como no sea el cambiar de amo, amo que no va a trabajar en beneficio de los intereses de los pobres, sino en beneficio de las clases altas de la sociedad, pues éstas fueron las que en verdad hicieron la elección.

He aquí cómo la libertad política, por si sola, no tiene el poder de hacer feliz a ningún pueblo. Lo que urgentemente necesitan no sólo México, sino todos los pueblos cultos de la Tierra, es la libertad económica que es un bien que no se conquista con campañas electorales, sino con la toma de posesión de bienes materiales, tales como la tierra y la dignificación y ennoblecimiento de la clase trabajadora por medio de mejores salarios y menor número de horas de trabajo, cosas que, como lo hemos repetido mucho, darán al proletariado la oportunidad de unirse, de estudiar sus problemas, de educarse y de emanciparse finalmente. 

Por lo expuesto se ve que, en realidad, el pueblo no ejercita, no puede ejercitar los derechos políticos; pero eso no lo descarga de las obligaciones que le impone la ley. No tiene derecho a otra cosa que a morirse de hambre; pero está obligado a pagar las contribuciones para que vivan con holgura precisamente los que lo dominan. El brillante Ejército, los polizontes de todas clases, los funcionarios políticos, judiciales, municipales y administrativos, desde los más altos hasta los más humildes, los miembros de las Cámaras legislativas federales y de los Estados y una caterva de empleados altos y bajos, tienen que ser pagados con las contribuciones de todas clases, aduanales, del Timbre, directas y municipales que pesan exclusivamente sobre los hombros del pobre, porque si bien es cierto que son los ricos los que las pagan por los negocios que tienen entre manos, sacan lo que han pagado al Gobierno encareciendo las rentas de las casas, de las tierras, de los comestibles, de las mercancías en general, siendo, por lo tanto, los pobres, los únicos que tienen que pagar los gastos del Gobierno, entre los que hay que agregar las subvenciones a la Prensa gobiernista, las gratificaciones que acostumbra dar a los más viles y más bajos de los aduladores, y las cantidades que los hombres que gobiernan sacan de las cajas de las oficinas públicas para aumentar sus riquezas.

Pero no es esta la única obligación de los pobres. Entre otras está el servicio gratuito que deben prestar, ya por medio de las rondas para cuidar los intereses de los ricos, ya componiendo las carreteras para que se deslicen mejor los automóviles de los ricos también, y por ese tenor todos los demás servicios, hechos gratuitamente por los de abajo en beneficio de los de arriba, y, como digno remate de la burla con que se paga la candidez de los pueblos, el proletariado debe dar sus mejores hijos al cuartel y sus más bellas hijas al lupanar, para que sus hijos lo asesinen cuando se declare en huelga, o reclame sus derechos y sus hijas sean manchadas por los señoritos, y los viejos también, de la santa burguesía.

Obligaciones, cargas, afrentas, miseria, prostitución, crimen, ignorancia, desunión, ése es el sombrío cortejo de males que sobre el pueblo arroja la libertad política cuando se la considera como la panacea que ha de curar todas las dolencias de la humanidad. La libertad, así, es un edificio sin base sólida e incapaz de tenerse en pie. Lo que el pueblo necesita para gozar de libertades es su emancipación económica, base inconmovible de la verdadera libertad. 

REGENERACIÓN
(12 - noviembre - 1910)

miércoles, 24 de agosto de 2022

Zelenski destroza los derechos laborales de la clase trabajadora ucraniana

El 19 de julio de 2022, el Parlamento ucraniano aprobó las leyes 5371 y 5161. Las organizaciones sindicales del país, en medio de un empobrecimiento y masacre de la población, solicitan todo el apoyo internacional para revertir leyes que atacan de forma directa a la clase trabajadora.

Secretaría de RR.II. de la CGT

Los derechos de muchísimas personas sufrirán un gran retroceso. Este proyecto queda fuera de los convenios de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) atacando directamente normativas como el 132, 158 entre otros.

Lo que más nos llama la atención es que no cumple un mínimo de normas reflejadas en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea; recordemos que, supuestamente, uno de los motivos del conflicto que se vive es la incorporación de Ucrania a Europa.

Este proyecto de ley deja fuera del amparo del Código Laboral de Ucrania a todas las empresas con menos de 250 empleados, que representan más del 80% de las empresas del país. Negando de derechos laborales y sindicales a más del 90% de las personas trabajadoras. Estas leyes discriminan y reducen a los empleados de estas empresas el derecho a negociar convenios colectivos, dejando a la patronal la puerta abierta para fraccionar las grandes empresas y así negarles los derechos laborales a todas las personas trabajadoras del país.

También elimina la limitación de la jornada laboral de 8 horas en la industria. Una medida que, una vez más, refleja una circulación libre y impune del capital y las grandes fortunas. Mientras gobiernos nos imponen fronteras imaginarias.

Además este proyecto de ley priva a los sindicatos ucranianos de denunciar y amparar el despido de trabajadores y delegados sindicales. Dejando en una situación de desamparo a la población trabajadora y a los delegados sindicales que velan por los derechos de estos trabajadores.

Desde CGT denunciamos el intento de los Gobiernos de ampararse en guerras o crisis para denigrar a las personas trabajadoras. Denunciamos a los gobiernos que priorizan el enriquecimiento de una minoría a costa de los derechos de la clase trabajadora, dejándolas siempre en situación de vulnerabilidad ante la patronal. Una vez más, vemos como gobiernos se olvidan de los derechos que tiene el pueblo y que ha costado tantos años de lucha conseguir.

Basta ya de mirar hacia otro lado; que Putin y el Gobierno Ruso sean unos sátrapas sanguinarios, no justifica que el Gobierno Ucraniano de Zelenski se comporte de manera caciquista y dilapide los derechos laborales de la clase trabajadora ucraniana.

Por ello desde CGT solicitamos al Gobierno del Estado Español y a la Unión Europea que demuestre públicamente y de forma contundente la exigencia de la derogación de un proyecto que delimita una la libertad de todas.

 

Fuente: https://rojoynegro.info/articulo/zelenski-destroza-los-derechos-laborales-de-la-clase-trabajadora-ucraniana/

viernes, 15 de abril de 2022

Todos somos RT

JOHN M. ACKERMAN

Quienes hace unos días proclamaban «Todos somos Loret» y hoy celebran la censura a RT, no son más que hipócritas al servicio de los poderes fácticos internacionales y la vieja oligarquía neoliberal mexicana.

El bloqueo a las transmisiones del canal Russia Today (RT) por autoridades europeas, estadunidenses y latinoamericanas, así como por empresas sociodigitales trasnacionales, como Facebook, Twitter, YouTube y Google, ha desenmascarado la falsedad del supuesto compromiso de «Occidente» con la libertad de expresión.

Es indiscutible que RT tiene sesgos en su cobertura informativa y que su línea editorial frecuentemente coincide con la perspectiva oficial del Kremlin. Pero esta situación no lo diferencia de la mayoría de los medios de comunicación de Europa, Estados Unidos y América Latina, cuyas directrices editoriales también suelen alinearse con intereses económicos y proyectos gubernamentales identificables.

La «objetividad» periodística no existe. Tanto las subjetividades de los periodistas como las estructuras de propiedad de los medios de comunicación siempre influyen sobre los contenidos que difunden las empresas mediáticas. Nadie en su sano juicio podría afirmar, por ejemplo, que los reportajes de Fox News, CNN, Televisa o Reforma serían más objetivos que los de RT. Un estudio reciente del Tlatelolco Lab, del PuedjsUNAM, ha revelado que en la cobertura del conflicto entre Rusia y Ucrania la mayoría de los medios mexicanos reproducen «una ideologización prooccidental» en sus coberturas.

 
Y el hecho de que RT reciba financiamiento del gobierno ruso tampoco lo coloca en una categoría aparte. Medios como BBC, France 24, Deutsche Welle, y Al Jazeera también dependen del financiamiento público de sus respectivos gobiernos y, como RT, realizan una labor informativa sumamente profesional.

El buen periodismo no exige «objetividad», sino el despliegue del rigor profesional para evitar la propagación de noticias falsas. No se deben eliminar las subjetividades, sino insistir en la comprobación de fuentes y la investigación a fondo del contexto de los acontecimientos.

Ahora bien, la mejor manera de asegurar que un solo punto de vista no domine el espacio informativo no es con la censura, sino a partir del acceso a la más amplia pluralidad de contenidos y puntos de vista. En este contexto, la labor de canales como RT y Telesur, así como de una infinidad de medios ciudadanos y autogestivos, ha sido esencial al diversificar las diferentes fuentes de información accesibles en México y el mundo.

Por ejemplo, en el contexto de la brutal censura y represión en contra de periodistas críticos e independientes durante los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña, la llegada de RT a México ayudó a romper el cerco mediático. En mi caso particular, la invitación a colaborar con Actualidad RT, la versión en español de RT, fue una oportunidad de oro para superar mi exclusión de la radio y la televisión mexicanas en castigo por mis posiciones críticas hacia el régimen neoliberal. Durante los casi cuatro años que tuve el privilegio de publicar videocolumnas para las redes sociales de RT, de septiembre de 2016 hasta marzo de 2020, pude comprobar el enorme profesionalismo y compromiso del gran equipo del canal.

La guerra sucia no se dejaba esperar. Desde 2017 empezaban a acusarme de ser un «agente ruso» por colaborar con RT. Y posteriormente los mismos voceros del viejo régimen neoliberal quisieron involucrar directamente a Andrés Manuel López Obrador en la supuesta «trama rusa» con base al sólo hecho de que uno de sus «asesores», un servidor, colaboraba con RT.

En general, la censura, como la guerra misma, es la estrategia de los débiles. Así como la invasión de Ucrania por Vladimir Putin revela su desesperación frente al cada vez más agresivo cerco militar de la OTAN, la censura de RT por los principales gobiernos y empresas socio-digitales de Occidente evidencian su enorme inseguridad y vulnerabilidad frente a la opinión pública de sus propios pueblos.

Si Europa y los Estados Unidos estuvieran confiados en el criterio político de sus ciudadanos, no sería necesario eliminar por la fuerza a los competidores mediáticos. Al contrario, la existencia de narrativas alternativas ayudaría a confirmar la perspectiva preferida al poder contrastarla con otras opciones.

Nos encontramos entonces en medio de un importante quiebre histórico no solamente respecto de la geopolítica mundial, sino también en relación con el ecosistema mediático. Así como el conflicto en Ucrania implica el fin del unilateralismo dirigido por el Pentágono, la censura de RT por Occidente simboliza el fin del control unilateral sobre la opinión pública por los medios dominantes.

Estamos ingresando a terrenos totalmente desconocidos que si bien presentan grandes riesgos y peligros, también abren puertas para el establecimiento de un nuevo multilateralismo mundial democrático y una verdadera libertad de expresión en favor de la conciencia social.

LA JORNADA
7 marzo 2022

viernes, 31 de diciembre de 2021

¡Anarquistas contra la Libertad!

Por PAUL CUDENEC

Varias críticas bastante extrañas me han llegado durante las últimas semanas. Por el momento me voy a referir solo a una de ellos, la que me parece la más importante.

Siempre tuve la grata impresión de que la Libertad era una piedra angular intocable de la cosmovisión anarquista. ¡La palabra ciertamente aparece mucho en la literatura y la cultura anarquista! Sin embargo, resulta que a veces la Libertad no es nada bueno, según algunos camaradas con los que he estado intercambiando puntos de vista. Su problema era el concepto de libertad individual, que incluso insistieron en escribir entre comillas para dejar bastante claro su disgusto por el término.

La primera objeción que se les ocurrió fue que la libertad individual era parte del lenguaje de Donald Trump y de los 'libertarianos' armados en los Estados Unidos. Esto significaba, según la habitual antilógica que se ha puesto de moda, que cualquiera que creyera en la libertad individual estaba, por tanto, peligrosamente contaminado con las ideologías de la derecha capitalista estadounidense. Dejando a un lado este absurdo, hay un tema importante que acecha aquí, ya que es cierto que los capitalistas invocan la libertad individual en defensa de su mundo de explotación y desigualdad.

El concepto anarquista de Libertad implica necesariamente también un aspecto colectivo, reconociendo que la libertad del individuo depende de la libertad de la sociedad de la que forma parte. También está la cuestión de la responsabilidad, en el sentido de que los anarquistas no esperan que los individuos busquen su libertad a expensas de los demás, sino que tengan en cuenta su responsabilidad hacia lo que les rodea.

Como ha dicho un escritor anarquista: «La libertad real y la responsabilidad real están tan entrelazadas y son tan interdependientes en su significado que son casi inseparables». El hecho de que ese anarquista fuera yo (en mi libro Forms of Freedom de 2015) debería insinuar fuertemente que, de hecho, no estoy defendiendo el tipo de libertad del «yo primero» promocionado por los libertarianos capitalistas.

Pero esto es lo que aparentemente les pareció a mis críticos, simplemente debido a mi oposición al estado policial surgido del confinamiento global de nuestras libertades básicas impuesto a raíz del pánico generado por el coronavirus. Desde su punto de vista, es irresponsable quejarse de la pérdida de la libertad individual (perdón, «libertad individual») cuando estaba en juego el bien común de la comunidad, en este caso la necesidad de protegernos a nosotros mismos y a los demás del contagio.

No estoy de acuerdo con esto en dos niveles.

1: En el contexto específico de lo que está sucediendo hoy, no acepto que el virus sea una amenaza que justifique el despliegue actual de la represión autoritaria contra nuestras vidas, como ya he dicho. Por lo tanto, la libertad del individuo no está subordinada a una responsabilidad social basada en aceptar lo que es de hecho una sociedad sometida a una ley marcial. Además, debido a se ha exagerado masivamente la peligrosidad del virus como justificación de un acaparamiento totalitario-financiero del poder y la riqueza, la verdadera responsabilidad social está en la dirección opuesta.

Desde mi punto de vista, la libertad del individuo de buscar una vida tranquila simplemente de acuerdo con todo esto, manteniendo la cabeza agachada, queda anulada su responsabilidad de denunciar, desafiar la propaganda, y alertar a la sociedad a lo que está sucediendo e instar a la gente a resistir. Obviamente, desde los puntos de vista de mis críticos, este no es un argumento válido, porque parten del supuesto de que el virus es tan real y tan mortal como nos han dicho constantemente las autoridades y sus medios de comunicación.

Esto, en sí mismo, es profundamente problemático. ¿Qué pasó con eso de «cuestionarlo todo»? No es posible construir una crítica de la opresión sin estar preparado para desafiar las justificaciones utilizadas para justificar esa opresión. El argumento anarquista sobre la responsabilidad colectiva, si se trasplanta al suelo del engaño, crece al revés. La lógica que debería exigir que las personas actúen por el bien común se invierte y, en cambio, sirve para condenar a quienes actúan por el bien común y tratan de exponer el fraude.

2: El segundo nivel de mi desacuerdo con estos críticos se refiere a su interpretación ideológica de la responsabilidad y la libertad. Aquí, me parece que su pensamiento se aleja mucho de la perspectiva anarquista. De hecho, me ocupé de todo esto en Forms of Freedom. Ahora está disponible como pdf gratuito en la web de Winter Oak (al igual que los demás libros que he escrito) y para comprender mi posición con más profundidad, recomiendo echar un vistazo.

Este pasaje sobre la responsabilidad es particularmente relevante:

«Parte de la confusión que rodea al término responsabilidad surge de la manera en que se abusa de él para satisfacer ciertos propósitos. A menudo se confunde con la idea de conformidad u obediencia, no a los intereses de la colectividad, sino algo que se hace pasar por representante de esos intereses.»

Con esto me refería al Estado, por supuesto, como seguí explicando: la entidad que le dice a la gente que su responsabilidad de obedecer órdenes es más importante que su libertad individual. Como señalé en el libro, esta responsabilidad de obedecer la ley nunca se imagina que pueda surgir del juicio de un individuo, por los que se percibe como irresponsabilidad el 'tomar la ley en sus propias manos', sino que se considera necesaria en interés de un colectivo, claramente definido desde arriba en lugar de desde abajo.

Que esa ley sea buena o mala es irrelevante: «Lo importante es que la responsabilidad en cuestión se ve como algo que debe aceptarse independientemente de la libre conciencia de uno, y no como resultado de ella».

«Aquí hay un conflicto importante entre la responsabilidad falsa y la real, entre la responsabilidad impuesta y la libre, entre la responsabilidad dictada desde el exterior y la responsabilidad asumida desde el interior del individuo. En definitiva, quienes proponen una responsabilidad impuesta lo hacen porque temen la responsabilidad real que surge de dentro.

»Se puede invocar una responsabilidad impuesta para exigir obediencia a reglas arbitrarias construidas para defender los intereses egoístas de una minoría que mantiene el control de la riqueza robada mediante la violencia de la autoridad en todas sus formas. Una responsabilidad real bien podría llevar a individuos o comunidades a desafiar esas reglas arbitrarias y la falsa moralidad construida en torno a ellas.»

Quien defiende un deber de responsabilidad colectiva que implica la supresión de la libertad individual no está invocando una responsabilidad real, sino la impuesta.

«El individuo es parte de la colectividad y la colectividad está formada por individuos. Son el mismo ser vivo con los mismos intereses en el fondo

La libertad y la responsabilidad son dos aspectos de una misma cosa y también lo son el individuo y la colectividad. La colectividad necesita que los individuos sean libres, porque sin esa libertad el organismo social estaría muerto.

«Es importante para la colectividad que los individuos sean libres de vivir de acuerdo con las demandas más sutiles de su forma de ser, porque solo así la colectividad también puede vivir de acuerdo con las demandas más sutiles de su forma de ser.

»Una colectividad no puede ser libre a menos que los individuos que la integran sean todos libres. Un individuo no puede ser libre si no vive en una colectividad que es libre, es decir, en la que todos los individuos son libres.»

Dar la espalda a la relación simbiótica entre los intereses individuales y colectivos es darle la espalda al anarquismo. Se trata, de hecho, de adoptar una forma de pensar compartida por el liberalismo y el fascismo, que no son en absoluto los polos opuestos que podrían parecer, como explica este artículo.

Ambos sistemas de control (el primero más sutil que el segundo) se basan en mentiras. Retuercen la verdad, incluso invierten el significado de las palabras para imponer sus propios objetivos, como George Orwell nos mostró tan perfectamente en 1984.

Tanto el liberalismo como el fascismo utilizan un lenguaje que sugiere la plena participación de la población en el funcionamiento de la sociedad, que incluso parece implicar una especie de simbiosis como la antes mencionada. Los liberales etiquetan esta participación como «democracia» y, al menos hasta ahora, se han esforzado mucho para mantener esta ilusión, que es la principal justificación de la legitimidad de su sistema. Pero es solo una farsa, por supuesto. Siempre lo ha sido. El juego está manipulado de muchas maneras y en muchos niveles.

A los fascistas no les gusta el término «democracia» y prefieren hablar de «nación», que supuestamente es la incorporación de los intereses colectivos del pueblo. A veces incluso han robado el lenguaje del organismo social para dar la impresión de que hay algo natural en su sistema. Pero el organismo social, para los fascistas, nunca puede ser una entidad viva de individuos libres que actúen según sus propias conciencias, como lo es para los anarquistas. Su organismo imaginado es más como un robot, bajo el control total del Estado fascista.

La realidad detrás de la falsa democracia de los liberales y el falso organismo de los fascistas es la misma: una élite gobernante que solo pretende actuar en interés de todos. El desprecio por las «masas», por la «turba», por la «gran masa de guarros», el «infrahombre» es compartido por ambos sistemas porque son elitistas y autoritarios. Son sistemas que imponen el control de la clase dominante sobre el pueblo.

Desde la perspectiva de la clase dominante, la idea de que podríamos dirigir nuestras propias vidas y nuestras propias sociedades sin sus estructuras de control es peligrosa. Por eso hablan con miedo de «caer en la anarquía». Su peor pesadilla es que sus esclavos puedan liberarse. Es por eso que a menudo describen la naturaleza humana como egoísta, codiciosa y violenta, por lo que necesitan la mano firme del Estado liberal/fascista para mantenerla bajo control.

Es por eso que a veces prefieren decir que no existe la naturaleza humana en absoluto, rechazando así la idea anarquista empoderadora de que todos nacemos con la capacidad o tendencia natural de vivir de manera cooperativa y más o menos armoniosa.

Un pilar básico del liberalismo/fascismo es que no se puede confiar en nosotros para tomar nuestras propias decisiones, que básicamente somos unos irresponsables y que necesitamos el control y la «protección» de nuestros sabios y benevolentes líderes. Para mantenernos a salvo. De nosotros mismos.

Entonces, ¿por qué actualmente esta libertad viva surgida de la simbiosis individual-colectiva no es aceptada por todos los anarquistas? ¿Por qué vomitan la mentira liberal/fascista de que la libertad individual y el bien colectivo son incompatibles?

El problema, para mí, es que demasiados anarquistas están hoy completamente atrapados en lo que llamé «la restricción de pensamiento inherente del sistema dominante». Este asfixiante nuevo pensamiento contemporáneo niega por completo la sabiduría humana atemporal de la que surgió la filosofía anarquista. Es una forma de pensar que ve a los seres humanos como máquinas programables y maleables. La artificialidad triunfa sobre la autenticidad. Cualquier charla sobre el organismo social se considera reaccionario o próximo al fascismo (una inversión típica, como se señaló anteriormente; consulte también este artículo).

La noción de esencia se descarta de plano, la idea de lo innato puede provocar ataques de pánico, el significado se considera sin sentido, lo natural es algo reaccionario, la ética una construcción artificial, la calidad se considera una ilusión. No hay verdad ni realidad. Dos más dos pueden ser cinco si se adapta a la ideología basada en mentiras («liedology», «mentirología»).

Como escribí, «cualquier forma de pensar fuera de este marco cada vez más estrecho se vuelve imposible en un clima intelectual post-natural, post-humano, post-auténtico que efectivamente constituye una completa parálisis de la mente humana colectiva».

El nuevo pensamiento contemporáneo es binario, unidimensional. No comprende el pensamiento multidimensional y no puede abrazar la paradoja creativa. Solo puede ver la libertad individual y la responsabilidad colectiva como opuestos. Es incapaz de escuchar siquiera, y mucho menos comprender, argumentos del viejo pensamiento que se elevan por encima de sus dogmas vacíos y planos.

En resumen, se está atribuyendo la etiqueta anarquista, y una especie de parodia superficial de la ideología anarquista, a algo que no es anarquismo en absoluto. Este pensamiento pseudoanarquista no ha surgido de la filosofía anarquista y, por lo tanto, nunca puede ser otra cosa que una mala copia del anarquismo, un anarquismo zombi que parece real pero que carece de alma anarquista.

Este falso anarquismo es el enemigo jurado del verdadero anarquismo. Al robar el cuerpo del anarquismo, destierra el anarquismo real del mundo. Siempre que surge el anarquismo real, este anarquismo zombi lo señala con el dedo acusador y lo declara peligroso. Esto es antianarquismo, anarquismo al revés, anarquismo invertido.

He estado hablando de todo esto durante años. A veces me he preguntado si es tan importante como todo eso, si no podría simplemente aceptar algunas diferencias filosóficas con camaradas en aras de trabajar y hacer campaña juntos. Pero ahora que los anarquistas se están enfadando conmigo por creer en la libertad, puedo ver muy claramente aquello que me preocupaba todo el tiempo.

26 abril 2020

(Artículo traducido desde AMOR Y RABIA)