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lunes, 10 de diciembre de 2018

¿Hombres blancos con chalecos amarillos?


Los conservadores de Les Républicains tardaron poco en sumarse al apoyo a los gilets jaunes ('chalecos amarillos'), al ver la envergadura del movimiento. A la izquierda, el Partido Socialista francés se encuentra dividido y Mélenchon y La France Insoumise, acusados de intentar recuperarlo pretenden alinearse con él, animando a las izquierdas a sumarse para superar la «ceguera» que supone no apoyarlo.

La noticia de las numerosas movilizaciones en Francia durante la última semana se ha extendido por Europa, especialmente después de los altercados del pasado sábado. Es difícil recordar protestas tan multitudinarias, continuadas en el tiempo y con tanta relevancia social en este país desde la nuit debout (movimiento de las plazas en Francia que nació a partir de la Loi Travail y que se comparó rápidamente con el 15-M español) o los disturbios de las Banlieues (iniciados en la periferia de París a causa de la muerte de dos jóvenes árabes que se extendieron por toda Francia y parte de Europa, siendo los enfrentamientos con la Policía y la quema de vehículos la expresión del descontento y la frustración de buena parte de la juventud que se sentía excluida). Pero si es difícil encontrar semejanzas entre los dos ejemplos citados, puede que sea más difícil todavía hacerlo con el movimiento de los ‘gilets jaunes’ ('chalecos amarillos').

También las organizaciones que se posicionan a la izquierda de Mélenchon y los sindicatos están desconcertados ante la relevancia de lo que está ocurriendo. Si el 16 de este mes todavía no sabían si convocar o no a la movilización, a lo largo de la semana las posiciones han ido cambiando; en algunos casos para acercarse (NPA, Lutte Ouvrière, PCF) y en otros para plantear una alternativa más verde con los ‘gilets verte’ ('chalecos verdes'), movimiento complementario y con mucho menor seguimiento que centra su protesta en la dimensión ecológica y proponen la mejora de las condiciones salariales, el transporte público y de las movilidades menos contaminantes.

Algo similar ha ocurrido con los sindicatos, con discursos contradictorios desde los diversos sectores de actividad, las direcciones y las bases sindicales. En el transcurso de uno de los conflictos laborales más importantes de los últimos años en Francia, el del sistema ferroviario de la SNCF, las centrales también se movieron en la incertidumbre con respecto a los gilets jaunes. Muchos de los movilizados en este conflicto se sentían cerca de aquéllos; como Fanny, de 31 años, militante de izquierdas con un fuerte discurso de clase y sindical, que en la concentración de Lyon del 17 decía que «mucha gente con la que hemos hablado de la SNCF nos ha dicho que irían a los bloqueos». Sin embargo, la dirección del sindicato CGT se ha movido entre declaraciones contradictorias, unas renegando del movimiento por sus vinculaciones con la extrema derecha y otras de otros dirigentes planteando que el sindicato debe sumarse porque tiene mucha aceptación entre la opinión pública. El sector de transportes de Force Ouvrière ha llamado directamente a sus afiliados y simpatizantes a participar en las protestas, lo contrario que CFDT Transports, el mayoritario en el sector.

El éxito de la convocatoria y su extensión temporal ha hecho que todos los actores políticos y sociales basculen sus posiciones con respecto a la movilización. El Gobierno y En Marche!, su partido, han combinado la contundencia con la matización. Macron les acusó de terrorismo social, pero gente de su partido ha pasado de una oposición frontal a comprender y tolerar sus demandas, aunque rechazando las formas. El propio presidente de la República, tras condenar los altercados violentos de la semana pasada, anunció una reunión para replantear el modelo francés de transición ecológica.

Los gilets jaunes nacieron con un objetivo claro: oponerse a la subida del precio de los carburantes. Se presentaron como un movimiento apolítico y enmarcaron su discurso en la pérdida de poder adquisitivo de las clases medias, centrando sus principales reivindicaciones y soluciones en el ámbito del consumo y pretendiendo, si no una bajada, al menos el mantenimiento de los precios de los carburantes. Este enfoque se nutre del ciudadanismo patriótico francés, cuya simbología (la bandera y el himno nacional) recuperaron, y en los primeros días de movilizaciones no hubo referencias al cambio climático o el ecologismo.

El crecimiento de los gilets jaunes ha tenido como consecuencia la apertura y matización de las posiciones, la incorporación del ecologismo y un mayor acento en los salarios que en la capacidad de compra. También ha hecho menos nítido el perfil de las personas movilizadas, y desde el sábado pasado se han sucedido agresiones racistas y homófobas y violencia contra personas que se quejaban por los bloqueos que han empañado su imagen. El contenido de sus discursos se ha vuelto más político, sumando a la protesta por la pérdida de poder adquisitivo la reivindicación de dimisión de Macron; siempre bajo un lema difuso («démocratie d’avenir», «una democracia de futuro»). Como señalaba en Lyon Edgar, de 42 años: «Cada día pagamos impuestos más altos por todo, así no se puede vivir (...) nos hemos dado cuenta de para quién gobierna Macron».

Justine, una militante de izquierdas de 69 años, ya jubilada, afirmaba: «Aquí hay de todo, gente como nosotros: trabajadores y autónomos y gente con pequeños negocios». Sin embargo, se ha convertido en habitual que militantes de izquierda (y Twitter) llame la atención sobre la presencia preponderante de hombres blancos y su utilización de mensajes racistas, contra los inmigrantes, anti-parlamentarios y contra «la gente que vive a costa del Estado». Como decía Justine: «He escuchado muchas tonterías racistas, pero yo no me he quedado callada».

Los discursos anti-élites, el empeoramiento de las condiciones de vida, el fuerte apego a lo nacional en la simbología y la presencia de discursos xenófobos y anti-inmigración pueden allanar el terreno a la extrema derecha, que desde un primer momento mostró su cercanía al movimiento. Buena parte de la literatura académica que ha investigado este tipo de populismo en Europa ha señalado estas condiciones como óptimas para su aparición y desarrollo. Sus líderes han mostrado su apoyo y hay una presencia frecuente de estética y simbología de extrema derecha en las movilizaciones. Le Pen ha mostrado su compromiso con los gilets jaunes, ha interpelado al Gobierno y ha aumentado el clima de tensión y crispación. Éste ha sido, precisamente, uno de los argumentos de éste para atacarlos y uno de los miedos de la izquierda.

Parece evidente que en Europa la movilización y la auto-organización ya no son terreno exclusivo de la izquierda, pero sería un error considerar a este movimiento como un artefacto de la extrema derecha. No obstante, también es evidente que ésta ha pretendido en los últimos años re-apropiarse de los repertorios de la movilización ciudadana en Europa para llenarlos de contenidos reaccionarios. De esta forma, aunque es difícil juzgar a un grupo de tal envergadura de forma conjunta y sin matices, es innegable que la oscura nube de la extrema derecha viene ensombreciéndolo desde el primer momento. Por este motivo, las diferentes izquierdas están intentando recuperarlo hacia posiciones más centradas en el aumento de los salarios y las condiciones laborales, en las mejoras de los transportes públicos (en pleno conflicto del SNCF) y en la crítica a las políticas neoliberales del Gobierno de Macron.

domingo, 3 de enero de 2016

«La extrema derecha está robando la crítica a la izquierda radical»

PHILIPPE CORCUFF, SOCIÓLOGO,
MIEMBRO DE LA FEDERACIÓN ANARQUISTA

Tras los nuevos avances del Frente Nacional en las elecciones regionales de Francia, Philippe Corcuff aporta un enfoque histórico, sociológico y político sobre la extrema-derechización en marcha y sobre su relación con las crisis de las izquierdas.


Sobre los refugiados, igual que sobre otros temas que atraviesan a la sociedad, los intelectuales se mantienen en silencio. Usted habla de desintelectualización. ¿Qué quiere decir?

Los intelectuales están menos presentes en el paisaje político francés por varias razones. En primer lugar, a la izquierda dominante hoy le interesa más el showbusiness para sus tinglados electorales que los investigadores para sus reflexiones. En segundo lugar, los marcos ideológicos como el marxismo que ligaban a los intelectuales profesionales con el compromiso se han hundido. En tercer lugar, el mundo intelectual bajo el ángulo de la universidad y la investigación se ha vuelto más especializado. Está más al margen de una globalización de los problemas de la sociedad.

De acuerdo, pero el intelectual es un ciudadano de todos modos…

Para intervenir en la sociedad, es necesario tener una visión global. Hoy, el intelectual profesional aparece disperso como todo el mundo en microparcelas, las vistas de conjunto se borran, la acción política se segmenta o patina en una niebla cada vez más espesa.

Otra desaparecida, la izquierda de la izquierda, que, según usted, pierde todos sus puntos de referencia…

La izquierda radical no ha sabido suplir los fracasos neoliberales del Partido Socialista (PS). Peor aún, los atentados de Charlie Hebdo y del supermercado judío revelaron grandes confusiones. Algunos decían que había que ser laico señalando con el dedo sobre todo al islam. Otros respondían que la laicidad es un truco colonial que amenaza principalmente a los musulmanes. Algunos hacían primar la lucha contra el antisemitismo, otros contra la islamofobia y otros contra los fundamentalismos islamistas. Esas divisiones hicieron olvidar la brújula histórica de la izquierda emancipadora: la convergencia de los oprimidos. ¿Acaso es tan difícil ser laico y antirracista, combatir la islamofobia, el antisemitismo y los fundamentalismos islamistas? Con el embrollo de esos debates, la izquierda radical ha entrado en barrena. Grecia ha acelerado ese proceso. He visto en internet comparaciones delirantes entre la supuesta actitud de los «alemanes» en general hacia Grecia y Auschwitz. En definitiva, ¡una crecida de germanofobia con regustos negacionistas! Antes incluso de estos patinazos, estaba esa espera mitológica del «hombre providencial». Tsipras era casi un dios viviente y en algunos días se convirtió en un «cabrón». ¿Qué es esa izquierda que tiene esa necesidad de adorar a dioses humanos y de escupir sobre «traidores» en vez de implicarse en acciones emancipadoras? ¿Y no hemos comprendido finalmente que delegar nuestras esperanzas en profesionales de la política no tiene demasiado que ver con el proyecto democrático?

Usted ha hecho un libro sobre el retorno de los años 30, Les années 30 reviennent et la gauche est dans le brouillard («Los años 30 regresan y la izquierda está en medio de la niebla». ¿Ve a Europa volver a caer en el fascismo y en el nazismo?

Como en los años 30, la extrema derecha trae una solución nacionalista y xenófoba. Tras la crisis de 1929, también hubo dificultades sociales y problemas de refugiados. La construcción antisemita del «problema judío» se presentó como un derivado. Hoy, está la construcción del «problema musulmán», pero también del «problema gitano», y todavía se sigue con el «problema judío»… Pero no creo que se trate de la misma extrema derecha. Si Marine Le Pen llega al poder, los campos de exterminio son poco probables, pero sí son probables fuertes regresiones autoritarias y xenófobas.

De ahí a hacer una analogía…

Nuestros días y los años 30 no son idénticos, pero sí hay parecidos inquietantes. Hay actualmente una 'extrema-derechización' de las mentalidades, una atracción ideológica y política por los temas de la extrema derecha. Incluso si el Frente Nacional no llega nunca al poder, está ya en el centro de la política de partidos, del imaginario político y de las políticas públicas aplicadas tanto por la derecha como por la izquierda. Lo vemos en cuanto se trata de las prácticas musulmanas (velo, comedores escolares, etc.), de los rom (gitanos) o recientemente con los refugiados.

En los años 30, había una confrontación con una izquierda potente que ya no existe.

Hoy hay factores tranquilizadores y agravantes. ¿Tranquilizadores? Por ejemplo, la extrema derecha no está militarizada como ayer. Pero el principal factor agravante es el estado estructural de debilitamiento militante e intelectual de las izquierdas y del sindicalismo. Sin embargo, tras los disturbios fascistizantes de febrero de 1934, se creó el Frente Popular.

En los años 30, personajes como Jacques Doriot pasan de la izquierda a la extrema derecha, pero ahora todavía no ha ocurrido algo así…

Gentes como Philippot simpatizaron con la corriente de Jean-Pierre Chevènement antes de pasarse al Frente Nacional. Un economista que se definía como de izquierda y cercano a Jacques Sapir, Philippe Murer, es asesor de Marine Le Pen. En cuanto a Sapir, contemplando la posibilidad de una alianza con el Frente Nacional, es el paso más avanzado de las seducciones nacional-estatistas en el seno de la izquierda radical. De momento, tenemos algunos Doriot de opereta, pero…

En su libro aparece a menudo la expresión 'teorías de la conspiración'. ¿Los pensamientos conspiracionistas están de moda?

La crítica social clásica se ha apoyado en conceptos pensando estructuras sociales que encierran nuestras existencias como el capitalismo. Para Marx, el capitalismo no son los ricos malos que intentan robar el dinero de los pobres buenos. Es una fuerza impersonal que constriñe a todo el mundo. El capitalismo no es James Bond, sino más bien el entramado de Matrix. Esa crítica estructural del capitalismo se está perdiendo en el gran público. Hoy, se crítico para muchos es denunciar a individuos que manipulan en la sombra.

Si pensamos que el problema principal del capitalismo son algunos ricos o algunos periodistas que tiran de los hilos en la sombra, basta con desembarazarse de ellos para que todo marche. De este modo se ha desarrollado una crítica simplista. Incluso se ha convertido en uno de los principales canales de renacimiento de una extrema derecha ideológica; lo que llamo el neoconservadurismo xenófobo, sexista, homófobo y nacionalista, con dos polos, el islamófobo y negrófobo de Éric Zemmour y el antisemita de Alain Soral.

De todos modos sigue siendo una paradoja ver que hay muchas cosas en común, no por las mismas razones, entre el Frente de Izquierdas y lo que dice Marine Le Pen.

La extrema derecha está robando la crítica a la izquierda radical. Primero, a través de sus temas (la crítica del neoliberalismo, de la mundialización, de los bancos, de los medios, etc.), pero todavía más insidiosamente con la postura de lo «políticamente incorrecto». Ya no es el carácter demostrable factualmente de una crítica o su valor de justicia lo que determina su supuesta «verdad», sino que se haga contra lo, en teoría, «políticamente correcto». Basta con hacer provocación para creer que se está en lo cierto. Los apoyos emancipadores de la crítica se están deshilachando, y es por ello que algunos pueden creer que ser verdaderamente crítico es ser racista, ya que el antirracismo sería «políticamente correcto»…

Los dirigentes de la izquierda radical, a menudo convencidos de su inteligencia crítica, no parecen darse cuenta de ello. Y entre los simpatizantes de esa izquierda de la izquierda, la importancia que ha cobrado la crítica de lo “políticamente correcto” en lugar de la crítica social emancipadora, o la atracción de las explicaciones conspiracionistas, dejan abierto un camino a las captaciones por la extrema derecha.

¿Cómo analiza usted el éxito del Frente Nacional?

La subida del Frente Nacional tiene una de sus motivos principales en la competición entre dos maneras de representarse la sociedad. Lo que llamo la tendencia de la justicia social, basada en la producción y el reparto de los recursos, y la tendencia nacional-racial, el FN jugando a la ambigüedad entre el referente nacional y el referente étnico-racial. La tendencia nacional-racial empezó a crecer a primeros de los años 80 a costa del retroceso de la tendencia de la justicia social, principalmente por la descomposición del Partido Comunista, el retroceso de la CGT, la des-sindicalización y la deriva neoliberal del Partido Socialista. Por el contrario, durante las huelgas y manifestaciones de 1995, la tendencia de la justicia social retomó fuerza en detrimento de la nacional-racial. Desde entonces, el Frente Nacional mantiene un discurso nacional-social por el que la solución social pasa por la nación en una lectura xenófoba.

Usted piensa que la derechización del Partido Socialista es responsable del fuerte ascenso del Frente Nacional y, sin embargo, dice que responsabilizar únicamente al viraje social-liberal del Partido Socialista no es suficiente…

El abandono neoliberal de lo social por el Partido Socialista permitió el desarrollo de la tendencia nacional-racial. Pero hay otros factores, como el hundimiento de la corriente estalinista, que dejó un enorme espacio vacío. Al mismo tiempo, hay una responsabilidad moral importante del 'sarkozysmo'. Sarkozy se puso a la cabeza del embrollo ideológico contribuyendo a instalar de manera más duradera la atracción ideológica y política por la extrema derecha. En ese proceso de extrema-derechización, los gobernantes del Partido Socialista intentan seguir los pasos del 'sarkozysmo', que a su vez está siguiendo los pasos del Frente Nacional. Estamos más allá de la «social-liberalización», entramos en un contexto político en el que la extrema-derechización se ha convertido en uno de los puntos esenciales. Por otro lado, hay otra responsabilidad: la de las organizaciones políticas de la izquierda radical (Nuevo Partido Anticapitalista, Frente de Izquierda y Nouvelle Donne), incapaces de construir una alternativa desde 1995. ¡Han tenido 20 años, hemos tenido 20 años para hacerlo!

¿Tiene usted soluciones frente a este caos?

En un libro que sale este mes, Enjeux libertaires pour le XXIè siècle par un anarchiste néophyte («Desafíos libertarios para el siglo XXI por un anarquista neófito»), intento dibujar un anarquismo pragmático, dos palabras que a menudo no van juntas. No tengo soluciones en mano para proponer, pues es la gente la que debe construir individual y colectivamente sus soluciones. Desde una perspectiva democrática y libertaria, no puedo más que poner a disposición de la gente pistas metodológicas para ayudar a formular los problemas. ¿Algunas de esas pistas? Ampliar la cuestión social a todas las desigualdades y discriminaciones (de clase, de género, racistas, etc.), volver a poner de actualidad el doble objetivo de autogobierno de los individuos y autogobierno de los pueblos contra la profesionalización política, relanzar un internacionalismo desde abajo…

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*Post scriptum del 7 de diciembre de 2015: La primera vuelta de las elecciones regionales del 6 de diciembre de 2015 ha mostrado un nuevo avance del Frente Nacional. Lo que en octubre se analizó en esta entrevista con Siné Mensuel se ha prolongado con agravaciones en el contexto post-atentados del 13 de noviembre. En esta ocasión, la atracción por temas tratados al principio por la extrema derecha ha afectado todavía más claramente a la izquierda social-liberal que está en el Gobierno: retroceso de las libertades individuales y colectivas con el estado de emergencia, que se encuentra en vías de constitucionalización, y aumento de de los supuestos que permiten perder la nacionalidad, debilitando las lógicas más republicanas en materia de nacionalidad francesa. Más allá de eso, la concurrencia en torno a una cuestión securitaria etnicizada está cada vez más de moda entre la extrema derecha, la derecha 'sarkozysta' y la izquierda de Hollande y Valls.

El Partido Socialista no había alcanzado tal nivel de descomposición moral, de deriva política y de letargo intelectual desde la época en la que Guy Mollet presidía el Consejo durante la guerra colonial en Argelia. La izquierda radical de 1995, casi paralizada y en vías de automarginalización, aparece cada vez menos como una alternativa posible, dividida entre los que no se han enfrentado al estado de emergencia en la Asamblea Nacional y el Senado (votando a favor o absteniéndose en el caso de todos los diputados del Frente de Izquierda) y los que con un discurso hueco izquierdista patinan cada vez más con los sectores de la población a los que se dirigen (en particular, aquellos que anteponen valores multiculturales y que se expresaron especialmente en el movimiento «Je suis Charlie» y en lo que se ha conocido como la «generación Bataclan»).

En ese contexto post-atentados, la sospecha hacia los que son identificados como «musulmanes» ha crecido, lo que ha permitido más agresiones islamófobas aisladas y, en mayor medida, votos con justificaciones xenófobas. Sin embargo, la lógica ultrasecuritaria privilegiada por las cumbres del Estado ha hecho difícil el necesario desarrollo de una organización democrática contra las amenazas reales que vienen de los fundamentalismos islamistas. En una coyuntura tan peligrosa, movilizaciones ciudadanas, sociales, multiculturales, antirracistas, libertarias, internacionalistas, pragmáticas y convergentes son cada vez más necesarias.



 *  Entrevista aparecida en el nº 46 de octubre de Siné Mensuel y publicada online posteriormente, junto con el post scriptum, en Médiapart el 7 de diciembre de 2015.

 **  Traducción: Gladys Martínez López

martes, 1 de diciembre de 2015

Michel Collon acusa a los responsables del terrorismo


En estas horas dramáticas, recibimos gran cantidad de preguntas en nuestro sitio web, en nuestro Facebook, que tienen que ver siempre con dos preguntas: ¿Cómo es posible que cosas como estas se produzcan? y ¿cómo detenerlas, cómo impedir que esto recomience?

21 noviembre 2015

Un estudiante francés de origen marroquí, Amin, me escribe lo siguiente:

«Sin excusas o justificaciones a la barbarie, pero tomemos consciencia de que el monstruo no nace, se fabrica. Sobre nuestro territorio (En Francia, en Bélgica) él se fabrica en el rechazo, la exclusión, la humillación, la explotación y el abandono, frente al discurso de extremistas y fanáticos de todos los bandos. Fuera de aquí —dice él— él se fabrica en la matanza, la destrucción, la desesperación, y bajo las bombas de los sanguinarios de todos los bandos. —Él termina— la humanidad es una y es indivisible, no hay ninguna diferencia entre el llanto de una madre que ha perdido un hijo en el bombardeo del hospital de Kunduz por las fuerzas de la OTAN, y ese de un padre que ha perdido su hija en un concierto en el corazón de Paris.»

Como lo he dicho a menudo, nuestra emoción y nuestras condolencias son para las familias de la victimas de todos lados. Pero también plantean la exigencia de verdaderos debates. Insisto diciendo claramente, que más allá de los hechos, necesitamos las causas. E insisto y digo:

Yo acuso al seños Fabius, Hollande, Valls de ser responsables por lo que pasó en Paris, por la simple razón de que Fabius declaró: «Al-Nusra, es decir, Al Qaeda en Siria, hace un buen trabajo». Reconociendo la alianza de hecho entre Francia y los terroristas en Siria, y antes era el caso en Libia y en otros países.

Yo acuso las relaciones con los regímenes de Arabia Saudita y de Qatar que propagaron este adoctrinamiento, esta intoxicación, de algo que se pretende islamista pero que no tiene nada que ver con el Islam, que es una falsificación del Islam. Y yo no soy el único en acusar, ya que el señor Alain Chouet, quien era responsable de DGSC (Dirección General de la Seguridad Exterior) declaró, le cito:

«En Oriente Medio, en el Sahel, en Somalia, en Nigeria, nosotros Francia somos aliados de aquellos que esponsorizan, desde hace 30 años, el fenómeno terrorista, aliados con aquellos que esponsorizan los terrorismos. Y él continúa— nos cansamos atacando a los que ejecutan, es decir, a los efectos del wahabismo, pero no a sus causas y no lograremos detener los atentados, a menos que coloquemos un policía detrás de cada ciudadano.»

Yo acuso la alianza con Arabia Saudita y Qatar.

Yo acuso la alianza con Turquía que ha dejado pasar miles, decenas de miles de euro-yihadistas sobre su suelo, para ir a cometer en Siria, las mismas atrocidades que vemos ahora en Paris. Yo acuso a Turquía de ayudar a comercializar las reservas de petróleo de Daesh y a financiar este movimiento terrorista. Y yo no soy el único, la señora Hybaskova, quien es la embajadora de la Unión Europea en Irak, declaró a la Comisión de Asuntos Extranjeros del Parlamento Europeo, la cito: «Desgraciadamente, estados miembros de la Unión Europea compran este petróleo, no puedo dar más detalles.»

Yo acuso esta alianza con Turquía de ser funcional al terrorismo. Y de una forma general, yo acuso a los Estados Unidos de haber utilizado el terrorismo, donde sea que esto le fuese útil, donde sea que ellos mismos no se atrevieran a usar sus tropas terrestres. Esto comenzó con la operación Bin Laden en Afganistán, continuó en Yugoslavia, Bosnia-Kosovo, en el Cáucaso, luego en Irak, Libia y Siria, habiendo todavía otra serie de países. Los Estados Unidos en ciertos momentos combaten el terrorismo y en otros lo utilizan cuando eso les conviene.

Y, alguien dirá, ¿Cómo explica usted que si ellos financiaron el terrorismo, ahora estos terroristas vienen a golpear el centro mismo de Francia sobre el suelo europeo? No hay que ver esto como un complot donde la CIA organiza todo de A a Z y controla todo infaliblemente. Sí, ellos lo han organizado, pero no es un complot. Es una alianza entre fuerzas que existen y que tienen su propia agenda. Lo mismo que Bin Laden, quien había trabajado para los Estados Unidos y luego se volvió contra ellos. Ahora tenemos Al Qaeda en Siria y Daesh y todos esos movimientos terroristas que trabajaron para los Estados Unidos, pero que tienen su propia agenda, y ahora se ponen en contra porque la alianza no va más.

Yo acuso de una forma general también a los EEUU de haber mostrado el ejemplo de la violencia, de haber llevado guerras todo el tiempo desde hace 25 o 30 años y de haber mostrado a todos los pueblos que los problemas, se intenta, se quieren resolver por medio de la violencia. Les recuerdo que la Carta de la ONU prevé que todos los conflictos deben ser negociados, no tenemos el derecho de hacer la guerra. Esta estrictamente prohibido por la carta de la ONU desde 1945 y les recuerdo que Wesley Clark, un general de los EEUU había revelado que la administración de los EEUU en 2001 habían decidido de tomar, yo cito, siete países: Afganistán, Irak, Irán, Somalia, Sudán, Libia y El Líbano, ellos ya lo habían anunciado en 2001. Por lo tanto ya había un programa para desarrollar la guerra.

Yo acuso esta alianza con Israel por envenenar, por sembrar un clima de odio en  Oriente Medio y por mostrar que se mantiene el colonialismo por medio de la violencia y, de hecho, el rechazo a negociar. Esto es sobre el plano de las causas exteriores de este terrorismo, pero hay también causas interiores en Francia, en Bélgica, en los países europeos, que hacen que ciertas personas caigan en el engaño de este terrorismo.

Y yo acuso la discriminación racista hacia los inmigrantes, ya sea referida al empleo o a la vida cotidiana. La discriminación, el delito de portación de rostro, los controles, la humillación policial, es eso evidentemente que provoca una rabia, un enojo que, la mayoría de las veces, busca expresarse de una forma totalmente positiva, y en el caso de uno u otro que se vuelve loco a causa de esta indignación y de este desprecio, nos hacemos intoxicar pero por gente que, de hecho, son amigos, ya que es Arabia Saudita quien intoxica los jóvenes de los barrios populares para utilizarlos como carne de cañón.

Por lo tanto yo acuso esta discriminación racista y acuso igualmente, el hecho de que algunos le impiden a la escuela de desempeñar el rol que debe desempeñar. Quisiera recordarles, que cuando tuvimos los atentados odiosos contra Charlie, tuvimos enseguida la ministro de educación francesa Najat Vallaud-Belkacem que declaró, le cito:

«Hubo numerosísimos cuestionamientos de parte de los alumnos y todos hemos escuchado: "sí, yo apoyo a Charlie, pero las dos varas distintas, ¿por qué defender la libertad de expresión aquí y no allá?" Fin de comillas y la ministra continúa Esas preguntas nos resultan insoportables, sobre todo cuando las escuchamos en la escuela, que es la encargada de transmitir valores.»

Pero eso no es la escuela, eso es la Policía. Una ministro de la Educación que dice que los jóvenes no tienen derecho de cuestionarse y de discutir con sus profesores. Pero es así exactamente como empujamos a los jóvenes en los brazos del terrorismo. Yo estuve el sábado pasado en una reunión de profesores para la Escuela Democrática, aquí en Bruselas, talleres donde los profesores intercambian sobre la manera de formar, lo mejor posible sus jóvenes, y todos me decían lo extremadamente difícil que es actualmente, como nos faltan elementos y a menudo estamos desmotivados a lanzar verdaderos debates y desarrollar verdaderos conocimientos sobre todos estos problemas entre los jóvenes.

Yo acuso la amalgama hecha actualmente entre los migrantes, los refugiados, los terroristas, los islamistas, etc. No es un problema de migrantes. Esta gente no deja su país porque quieren venir a nuestro buen clima o porque tienen negros pensamientos. Esta gente deja su país para huir la miseria y la guerra que nosotros, gobiernos occidentales, hemos llevado a su país. Somos nosotros quienes hemos destruido su país. Los migrantes peligrosos, no son aquellos que intentan cruzar el Mediterráneo para salvar sus familias de la miseria o de la muerte. Los migrantes que son peligrosos son las personas como Sarkozy, como Bernard-Henry Lévy, que se dan el derecho de ir a Libia y decir, ustedes tienen que hacer esto, ustedes tienen que derribar este gobierno, ustedes tienen que darle el petróleo a Francia, obviamente. Esos son los migrantes peligrosos. O bien, Hollande, Valls, Fabius, que van a Siria como si fuera su casa y deciden todo lo que debe hacer Siria. Esos son los migrantes peligrosos desde mi punto de vista.

Y yo acuso finalmente, el hecho de que ciertas personas intenten utilizar estos eventos trágicos para propagar el odio hacia los musulmanes, para propagar la islamofobia. Esa es una cosa que yo ya había puesto a la vista y que todavía hemos visto recientemente. En la televisión no hemos tenido, prácticamente, debates donde pudiéramos verdaderamente discutir sobre el fondo de las cosas. Y en lugar de eso, hemos tenido, a veces, llamados al odio absolutamente asombrosos. El domingo pasado en la televisión belga, tuvimos un tal Moniquet que, dicho por él mismo, ha trabajado para el servicio secreto francés-israelí, alguien de la extrema derecha, y él dijo lo siguiente:

«No hay democracia en el mundo árabe, no hay una universidad válida en el mundo árabe, hay pocas creaciones artísticas en el mundo árabe, no hay creaciones científicas en el mundo árabe; bueno, ya sé, me dirán en el siglo VII, sí, pero estamos en el siglo XXI.»

Pero eso es completamente falso, ese es el problema. No es un problema de árabes o musulmanes o cristianos. Bush se decía cristiano e hizo los horrores que hemos visto en Irak y en otras partes, pero no vamos a tirar a todos los cristianos al infierno porque Bush haya hecho eso. Es lo mismo, lo que pasa acá, no tiene nada que ver con la religión del Islam. Y yo quisiera remarcar dos cosas. Cada vez que hubo, en el mundo árabe o musulmán, dirigentes que eran demócratas o que no eran demócratas pero que en todo caso eran laicos y querían modernizar su país, ¿que hizo el Occidente? EI los ha asesinado o los ha derrocado. Hemos hecho eso en Egipto, hemos hecho eso en Irán, hemos hecho eso en Libia, hemos hecho eso en Siria. Por lo tanto, hay de todas formas una hipocresía fundamental, ustedes se quejan porque el mundo árabe y musulmán no es democrático, pero cada vez que hay un demócrata ustedes lo derrocan para que las multinacionales puedan controlar el petróleo y robar los pueblos locales, lo que es evidentemente, muy democrático.

Por lo tanto, estamos en la hipocresía absoluta y entonces aprovechamos para divulgar un discurso de pánico y miedo hacia los musulmanes, que son peligrosos. Y evidentemente así, lo único que hacemos es tirar combustible sobre el fuego.

La pregunta que nos preocupa a todos es ¿Cómo vamos a impedir la repetición de tales atentados? Y nos dicen que nuestros gobiernos nos protegen. Por ejemplo, cuando un niño pregunta ¿qué es el terrorismo?, la television le responde lo siguiente:

«Es difícil luchar contra el terrorismo, ya que los guerrilleros se esconden y disponen de medios sofisticados para actuar. Pero la mayoría de los países hacen todo para proteger sus ciudadanos. Francia dispone, por ejemplo, del plan Vigipirata. Un conjunto de medidas basadas en la vigilancia que ya han permitido frustrar varios atentados

En realidad, nuestros gobiernos no nos protegen. Yo pienso que son ellos los que han creado el riesgo de estos atentados en Paris y en otras partes. Y no soy el único en decirlo. Alain Chouet, de quien yo he hablado, un ex dirigente de la Dirección General de Seguridad Exterior ha denunciado la actitud de Francia sobre la cuestión de la prevención del terrorismo, le cito:

«Los servicios de seguridad sirios le han ahorrado a Francia, en varias oportunidades, terribles catástrofes que terroristas de origen árabe, se disponían a provocar. Sólo la información provista por los servicios sirios nos han permitido frustrarlas y salvar vidas inocentes. Y da un ejemplo Hemos obtenido, gracias a la cooperación con Siria, informaciones invaluables, que nos han permitido frustrar en 2008, un plan terrorista que hubiese causado miles de muertes en el metro de Paris. Gracias al Coronel Makhlouf hemos podido desmantelar e interceptar un grupo de los más peligrosos terroristas de Al Qaeda. Y entonces él se sorprende de la política francesa y el dice ¿Cómo podemos meter en la lista de sanciones francesas y europeas este oficial Makhlouf, quien ha sido herido al momento de una operación contra terroristas que atacaban las embajadas francesa y americana en Damas. Imaginen que alguien salve nuestros hijos de una muerte segura y en lugar de agradecerle, nuestra diplomacia lo trata de terrorista y lo mete como un criminal sobre una lista de sanciones, y además —dice élle agradecemos, financiando, nosotros, atentados terroristas sobre su territorio. Es una política razonable

Esta es la opinión de un responsable oficial de la seguridad en Francia. En base a esto, yo insisto en enviar un llamado para que justamente, podamos movilizarnos para evitar la repetición de tales actos.

Yo creo que para detener este engranaje de guerras, de terrorismo, de atentados, es absolutamente necesario decir ¡STOP! a las guerras, a las intromisiones. Lo he dicho, la guerra es ilegal, no es una forma de resolver los conflictos internacionales. Y si se quiere hacer la guerra, sean claros: Es porque se persiguen otros intereses: el negocio, el petróleo, el gas, sus riquezas, etc. Entonces lo que quieren no es una solución, sino alejar la gente que no quiere que le robemos su petróleo.

Por otro lado, es muy importante decir ¡STOP! al colonialismo de Israel. Es bien sabido, que la gente aquí tiene rabia porque ellos ven que se apoya el terrorismo y el colonialismo de Israel, que podemos masacrar los palestinos, que podemos enviar la gente a los hospitales para matar gente, que podemos masacrar niños en la calle y que por todo eso, no solo que no hay sanción, sino que además lo apoyamos armando a Israel para hacer estas cosas. Es importante frenar el colonialismo de Israel. Es importante detener el rol espantoso desempeñado por Arabia Saudita y Qatar. Es necesario detener nuestras relaciones con estos países, en tanto y en cuento no hayamos puesto fin a este financiamiento del terrorismo, a este adoctrinamiento, y en tanto y en cuanto no dejemos a sus poblaciones evolucionar hacia una democracia.

Es necesario igualmente, dar fin a la injerencia de Turquía que ayuda a Daesh, permitiéndole exportar su petróleo y proveyendo todos estos combatientes que pasan por allí. Y yo creo necesario por todo esto, desarrollar absolutamente un debate en las escuelas. Es extremadamente importante que en las escuelas podamos hablar de todo esto. E igualmente son necesarios más y verdaderos debates en los medios de comunicación. Hasta aquí no ha habido, y las personas que dicen este tipo de cosas son excluidos y censurados en los medios. Es necesario que todo el mundo lo sepa. La gente como yo que hacemos investigaciones, hace 4 años que decimos lo que va a pasar. Hace 4 años que denunciamos el carácter criminal de esta guerra.

Hace cuatro años, por ejemplo, yo escribí un libro en el cual yo decía, la guerra de Sarkozy contra Libia es una guerra por el petróleo, una guerra por el dinero. Y en las grandes redacciones de los informativos de los grandes medios, decían: ¡Otro conspiracionista! Y ahora, aparece Clinton que en sus memorias dice: «Sí, Sarkozy lo que quería era el petróleo libio. Era una guerra por dinero.» ¿Cuántas veces vamos a esperar que esto sea confirmado?

Sobre el punto de vista de los medios. Si hubiésemos hablado como era necesario de la muertes en Libia, de las muertes en Irak, de las muertes en Siria, víctimas de los mismos actos terroristas y si hubiéramos dicho cuales eran la causas, puede ser que eso hubiera impedido los atentados como estos de Paris.

Mi llamado es el siguiente. Ahora estamos en el cruce de caminos. Podemos ir por mas represión, más espionaje, obviamente, hay que tomar medidas contra el terrorismo, pero espiar y restringir las libertades de todos los ciudadanos no es para nada una solución. Yo pienso que, es necesario, frente al terrorismo, no menos libertad sino más libertad. Y esto pasa por la libertad de debatir, esto pasa por la libertad de informarse. Y en este sentido yo he visto una cosa alentadora en uno de los debates del fin de semana en la televisión francesa, es la actriz francesa Catherine Frot que ha declarado:

«Me di cuenta que no comprendía nada y pienso que no soy la única a no comprender nada de esta historia, del pasado y del presente de esta historia en la cual estamos. Y me dije que tenía ganas de cultivarme, que hoy los jóvenes tenían interés por cultivarse, por comprender el sentido de la historia.»

Creo que ese es un llamado fundamental, para poder comprender la situación, para poder pesar sobre las decisiones debemos cultivarnos, formarnos para comprender la historia, para comprender los intereses económicos y estratégicos que están en todos estos conflictos, y para comprender los principios de la propaganda de guerra, es decir, la forma en la que nos manipulan. En Invetig’Action, una parte de nuestro trabajo, al lado de la Newsletter, del sitio web y la cadena de videos que es en formación, hacemos libros referidos a esto para que cada uno pueda formarse y ser capaz de debatir alrededor de sí mismo y de sobrepasar los medios mentirosos que escuchamos. Por ejemplo, La stratégie du chaos con Mohamed Hassan, todo un capítulo sobre Arabia Saudita, ¿Qué es el wahabismo, qué rol desempeñan y cuál es el lugar de Arabia Saudita en alianza con Israel y en las manos de los Estados Unidos?

O Syriana de Bahar Kimyongür quien explicaba, hace ya cuatro años, que son efectivamente terroristas que fueron usados y que las manifestaciones democráticas de partida y las manifestaciones sociales con respecto a la política del gobierno sirio que era legitimo, fueron enseguida utilizadas y transformadas, corrompidas hacia una violencia terrorista porque lo que se quería no era la democracia en Siria, sino tomar el control de Siria. En Libye, OTAN et médiamensonges : Manuel de contre-propagande, yo había analizado las verdaderas razones de la guerra contra Siria, contra Libia, disculpen, y explicaba que los Libios no estaban para nada liberados, pero que iban a enterrarse en el infierno como Irak y lamentablemente es lo que pasó.

En Jihad, made in USA, Grégoire Lalieu y Mohamed Hassan explican lo que pasó verdaderamente en Siria y en Egipto, explican también que no hay un sólo islamismo, que es un concepto vago y confuso, sino que en realidad hay varias corrientes, muy contradictorias entre . Hay islamistas que están en las manos de los Estado Unidos y hay quienes los combaten. Por lo tanto, hay que analizar esto de una manera fina y precisa.

Recientemente, Arabesque$, una investigación sobre el rol de los EEUU en la revuelta árabe de Ahmed Bensaada, es un análisis muy interesante para ver cómo los EEUU controlaron y manipularon los ciberactivistas y los movimientos de protesta en Egipto y en Túnez, para hacer de cuenta que se cambian las marionetas, pero que nada cambia y que sus intereses económicos sean preservados.

Y en Je suis ou je ne suis pas Charlie ? yo he estudiado el fenómeno de la islamofobia, los problemas de la inmigración y describo la complicidad permanente, desde hace 30 años, entre los EEUU y el terrorismo. La utilización del terrorismo por los EEUU. Y quisiera decir que mis fuentes en este libro son únicamente fuentes que provienen de los EEUU, obviamente.

Para terminar hago un llamado. Estamos en un cruce de caminos. El mundo está cambiando muy rápida y brutalmente. Esto puede bascular en el sentido de aún más peligro, aún mas guerra, y es eso lo que algunos quisieran. Utilizando los atentados de Paris como un pretexto para ir a invadir Siria y recolonizar todo Oriente Medio y luego ocuparse de Hezbo, Hamas, la resistencia palestina y a todo aquel que no se ponga de rodillas. Puede ir en ese sentido, más guerra y entonces más atentados y más terrorismo, o puede ir en el sentido contrario.

Comenzar a tomar conciencia de que esto ya no puedo continuar, que debemos escapar de este espiral, de este engranaje. Que debemos restablecer la fraternidad y el dialogo sin importar la religión ni los orígenes ni la cultura. Que debemos intentar comprendernos, y que debemos intentar comprender, todos juntos, como poner fin a la guerra. Poner fin a los atentados. Cómo podemos ir hacia un periodo que será marcado por la paz, la justicia, el progreso. Y eso, para mí, la lucha por la paz, pasa por una lucha por una información correcta.

¡Muchas gracias!

Michel Collon
 16 de noviembre de 2015, Molenbeek (Bruselas)