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viernes, 12 de octubre de 2018

Joe Hill. Sindicalismo con banda sonora

 

Introducción al libro de Carlus Jové Joe Hill. Sindicalismo con banda sonora

Salt Lake City no es sólo conocida por sobornar al Comité Olímpico para poder celebrar los Juegos de Invierno del 2002. Esta ciudad estadounidense también fue donde Joe Hill vio la luz por última vez antes de ser ejecutado, acusado sin apenas pruebas concluyentes de un crimen que él siempre negó haber cometido. El tiempo qué duró su proceso judicial estuvo marcado por fuertes protestas en todo el país e incluso provocó tensiones entre el gobierno federal estadounidense y el sueco por un lado, y el del estado de Utah por el otro. En su funeral, más de 30.000 personas se manifestaron para honrar la vida y obra del que ya se había convertido en un mito y voz de la clase trabajadora de EEUU.

Pero, ¿quién fue este personaje capaz de provocar tanto revuelo? Para la mayor parte de la gente el nombre de Joe Hill puede no significar nada. Sin embargo, si preguntamos a cualquier sindicalista estadounidense seguro que el nombre le resulta, como mínimo, familiar. El legado musical de Joe Hill en ese país, a pesar de no ser su tierra natal, ha pasado de generación en generación y forma parte de la tradición musical obrera de Estados Unidos. Sus canciones han sido editadas por varios sindicatos; reconocidos cantautores como Woody Guthrie y más actualmente Billy Bragg han interpretado sus temas en más de una ocasión.

A pesar de la gran divulgación de sus canciones en los países de habla inglesa y en su propio país, Suecia, la realidad es que su trayectoria musical y personal pasa bastante inadvertida. Sin embargo, también podemos encontrar múltiples referencias a su obra continuamente. Bandas actuales de rock sueco como Refused o Randy han utilizado canciones o versos en sus discos. Incluso la serie de dibujos animados Los Simpsons le hizo un guiño en una ocasión al llamar a un conductor de tren Casey, nombre que Hill puso a un maquinista esquirol en una de sus canciones. Otro ejemplo ilustrador es la utilización por parte de la Confederación Nacional de Trabajo (CNT) de una frase de Hill a modo de eslogan, «¡no te lamentes, organízate!», en los años setenta y ochenta. Incluso el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, le rindió tributo en una ocasión, seguramente sin saberlo, cuando utilizó la expresión «pie in the sky», creada por el mismo Joe Hill como verso de su canción The preacher and the slave.

Todo esto nos puede mostrar hasta qué punto puede ser interesante conocer la historia de Joe Hill, y más teniendo en cuenta que ésta va íntimamente ligada al desarrollo de la Industrial Workers of the World (IWW), primera central sindical estadounidense en desafiar abiertamente al capitalismo y en plantear una lucha unitaria de los trabajadores, independientemente de su género, raza o cualificación profesional.

No obstante, hacer una biografía de Joe Hill puede resultar una tarea algo complicada. Él mismo decía que era un ciudadano del mundo, alguien que había nacido en un lugar llamado planeta Tierra y que los detalles no importaban mucho. Su afición a ocultar los datos sobre su propia vida nos fuerza a hablar de él en base a la información proporcionada por otras personas, lo que puede suponer una falta de rigor en ocasiones. Pero ésta no pretende ser una biografía escrupulosa ni minuciosa. Lo que aquí intentaremos mostrar es cómo la vida de una persona se vinculó a la lucha de una época y cómo su obra, en este caso musical, influyó en el desarrollo de los acontecimientos transformándose en una parte más de ellos, seguramente la menos dramática.

Casi todas las luchas que han intentado cambiar el mundo se pueden relacionar con una canción o cualquier otra manifestación artística. Ahí están La Internacional, la canción de los partisanos italianos Bella Ciao o los himnos populares anarquistas A las barricadas e Hijo del Pueblo, que inundaron las calles de Barcelona durante la revolución de 1936. La música une, emociona, transmite sensaciones e ideas. El arte no es sino un reflejo de la sociedad y del momento en que nace.

¿Fue Joe Hill un cantautor con alma revolucionaria o fue, por el contrario, un revolucionario con alma de cantautor? Podríamos dedicarnos a especular sobre este tema a lo largo y ancho de este librito, pero sería una pérdida absoluta de tiempo. Lo único que nos importa aquí es que, indiscutiblemente, su vida y obra se pusieron al servicio de la emancipación de la clase trabajadora y que contribuyó, en lo que pudo, a hacer de éste un mundo más libre y justo. Todo lo demás es materia de discusión para noches de insomnio.

7 octubre 2018

miércoles, 5 de julio de 2017

Wilhelm Schwerzmann: una vida y obra marcadas por el pensamiento libre

Wilhelm Schwerzmann y su relieve
del rostro de Gustav Landauer.

Por VERONICA PROVENZALE

Wilhelm Schwerzmann (1877-1966) fue un escultor prolífico que, en fecha no determinada, realizó un relieve escultórico del anarquista Gustav Landauer; una obra que, por decisión de sus herederos, ha sido donada al círculo libertario Carlo Vanza de Bellinzona (Suiza).

En 2014 se dedicó a Schwerzmann una exposición retrospectiva en el Centro Cultural y Museo Elisarion de Minusio (Suiza), y esta fue la ocasión de redescubrir a un artista que había vivido y trabajado durante decenios en esa ciudad: una presencia discreta, pero que ha marcado sin duda el territorio de Minusio, dejando obras importantes como las fuentes del Borriquito o del Pescador, la bella puerta de madera de la Escuela Municipal o el escudo del Ayuntamiento, con el león rampante y la espada. Obras conocidas por todos, pero de las que el autor era casi desconocido, como suele suceder con estas personalidades artísticas consideradas menores.

Se trata por ello de un artista que con su trabajo ha marcado el territorio, por ser de origen helvético: Schwerzmann es originario de Zugo y su padre era zapatero en Entlebuch, donde se crio con severas condiciones de estrechez económica. La familia era católica y él asistió a la escuela religiosa, pero inspirado desde niño por la creación libre, no se adapta a las rígidas reglas de sus enseñantes y muy pronto desarrolla una clara antipatía por el clero en general, que le acompañará toda su vida. Las dotes artísticas del joven son reconocidas y Schwerzmann puede emprender un aprendizaje artístico en Lucerna; después, a partir de 1892, asistirá a la Escuela de Bellas Artes, primero en Lucerna y después en Basilea. En 1894 se interrumpen sus estudios porque es expulsado por protestar contra los métodos de enseñanza de la dirección, y aquí ya nos podemos hacer una idea de la personalidad del artista, ya que el episodio, de por sí insignificante, demuestra que el escultor, desde bien joven, no se privaba de erigirse a favor de lo que consideraba más justo, incluso oponiéndose a la superioridad y sufriendo en primera persona el precio de su comportamiento.

Esta característica define en realidad toda la trayectoria y personalidad de Schwerzmann, marcada por el libre pensamiento, la autonomía de elegir y la aversión hacia la autoridad (tanto si se trata de la autoridad académica como política, tiránica o clerical).

Enseguida Schwerzmann se traslada a Múnich, donde asiste a la Academia de Bellas Artes, y termina de formarse en Zollikon. En torno a 1909 se establece en Zúrich y abre su propio taller y tienda, con un éxito inmediato: en esos años, Zúrich es una ciudad en expansión y se erigen edificios y sedes importantes que requieren trabajos de decoración escultórica, en los que él participa también con varias realizaciones en las fachadas de los edificios (por ejemplo, en la casa Grieder).

El duro trabajo al que se somete el escultor durante años acaba por llevarle a la extenuación y le provoca una enfermedad pulmonar; para restablecerse decide trasladarse al sur de los Alpes. El lugar escogido es Minusio, donde se instala junto a la familia: un traslado que se convierte en permanente, ya que el escultor acaba por liquidar la casa y el taller de Zúrich y desde 1915 se establece definitivamente en Minusio. Allí vivirá hasta el fin de sus días, trabajando con regularidad en el Tesino pero también en el resto de Suiza, donde es muy conocido por las fuentes, especialmente en Davos, donde fue particularmente activo (por ejemplo, la Bubenbrunnen, la Skisturzbrunnen y la fuente frente al Casino). Otros elementos característicos de su producción son las figuras de animales, que estudia y representa con evidente cariño: ovejas, cabras, gallinas, burros, osos, cabras montesas y otros muchos animales pueblan su obra, de la que emerge una profunda unión con el mundo natural. Una vasta producción que se distingue tanto por la variedad de temas como por la multiplicidad de estilos; así, obras de lúcido realismo, como el burrito flacucho por la fatiga cotidiana y los hombres inclinados bajo el peso de los sacos de harina (que Schwerzmann ha visto y estudiado en Minusio, donde precisamente había un molino, y donde se descubre su interés por la condición humana), hacen de contrapunto a las formas idealizadas de los desnudos femeninos y a veces de los familiares (la abuela, el padre, el hijo Gulli). Y a estos trabajos responden obras sufridas y acusadoras, que ponen en escena a soldados mutilados, calaveras y esqueletos ensalzadores de la bomba atómica, y otras alegorías bestiales que Schwerzmann —profundamente pacifista— arroja contra la guerra y los dictadores.

Fuente Bubenbrunnen en Davos, Suiza.

Para aclarar ulteriormente la personalidad del artista y llegar al relieve que hace del rostro de Landauer, vale la pena volver al traslado de Schwerzmann y reflexionar sobre el destino que escoge: en el momento en que se da cuenta de que padece una enfermedad pulmonar, opta para curarse por viajar a la zona de Locarno. El clima era más benigno tras el Gottardo, pero verdaderamente lo mejor era el sanatorio que se ubicaba allí, es decir, la Colonia que desde principios de 1900 tenía su sede en el Monte Verità, en Ascona, donde se juntaban decenas de personalidades. Eran de hecho numerosísimos los artistas e intelectuales que a comienzos del siglo XIX pasaban temporadas en la colina de Ascona, y entre ellos también personalidades de tendencia socialista o anarquista, como Erich Mühsam, que llegó en 1904 a Monte Verità y siguió un régimen vegetariano y naturista, trabajando intensamente, tanto que comenzó a escribir un folleto sobre Ascona e incluso pensó en hacerse con un trozo de tierra junto al lago. Como es sabido, ese entusiasmo se evaporó rápidamente y ya al año siguiente Müsham escribe que Ascona no es un lugar idóneo porque «el individualismo y el provincianismo de sus habitantes no constituyen verdaderamente una buena premisa para las exigencias requeridas por el cooperativismo». Ese mismo año, Müsham abandona Ascona. También Gustav Landauer visita Monte Verità en 1908, al igual que Margarethe Faas-Hardegger, en 1907, para reponerse de la fatiga del trabajo, en estrecha relación con Raphael Friedeberg, que a su vez frecuentaba la colonia desde 1904. Tengamos presente a Margarethe Hardegger porque es una de las amistades que Schwerzmann cultivaba en el Tesino.

La colonia de Monte Verità a principios de siglo goza de una enorme fama internacional: damos por descontado que Schwerzmann se acerca a la zona con exacto conocimiento de los lugares, de las condiciones y sobre todo del ambiente cultural que iba a encontrar. Tenemos, por tanto, un enésimo caso de lo que he definido como «la irradiación de Monte Verità»: la colonia y su fama atraen a la región durante años a decenas personalidades con ideales precisos y una cultura específica. El perfil del mismo Schwerzmann —artista, libertario, pacifista, vegetariano, en profunda unión con el mundo animal y con la naturaleza— se alinea perfectamente con el de los habituales del Monte Verità.

Durante toda su vida, Schwerzmann permanecerá fiel a su naturaleza, que abona en la intimidad de su casa en Minusio, junto a un estrecho círculo de amistades. Entre estas hay que destacar a Margarethe Faas-Hardegger, también residente en Minusio, donde creó en 1919 la Villino Graziella, una colonia según sus ideales de la Liga Socialista. Mientras se trabajaba en la creación de la colonia, llegó al Tesino la noticia de la muerte de Landauer, al que Hardegger estaba íntimamente unida: fiel a su recuerdo, decide proseguir su obra y crear una colonia «con el espíritu de Landauer». Las estrechas relaciones entre Hardegger y Landauer, y el recuerdo de este último que fue abonado en Minusio, son sin lugar a dudas nexos que nos permiten entender por qué Schwerzmann retrató a Landauer: el escultor no solo compartía algunos principios de este, o el primero de todos, el pacifismo, sino que también frecuentaba con regularidad a Margarethe Hardegger. En este sentido es interesante señalar también la existencia de un gran relieve en yeso que los herederos consideran un autorretrato, pero que parece más probablemente otro retrato de Gustav Landauer: el artista lo tenía expuesto a la entrada de su taller en Minusio y acogía, significativamente, a todos los visitantes.

Margarethe Hardegger no abandonará ya Minusio, incluso después del fracaso de su colonia, viviendo toda su vida junto a su compañero Hans Brunner, y manteniéndose fiel a sus principios. Por su parte, también Schwerzmann se mantendrá siempre como libertario y contrario a la autoridad, fiel a sus valores y a sus ideas, además de a su naturaleza más íntima. Profundamente pacifista, el escultor se opondrá constantemente y con energía a las injusticias, a los abusos y a la guerra. En una placa que esculpió en 1942, una de las muchas obras que expresan las convicciones de una vida marcada por el pensamiento libre, podemos leer: «Lucha por la justicia y por la libertad».

Nº 347 / junio 2017

jueves, 1 de diciembre de 2016

Aquel vuelo desde el cuarto piso

 

Por MASSIMO ORTALLI

Cuando Giuseppe Pinelli, anarquista milanés cuarentón, cae al suelo desde el cuarto piso de la Comisaría Central de Milán, el engranaje se atasca. La planeada estrategia que comenzó con las bombas en la Feria en abril de 1969, y continuó con los atentados del 12 de diciembre del mismo año, se detiene miserablemente ante la imprevisible y obstinada resistencia de un modesto ferroviario que lo ha entendido todo. Que ha intuido la tragedia que se proyecta para el país y para el movimiento anarquista si también él capitula. Pinelli rechaza meterse en ese juego, aunque este parezca imparable, y se interpone a los planes criminales del poder. Comienza así a desencadenarse el más grande y engañoso montaje jamás urdido antes en la historia de la joven de la República italiana; y para hacerle pagar esta responsabilidad, el anarquista es arrojado por la ventana por un hatajo de policías frustrados ante la imposibilidad de satisfacer los designios de sus amos.

Aquel día, con aquella muerte, cambia la historia del país. Los estragos de Milán, de hecho, ya no serán la obra de unos anarquistas sedientos de sangre sino el proyecto reaccionario de una parte considerable del aparato del poder, y de ahora en adelante se llamarán con toda propiedad Estragos de Estado. Se abre un nuevo periodo, comienzan los años setenta, años de lucha, de gran tensión y de grandes errores, años de dramas personales y colectivos que señalan la existencia de una generación entera, pero también años de gran generosidad e inteligencia política. Entre otras historias de esa época, citaremos la de Franco Serantini, joven anarquista de Pisa muerto tras ser detenido por la policía en una jornada de lucha antifascista. Y oportunamente se pone de relieve cómo un hilo rojo señala el recorrido vital de los compañeros y de las historias de entonces.

Una época absolutamente irrepetible

En un contexto tan vivaz y dinámico, también el ambiente intelectual se moviliza y participa en la etapa de cambios con un esfuerzo a menudo de gran eficacia. Y naturalmente, el suceso de Piazza Fontana se convierte en uno de los focos de la reflexión. Fueron muchas las intervenciones de intelectuales, periodistas y escritores que aportaron su contribución al extraordinario trabajo de contrainformación que caracterizó a aquellos años, así como fueron también muchos los artistas que se inspiraron, más o menos directamente, en los hechos. Si en el ámbito cinematográfico no se pueden olvidar Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha, de Elio Petri (1969), o Sacco y Vanzetti, de Giuliano Montaldo (1971), que empieza con el histórico encuadre del anarquista Salsedo cayendo desde el rascacielos de la policía de Nueva York, en el ámbito teatral nace la que, según creo, es la obra maestra de Dario Fo: Muerte accidental de un anarquista.

Dario Fo es lo suficientemente conocido para que no me extienda relatando sus méritos, por lo que me limitaré aquí a recordar en breves trazos la trama del texto y la importancia que tiene debido a que su hilarante mofa del poder contribuyó a convertir en patrimonio común la percepción del engaño que se estaba tejiendo. La paradoja del artista, alegremente surrealista, supo dar la vuelta al sentido trágico de cuanto había sucedido, y de este precioso resultado se valieron no solo los compañeros del movimiento sino también una infinidad de otras personas, decididamente lejos de cualquier forma de implicación o participación. Una auténtica obra maestra, fruto de una época absolutamente irrepetible, a la vez una gran obra de arte y una gran intervención política. Su éxito fue enorme, y el espectáculo recorrió toda Italia en funciones multitudinarias, en los grandes teatros, en las primeras carpas-teatro o en los polideportivos, y a menudo, muy a menudo, incluso los espacios más grandes resultaban insuficientes para contener a todo aquel público que quería «reírse» del Estrago de Estado.

El equívoco, el absurdo, la ironía

Todo nace de una idea teatralmente genial, la de confiar a un «loco» maníaco del disfraz la tarea de desmontar, pieza a pieza, las innumerables versiones que la policía milanesa ha proporcionado para justificar su comportamiento. El protagonista, usando una lógica aparentemente delirante, hace creer que quiere ayudar al jefe de policía y a su corte en evidente crisis de credibilidad y, fingiendo ser primero un policía, después un juez, luego un agente secreto y un periodista, reconstruye el drama de la muerte de Pinelli a través de una serie incansable e hilarante de divertidísimos gags. Jugando con el equívoco, el absurdo y la ironía, su lógica, absolutamente loca y sin embargo apabullante, reconstruye pieza a pieza la terrible verdad de aquellos días de diciembre, haciendo aparecer, en la creciente incomodidad de la «autoridad» todavía enganchada en los hilos de su marionetista, la obscena desnudez de la razón de Estado, tanto criminal como ineficazmente perseguida.

Hay para todos, verdaderamente para todos, en esta obra maestra del teatro político, y ninguno de los muchos responsables, por infame o cobarde, grande o pequeño que sea, se salva del irrefrenable y burlón ímpetu del autor. Recuerdo, entre otras, una escena famosa, la de los «tres zapatos de Pinelli». Es seguramente el ejemplo más completo de cómo Dario Fo ha conseguido transformar las grotescas afirmaciones de los policías responsables de aquella trágica muerte en un crescendo de irresistible sarcasmo. Y revelar que lo surrealista no era el comportamiento del «loco» que andaba disfrazado por la Comisaria Central de Milán, sino las mentiras inventadas, con gran esfuerzo, por un Poder acorralado. Tres zapatos, eso es, y «¡una carcajada los sepultará!».

Tierra y Libertad
Nº 340 - Noviembre 2016

sábado, 17 de mayo de 2014

Helios Gómez, artista de corbata roja


Helios Gómez: Artista de vanguardia, anarquista y gitano

13 enero 2014

Orígenes proletarios

Helios Gómez Rodríguez, también conocido como «el artista de la corbata roja» nació en 1905 en el popular barrio sevillano de Triana en el seno de una familia gitana, hecho del que siempre se sintió orgulloso. Hijo de un trabajador del corcho, sus primeros estudios artísticos los realizó en la escuela de artes y oficios de Sevilla, donde aprendió la profesión de decorador de cerámica, oficio que ejerció al entrar a trabajar en los talleres de la fábrica de la Cartuja a los 14 años. Además asistió a clases nocturnas de Bellas Artes.

También en Sevilla a principios de la década de los 20 del siglo pasado empieza a relacionarse «el artista de la corbata roja» con grupos anarquistas. Al parecer, las ilustraciones de Franz Masserel que se incluían en algunas publicaciones ácratas así como los grabados de Norah Borges (hermana de Jorge Luis Borges) que aparecían en la revista ultraísta sevillana Grecia influyeron en la futura orientación vanguardista de Helios Gómez.

Militancia anarquista

Helios Gómez se afilia a la CNT en 1923. Su estilo empezó a perfilarse en la revista anarquista Páginas Libres. Dicho estilo era una personal mezcla de futurismo, cubismo y expresionismo con temática obrerista y de denuncia social. Sus primeras obras fueron expuestas en el café Kursaal de Sevilla en 1926 y luego en el Ateneo de Madrid y en Barcelona en las Galerias Dalmau, centro de la vanguardia internacional. Estos cuadros suscitaron una desigual respuesta de la crítica: por un lado, los críticos sevillanos se admiraron de lo lejos que estaba la obra de Gómez del casticismo imperante y el crítico madrileño Francisco Alcántara felicitó al dibujante en las páginas de El Sol; sin embargo, por otro lado, en Barcelona, Sebastián Gasch calificó la obra de Gómez en L’amic de les arts de «lamentable». Sin duda no solo la audacia estética sino también el mensaje anarquista del artista irritó al sector más conservador de la crítica de la época.

Pronto la represión por su activa militancia libertaria le lleva a huir del país y exiliarse en Francia. Así en 1927 Helios Gómez llega a París, capital del arte de vanguardia mundial y también un centro de irradiación de las ideas de la izquierda. Allí expone en las galerías ligadas a las corrientes artísticas vanguardistas y también escribe en revistas de anarquistas españoles exiliados como Tiempos Nuevos o Rebelión. Allí Gómez participó en las movilizaciones contra el encarcelamiento y posterior ejecución de los anarquistas italo-norteamericanos Sacco y Vanzetti. En una de las manifestaciones a favor de los anarquistas de Boston Helios Gómez fue detenido procesado y obligado a abandonar Francia.

Artista comprometido

A partir de ahí inicia un periplo por diversas ciudades europeas como Bruselas, Amsterdam, Viena, Moscú, etc. sin abandonar su compromiso artístico y político. Finalmente pasa una temporada en Berlín donde va a recibir el importante influjo de artistas como George Grozs (a quien conoció personalmente) o John Hartfield, artistas que procedían del expresionismo o del dadaísmo y que sin abandonar la estética vanguardista van a utilizar sus obras como herramientas para denunciar la situación de explotación del asalariado. Años después «el artista de la corbata roja» declararía sobre Berlín:
«En esta ciudad comenzó mi educación artística. Alemania es la nación del mundo que posee más valores absolutos en las artes plásticas.»
En Berlín Helios estudia tipografía y maquetación y para ganarse la vida pública sus ilustraciones en periódicos y revistas e incluso trabaja como extra en alguna película.

Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera, Helios vuelve a España convencido de que el nuevo clima político sería más favorable a sus ideas políticas y artísticas. Tras asentarse en Barcelona no tarda mucho en encontrar trabajo como ilustrador de publicaciones de izquierdas como L’Opinió, La Rambla, Estudios, Tiempos Nuevos. Por otra parte la AIT publica en Berlín en 1930 su primer álbum de ilustraciones, Días de Ira, que además incluía poemas suyos.

Pero pronto la represión gubernamental se vuelve a cebar en «el artista de la corbata roja». Con el pretexto de desarticular un complot contra el rey Alfonso XIII la policía detiene en Barcelona a multitud de destacados militantes antimonárquicos, entre ellos a Helios Gómez, quien será de los que más tiempo permanezca entre rejas. Poco después, al proclamarse la II República, vemos a nuestro artista en el asalto a la cárcel de mujeres de Barcelona y dos meses más tarde en la Huelga de la Telefónica en Sevilla, una de las primeras huelgas de la II República que fue iniciada por la CNT. Sin embargo, su militancia anarquista estaba llegando a su fin ya que ese mismo año se afilia en Madrid al Partido Comunista. Sin duda, el impacto que tuvo sobre Helios (así como sobre tantos otros intelectuales y artistas) la Revolución Rusa tuvo mucho que ver en esta decisión.

En 1932, tras impartir conferencias sobre arte proletario y arte burgués es invitado como representante español en el Congreso internacional de Artistas Proletarios de Moscú. Sin embargo esa segunda visita a la URSS decepciona a Helios que se da cuenta que ese ya no es la misma URSS donde triunfaban los Maiakosvki o los Rodchenko. Esta vez encuentra un país en el que el futurismo y el arte de vanguardia han sido sustituidos por la gris y ramplona estética del realismo socialista cuyo único objetivo era adular a la burocracia del partido. Sin embargo allí tiene la oportunidad de coincidir con personalidades tan sobresalientes como el novelista Ramón J. Sender, el poeta Louis Aragon, y lo que es más importante aún, con el dibujante alemán Gerd Arntz, uno de los artistas gráficos de la época que más le influenció. Helios nunca va a aceptar el realismo socialista pero sí que va a ir eliminando de su obra lo abstracto y lo simbólico a favor de lo social y lo concreto. Este rechazo del prosaísmo del arte estalinista motivará que cuando Helios expone en Moscú en el Museo Pushkin tan solo visitará la galería gente cercana a su pequeño círculo de amistades como el propio Arntz. Por otra parte, también edita su segundo álbum de ilustraciones Revolución Española.

Helios Gómez en la Revolución Española

De vuelta a España, tras más de un año de estancia en la URSS, Gómez coincide con los levantamientos obreros contra la política derechista del Bienio Negro (1934-1936). Y nuevamente, se sitúa en el centro de la acción revolucionaria y es apresado y confinado en un buque prisión en Barcelona. Durante su cautiverio Helios dibujó una serie de ilustraciones que mostraban con toda su crudeza la represión de las fuerzas del orden contra los mineros de Asturias. La carpeta se llamó ¡Viva Octubre! y se publicaría en Bruselas al año siguiente.

Cuando cae el gobierno derechista y se convocan nuevas elecciones la necesidad de dinamizar la propaganda de la izquierda, que se empezaba a recuperar del golpe de la represión en Asturias, se hizo evidente. Así, se crea a iniciativa de Helios Gómez el Sindicato de Dibujantes Profesionales de la UGT de Barcelona, que tendrá mucha importancia porque se dedicará a producir la propaganda del bando republicano en Cataluña.

Al producirse el golpe de estado militar de 1936 Helios estuvo desde el primer momento luchando en las barricadas que se levantaron en las calles de Barcelona. Gómez será a partir de ese momento el enlace entre el Partido Comunista y el Sindicato de Dibujantes Profesionales y es nombrado comisario político. Pero el cargo le venía grande y la disciplina de partido no era lo suyo, así que fue destituido por desobedecer órdenes y perseguido por la cúpula del PCE tal y como lo fueron los militantes del POUM por lo que, como éstos, buscó refugio en sus antiguos camaradas anarquistas. Así, integrado como miliciano de cultura de la 26ª División, antes conocida como División Durruti, organiza en Barcelona la exposición dedicada a la memoria de Buenaventura Durruti.


Los horrores de la guerra

Tras la caída de la ciudad de Barcelona en manos de las tropas franquistas Helios pasa la frontera y vive durante cuatro años en campos de refugiados franceses. Allí se relaciona con el escritor Max Aub. Debido a los malos tratos de los guardas de los campos y su deportación a Argelia donde se le obliga a trabajar en la construcción del trazado transahariano, decide regresar a España. Allí empieza una nueva serie de dibujos, Los horrores de la guerra, que pone el colofón a las ilustraciones de carácter social que empezara en los años 20.

Helios, con su compañera Mercedes Planas, con la que tiene un único hijo, Gabriel, primero se instala en Sevilla y más tarde, y de manera definitiva, en Barcelona. Allí se entrega nuevamente a la lucha contra la dictadura entrando en contacto con grupos opositores en la clandestinidad. Como consecuencia nuevamente es apresado y pasa dos temporadas más en la cárcel Modelo de Barcelona. Allí pinta en el techo de una celda (la primera del corredor de los condenados a muerte, que se usaba como oratorio) la llamada Capilla Gitana. En dicho mural se mostraban personajes de rasgos gitanos junto a ángeles negros (como los del bolero de Machín). Toda una provocación que paradójicamente resistió toda la dictadura pero que ya en plena democracia, en 1996, desapareció bajo una capa de pintura, si bien posteriormente pudo recuperarse. En esta época su producción pictórica, que a menudo eran murales, tiene una marcada influencia surrealista.

Significado de la figura de Helios Gómez

Helios Gómez ejemplifica un doble compromiso revolucionario, por un lado con la estética a través del arte de vanguardia y por otro con la ética, primeramente a través de su militancia anarquista y posteriormente comunista. Su figura, asimismo, viene a demostrar que la Revolución Social está por encima de las culturas, las etnias o las naciones, pues el socialismo de lo que tiene que ocuparse es destruir las desigualdades socioeconómicas, idea ésta que es un leit motiv en la obra gráfica de Helios. Solo el país y el tiempo intelectualmente baldíos en los que nos ha tocado vivir pueden explicar la capa de olvido y de silencio bajo la que ha sido sepultada la figura innovadora y rebelde de Helios Gómez. Ser a la vez anarquista, vanguardista y gitano no son buenas credenciales para alcanzar el reconocimiento, aunque sea póstumo, del vacuo establishment artístico actual.

martes, 22 de mayo de 2012

Artistas y anarquistas…

Por H. RODERICK KEDWARD

Algunos, sin duda, fueron cerrados de espíritu y muchos fueron dogmáticos en ciertos aspectos, pero en general fueron de ideas abiertas, no sólo en el campo social y político, sino también en el reino de las artes. No se trata de que los anarquistas produjeran un estilo propio de literatura, ni de que fueran grandes pintores, escritores o críticos, pero su devoción a la libertad les acercó a los artistas creativos que estaban intentando liberarse de la ortodoxia y la tradición. Particularmente, en Francia, es difícil discernir dónde acaba la libertad y dónde comienza la anarquía.

Camille Pissarro fue un artista que empañó esta distinción. Notable pintor impresionista, creó paisajes en los que las figuras de campesinos se funden con el fondo en un mundo rústico compuesto por luz, sombra y color, y encontró críticas desfavorables. La mayoría de los críticos saludo al impresionismo con burlas, y el hecho de que Pissarro fuera también de ideas anarquistas y tuviera que exiliarse por un tiempo después de la Comuna de París, confirmó, a los ojos de los críticos, las sospechas sobre su arte. Hacia 1890 empezó a aceptarse el impresionismo y los cuadros de Pissarro compartieron este cambio de fortuna, pero él continuó haciendo apuntes y dibujos para las publicaciones anarquistas y escribió sobre La Conquista del pan de Kropotkin: «Confieso que si es una utopía, de todas maneras es un bello sueño.»

Paul Signac fue otro famoso pintor francés anarquista que inició la experiencia postimpresionista de construir sus cuadros con minúsculos puntos de color que el ojo a distancia combinaba en figuras y objetos. Creía que en la nueva sociedad que los anarquistas preparaban, el hombre corriente, el obrero, tendría tiempo y capacidad para apreciar todas las manifestaciones del arte, y definía al pintor anarquista como el que lucha «con toda su individualidad con su esfuerzo personal, contra las convenciones burguesas y oficiales».

ARRIBA: Plaza del Teatro Francés por Pissarro, el pintor impresionista
que tuvo que exiliarse por sus ideas después de la Comuna de París.
ABAJO:
El puerto de Portrieux por Paul Signac, otro artista que luchó
como anarquista contra las «convenciones burguesas y oficiales».


En las revistas anarquistas fundadas por Jean Grave, especialmente en La Révolte, estos dos artistas y muchos otros literatos y artistas de la época, como el poeta Mallarmé, el pintor Van Dongen y el escritor Alphonse Daudet estaban representados por dibujos, poemas o artículos. Muchos de ellos eran sólo colaboradores ocasionales y estaban lejos de simpatizar con cualquier clase de anarquismo, pero se sentían identificados en la libertad que los anarquistas pedían para cada individuo.

Mujer entre columnas por Kees Van Dongen. Otra muestra de arte vanguardista,
influenciado por las teorías que reclamaban para el arte un papel de crítica social.


En Inglaterra esta libertad anarquista ganó el entusiasmo de Oscar Wilde que firmó una petición a favor de los anarquistas de Chicago, abogó por la abolición de la propiedad para liberar al individuo, y en su libro The Soul of Man under Socialism expuso la idea de que artistas y anarquistas coinciden en su petición de un individualismo absoluto. Wilde manifestó extensamente esta conjunción con sus trajes, su conducta y su homosexualidad, por la cual fue legalmente penado y socialmente marginado. Tenía, por tanto, todos los motivos personales y artísticos para luchar por la libertad del individuo.

Sin embargo, Wilde no obtuvo la aprobación de todos los círculos anarquistas, ya que su preocupación fundamental era el arte y los artistas y no apoyó la opinión de que el arte debe tener una finalidad social. Por este motivo, sus obras teatrales no fueron incluidas por Emma Goldman en un estudio del drama contemporáneo en el cual señaló ciertas obras como poderosas propagadoras del pensamiento radical. Su admiración se dirigió en particular a Henrik Ibsen: «Ibsen, el enemigo supremo de toda vergüenza social, ha arrancado el velo de la hipocresía de su faz.» Escribió sobre El enemigo del pueblo: «En este drama Ibsen celebra los últimos ritos funerarios de un sistema social podrido y moribundo. De sus cenizas se eleva el individuo regenerado, el rebelde absoluto y valiente.» El «rebelde» es el Doctor Stockman, que decide revelar su descubrimiento de que los baños públicos de la ciudad están construidos sobre una ciénaga y son perjudiciales para la salud. Los intereses económicos, los prejuicios y el orgullo de la provincia se reúnen contra él y le dejan solo. En palabras de Emma Goldman, encuentra que sus enemigos son una «mayoría compacta», lo bastante sin escrúpulos para querer erigir la prosperidad de la ciudad «sobre un cenagal de mentiras y fraudes». Nunca podremos apreciar suficientemente el valor de esta obra así como el de Espíritus, que «ha sido como la explosión de una bomba que ha hecho temblar la estructura en sus cimientos».

Sus alabanzas, en términos anarquistas, se dirigen también a los dramaturgos alemanes Gerhardt Hauptmann y Frank Wedekind así como a Bernard Shaw y John Galsworthy, este último por Strife (Disputa), a la que considera la obra sobre el trabajo más importante después de Die Weber (Los Tejedores) de Hauptmann. Estas valoraciones vuelven sobre la larga tradición anarquista representada por Proudhon de que el arte y la literatura deben tener una finalidad social y, aunque Emma Goldman no era insensible al mérito artístico, prefería abiertamente la literatura que promovía la libertad social e individual.

El cortejo fúnebre por George Grosz. Los horrores de la I Guerra Mundial y sus consecuencias
forzaron a un número cada vez mayor de artistas a tomar partido por la reforma social.


Evocar esta libertad fue uno de los propósitos del celebrado director de cine Jean Vigo, que tenía 12 años cuando su padre, el anarquista Miguel Almereyda, fue encontrado estrangulado en la celda de una prisión en 1917. Almereyda había sido antimilitarista activo antes de la guerra y durante ésta se hizo cada vez más pacifista. Hacia la mitad de la guerra su situación social cambió, empezó a tener dinero, mientras que antes había vivido en la pura pobreza. ¿Fue un traidor? ¿Había recibido dinero alemán por sus escritos pacifistas? ¿Fue estrangulado en una cárcel francesa por este motivo? No se sabe, pero el joven Jean Vigo creyó que su padre había sido un pobre anarquista y revolucionario y él heredo la mayoría de sus ideas del ambiente anarquista francés en el que Almereyda había sido una figura tan destacada. En 1930 su film sobre Niza (À propos de Nice) expresaba las ideas anarquistas sobre la desigualdad. Comparaba la vida de los ricos y los cuerpos sanos y satisfechos de los veraneantes tostados por el sol con los cuerpos desnutridos, deformados, de los muchachos de las barracas, y en la vigorosa película Zéro de Conduite (Cero en conducta) presentaba una revolución de colegiales contra la rigidez de las autoridades escolares. Era una afirmación explícitamente anarquista para la cual Vigo se sirvió de sus amigos anarquistas como actores. Fue inmediatamente proscrita por las autoridades francesas. Ha sido reconocida como un tour de force técnico y es la fuente inspiradora y el precedente de la película de Lindsay Anderson If que estudia la autoridad y la rebelión en una public school inglesa.

Vigo manifestó sobre À propos de Nice: «Exhibiendo la atmósfera de Niza y las clases de vida llevadas en ella y, ciertamente en todas partes, el film… (ilustra) los últimos extremos de una sociedad cuya negligencia de sus responsabilidades te indigna y te conduce a soluciones revolucionarias.» Sus propias quedan oscurecidas, pues murió a los 29 años después de acabar su segunda gran película L’Atalante, que tiene como tema central una relación amorosa tiernamente realizada, mientras que la crítica social se logra con incisos que sacan a la luz la miseria de los obreros sin trabajo de París.

Vigo puede ser considerado un vigoroso expositor del mundo de su padre, de los círculos anarquistas de la preguerra en Europa y América, que no sólo discutían la revolución y la propaganda inflamada, sino la filosofía, la poesía y el arte de su tiempo. Por modesta que sea, forma parte de la explosión cultural que a principios de siglo consideró la libertad y la prueba como sus instrumentos para liberar nuevas formas, métodos e ideas creadoras.

El anarquismo no fue el único credo de la libertad y para muchos contemporáneos su faceta destructora fue el completo reverso de la libertad, pero sin este aspecto de innovación creadora habría faltado en la historia del anarquismo una de sus dimensiones vitales.

Los anarquistas. Asombro del mundo de su tiempo,
Capítulo IV: «Libertad y anarquía» (1970).

Escena de la última película de Vigo L’Atalante en la cual una
tierna
historia de amor se entrelaza con duras críticas sociales.

lunes, 21 de mayo de 2012

Arte y Anarquía (FAL)

Una vez me contó el compañero Sorrow, que un conocido nuestro, le dijo que las vanguardias artísticas de los siglos XIX y XX, eran agrupaciones elitistas. «Vanguardia» quiere decir «estar por delante» y no quiere decir «estar por encima de», no es elitista. Muchos artistas (poetas, pintores, etc.), para poder vivir de su arte, de sus habilidades, han recurrido a protectores, a mecenas... Pero algunos consideraron que el arte podría también ser utilizado para condenar las injusticias sociales, criticar la monotonía de la vida moderna o la defensa a ultranza del individuo...

La Fundación Anselmo Lorenzo en 1989, produjo un documental sobre la vinculación de las vanguardias artísticas con el movimiento anarquista. Nos hablan del pintor realista Gustave Courbet, de los neoimpresionistas Paul Signac y Camille Pissarro, de Ernst L. Kirchner y el grupo expresionista alemán «Die Brücke» (El Puente), como de Carlo Carrà y el Manifiesto de los Pintores Futuristas, del dadaísmo y el Manifiesto Dadá, y el surrealismo de André Breton, Arturo Schwarz o Antonin Artaud.


La rebelión absoluta del Movimiento Dada

por Hans Heinz Holz

El presente texto fue publicado en el libro DE LA OBRA DE ARTE A LA MERCANCÍA (Hans Heinz Holz, Colección Punto y Línea, Editorial Gustavo Gili, Barcelona 1979)

Die Freie Strasse (La calle libre) órgano de 
agitación anarquista y Dadá de Raoul Hausmann

Su emblema no fue la flor azul, sino Anna Blume, el "animal bobo", la imaginaria amada non sense de Kurt Schwitters, a la que éste dedicó sus lánguidas parodias. El lema escogido era lo sin sentido, pero transparentaba un sentido destrozado; a veces, la perspectiva tiene mayor importancia, otras menos. 

Cuando Schwitters dio a sus creaciones el título global de Merz, que tomó de la sílaba intermedia de la palabra Kommerzbank (Banco del Comercio), lo hacía con la voluntad de descomponer estructuras existentes y disolverlas en sus partes constitutivas. No fue casual que una honorable institución del orden social y económico imperante se convirtiera en objeto simbólico de este proceso de descomposición; hay bastantes collages de Schwitters que dejan ver claramente la dirección de su intención.

La "Merz-Blume" hannoveriana de Schwitters pertenece a la misma familia de aquellas plantas de Dada que retoñaron en Zurich y en Colonia, en Berlín, París y Nueva York en los años 1916 y 1917, y que florecieron hasta principios de los años veinte.

Fue una generación de jóvenes airados cuya ira era irónica y cuyo anarquismo estaba todavía tan obsesionado por el sentido de la forma, que llegaron a destrozar la forma en toda forma. No legaron las ruinas de una ciudad destruida por las bombas, sino los restos revueltos al azar, pero ennoblecidos, de un yacimiento arqueológico. Porque la cultura, que en la Guerra mundial mostró su repugnante sonrisa gorgónica, era para ellos prehistoria, que ya sólo podían contemplar en un campo de ruinas. La fingida pretensión de que después de Verdún y de los gases tóxicos el humanismo clásico estaba todavía intacto; la ficción de que podía reconstruirse una imagen humana intacta a partir de los cuerpos destrozados por las balas dum-dum; la mentira esteticista de que las tormentas de acero eran utilizables para obtener un lenguaje preciosista, esto es lo que motivó su protesta, lo que desató su revuelta.

DADA: REBELIÓN, NO ESTILO

El dadaísmo fue más un movimiento de agitación que un movimiento artístico. La exposición de Zurich (y de París) en 1966-1967, que nos dio la panorámica más completa hasta entonces de las fases, los centros y las personalidades del movimiento, mostró claramente que nunca hubo un dadaísmo como tendencia estilística dentro del arte. El temprano tachismo de Augusto Giacometti aparece junto a la estricta geometría del cuadro en Sophie Taeuber-Arp; tenemos el surrealismo de Max Ernst (que quizás es el que más convierte los principios formales de la revolución Dada en constitutivos plásticos), pero también el constructivismo abstracto del grupo parisiense; Hans Richter todavía ofrece al principio un expresionismo exagerado, y Jean Arp muestra al comienzo una beatitud de curvas que permite reconocer ya sus ocurrencias de formas vegetales y ondulatorias.

Tantos hombres, tantos estilos. Pero estilos que (prescindiendo de un par de excepciones esenciales de las que ya hablaremos) no nacieron al regazo del Dada, sino que fueron adoptados por él como si se tratara de niños expósitos. Como artista, cada uno de ellos siguió sus propias inclinaciones artísticas en conexión con una vanguardia rica en facetas cuyas posiciones de partida ya habían sido fijadas antes del Dada. Tenían en común el candor de la provocación. No solamente querían alcanzar la ruptura con la tradición, cuyo compromiso ya no reconcían para ellos: querían quebrantar para todos, y hacer despreciables aquellas tradiciones que favorecían la mentira. El marinero Fritz Müller de Pieschen, de Otto Dix (1919), es una parodia de Ulises y de Enrique el Navegante y quizás, también, del príncipe Enrique de Prusia, hermano del emperador, quien con buques de su Majestad navegó desde Pillau hasta Tsing-tao y quien quiso llevar a la práctica la afirmación de que nuestro porvenir estaba en el mar, un porvenir que luego se fue a pique. Pero en este cuadro hay también alusiones a Las Cuatro Partes del Mundo de Tiepolo, que, osadamente puesto de lado demuestra la inversión de la proporción con el puntiagudo ángulo de su marco. De esta manera, Fritz Müller, el marino de Pieschen, podría haber sido uno de los amotinados de los cruceros acorazados alemanes que pusieron en movimiento la Revolución de 1918, y su gorro marino se transforma en la corona de un Thersites, como rey triunfante sobre Ulises. Así funciona el derrocamiento de los mitos: se violan los sentimientos más sagrados. 

Dada proclamó el anti-arte, no para hacer trizas el arte, sino a la conciencia de un mundo que había desaprobado su presunta sensatez. Las intenciones de Dada no fueron artísticas, y el hecho de que se manifestara con ayuda de unos medios que representaban la negación de medios y normas estéticas heredadas, se debe probablemente a que fueron artistas quienes iniciaron esta rebelión. En otras esferas el levantamiento hubiese podido tener otras consecuencias. Y el anarquista que lanzaba una bomba al zar o a su ministro de policía era, en cierta manera, un temprano precursor del Dada. Mientras se fusilaba a los anarquistas, se mandaban corchetes al domicilio de los dadaístas. Después de la publicación de cinco números, las fuerzas de ocupación inglesas en Renania prohibieron en 1918 la revista Der Ventilator de Theodor Baargeld; la policía de Colonia clausuró en 1920 la exposición Dada en la cervecería Winter por considerarla ofensiva a las buenas costumbres. La autoridad se dio cuenta de quienes eran sus enemigos. La tolerancia nunca era bien vista en Renania; y mucho menos el humor, allí donde el carnaval lo había monopolizado. Las tradicionales condecoraciones "contra la seriedad animal" bien pueden otorgarse a ministros, pero no, ciertamente, a ningún dadaísta. Zurich fue más generosa y Hans Richter recordó con cariño (...) la ciudad que dejaba campo libre a sus locuras. Para los primeros artistas Dada, el Zurich cursi, burgués y convencional fue una patria querida; quizá porque allí la rebelión tenía un relieve en frente del cual se veía confirmada a sí misma. 

Raoul Hausmann retratado por Conrad Felixmüller

CENTROS DEL DADA

Otra cosa sucedió en Berlín y París, donde el movimiento Dada logró festejar los triunfos de su provocación. Allí la rebelión era dura, con sátiras amargas, pues la sociedad entera se mostraba revoltosa. George Grosz y los hermanos Herzfeld aplicaron los medios de destrucción al campo político. Reinaba un ambiente revolucionario. Dada solamente facilitó el detonante reduplicado. "Hülsenbeck había arrastrado los bacilos Dada hacia Berlín, pero Hausmann, Baader, Herzfeld, Heartfield y Grosz ya estaban infectados por bacilos similares desde hacía tiempo. Llevaban en sí una predisposición espiritual y corporal al ataque y alboroto, que no hubiera necesitado de Dada para estallar. El anti-arte se convirtió, ante todo, en anti-autoridad". Así lo expresa Hans Richter en sus recuerdos del Dada. 

En Berlín, el movimiento Dada nunca provocó insensateces en sentido estricto. La voluntad de provocación era allí, desde el principio, política; los experimentos puramente formales jugaban un papel subordinado. Neue Jugend (Nueva Juventud), revista de los hermanos Hertzfeld, y Die freie Strasse (La calle libre), órgano anarquista de Raoul Hausmann, precedieron al Dada ya en 1916, antes de que Richard Hülsenbeck llegara en 1917 a Berlín. Los títulos "Juventud", "Calle Libre", fueron sintomáticos del levantamiento revolucionario, que entroncaba con el expresionismo.(...)

De Otto Dix ya hemos hablado. George Grosz añadió la mordiente agresividad de la caricatura, y John Heartfield la desenmascaradora combinación de fragmentos disparatados en sus fotomontajes. El collage de Hanna Höch, Corte con el cuchillo de cocina, colocó la sociedad trinchada en nuestros platos. La cabeza de Hindenburg se balancea sobre el cuerpo de una danzarina, ruedas dentadas ruedan hacia nosotros; Lenin apela a las masas: "Adheríos al Dada". Los bigotes de Guillermo II se transforman en un acróbata. Los elementos de esta época se entremezclan alborotadamente. Un arreglo de formas seguras es la contrapartida componedora de imágenes para la revista escénica. Algo más tarde, Ernst Bloch, al hablar de Walter Benjamin, hablará de la "forma arrevistada de filosofar". Un mundo astillado se muestra en imágenes del astillamiento.

El grupo berlinés es "Dadá engagé". También el círculo de Colonia -Max Ernst, Jean Arp y Theodor Baargeld (1918-1921)- se muestra comprometido, aun cuando es menos político. Aquí se utilizan mundos oníricos para la destrucción de la realidad, se sacan a luz mecanismos del subconsciente, y se procede a una lúgubre metamorfosis del hombre en animal. De ello salió el surrealismo, hijo legítimo del Dada, primero en los cuadros fatagaga que Ernst y Arp proyectaron juntos en 1920. La emigración de ambos a París, donde toparon con Breton y se encontraron con un ajetreo Dada bien organizado, fue la hora del nacimiento del surrealismo. 

Con un gran éxito de escándalo el 27 de marzo de 1920 tuvo lugar la primera manifestación Dada parisina en el escenario del Théatre de l'Oeuvre. Una de las piezas sin sentido representadas fue El canario mudo, de Ribemont-Dessaignes, en la cual un negro cree ser el compositor Gounod, que había enseñado todas sus composiciones a un canario mudo; según creía él el pájaro cantaba sin tacha alguna, pero sin emitir ningún sonido. Los actores de este minidrama fueron André Breton y su amigo y frecuente coautor durante el periodo Dada, Philippe Soupault. 

En 1917, Breton había conocido en París los documentos de protesta redactados en Zurich. A la edad de 21 años, amigo y admirador de Apollinaire, comprendió de inmediato que éste era su lenguaje: "Hay que volver a cero". El orden mundial, al parecer tan firme, había quedado destruido, y sus instituciones habían resultado enemigas de la vida, inhumanas y podridas. La juventud defraudada ya no podría guiarse por ningún valor. Pero si la humanidad, apenas escapada del cataclismo, no hubiera querido enzarzarse de nuevo en el propio engaño, ¿quién hubiera podido seguir el camino que había sido interrumpido por los disparos de Sarajevo? 

Esta hipocresía no podía ser tolerada; era preciso destruir la mentira del sentido continuo. Treinta años más tarde, al final de la horrenda Segunda Guerra Mundial, más funesta y más destructora que la primera, Ribemont-Dessaignes, amigo de Breton en los primeros tiempos, escribió lo siguiente: "La verdad es que el hombre ha estado al borde del exterminio; su desprestigio general es profundo. Nadie parece inviolable. Y por ello, hemos de volver a cero, y que, cuando las soluciones políticas propuestas por las corrientes políticas están hoy, comprensiblemente, en primer plano, treinta años después del nacimiento del Dada, estamos convencidos de que nada será capaz de vivir en el reino de la libertad colectiva si, antes, no rasgamos el temible sudario en el que se envolvió el hombre para aplastar a sus semejantes y a sí mismo"(...)

Caricatura de un burgués por Grosz

LAS FORMAS DE EXPRESIÓN CONQUISTADAS

Es sorprendente comprobar cuántas posibilidades de expresión del arte moderno, consideradas hoy como lógicas, fueron descubiertas, concebidas y puestas a prueba en aquellos cortos años de ruptura y de transformación. Deberíamos diferenciar entre aquellas que fueron expresión directa del pensamiento Dada, y otras formalidades que fueron desarrolladas más o menos casualmente en aquella coyuntura.

La vivencia de la que partían todos los dadaístas era la experiencia del desmoronamiento del orden hasta entonces vigente. Uno no puede representarse de una manera lo bastante intensa los efectos psíquicos del derrumbamiento de un mundo que, a pesar de ser acerbamente criticado, permanecía intacto. Al cabo de 50 años, la humanidad no ha hecho más que instalarse en una realidad desintegrada. Hemos quedado insensibilizados contra los síntomas de la decadencia. La bomba atómica ha conmocionado menos la conciencia del hombre que los acontecimientos de la primera guerra mundial. En una serie de terremotos, el primero es, sin duda, el peor porque llega por sorpresa.

El dadaísmo fue la reacción a la experiencia -no avisada- de que el mundo se ha vuelto incoherente. Por ello, todo arte que representara este mundo como sano e intacto tuvo que parecer insuficiente y hasta mentiroso. Reflejo original de esta experiencia fueron dos métodos de figuración que parecen nacidos directamente de las premisas del dadaísmo: el montaje y el collage. Se trata aquí de combinar de tal manera los retazos de la realidad que, a pesar de no tener ningún pleno sentido, produzcan un contexto interpretable como reproducción del mundo real. Nos hemos referido al Corte con cuchillo de cocina de Hannah Höch.

El famoso collage de Paul Citroën Metrópolis (1923) es, probablemente, la obra más expresiva de este género. Incontables cortes de vistas de ciudades se intercalan unos con otros, se sobreponen, se apelotonan, arrebatan la mirada repentinamente hacia profundidades de perspectiva, como en el infierno de un Hyeronimus Bosch; bruscos trazados de líneas se entrecruzan y emerge un laberinto de fachadas, ninguna de las cuales está totalmente terminada, cortándose con otras, de manera que nosotros nos perdemos y nos precipitamos a gargantas y abismos.

La fascinación de la vida bulliciosa de la urbe y el oculto temor ante un mundo que se escapa a nuestro control que solamente captamos ya como un amontonamiento de elementos, pero no como un todo: todo esto queda expresado en este cuadro. El collage nos ofrece aquí, sin duda alguna, uno de los testimonios más grandiosos del estado de conciencia del hombre de la primera mitad de nuestro siglo. 

El montaje entrelazado de elementos dispares corresponde a un estado de impresiones ópticas, caracterizado por un cúmulo de estímulos y por la continuidad en las percepciones. Todavía en Imágenes ciudadanas de Mark Tobey (a la que el autor vuelve en sus obras más modernas) se hace uso de esta posibilidad, aun cuando de una manera casi neoimpresionista. La poesía de los montajes y de los collages ya la había descubierto Schwitters, pero este procedimiento también es apropiado para manifestaciones más contundentes, cuando no solamente se da paso al flujo de las impresiones, sino cuando en la combinación se han intercalado interpretaciones, tal como sucede en los fotomontajes de John Hartfield o en los simbolismos psicológicos-profundos de Max Ernst. El montaje y el collage son, con toda seguridad, las técnicas más fructíferas surgidas de la conciencia de encontrarse ante el desmoronamiento del orden y de la disolución de los sistemas de coordinación. Estas técnicas permiten testimonios ópticamente precisos sobre el estado de nuestro mundo. 

Los dadaístas también introdujeron por vez primera el principio de una estructuración en serie del cuadro (...) El pensamiento en serie resulta del moderno proceso industrial de fabricación. Tanto la repetición en serie siempre de lo mismo, como la construcción de una forma por medio del añadido de otros elementos, está tomada de la idea de las cintas sinfín de las cadenas de montaje. El mundo de las máquinas ha ejercido en todos los aspectos una enorme fuerza de atracción para los dadaístas. Picabia eleva la máquina, mejor dicho: un elemento de la máquina, a la categoría de objeto de arte. Pintó ruedas dentadas que se entrelazaban unas con otras (Machine vite); e incluso pintó máquinas declaradas objetos humanos: Voilá la femme. No es fácil decir si aquí la técnica se humaniza o si el hombre queda tecnificado como un robot. También encontramos el mismo motivo en Christian Schad, pues Transmissions trata de representar a los hombres como objeto de la técnica; L'image d'une femme combina fragmentos de material para ofrecer una forma seudotécnica. ¡Tinguely ya no queda lejos! Schad y Man Ray aprovechan las posibilidades de la fotografía para la producción de imágenes semitécnicas de forma mucho más directa. Man Ray, con sus Rayogramas, logra efectos de trama, de los cuales se ha vuelto a servir últimamente Roy Lichtenstein. La desmitificación de las formas vistas ya se había alcanzado entonces. Era parte de la protesta general contra las costumbres inamovibles.
Portada de la publicación anarquista norteamericana 
Mother Earth diseñada por Man Ray


MEDIOS DE PROVOCACIÓN

Parte de los medios de expresión reconquistados habían sido primariamente pensados como instrumentos de provocación. Cuando en una construcción en perspectiva geométrica Duchamp monta un cepillo de cocina (o de W.C.), que sobresale verticalmente del cuadro, hacia el espectador, quiere provocar un "choque": la imagen debe ser destruida como obra de arte. Y, sin embargo, él efectúa esta destrucción a través de una forma artística refinada: el contraste entre el efecto espacial del cepillo y la perspectiva superficial pintada, es el truco formal con el cual lo real y lo irreal son obligados a suprimirse recíprocamente. La falta de sentido del cepillo molesta (en el plano semántico) para una interpretación global: la agresiva obscenidad del cepillo que sale del lienzo, le da una importancia de símbolo contra la cual el espectador se eriza y, no obstante, queda dominado por ella.

Duchamp renuncia completamente al toque artístico cuando presenta un ready-made como el famoso botellero, declarándolo objeto artístico. Así desenmascara implacablemente la falsa conciencia que hace aparecer la obra de arte como objeto de posesión y no como objeto de un proceso de esfuerzo intelectual. Tan pronto como la obra de arte se ha convertido en mercancía, la mercancía también puede ser ofrecida como obra de arte. La utilización de categorías posesivas ha destruido el sentido del arte, como anteriormente había echado a perder la esencia de las relaciones humanas. El ready-made no es una nueva forma de arte, sino una manifestación de carácter agitador para denunciar el pensamiento burgués. No otra cosa puede significar la Gioconda con bigotes. Duchamp efectuó un ataque general contra los sagrados bienes de nuestra tradición. La deformación de lo familiar es un acto de destrucción, y la destrucción es el modo más brutal de alienación: el arte, como un todo, debe y puede volver a cuestionarse; nos puede afectar de nuevo si, en vista del menosprecio radical de una determinada obra que destaca, nos volvemos hacia su sentido apelativo propio. Lo que Duchamp buscaba con sus parodias, lo intentó Dix hiriendo la vergüenza. Su aguatinta Nacimiento alude a un tabú; se trata de abrir los ojos. Ningún proceso natural debe seguir sometido a la prohibición de representación. Cuando tengo permiso para pintar a la madre amamantando (ya que el tópico de las Vírgenes sanciona este motivo) ¿por qué no puedo pintar, también, la salida del niño del vientre materno?

Los métodos y motivos de los cuales estamos hablando, son expresión de la voluntad de provocación. No son algo a lo que uno pudiera acostumbrarse, pués con el hábito pierden su sentido, cuya función es la de provocar un choque.