jueves, 12 de octubre de 2017

Acerca de tormentas y de brújulas


Por TOMÁS IBÁÑEZ

Es en los momentos convulsos, complejos, y tormentosos cuando se torna más apremiante consultar las brújulas para evitar extraviarnos. Sin embargo, también es en el estruendo de la tormenta cuando resulta más difícil confiar en sus indicaciones. Por eso es necesario no dejarse arrastrar por la vorágine de unos acontecimientos que se suceden con extrema rapidez y que demandan prontas respuestas. Por eso es preciso, aunque solo sea por un momento, «alzar la vista» más allá del contexto inmediato, tomar cierta distancia con la tormenta, y procurar vislumbrar hacia que horizonte nos empujan los actos a los que la situación parece emplazarnos.

Desde la simpatía, el aprecio, y la comprensión, que siento por muchos de los libertarios que se involucran en las actuales movilizaciones en Cataluña, no se me escapa, sin embargo, que están favoreciendo [han favorecido], de forma totalmente involuntaria, el proceso diseñado por el Gobierno catalán y por las formaciones nacionalistas para crear «un nuevo Estado».

Está claro que ese no es su objetivo, todo lo contrario, y que esa no es la razón por la cual exponen sus cuerpos en una paradójica «defensa de las urnas», o convocan huelga general en practica contigüidad temporal con el referéndum sobre la creación del nuevo Estado.

Sus objetivos van desde contribuir a «destruir el Estado español» (¡ojalá eso se consiga!), hasta avanzar hacia una situación donde se pueda «decidirlo todo», y no solo la forma política del territorio, pasando por la perspectiva de radicalizar la actual conflictividad alentando la creatividad y las chispas de auto organización que afloran en la población. Algunos acarician incluso el sueño de una (improbable) insurrección popular que abra el camino hacia una autentica «autonomía», en el sentido fuerte de ese termino que va mucho más allá de la autodeterminación de los pueblos.

Esos objetivos, así como el ineludible compromiso con la lucha contra la represión ejercida por el Estado sobre quienes desafían sus leyes, me merecen el más absoluto respeto. Ahora bien, también es obvio que la actuación de esos compañeros aporta su granito de arena al desarrollo del proyecto independentista, o mejor dicho, nacionalista, que es como conviene denominarlo, puesto que no pretende «independizar» cualquier cosa, sino, muy específicamente una «nación».

Si dicha contribución me preocupa, no es porque conduzca a propiciar la creación de un nuevo Estado, a final de cuentas nos tocara seguir luchando en su seno al igual que lo estamos haciendo en el seno del actual, sin que el cambio del marco estatal suponga una diferencia cualitativa que merezca especial mención. Vivir en un nuevo Estado nos trae sin cuidado, sin embargo, la principal repercusión negativa que se desprenderá de nuestra participación en el actual conflicto es que nos tocará, a nosotros y a los trabajadores involucrados, «pagar los platos rotos» del enfrentamiento entre el Estado instituido y el Estado naciente, como les va a pasar, por ejemplo, a los veinte anarquistas griegos detenidos por ocupar la embajada de España en solidaridad «con Cataluña» (sic).

Lo que me preocupa, y es precisamente en este punto donde adquiere sentido lo que antes comentaba acerca de la necesidad de «alzar la vista», es que la contribución a los actuales enfrentamientos está dando alas al «auge de los nacionalismos», como ocurre en todos los choques entre nacionalismos, y augura un enfrentamiento entre trabajadores tanto dentro de Cataluña, como entre trabajadores de Cataluña y de otros lugares. Sin hablar del correspondiente «auge de la extrema derecha» que ya se viene observando de forma preocupante en diversos lugares de España. No es que haya que renunciar a luchar para no suscitar el auge de la extrema derecha, claro, pero lo que no conviene hacer es luchar en un escenario definido en claves nacionalistas porque eso sí que garantiza ese auge.

En estos momentos, las respectivas actuaciones de un Puigdemont que ayer dejó en el limbo la proclamación del nuevo Estado, y de un Rajoy que hoy pone en marcha, sin formalizarla, la suspensión de la Autonomía catalana, revelan la preocupación por no perjudicar los intereses de las grandes corporaciones, empresas o entidades financieras, y señala los limites que los dos gobiernos enfrentados no están dispuestos a transgredir. Eso se está traduciendo por una desescalada de la tensión, por la escenificación de un espectáculo de poses y de engaños, adornado con disparos de balas de fogueo. Hasta ahora la única sangre que ya se ha vertido, y que habría que evitar que se siguiera vertiendo, es la de «la gente de abajo» que se dejó arrastrar a participar en una partida orquestada y arbitrada por la clase política en función de sus intereses. Luchemos, sí, pero no en campos de batalla donde nuestros enemigos nos llaman a hacerles costado.


martes, 10 de octubre de 2017

Por la lucha de clases, contra la lucha patriótica



Ante el desconcierto de algunos libertarios al ver cómo el fervor patriótico ha sacado a la calle a algunos cenetistas para ir codo a codo y bandera con bandera junto a manifestantes nacionalistas, hemos de salir al paso para recordar que ningún país, nación o Estado nos hará libres, todo lo contrario. En este sentido, conviene rescatar parte del comunicado «CNT ante los nacionalismos», lanzado hace años y que para nosotros tiene total vigencia. «El concepto "nación" ha servido tan pronto para englobar como para independizar; "nación" o "patria" son ideas-fuerza que pueden ser empleadas en sentidos muy opuestos, avasalladores o emancipadores; lo que para unos es gallardo patriotismo, para otros es coactivo imperialismo centralista, lo que unos consideran separatismo antipatriótico otros lo tienen como la máxima afirmación de identidad nacional. La CNT es enemiga del concepto "patria" salvo cuando se le da el significado que le dio Malatesta "mi patria es el mundo".»

Para nosotros, un ejemplo de lo contradictorio que supone mezclar la lucha de clases con las aspiraciones patrióticas queda patente en lo que durante los últimos meses estamos viviendo en Cataluña. Somos testigos de que en su pretensión de «hacer país» la derecha burguesa de siempre y la llamada izquierda catalanista —incluso la que dice ser «antisistema»—, se están dando la mano para construir un nuevo Estado, el catalán, dándole a su vez la espalda a quienes prefieren seguir en el que ya existe, el español. Siguiendo con dicho comunicado, se recalcaba que la argumentación nacionalista es «pobre y obcecada: en último término sueñan con establecer otro Estado, con su ejército, su policía y sus gerifaltes, pero con bandera y nombre distinto». A estas alturas, cabe preguntarse, ¿dónde ha quedado la lucha de clases sino envuelta en trapos patrioteros?

Conviene aclarar que el hecho de que como anarcosindicalistas nos opongamos a cualquier nuevo Estado no supone, tal y como malintencionadamente se nos suele atribuir, que defendamos el ya existente. A quienes utilizan esa falacia habría que recordarles que durante la proclamación de la República Catalana de 1934 fue la militancia de CNT la que tuvo que recoger las armas que los patriotas catalanistas tiraban cuando el ejército entró en Barcelona sin apenas dificultad. ¡Y qué bien nos vinieron después para asaltar los cuarteles y hacer temblar a unos y otros demostrando la viabilidad de la autogestión y del comunismo libertario! Lamentablemente, ese ejemplo revolucionario fue aplacado por una Generalitat que veía con horror cómo los trabajadores controlaban la producción y por unos comunistas a quienes se les dejó hacer cuanto quisieron, por su papel contrarrevolucionario como «partido del orden» y a cambio de que la República consiguiera el apoyo soviético. Varias décadas después, parece mentira que estemos en una tesitura similar, aunque no del todo. Entonces, los anarcosindicalistas teníamos claro que nunca llegaríamos a ser libres sin tener antes el control de la producción. Ahora, parte de quienes así se autoproclaman lo han olvidado, propician que la clase trabajadora languidezca adoptando los mismos planteamientos de los sindicatos institucionalizados y junto con un amplio sector de la ciudadanía se deja arrastrar por lo que le dicten los distintos «medios de intoxicación» en función de sus intereses. Y es que cuando se convocan paros patrióticos sufragados por la Administración y los comerciantes, cuando se reconduce la lucha popular hasta aplacarla en el Parlament vía urnas o cuando quieren que escojas entre distintos trapos patrioteros, algo falla.

Tampoco nos convencen los argumentos de ciertos anarquistas de que no nos podemos quedar al margen del proceso social y político en curso, pues, a nuestro entender, esto significa una adhesión acrítica a planteamientos que nada tienen que ver con la emancipación de los trabajadores por la simple voluntad irreflexiva de «hacer algo» [?]. Hay que valorar y sopesar en qué iniciativas concretas se participa y por qué, sin caer en el «movimiento por el movimiento».

En CNT Cataluña, a pesar de todo, seguimos teniéndolo claro. Siempre estaremos por la lucha de clases, nunca con la lucha entre trabajadores por unos motivos patrióticos que sólo benefician a los gobernantes deseosos de tapar sus tufos y continuar con sus privilegios.

Salud y revolución social



*Esta CNT catalana no es la Regional de CNT, es una excisión.

miércoles, 4 de octubre de 2017

La muerte del anarquismo en Barcelona bajo la lluvia



Por ABUY NFUBEA

Llueve mucho, acabo de volver del colegio electoral de Gracia y del set de prensa improvisado donde la fiesta continúa. En la mañana fui al colegio electoral del Mercat de Sant Antoni y lo que he visto allí no me ha gustado. Gente con pinta de robocops golpeando a mujeres, niños y ancianos por gente inocente mientras los verdaderos responsables siguen tranquilos. Creo que era la imagen buscada y parecia más la época de los gobernadores civiles. Como decía Marthin Luther King: «La última debilidad de la violencia, es que ésta es un espiral descendiente, procreador de la destrucción de cada cosa que ve. En vez de desvanecer al diablo lo multiplica. A través de la violencia, pudieses asesinar al mentiroso, pero no puedes asesinar la mentira o establecer la verdad. A través de la violencia pudieses asesinar el que te odia, pero no asesinar el odio. De hecho, la violencia meramente engrandece el odio. Retornando violencia con violencia se multiplica la violencia, añadiendo una profunda obscuridad a la noche que de por si ya está desprovista de estrellas. La obscuridad no nos puede sacar afuera de la obscuridad, solo la luz lo puede hacer. El odio no nos puede sacar el odio, solo el amor lo puede hacer».

Ahora pienso que esta fisura por tanta violencia policial no se superará y eventualmente cuanto más se tarde más crecerá la legitimidad del separatismo y los actos de violencia. En la Guinea Ecuatorial de Obiang sí, pero en la  Europa de Cristiano y Messi, las imágenes son infumables.

El gobierno debe abandonar el miedo a la secesión que no puede confundirse con el miedo a un ejercicio democrático como el voto. Este miedo es falso. Rajoy con su mayoría debe convocar un referéndum ya, y pactar el porcentaje que legitimaría el SÍ. Y que voten hasta los ácratas y los migrantes sin papeles, estableciendo un tiempo de 5 décadas para el próximo referéndum. Porque si es verdad que los catalanes que no quieren la independencia son mayoría, pues que se les permita expresarlo y creo como muchos que el referéndum saldría el NO, pero tiene que celebrarse. ¡Todos los catalanes, no solo los indepes, tienen derecho a expresar su opinión y decidir su futuro. El Estado como hizo también Cameron debe movilizar a las bases del NO que en Cataluña van mucho mas allá del PP y los charnegos para evitar que estas imágenes tan fuertes se repitan.

Quisiera pensar que el gobierno tiene una estrategia. Sino es así , es un gran error de Rajoy porque esas personas agredidas y detenidas tienen nietos… y eso serà la literatura del victimismo en los próximos meses había que evitar ese grado de violencia que precipita las decisiones difíciles y esta violencia viene a demostrar a algunos que iban a votar NO, que ya tienen una razón mas —no la única— para votar ahora SÍ. Y si seguimos de esta manera, se profundizará en la crisis del Estado, el SÍ ganará la batalla de la legitimidad y mediante la violencia del Estado, le pondremos en bandeja a Puigdemont, una mayoría absoluta en las próximas elecciones que ni tiene ni se merece.

Que el referéndum fuera ilegal y que se haya tomado la via unilateral, mandando a tomar por saco el mismo ordenamiento jurídico que se invoca para la secesión, no justifica no profundizar en búsqueda de soluciones para la reconciliación desde el diálogo. Porque la Constitución española reconoce el derecho de un referéndum pactado. Y sólo en las repúblicas o monarquías bananeras hacen caso omiso de lo que dicen su Carta Magna. En ese sentido este referéndum podía haberse celebrado pactado y salir NO. De paso reforzar al PP de Cataluña que es marginal social y electoralmente.

Veo demasiada torpeza por parte del Gobierno de España en todo esto, ante la imposibilidad de abrir un escenario de diálogo y dirimir las diferencias políticas hace rehén al gobierno de su propia incapacidad. Todavía estamos a tiempo. ¿Y ahora qué? El tema era evitar lo que estamos viendo ahora en Gracia y gran parte de la responsablidad (no la culpa) la tienen los catalanes-unionistas que siguen en sus casas sin salir a defender su derecho a votar NO y esa es la razón de que los indepes sean o parezcan hegémonicos en las calles, medios e instituciones. Rajoy debe convocar urgentemente un referéndum sin miedo y que haya posiblidad de que TV pública permita hablar también a los catalanes no separatistas. Porque la cantidad de gente que he visto gritando «votarems» y cánticos propios del Movimiento de Derechos Civiles, me reafirma en la idea de que la única forma de tumbar el separatismo es en las urnas, cómo ha hecho Gran Bretaña con Escocia.

Un axioma que he escuchado hoy, incluso a su excelentisimo sr. D. Juan Tomas Ávila Laurel, magnifico escritor, conde y duque de Annobon, ha sido: todo aquel que no abogue por la separación es un fascista, por tanto la pregunta es: ¿todos los catalanes que quieren que se hagan reformas para seguir unidos con España son fascistas?. Y la segunda más grave, que quizás explique la segunda y cuyo fenómeno debemos analizar sin hacer una tesis doctoral, es: ¿Hemos asistido hoy a la muerte y entierro social e ideológico del anarquismo en Barcelona?.

El 19 de julio de 1936 cuando la sublevación llegó a Barcelona, al mando de los generales Llano de la Encomieda y Goded. En las calles los anarquistas de Defensa Confederal tomaron la iniciativa enfrentándose y derrotando al Ejército. Echaron a los golpistas del Hotel Colón, Ritz y la Telefónica. Aplastaron el levantamiento desarmando a las milicias falangistas y a los insurrectos, fieles a su doctrina de ni dios ni amo, lejos de declarar el estado catalán como hizo Maciá y quiere hacer ahora Puigdemont, proclamaron la Revolución Social que instauró la colectivización en la industria y los servicios. Hoy el anarquismo ha muerto a manos de la herramienta epistemica y discursiva principal que es el catalanismo. El catalanismo (que hasta ahora no era necesariamente independentismo) de la mano cómplice de la izquierda se ha convertido en el campo político hegemonico en Cataluña con una gran habilidad y capacidad de situarse como referencia única y fáctica con un discurso potente así como una constante presencia en los debates, dominio del espacio publico y sobre todo marca, elabora y fija el discurso mediatico. Cualquiera que pretenda un mínimo de autoridad y legitimidad en la gestión publica o privada, debe asumirlo. Ese fue al menos la conclusión a la que llegaron los partidos de izquierda que historicamente han representado a las aspiraciones de los charnegos, catalanes no-independentistas (PSC-ICV-Podemos, COMUNES), una izquierda cuyo principal objetivo es ser catalanista o ser suficientemente nacionalista. Desistiendo de la labor de dar soluciones sociales cercanos de los problemas de la gente. Y no se trata de ser antinacionalistas como cierta opinión publica de Madrid, sino de ser socialistas. Al mismo tiempo que la derecha catalana CiU, herdera de Cambó y la Lliga pactaba transferencias de responsablidades con todos los gobiernos del PP era la época de las vacas doradas de España, bien de Jose Maria Aznar y Mariano Rajoy en Madrid.

Esta histeria compulsiva llevó al PSC-ICV a tratar de disputarle el espacio històrico del nacionalismo a CiU, ERC, CUP. El 'Procés' ha puesto a la izquierda en crisis y la consecuencia es que al igual que ya no se distingue en su discurso las CUP de CNT-UGT-CCOO —ya no se diferencian en sus politicas—. El PSC-COMUNES-ICV-IU, a las del nacionalismo catalanista que son vistos por los herederos de esa revolución social libertaria, muchos de ellos charnegos de Estopa o El último de la fila, como algo confuso, difusa y profusa: lo que explica el éxito inicial de Podemos en Cataluña, (antes de que Albano se alineara con el 'Proces'), cuando Pablo Iglesias enarboló la bandera negra de Durruti poniendo como cuestión principal, lo social.

La acracia por su tremendo testimonio constituyó desde siempre una romántica esperanza no sólo por su radicalidad, sino por su coherencia de una militancia que toma partido sin partidos, pero que nunca abandona la pretensión de que la conciencia fueran capaz de presentar resistencia al borreguismo. Hoy no está, ni se la espera o en el mejor de los casos está hace tiempo en las CUP. Pasé por la Plaza de Sant Pere, y vi a libertarios de toda la vida, hablo de militantes honrados y honestos que en más de mil batallas se han batido contra la injusticia en la Transición, los encierros del 2001 o el 15-M, les vi marchando bajo la lluvia, sin fusil, pero con un teléfono smartphone. Muchas eran mujeres, pero ninguna me preguntó por esas negras, indias y moras, dominicanas, colombianas, ecuatorianas o marroquíes ‘esclavizadas’ laboralmente sin contratos cobrando salarios por debajo del mínimo establecido. Ni me hablaron de Tanquem els CIEs, y mucho menos de recoger firmas por la estatua de Arcelin ni de el último mantero senegalés que los Mossos lanzaron por la ventana de su casa o de Aliu Djob… Portaban esteladas, con un estado de euforia general y lo más fuerte: exigiendo el ejercicio del derecho de la sociedad burguesa al voto. Y no para destruir el Estado, todo lo contrario, sino para construir otro Estado, en este caso el Estat Català, que nisiquiera pudo hacer Francesc Macià… ¿Si Buenaventura Durruti, Federica Montseny, Ascaso levantaran la cabeza y lo vieran?, fliparian en colores.

01/10/2017

martes, 3 de octubre de 2017

Comunicado del colectivo AMOR Y RABIA ante el conflicto actual

  [Alguien comentaba que el lugar de los anarquistas es estar siempre con el pueblo; cuando se le inquirió qué si el pueblo quería un dictador, respondía que nuestro deber debería ser avisar del error e intentar mitigarlo. Algo parecido han querido hacer humildemente desde AMOR Y RABIA con nuestros compañeros 'libertarios' que se han dejado arrastrar por los recientes acontecimientos, alentados por unos políticos con intereses oligárquicos contrapuestos a los del pueblo que dicen representar...]


1) Denunciamos sin matices la brutal intervención policial ordenada por el Gobierno central —con el apoyo de PSOE y Ciudadanos— y que sólo sirve a los intereses electoralistas del PP y de JxSí.

2) Rechazamos por completo apoyar un «Procés» puesto en marcha y dirigido por una casta política tan corrupta y represora como la gobernante desde Madrid y los partidos que les apoyan.

3) Recordamos como parte del Movimiento Libertario que el objetivo del anarquismo es un mundo sin clases ni fronteras, basado en la democracia directa y la igualdad.

Lo que está pasando en Cataluña es justo lo contrario: interclasismo y apoyo a un Govern neoliberal que está instrumentalizando el descontento social para sus intereses en nombre de un falso bien común, así como a la creación de un nuevo Estado en manos de los que en su día apoyaron el llamado Régimen del 78. El fin de la globalización neoliberal está dando paso a un proteccionismo de cariz identitario.

Desde AMOR Y RABIA vemos como algo fundamental combatir el capitalismo y concentrar nuestras fuerzas en combatir la sociedad de clases, centrando nuestras actividades en la cuestión social en lugar de la «cuestión nacional», que nos convierte en peones de las luchas internas de las diferentes oligarquías.

«Cambiar de amos no es lo mismo que emanciparse de ellos.»
JOAN PEIRÓ

viernes, 29 de septiembre de 2017

Derecho a decidir, sí, pero en todo


Por OCTAVIO ALBEROLA

Así de claro, el «derecho a decidir» de los pueblos es, debería ser, un derecho real e inalienable para que los «pueblos» puedan decidir lo que quieren ser y cómo quieren serlo. Pero también es o debería ser el derecho a decidir de cada uno de sus miembros, de todos los «ciudadanos», en todo lo que les (nos) concierne. El derecho a decidir debería ser un derecho que deberíamos poder ejercer todos y todas en todo momento; pero no es así, la existencia del Estado lo impide y solo lo permite ejercer cuando es él quien lo decide. Es decir: solo cuando y para lo que le conviene… Y eso es así y vale tanto para el Estado español como para el catalán, ése que quieren constituir los que reclaman el «derecho a decidir» solo para tal objetivo. Los explotados y dominados catalanes y españoles, como los de todo el mundo, deben, debemos luchar para poder ejercer ese derecho en todo momento y sobre todo lo que nos concierne; pues, solo luchando por conseguirlo, nuestra lucha —contra la explotación y la dominación de que somos objeto en Cataluña, España y en el mundo entero por las burguesías nacionales vinculadas mundialmente— será eficaz. 

Los explotados y dominados, seamos de donde seamos y estemos donde estemos, no debemos olvidar que el objetivo de nuestra lucha es poner fin a la explotación y la dominación de que somos objeto, y que, venga de donde venga, solo uniéndonos podremos ponerle fin. No debemos olvidar, pues, que la unión es necesaria para poder conseguirlo, y que por ello tampoco debemos olvidar lo que sucedió en el pasado, cada vez que los explotados y dominados se unieron a sus explotadores y dominadores para defender el mito de la patria común. No olvidar lo que entonces sucedió: que la Patria no era la misma para unos y otros, que la unión de los explotados y dominados con sus explotadores y dominadores solo sirvió y sirve para perpetuar la explotación y la dominación. No debemos olvidar esa lección de la historia: que la emancipación de los explotados y dominados solo puede ser la obra de ellos mismos. Que las clases existen y la lucha de clases continúa, aunque en esa guerra sea —por el momento— la clase explotadora la vencedora…

Y esto es lo que debemos considerar en el caso de la consulta que el gobierno burgués catalán está promoviendo para decidir la «independencia» de Cataluña con respecto a España; pues, más allá de lo anecdótico, salir de la Monarquía, la República catalana seguirá siendo tan capitalista neo-liberal como lo es la España monárquica. Una vez más, la verdadera cuestión, para los explotados y dominados, es no caer en la trampa en la que nos quieren hacer caer y encerrar las burguesías española y catalana. Pues es obvio que lo único que verdaderamente cuenta para ellas es la continuidad del sistema de explotación y dominación de los trabajadores y trabajadoras en el planeta. Este sistema que, además de acrecentar las desigualdades en el mundo, lo está volviendo cada vez más impropio para la vida.

Así pues de claro: libertad para decidir; pero sobre todo lo que nos concierne, no solo sobre lo que deciden y quieren los que mandan y nos explotan. Derecho a decidir, sí; pero, para todo, en todo momento y para todos y todas. Me sumo pues a esto que ha escrito la directora de cine catalana Isabel Coixet: «Este no es el momento de crear más fronteras, ni muros ni barreras. Este, quizás más que nunca en la historia, es el momento de tender puentes, de centrarnos en las cosas que tenemos en común, de solventar las diferencias y las injusticias con auténtica y genuina voluntad de diálogo, de enfrentarnos juntos, todos los europeos en un marco federal, sin distinciones de pasaportes, a los desafíos de un mundo descabezado, convulso, ardiente, complejo y terrible. Es el momento de dejar de estar absortos en nuestro ombligo y de elevar la vista más allá de los límites de lo que consideramos nuestro, más allá de nuestras banderas —por mucho que las amemos—, nuestros agravios —por muchos que tengamos—, nuestro pasado. Yo no poseo demasiadas certezas, pero he vivido lo bastante para saber que construir, sumar y amar siempre es infinitamente mejor que destruir, restar y odiar».

Yo tampoco poseo demasiadas certezas; pero he vivido lo bastante también para saber que solo se podrá construir un mundo de igualdad y libertad con los y las que no quieran explotar ni dominar.

(septiembre 2017)

jueves, 28 de septiembre de 2017

Perplejidades intempestivas


Cuando acontecen en Cataluña cambios tan drásticos como los que se han producido desde las multitudinarias manifestaciones del 15 de mayo de 2011 resulta difícil no experimentar cierta perplejidad.

¿Qué ha podido ocurrir para que algunos de los sectores más combativos de la sociedad catalana hayan pasado de «rodear el Parlament» en el verano del 2011 a querer defender las Instituciones de Cataluña en septiembre del 2017?

¿Qué ha podido ocurrir para que esos sectores hayan pasado de plantar cara a los mossos d’escuadra en la Plaza Cataluña, y de recriminarles salvajadas, como las que padecieron Esther Quintana o Andrés Benítez, a aplaudir ahora su presencia en las calles y a temer que no tengan plena autonomía policial?

¿Qué ha podido ocurrir para que parte de esos sectores hayan pasado de denunciar el Govern por sus políticas antisociales a votar hace poco sus presupuestos?

¿Pero, también, qué ha podido ocurrir para que ciertos sectores del anarcosindicalismo hayan pasado de afirmar que las libertades nunca se han conseguido votando a defender ahora que se dé esa posibilidad a la ciudadanía?

La lista de preguntas se podría ampliar enormemente y se podrían aportar múltiples respuestas a las pocas que aquí se han formulado. En efecto, se pueden aducir factores tales como el agotamiento del ciclo del 78, la crisis económica con sus correspondientes recortes y precarizaciones, la instalación de la derecha en el gobierno español con sus políticas autoritarias y sus recortes de libertades, la escandalosa corrupción del partido mayoritario, etc., etc.

Sin embargo me parece que sería ingenuo excluir de esas respuestas la que pasa por tomar en cuenta, también, el extraordinario auge del sentimiento nacionalista. Un auge que, sin duda alguna, han contribuido a potenciar los factores a los que acabo de aludir pero que también ha recibido muy importantes dosis de combustible desde las propias estructuras del gobierno catalán y desde su control de las televisiones públicas catalanas. Varios años de persistente excitación de la fibra nacionalista no podían no tener importantes efectos sobre las subjetividades, tanto más cuanto que las estrategias para ampliar la base del independentismo nacionalista catalán han sido, y siguen siendo, de una extraordinaria inteligencia. La potencia de un relato construido a partir del derecho a decidir, en base a la imagen de las urnas, y a la exigencia de la libertad de votar, era extraordinaria y conseguía disimular perfectamente el hecho de que era todo un aparato de gobierno el que se volcaba en promover ese relato.

Hoy, la estelada (roja o azul) es sin la menor duda el símbolo cargado de emotividad bajo el cual se movilizan las masas, y es precisamente ese aspecto el que no deberían menospreciar quienes sin ser nacionalistas ven en las movilizaciones proreferéndum una oportunidad que los libertarios no deberían desaprovechar para intentar abrir espacios con potencialidades, sino revolucionarias, por lo menos portadoras de una fuerte agitación social, y se lanzan por lo tanto en la batalla que enfrenta los gobiernos de España y de Cataluña.

No deberían menospreciarlo porque cuando un movimiento de lucha incluye un importante componente nacionalista, y este es, sin duda alguna, el caso en el presente conflicto, las posibilidades de un cambio de carácter emancipatorio son estrictamente nulas.

Me gustaría compartir el optimismo de los compañeros que quieren intentar abrir grietas en la situación actual para posibilitar salidas emancipatorias, sin embargo no puedo cerrar los ojos ante la evidencia de que las insurrecciones populares, y los movimientos por los derechos sociales nunca son transversales, siempre encuentran a las clases dominantes formando piña en un lado de las barricadas. Mientras que en los procesos de autodeterminación, y el actual movimiento es claramente de ese tipo, siempre interviene un fuerte componente interclasista.

Esos procesos siempre hermanan a los explotados y a los explotadores en pos de un objetivo que nunca es el de superar las desigualdades sociales. El resultado, corroborado por la historia, es que los procesos de autodeterminación de las naciones siempre acaban reproduciendo la sociedad de clases, volviendo a subyugar las clases populares después de que estás hayan sido la principal carne de cañón en esas contiendas.

Eso no significa que no haya que luchar contra los nacionalismos dominantes y procurar destruirlos, pero hay que hacerlo denunciando constantemente los nacionalismos ascendentes, en lugar de confluir con ellos bajo pretexto de que esa lucha conjunta puede proporcionarnos posibilidades de desbordar sus planteamientos y de arrinconar a quienes solo persiguen la creación de un nuevo Estado nacional que puedan controlar. Que nadie lo dude, esos compañeros de viaje serán los primeros en reprimirnos en cuanto no nos necesiten, y ya deberíamos estar escarmentados de sacarles las castañas del fuego.

Barcelona, 26 de septiembre de 2017.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Hoy este canto viene muy a cuento


Tod@s sabéis que no comulgo con el nacionalismo. Que considero que todo lo que está pasando en Cataluña es una pantomima en la que se está manipulando al pueblo en beneficio de un@s cuant@s list@s de un lado y de otro.

Pero la ejecución de la Operación Anubis por parte de la Guardia Civil y la Policía Ncional, deteniendo a representantes electos del Parlament Catalá; interviniendo las cuentas de la comunidad autónoma; requisando papeletas de voto; pasándose la ley, que dicen defender, por el forro; aplicando un artículo 155 que sólo se puede aplicar previa consulta al Parlamento, se parecen a un golpe de Estado mucho más que cualquier actuación que haya llevado a cabo hasta ahora ningún independentista.

Antes ya los había. Pero ahora ya se puede decir: el Estado español tiene, oficialmente presos de conciencia.

Sigo manteniendo que todo este tema es una pantomima, para tapar los auténticos abusos, cometidos contra el pueblo, de este Estado, sea cual sea su nacionalidad, así como para repartirse el pastel de todo el negocio que supone el Corredor Mediterráneo, y que es lo que de verdad se están disputando Rajoy y Puigdemon.

Pero esta vez, para tapar sus abusos, han cometido uno mayor: una auténtica felonía. Las personas de los detenidos no me merecen mayor respeto que cualquier otra persona. De hecho, creo que colaboran con el estado español para que las clases populares se entretengan con supuestos problemas de nacionalidades, y se desentiendan de los problemas reales, que son de clase, de género y medioambientales, no de nacionalidad.

Pero lo que ha hecho hoy el Gobierno de España es FASCISMO EN ESTADO PURO, y es muy grave porque, una vez abierta la puerta, significa que están dispuestos a hacerlo en cualquier otro contexto y en cualquier otro ámbito.

Esto supone algo que algun@s ya sabíamos: esto no es una democracia. No queda otro camino que la lucha sin paliativos y sin condiciones.

Ahora ya empieza a estar claro que la libertad de pensamiento es una quimera, y mucho menos la de expresión. Lo único que se mueve y actúa libremente, es el dinero.

Ahora ya sabemos que nos pueden detener por nuestras ideas, y por trabajar para llevarlas a cabo.

La policía lleva tiempo actuando como en tiempos de Franco. Que se lo pregunten a la gente de Gamonal en Burgos, o de Linares. Nos gobiernan los herederos directos, de sangre, de aquel régimen.

¿Nadie dudará ya de las raíces franquistas del PP?

Es más: nos gobiernan literalmente, los herederos directos, por vía de sangre, de la nobleza más rancia del reino de España. Una mirada somera a los apellidos que componen el Congreso y el Senado basta para comprobarlo.

La escala superior del ejército está también en manos de la nobleza más rancia. Y lo mismo con la jerarquía católica.

Esta gente está dispuesta a repetir lo que ya llevan haciendo más de quinientos años, cada vez que lo necesitan: exiliar, ajusticiar y exterminar a tod@s aquell@s que se opongan a su voluntad. Normalmente, lo mejor de este pueblo.

Ya no es cuestión de política parlamentaria. Ya no es cuestión de mejoras, avances o retrocesos.

Es una cuestión de pura y simple AUTODEFENSA. Estamos perdiendo, no derechos laborales, no estas o aquellas libertades.

Estamos perdiendo EL DERECHO, y estamos perdiendo LA LIBERTAD. Y después cuesta mucha sangre recuperarlos. Ya nos está costando palos, multas y cárcel. Lo siguiente, ya sabemos lo que es.

AHORA EMPIEZA A SER ELL@S O NOSOTR@S. LIBERTAD O TIRANÍA.

«... también será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro,
la lleguemos a ver.
Pero habrá que forjarla
para que pueda ser...»

... La he cantado tantas veces ante el fuego de campamento...

Amnauj T.