lunes, 8 de julio de 2013

JESÚS

El pasado mes de mayo murió Jesús, compañero desde los inicios del renacer del Movimiento Libertario vallisoletano.

Discreto, trabajador, autodidacta y reflexivo como pocos, Jesús era todo eso y mucho más. Miembro activo del movimiento antimilitarista vallisoletano, Jesús fue uno de los primeros partidarios de la insumisión total en Valladolid, participando de manera activa en todas las acciones antimilitaristas que marcarían la ciudad durante los 90. Como el antimilitarismo era para él tan solo un aspecto a combatir de esta sociedad enloquecida que nos ha tocado vivir, en esta nueva era de los asesinos, a su iniciativa se debe la creación en 1991, a la sombra del final de la Guerra Fría y la Guerra del Golfo, del grupo Jóvenes Contra la Estupidez, que poco después se integró en el grupo Despertar Libertario (las Juventudes Libertarias de Valladolid, JJLL), formado por buena parte de la (ex)militancia del MOC de Valladolid.

La difusión de las ideas era algo fundamental para él, y a su iniciativa se debe que el primer cartel de las JJLL de Valladolid se dedicase a denunciar el racismo, siendo utilizado por inmigrantes marroquíes es su primera manifestación, en Madrid; o el cartel Rompe la Cadena, el primero de una serie de carteles de agitación de tamaño mural que marcarían Valladolid en su momento. Más importante aún fue su participación en el resurgir de la prensa anarquista en Valladolid: a iniciativa suya y de su hermano se debe la puesta en marcha del órgano de las JJLL de Valladolid (En la Línea del Frente) y, más tarde, de El Aullido. Esta labor pionera hizo posible que otros nos animásemos a poner en marcha Amor y Rabia a (tras nueve números de El Aullido), y continuó con la aparición de Internet, donde rápidamente Jesús y su hermano pusieron en marcha el Blog Los de Abajo a la Izquierda (más de 500.000 visitas a día de hoy), siendo —nuevamente pionero en la prensa anarquista vallisoletana (suya es la primera entrada del blog)—. Con el paso del tiempo se fue aproximando al marxismo, un marxismo primigenio e internacionalista, manteniendo al mismo tiempo el respeto hacia el anarquismo. Defensor de la Primera Internacional, para él la única institución internacional válida, despreciaba todo tipo de nacionalismo, tanto periférico como centralista, ofensivo o defensivo, todos, al contrario del algunos marxistas de hoy en día.

La pérdida de Jesús es, por todo esto y mucho más que no puede expresarse con palabras, un desastre y una advertencia. Un desastre, porque en cada generación surgen —desgraciadamente— pocas personas con iniciativa para luchar por un mundo mejor, y Jesús era una de ellas. Y una advertencia, porque aunque Jesús murió por propia decisión, sin duda jugó un papel importante su última lucha, con la empresa para la que trabajaba, que ni le pagó sus sueldos del año 2012 en su totalidad, ni completó todos los trámites tras despedirle, de manera que ni cobraba un sueldo ni podía cobrar el paro. Desgraciadamente, buena parte de la gente combativa de la generación de los 90 se ha dispersado, pese a que ahora es más cierto que nunca que la unión hace la fuerza. La muerte de Jesús debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de (re)organizarnos, y de (re)tomar la lucha contra el Estado, esa administración de la muerte que nunca ha dejado de combatirnos.

El mejor homenaje a Jesús es continuar la lucha de las ideas contra el poder. Por ello su muerte, que ha atravesado nuestro corazón como un cuchillo

30 - JUNIO - 2013 (2ª Temporada)

 

domingo, 7 de julio de 2013

La de Dios

MONCHO ALPUENTE

Sólo los viejos dioses sobrevivirán a sus creaciones y unos días después del Apocalipsis se reunirán para comentar la jugada. Los viejos dioses que inventaron los hombres a su imagen y semejanza, dioses crueles y canallas que exigen sacrificios humanos para saciar su sed insaciable y que sobreviven con buena salud en los albores del siglo XXI de la civilización cristiana y occidental.

El viejo dios asesino de la Biblia y el Corán, dos caras de la misma deidad irascible perpetuamente enfrentadas en sus santísimas guerras y sus cruzadas sacrosantas que les garantizan la supervivencia. Si el mundo quedara alguna vez en paz los hombres se olvidarían de los dioses por eso resulta imprescindible mantener vivo el tributo de sangre que se renueva todos los días.

El viejo dios católico, apostólico y romano vive bien en España, sus códigos rigen nuestras leyes, nuestros bolsillos financian sus supercherías y sus artimañas. Ni los socialistas laicos ni los meapilas populares osaron nunca ponerle coto a la divinidad dentro de sus iglesias, su presencia se impone fuera de los templos, copa las escuelas y corrompe a los niños con sus falsas verdades y sus legítimas hipocresías, desprecia la ciencia y difunde la irracionalidad, ningunea las capacidades de los humanos y les hace comulgar con indigestas ruedas de molino. La última ley de educación convalida religión con ciencia, sinrazón y razón, patrañas manifiestas y verdades contrastables. Para entrar en el reino de los cielos hay que ser como niños crédulos, pobres de espíritu, corderillos del rebaño que apacientan con sus báculos y sus perros los obispos con la promesa de recibirles en el redil celestial para que sigan balando eternamente los gozos y las glorias de la divinidad.

Quiebran los bancos y las ideologías, se hunden las construcciones de los hombres pero los quiméricos artificios de la deidad se mantienen castillo en el aire emponzoñado por el pestilente hálito del dios omnipotente y de sus vasallos.


 

martes, 25 de junio de 2013

Los libertarios en los movimientos sociales

[Aunque el Movimiento Libertario no sea lo fuerte que debería ser, por lo menos existe y se mantiene. Somos pocos los anarquistas en general, pero tenemos un papel fundamental todavía que debemos ejercer: impedir que toda iniciativa popular sea desviada a otros intereses. En un capítulo de su libro sobre el movimiento majnovista (escrito en los años 20 del siglo pasado) P. Arshinov nos da una pista...]

La idea del anarquismo abarca dos planos: el de las ideas propiamente dichas, la filosofía, y el de las realizaciones prácticas. Los dos están íntimamente ligados. La clase obrera en lucha está más cerca generalmente del lado concreto y práctico del anarquismo. Su principio esencial es el de la iniciativa revolucionaria de los trabajadores y su emancipación por medio de sus propias fuerzas. De este principio se siguen naturalmente el de la negación del Estado en la sociedad nueva y el de la autogestión de los trabajadores. Hasta el presente la historia de las luchas proletarias no nos ha mostrado el ejemplo de un movimiento de las masas guiado por un espíritu anarquista puro. Todos los movimientos obreros y campesinos que se han desarrollado hasta aquí [la Revolución Rusa y afines] lo han hecho en los límites del régimen capitalista y no han estado más que superficialmente inspirados en el anarquismo. Esto es natural y comprensible. Las clases laboriosas viven, no en el mundo deseable, sino en el de la realidad y por ello están expuestas directamente a la acción física y psíquica de las fuerzas hostiles. Junto a la influencia de las ideas anarquistas, débil y limitada, los trabajadores sufren constantemente la influencia real y poderosa del régimen capitalista y de los grupos intermediarios.

Las condiciones de la vida moderna envuelven a los trabajadores de todas partes, como los peces son envueltos por las aguas del mar. Los trabajadores no pueden salir de ese ambiente. Por eso es natural que la lucha que sostienen lleve el sello de las diversas condiciones y particularidades de lo existente. Nunca ha podido nacer y manifestarse esa lucha bajo una forma anarquista claramente definida y corresponder a todas las exigencias ideales. Una forma semejante no seria posible más que en estrechos círculos políticos y aun entonces sólo en forma de planes y programas y no en la práctica. En cuanto a las masas populares, cuando entran en la lucha, sobre todo en una lucha de vastas dimensiones, cometerán, sin duda, errores que impliquen antinomias y desviaciones y sólo en el curso de la lucha podrán ajustar su línea de combate al ideal al que tienden.

Ha sido siempre así. Lo mismo será en el porvenir. No importa con qué cuidado hayamos preparado las organizaciones y las posiciones de la clase obrera en tiempos de paz, desde el primer día de la lucha decisiva de las masas todo se hará en forma diferente a como lo hacía prever el plan elaborado de antemano; sucederá en ciertos casos que el hecho mismo de la acción de las masas desorganizará las posiciones preparadas; en otros casos las desviaciones y los choques inesperados harán necesario el cambio de las disposiciones tomadas. Y no será sino por grados que el vasto movimiento de las masas entrará en el camino que lleva al ideal.

Eso no quiere decir en modo alguno que la organización previa de las fuerzas y de las posiciones de la clase obrera no sea necesaria. Al contrario, es la condición esencial para la victoria de los trabajadores. Pero es preciso recordar que eso no es el coronamiento de la obra y que aunque haya sido realizado ese trabajo, el movimiento exigirá una gran perspicacia en todos los instantes y una facultad de orientación particularmente grande para acomodarse a las nuevas condiciones de la vida; en una palabra, será preciso dar pruebas de una estrategia revolucionaria de clase, la cual dependerá en un grado considerable el éxito del movimiento.

El ideal del anarquismo es grande y rico en su multiplicidad. Sin embargo el rol de los anarquistas en la lucha social de las masas es muy modesto. Su fin es ayudar a éstas a entrar en la vía justa de la lucha y de la edificación de la sociedad nueva. En tanto que el movimiento no haya entrado en la vía de la colisión decisiva, su deber es ayudar a las masas a darse cuenta de la significación de la lucha que les espera, a definir sus tareas y sus fines; deberá ofrecer su concurso para que éstas tomen las disposiciones de combate necesarias y organicen sus fuerzas. Si el movimiento ha pasado ya el período del conflicto decisivo, los anarquistas deberán entrar en él sin perder un minuto; deberán hacer todo lo que puedan para ayudar a las masas a liberarse de las desviaciones erróneas; deberán mantener su ímpetu en la dirección de los primeros ensayos creadores, servirles con el pensamiento, tratando de que la lucha entre en el verdadero camino que conduce a las aspiraciones esenciales de los trabajadores. En eso consiste el fin principal, por no decir único, del anarquismo durante la primera fase de la revolución. La clase obrera, en cuanto haya conquistado sólidas posiciones de lucha y de la edificación social, no cederá a nadie la iniciativa del trabajo creador. Se dirigirá por su propio pensamiento, creará la sociedad nueva de acuerdo con su propio plan. Ese plan será anarquista o no, pero, lo mismo que la sociedad nueva, habrá surgido del trabajo libre, será modelado por el pensamiento y la voluntad del trabajo...

Piotr Arshinov
(Cap. XII, «El majnovismo y el anarquismo»)

domingo, 23 de junio de 2013

¿Es posible un estallido violento en España?


La Marea


Es un debate recurrente y que gana presencia a medida que los efectos de los recortes y la crisis afectan a capas de población cada vez más amplias. Las organizaciones sociales llevan un tiempo advirtiendo que la situación de muchas familias es desesperada, lo que podría desencadenar un estallido de violencia. Ada Colau, una de las caras más visibles de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), ya ha transmitido en varias ocasiones su preocupación al respecto. «A nuestras plataformas viene gente diciendo que va a poner una bomba, que le van a sacar de casa con los pies por delante, que se va a matar», ha llegado a afirmar. En este sentido, Colau ha aludido también al papel de la organización de afectados a la hora de frenar la violencia en las calles: «La Plataforma no sólo está conteniendo eso, sino que lo está canalizando de forma positiva».

La situación en la Unión Europea no es nada halagüeña. En países fuertemente afectados por los recortes como Grecia, la utilización del cóctel molotov y los intentos de atentado son constantes, mientras que en otros, como Bulgaria, el más pobre de la eurozona, se han quemado seis personas a lo bonzo en lugares públicos en menos de dos meses. Sin embargo, los países más ricos tampoco están a salvo. En Suecia se han desencadenado disturbios de calado, como los ocurridos a finales de mayo en la periferia de Estocolmo, que más tarde encontraron réplicas en otras ciudades, como Örebro o Linköping. También en Italia donde, ante la sede del Gobierno, un hombre hirió a dos agentes de policía tras un tiroteo el mes pasado. Las cábalas sobre sus motivaciones llenaron páginas en los diarios, hasta que el fiscal jefe de Roma, Pierfilippo Laviani, despejó las dudas. Lo describió como «un hombre lleno de problemas, que ha perdido su trabajo, que lo ha perdido todo [...]. Estaba desesperado. Su primer objetivo era disparar contra los políticos y después suicidarse».

En España han cobrado cierta repercusión mediática algunos casos de suicidio, sobre todo relacionados con desahucios inminentes. Además, dos personas se han quemado a lo bonzo en lo que va de año y los Tedax han desactivado varias bombas caseras en diferentes puntos del país. Sin embargo, ni los expertos ni la policía consideran la posibilidad de que se produzca una escalada de violencia en España, ni siquiera al nivel de Grecia, aunque advierten de que siempre hay un grado de incertidumbre que puede cambiar el escenario. Estos son los principales factores para que no se produzca un estallido social.

Hegemonía de la protesta no violenta

El historiador y profesor de la Universidad Complutense Rafael Cruz, especializado en violencia colectiva, apunta que la protesta en España está «absolutamente canalizada» por una «intensa movilización de carácter pacífico». «Si predomina el cóctel molotov desaparece la movilización multitudinaria, y no creo que ese sea el interés ni los objetivos de las personas que están saliendo a la calle», asegura. El fracaso de la convocatoria Asedia el Congreso, el pasado 25 de abril es, para los expertos, una prueba de que el discurso de la violencia no tiene repercusión. El profesor de la UNED Juan Avilés, autor del libro El nacimiento del terrorismo en Occidente, considera que, en lugar de violencia, asistiremos al surgimiento de nuevas fuerzas políticas al margen de los partidos tradicionales, como ha ocurrido en Grecia –con Syriza– o en Italia –con el Movimiento 5 Estrellas–. «En el fondo poner una bomba es muy fácil, pero esto no tiene mucho que ver con la reacción de la gente a la recesión económica, que ha ido en otras direcciones», explica.

ETA como 'vacuna'

La actividad infructuosa de grupos terroristas en España a lo largo de los últimos 50 años es, para estos expertos, una «vacuna social» contra la legitimidad de la lucha armada. El caso paradigmático es ETA. «En los años 70 hubo un ambiente más favorable a la aparición de este tipo de grupos, pero, hoy en día, en Europa occidental y en buena parte del mundo, la violencia como respuesta a los problemas está bastante desacreditada», sostiene Avilés.

Lazos de solidaridad

En España, la familia, y no sólo la más cercana, desempeña un papel crucial. «Supone un importante lazo de solidaridad que impide que las peores consecuencias de la crisis salgan con más crudeza a la superficie», desarrolla Julián Casanova, historiador y catedrático de la Universidad de Zaragoza. «Para que se produzca una situación de violencia generalizada debería quebrarse también el orden institucional, algo que se ha dado en mayor medida en Grecia que en España, por ejemplo», añade. Sin embargo, Casanova advierte que podría saltar una chispa que cambiase totalmente el panorama, como un caso de represión brutal de los conflictos por parte de las fuerzas de seguridad. Un ejemplo es Suecia, donde los disturbios comenzaron después de que la policía matara a tiros a un inmigrante con problemas psíquicos.

Prevención policial

La Policía Nacional lleva más de un año haciendo seguimiento de lo que considera «grupos antisistema radicales» que podrían «aprovechar el descontento» para cometer atentados. Según explica José María Benito, portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP), «la labor que se está haciendo es la de inteligencia, para tener controlados a estos grupos y anticiparnos a lo que pueda suceder». Las previsiones de la policía no contemplan que se produzcan episodios graves de violencia, «siempre que nos quedemos donde estamos» desde el punto de vista económico. «La experiencia en la lucha contra el terrorismo, sobre todo en inteligencia, nos permite identificar estos casos y separar a los violentos de los que quieren salir a protestar de forma pacífica», zanja.

Anarquismo sindical

Gran parte de los artefactos explosivos han sido reivindicados por supuestos grupos libertarios, algo que ha acabado salpicando al emblemático sindicato anarquista CNT, tras el registro de uno de sus ateneos en Cataluña el mes pasado. «Hay un proceso criminalizador contra el disenso, creemos evidente que hay guerra sucia por parte del Estado», denuncia Miguel Fernández, militante de la confederación en Madrid. «Los medios tienen una actitud bastante acrítica. No prestan atención a la parte constructiva, sindical, diaria, cotidiana del anarquismo y solamente cuando aparece una bomba nos ponen en el centro mediático», lamenta. El profesor Juan Avilés también resalta esta «labor constructiva» del anarquismo. «En su historia, la violencia siempre fue un fenómeno minoritario, aunque tuviera mucho eco. Donde el anarquismo creció de verdad y tuvo arraigo fue básicamente en España, precisamente por el movimiento sindical», explica.

Artículo publicado en el número de junio de La Marea, disponible en quioskos y aquí.

sábado, 22 de junio de 2013

Majnovistas en España

En el libro del sociólogo argentino Christian Ferrer, Cabezas de tormenta. Ensayos sobre lo ingobernable, en el último capítulo titulado «Una moneda valaca. Sobre la resistencia partisana» expone algo llamativo que trata sobre los componentes en el exilio de lo que fue la guerrilla majnovista ,los cuales vinieron como brigadistas internacionales durante la Guerra Civil española. Estos ucranianos, que junto a bielorrusos y polacos, formaban la compañia comandada por el teniente Taras Shevchenko, dentro del Batallón Palafox de la XIII Brigada Internacional, que cruzó los Pirineos tras la caída de Cataluña, y que participaron en la Resistencia contra el nazismo:

La guerra fue un holocausto también para la diáspora antifascista de los años veinte y treinta. Los revolucionarios húngaros de Bela Kun, los campesinos ucranianos de Majnó, los marineros de Hamburgo, los fugitivos de los fascismos balcánicos, italianos y alemanes, y los internacionalistas que fueron a la Revolución Española, todos continuaron su cruzada en la Segunda Guerra Mundial al lado de los maquís y a veces integrados en los ejércitos aliados. A las Brigadas Internacionales de España acudieron 35.000 hombres y mujeres desde cincuenta y cuatro países, incluyendo chipriotas, etíopes, australianos, tunecinos, martiniqueses, canadienses y centroamericanos. Algunos llegaron de más lejos aún: en Cataluña, 1937, la Compañía Internacionalista Shevchenko estaba formada por unas decenas de sobrevivientes ucranianos del ejército anarquista de Nestor Majnó que había cruzado en 1921 la frontera ruso-rumana a caballo. En 1945, cuando bajan sus armas en el Languedoc, todavía conservaban la moneda revolucionaria acuñada por Majnó veinticinco años antes. ¿Qué historias le contaría en 1924 Nestor Majnó —que entonces trabajaba en una carpintería de Paris— a Buenaventura Durruti antes de que éste fuera encarcelado en la Conciergerie, en la misma celda que ocupó Maria Antonieta? Todas estas razas hoy extinguidas, especimenes de un arca que nunca encontró su Ararat, eran testigos y portadores de utopías amonetarias: en las comunidades catalanas o en las brigadas partisanas se experimentaba con numismáticas de nuevo cuño. Orwell recuerda que cuando llegó a Barcelona en 1936 el sindicato de mozos había prohibido las propinas. Tierra adentro, en Aragón, directamente se había abolido el dinero.

viernes, 21 de junio de 2013

Preámbulo a los Estatutos Provisionales de la Primera Internacional


CONSIDERANDO:

Que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos, que los esfuerzos de los trabajadores por lograr su emancipación no deben tender a crear nuevos privilegiados, sino a establecer para todos derechos y deberes iguales y aniquilar la dominación de cualquier clase.

Que la dependencia económica del trabajador de los detentores de medios de trabajo, es decir de las fuentes de la vida, es la causa primera de su esclavitud política, moral, material.

Que la emancipación económica de los trabajadores es por tanto el gran objeto al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio.

Que todos los esfuerzos hechos hasta el presente han fracasado faltos de solidaridad entre los obreros de diversas profesiones en cada país, y de una unión fraternal entre los trabajadores de las diferentes comarcas.

Que la emancipación del trabajo, no siendo un problema local ni nacional, sino social, abraza a todos los países en los que existe la vida moderna y necesita para su solución de su consumo teórico y práctico.

Que el movimiento que reaparece entre los obreros de los países más industriales de Europa, haciendo nacer nuevas esperanzas, da una enorme advertencia para no recaer en los viejos errores, y les empuja a combinar inmediatamente sus esfuerzos aún aislados.

Por estas razones:

Los abajo firmantes, miembros del Consejo elegido por la asamblea del 28 de septiembre de 1864, en Saint-Martin’s Hall, de Londres, han tomado las medidas necesarias para fundar la Asociación Internacional, así como todas las sociedades o individuos adheridos, reconocerán como base de su conducta hacia todos los hombres: la verdad, la justicia, la moral, sin distinción de color, creencia o nacionalidad.

Consideran como un deber reclamar para todos los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Nunca más deberes sin derechos.

Es en este espíritu que ellos han redactado el reglamento provisional de la Asociación Internacional.

(1864)

[En las firmas figuraban 21 ingleses, 10 alemanes, 9 franceses, 6 italianos, 2 polacos y 2 suizos, la mayoría exiliados políticos.]

miércoles, 19 de junio de 2013

El final de Kronstadt


Tras once días de asedio, bombardeos constantes y varios centenares de muertos, en el 18 de marzo del año 1921, la ciudad-fortaleza rebelde de Kronstadt (en la isla de Kotlin, a unos treinta kilómetros al oeste de Petrogrado) es ocupada por tropas selectas del Ejército Rojo, cuyos habitantes —de larga tradición revolucionaria— se sublevaron contra la nueva autocracia que representaba el gobierno bolchevique, al grito de «todo poder a los soviets libres» y por una «tercera revolución».

Las tropas asaltantes que atravesaron el helado Golfo de Finlandia estaban compuestas por adeptos al Partido Comunista, chekistas, cadetes dogmatizados en las escuelas militares y tropas lejanas de Asía Central (ya que las de la región de Petrogrado habían sido desmovilizadas o desarmadas, por simpatizar con los amotinados) en cuyo avance estaban siendo vigilados por ametralladoristas con la orden de disparar sobre los posibles desertores. Los defensores de la isla compuesta de marinos, soldados rojos y obreros, resistieron lo que puedieron, muchos fueron apresados y fusilados y otros (poco más de la mitad, unos 8.000) lograron escapar a la vecina Finlandia, como once de los quince componentes que formaron el Comité Revolucionario Provisional que dirigió la rebelión.

El motivo del levantamiento es consecuencia del creciente descontento en las masas populares rusas producida tras tres años de guerra civil, carestía de víveres (causada por el bloqueo internacional) y la dura represión. Cuando el último de los generales blancos es vencido, en noviembre de 1920, con el final de la guerra con Polonia y el bloqueo que los países capitalistas han impuesto al nuevo Estado desaparece, éstas, las masas, esperaban ver cumplidas las promesas de 1917 que nunca llegaban. En el campo estallan revueltas campesinas en las regiones de Tambov y Voronezh, el Volga Central, cuenca del Don, el Kubán y Siberia occidental, y en Moscú y Petrogrado huelgas obreras. En el caso de Petrogrado, las reivindicaciones se hicieron más políticas, exigiendo una mayor democratización del régimen y el levantamiento de la ley marcial. La respuestas de los bolcheviques fueron, las amenazas, los despidos —con la consiguiente anulación de su ración diaría de víveres (una condena al hambre)— y varios arrestos de los cabecillas, junto alguna que otra concesión, para poder llegar a controlar la situación el 28 de febrero.

Para entonces, Kronstadt, se había contagiado y solidarizado con los huelguistas de la antigua capital. Los pobladores de esta base naval habían tenido una gran importancia como defensores a ultranza de la revolución; el día 28 de febrero, la tripulación de los acorazados Sebastopol y Petropavlosk redactarón una resolución, que fue aprobada al día siguiente por el resto de la población de la isla en una asamblea general multitudinaria en la Plaza del Ancla, a pesar de las amenazas de los dirigentes bolcheviques. En el programa se exigía libertad de prensa y expresión, libertad de reunión, libertad de los presos izquierdistas, supresión de las secciones políticas de la flota, igualdad de abastecimiento...

En un congreso celebrado el 2 de marzo se eligió un Comité Revolucionario Provisional (con cinco miembros, que luego pasarían a ser quince), y se detuvo a tres jerarcas comunistas (Vasiliev, presidente del Soviet de Kronstadt, Kuzmin, comisario de la flota del Báltico, y Korsunin, comisario de los acorazados) después de correr el rumor, no confirmado, que anunciaba la llegada de tropas gubernamentales para detener a los reunidos.

Junto a los revolucionarios, los antiguos oficiales zaristas (puestos por el Gobierno como «especialistas militares») quisieron entablar contacto y colaborar con ellos, pero el Comité declinó la oferta. Pero eso fue utilizado por las autoridades bolcheviques para difamar el movimiento insurgente. La prensa y la radio oficiales les acusaban de ser «contrarrevolucionarios» al servicio del Capital extranjero, cosa que no era cierta.

Los sublevados rechazaron la ayuda que desde el exilio les ofrecían los blancos. Kronstadt confiaba solamente en persuadir a las autoridades para evitar todo derramamiento de sangre, algo que no se pudo evitar. Mientras, los bolcheviques de Petrogrado (con Zinoviev a la cabeza) detienen a los familiares de los kronstadtianos.

Dos semanas duró el sitio gubernamental (Trotski comandaba entonces el Ejército Rojo) en el rendimiento de la base. Varios lograron huir a Finlandia y a los que capturaron, los fusilaron después, entre ellos, cuatro miembros del Comité Revolucionario.

Aunque los anarquistas se identificaron con el movimiento, realmente sus artífices no pertenecían a ninguna adscripción política determinada, aunque muchos de ellos habían pasado por las filas del Partido Comunista ruso.