lunes, 8 de octubre de 2012

El problema catalán

Estar en Cataluña, vivir en Cataluña, actuar en Cataluña y no sentir la emoción del problema catalán sería inconcebible, algo colocado fuera y a extramuros de la realidad.

Constituir un partido político en Cataluña, tener este partido una organización interna federativa y ser, por añadidura, un partido que quiere agrupar exclusivamente a la clase trabajadora en la más amplia acepción de la palabra y no tratar el problema catalán sería, más que absurdo, completamente inexplicable. Y no exageramos al emplear tales palabras.

Por lo mismo, el Partido Sindicalista, nacido y domiciliado en Cataluña, aunque tenga carácter nacional, empieza por reconocer el hecho regional, puesto que su organización interna federativa se lo permite con holgura. Sabemos que esta declaración nuestra no satisfará los furores catalanistas de los partidarios del tot o res (todo o nada), ni los sentimientos anticatalanistas de los centralistas rabiosos. Pero como no hablamos para las exageraciones ni para los dogmatismos fanáticos, sino para el sentido común de los hombres y para la lógica, nos basta con la afirmación de que acatamos y respetamos el problema catalán y la autonomía catalana.

Pero además de respetar esto, decimos que, así como nos parece exagerado, y extemporáneo, de que a estas alturas, se nos hable del hecho «diferencial» para hacer de un problema político, económico y social un problema de razas, creemos de razón que se respete la autonomía catalana, al igual que debe respetarse el régimen autonómico cuando otra región española lo consiga.

Defensores, pues, de las esencias y principios del régimen autonómico, nada nos obligaría a encerrarnos en él, cuando nuestro deseo es ir más allá; bastante más allá de lo que va la autonomía actual.

Empieza el Partido Sindicalista por establecer la plena personalidad municipal al declarar que el Municipio será la célula de la organización política del mañana. Y añade a continuación que las Comarcas y Regiones se formarán por la libre voluntad de los Municipios, y que el órgano superior, expresión suprema de todas las actividades e instituciones, será la Confederación de Municipios españoles. ¿Se puede pedir más? ¿Ir más lejos? No. Porque pedir más sería no pedir nada; puesto que nada se pide cuando lo que se pide esta más allá de lo que humanamente puede darse.

Afirmamos, pues, que el hecho catalán autónomo encontrará en nosotros sus más ardientes defensores, pero esto no cegará nuestra razón al extremo de olvidar que la economía catalana, y, por tanto, la suerte del obrero catalán, están íntimamente ligadas a la economía española y a la suerte del obrero de otras regiones del país. De esto deducimos, pues, que los avances que en materia económica obtenga el obrero catalán, habrán de estar forzosamente regulados y de acuerdo con los avances que obtenga el obrero de Castilla, de Levante, de Extremadura, de Andalucía, de Aragón o de Galicia. Esto podrán olvidarlo los partidos burgueses porque no se colocan en el plano en que forzosamente nos hemos de colocar nosotros, pero no puede olvidarlo el Partido Sindicalista, un Partido como el nuestro que, por tener raíces doctrinales en el sindicalismo, es un partido genuinamente de productores, de quienes se ganan la vida en el trabajo diario de cada hora.

Ratificamos, pues, nuestro propósito de respeto al problema catalán tal cual esta planteado; así como lo ratificamos también en el de superar la situación que el problema crea, convencidos de que aún puede irse mucho más allá en favor del pueblo productor catalán.

Confirmamos, además, estos propósitos declarando que la organización regional catalana del Partido Sindicalista tendrá siempre un margen de libertad en su actuación, compatible con las necesidades que la acción política del Estado Catalán le impongan. Y para terminar decimos que no nos interesa el separatismo, lo que nos interesa es que la personalidad catalana, como la personalidad andaluza, vasca o aragonesa, alcance su pleno desarrollo dentro de la unidad que han de formar las distintas variedades de la economía, de la política y de lo social españoles. Así lo vemos y así lo defenderemos.

domingo, 7 de octubre de 2012

'Visión en llamas. Emma Goldman sobre la Revolución española': Una obra necesaria

 Reseña de la edición de David Porter, por Pepe Gutiérrez-Álvarez


Emma Goldman que fue la más constante y representativa de las «mujeres libres» de la historia del anarquismo, tuvo ocasión de conocer y escribir sobre una revolución que sintió como propia: la española. Su devastadora derrota amargó su muerte, ocurrida en el exilio y a los 71 años

Cuando Emma tuvo que exiliarse de los Estados Unidos, la historia había dado un giro. Lejos quedaban los tiempos en los que fue en expresión de un policía intelectual, «la mujer más peligrosa del mundo». Tiempos en los que mujeres como ellas o como «"Mother" Jones», periodistas como John Reed, socialistas como Debs, de Leon, escritores como Jack London o Upton Sinclair, sindicatos como el IWW, se cruzaron con un situación en la que el gran dinero no se sentía todavía amenazado, y las clases dirigentes permitieron una cierta vía de reformas y efervescencia social. Luego, ya nada fue igual.


También cambió la Revolución rusa. Cuando ella, Berkman, y otros muchos revolucionarios llegaron, todavía se vivía el ambiente optimista de un entendimiento que la guerra civil contra los «blancos» (y una colación de 21 naciones), dieron al traste. La victoria militar no pudo impedir que la sociedad rusa cayera en el abismo. La destrucción de la industria, la inmolación de los sectores militantes más comprometidos con Octubre, dieron lugar a una situación de supervivencia en la que se gestó la alianza entre la vieja y la nueva burocracia. Después de las crisis sociales de 1918-1923, durante las cuales la socialdemocracia de derechas emergió como la última barricada del sistema (arguyendo una «revolución intermedia» que desapareció una vez se cerró la fase revolucionaria), pero el pánico social que provocaron la gestación del fascismo en los mismos países en los que la revolución se quedó a medias: Hungría, Italia, Alemania, Austria…


En los años treinta, Emma podía recordar los años de juventud y de lucha en sus memorias, pero la realidad que le envolvía le parecía deprimente. Exiliada en Gran Bretaña donde el eco de su capacidad subversiva quedaba muy apagado, le llegó la noticia de que su compañero incondicional, Alexander Berkman, se había suicidado en París. Berkman estaba al parecer muy enfermo y muy desalentado por graves problemas con su nueva compañera, además el clima de tensiones y desavenencias entre los anarquistas rusos en el que la tensión resultaba insoportable. Cuando llegaron las noticias de la guerra y la revolución española, Emma pudo pensar justamente que igual que hacía ella, Berkman hubiera renacido con entusiasmo.


A pesar de todas las clases de obstáculos que le ponían las autoridades británicas, Emma no pudo permanecer totalmente alejada de unos acontecimientos que parecían con firmar sus convicciones de que una revolución anarquista era posible. 


Emma Goldman, realizó tres viajes a España para observar de primera mano la revolución social más profunda que había conocido la historia, al menos en opinión de la corriente que representaba que, ahora sí, se sentían representados por la CNT y la FAI que venía a representar poco más o menos el 50% del proletariado militante. Aunque no pudo instalarse en España como era su deseo logró arreglar las cosas pudo conectar con el movimiento, muy especialmente con las «Mujeres Libres» que bien podían considerarse como «hijas» suyas, y visitar con entusiasmo el frente de Aragón, conoció las experiencias comuneras y departió animadamente con figuras del anarquismo como Durruti que la causó una honda impresión.

Aunque el idioma fue una barrera difícilmente franqueable para actuar en el escenario español, se esforzó a pesar de las prohibiciones del gobierno inglés en fomentar la solidaridad con los combatientes. Su admiración por la valentía y el entusiasmo de sus compañeros españoles no le llevó como a otros ilustres anarquistas extranjeros a plegarse ante la orientación política de la CNT-FAI. No comprendía ni admitía que los anarquistas pudieran colaborar con los republicanos y con los comunistas en unas tareas gubernamentales que iban en contra de la revolución que sus bases militantes estaban llevando a cabo. Se encontraba ante este problema bastante sola y se sintió internamente dividida entre sus convicciones y sus simpatías. Por un lado estaba persuadida de que en un mundo que se derrumbaba a su alrededor no había más salida que la anarquía, pero por otro intentaba comprender y veía que los dirigentes anarcosindicalistas aunque no actuaban en «provecho propio» y «eran demasiado humanos». No por ello podía dejar de denunciar una política «rayana con el oportunismo» y planteó sin éxito sus desavenencias en la Internacional Libertaria, aunque nunca hizo una crítica sistemática y rigurosa.


Emma también siguió de cerca el proceso contra el POUM, y dejó escrito un buen testimonio que recogió José Peirats en su biografía, Emma Goldman, anarquista de dos mundos, que ha (re)editado bellamente en fechas recientes La Linterna Sorda con prólogo de Ignacio C. Soriano. Sobre este aspecto también trata uno de los capítulos de mi libro Un ramo de rosas rojas y una foto (Ed. Laertes, Barcelona, 2009). Este testimonio fue una de sus últimas contribuciones militantes ya que falleció de una hemorragia cerebral poco después en Toronto, Canadá, el 14 de mayo de 1940… Así pues, la derrota de la revolución y de la República española cerraron el tiempo que se había dado por delante de su compañero Berkman. En no poca medida, con ella moría toda una época, si bien su huella permaneció. La huella; de una mujer que sería la más alta expresión del feminismo libertario cuyos frutos sobrepasa rían el campo de la anarquía y extendería su influencia entre todas las ramas del feminismo radical.


Este libro recoge una selección de sus escritos que son al mismo tiempo una crónica de los debates, las luchas y el fervor revolucionario de la revolución española, y una reflexión propia sobre la revolución y el cambio social. Se trata de textos que abordan tanto el movimiento anarquista español; las colectivizaciones en industria, agricultura y educación; como los aspectos que ella encuentra más criticable en la actuación confederal. Su autor, David Porter ha estado enseñando ciencia política, en los últimos veintisiete años, en SUNY/Empire State College. Desde 1960 ha escrito numerosos artículos sobre la revolución y el anarquismo, inspirado y formado por las ideas y las realidades de la década de la revuelta argelina, los experimentos en Argelia con la autogestión de los trabajadores, el Mayo del 68 en Francia y los diversos movimientos libertarios norteamericanos de aquel tiempo.


Cuando la obra fue editada en los Estados Unidos, Howard Zinn y Noam Chomski, herederos suyos en muchos sentidos, escribieron sendas reseñas. Para el primero: «Visión en llamas es un tesoro histórico, una obra en la que las perlas de los comentarios personales y políticos de las cartas de Emma Goldman están salpicadas por las ricas notas contextuales de Porter. El libro es fascinante en cuanto a lo que revela, no solo sobre Emma Goldman y las ideas del anarquismo, sino también sobre la revolución española, y sobre las vidas de tantos extraordinarios individuos que participaron en aquel momento en la lucha por la justicia mundial»; y para el segundo: «Emma Goldman describió los esfuerzos de los trabajadores y campesinos españoles para construir y defender una sociedad anarquista. Es una turbadora experiencia presenciar, a través de sus ojos, sus logros y sus afanes, atrapados entre el martillo fascista y el yunque comunista, ignorados y vilipendiados por los ‘progresistas’ occidentales. Con el material presentado, y con sus perspicaces comentarios, David Porter ha realizado una muy significativa contribución a la interminable lucha por la libertad y la justicia».


«Supervivencia de los más aptos»: Lema evolucionista


Por RICHARD MILNER

En la primera edición de su obra maestra El origen de las especies (1859), Charles Darwin no emplea en ningún lugar la expresión supervivencia de los más aptos. En realidad, fue acuñada por el filósofo inglés Herbert Spencer en su libro Principios de biología (1864).

Aunque Spencer escribió un volumen sobre evolución biológica, no era naturalista; la evolución le interesaba como «principio universal». Su vaga noción de «los más aptos» se refería a aquellos individuos más capaces de sustentar el progreso y la mejora de su sociedad o especie.

Alfred Russel Wallace, coautor de la teoría evolucionista, estaba sorprendido por la «extrema incapacidad de muchas personas inteligentes» para entender lo que él y Darwin querían decir cuando hablaban de selección natural y sugirió sustituirla por la frase de Spencer. Tras complacerle empleando en ediciones posteriores de El origen la fórmula supervivencia de los más aptos, los lectores siguieron confusos; cada cual parecía tener su propia interpretación de lo que se quería decir con «los más aptos».

No obstante, la frase hizo presa en la imaginación popular y se asoció plenamente a Darwin. Los críticos dijeron que se trataba de una tautología carente de significado —una proposición que se limita a repetirse a sí misma—. Puesto que los aptos son los individuos que sobreviven, argüían, ¿no era otra manera de decir «supervivencia de los supervivientes»?

Hace mucho tiempo que los biólogos evolucionistas son conscientes de esta trampa y muchos han contribuido a hacer que el concepto resulte útil. La aptitud es, obviamente, un término relativo. Los organismos más «aptos» en un entorno pueden resultar un completo fracaso en otro. O podrían gozar de un éxito máximo durante millones de años —como en el caso de los dinosaurios— para acabar siendo eliminados de pronto al producirse un cambio de condiciones.

En términos poblacionales, aptitud significa simplemente éxito reproductivo. La carrera no la ganan los más fuertes o rápidos, sino quienes consiguen producir, por cualquier medio, el mayor número de descendientes. A veces, los «más aptos» serán quienes alcancen el rango social más elevado (y un mayor número de apareamientos) recurriendo a jactancias sin fundamento o mediante subterfugios, más que realizando proezas o demostrando vigor. Otros métodos para eliminar a los rivales de la competición en la producción de descendientes consisten en mostrar un constante atractivo sexual, exhibir un plumaje de cola extraordinario o despeñar los huevos del vecino desde un acantilado.

Los darwinistas sociales tomaron la frase como lema para abogar por una economía totalmente libre de regulaciones. Los barones bandoleros de la Edad Dorada —James J. Hall, John D. Rockefeller, Andrew Carnegie— comentaban a menudo a los periodistas que sus asesinas prácticas de negocios contribuían a la larga a la evolución de la sociedad. La eliminación de los competidores débiles e ineficientes era la vía hacia el progreso, con beneficios para todos en el futuro. Durante los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, la expresión supervivencia de los más aptos se convirtió en el mantra mil veces repetido del capitalismo industrial.

Pero Thomas Henry Huxley sabía muy bien que un grupo de granujas se estaba apoderando de la biología para ensalzarse a sí mismos. El problema, observaba en su ensayo «Sobre la providencia» (1892), reside «en la desafortunada ambigüedad del termino más aptos de la fórmula supervivencia de los más aptos. Habitualmente empleamos la expresión más aptos en buen sentido, sobreentendiendo una connotación de los mejores… [que] tendemos a tomar en sentido ético. Pero los más aptos, que sobreviven en la lucha por la existencia, pueden ser, y a menudo son, los peores desde un punto de vista moral».

Diccionario de la evolución.

sábado, 6 de octubre de 2012

Kropotkin (1842-1921): «Ley del apoyo mutuo»

Por Richard Milner

Durante una época dominada por los magnates bandoleros, el militarismo, la economía del laissez-faire y la explotación colonial, el darwinismo social fue una excusa fácil para las actitudes inmisericordes. En palabras del príncipe Kropotkin, las ideologías deformaron la concepción de la naturaleza de Charles Darwin hasta hacer de ella:
Un mundo de lucha permanente entre individuos medio muertos de hambre y sedientos de la sangre de sus prójimos. Hicieron del… ¡ay del vencido!... la última palabra de la biología moderna… [y] elevaron la lucha «sin piedad» por las ventajas personales a la altura de principio biológico al que era forzoso someterse…
Kropotkin, nacido en la Rusia prerrevolucionaria con el título de príncipe, criticó duramente un sistema social que le ofrecía privilegios hereditarios. Tras haber desempeñado en su juventud varios cargos diplomáticos y militares, se dedicó a la escritura y la filosofía y en sus últimos años dedicó todas sus energías a derribar el sistema social de su país.

Sus primeros trabajos le llevaron a Siberia y, más tarde, realizó una inspección geológica de Manchuria. Kropotkin, atento observador tanto de la fauna como de los habitantes de la región, llegó a la convicción de que, incluso en aquel medio frío y duro donde se debía suponer que la competencia habría de ser muy intensa, la supervivencia dependía más de la cooperación que de la competitividad. Kropotkin observó cómo los caballos formaban círculos defensivos para protegerse de los ataques de los lobos, las estrategias de éstos en la caza y las colonias sociales de insectos y aves.

Piotr Kropotkin publicó un libro memorable, El apoyo mutuo (1902), con el que corregía la idea popular de la «lucha por la existencia». Inspirándose en una conferencia pronunciada en 1880 por el zoólogo ruso Karl F. Kessler «Sobre la ley de la ayuda mutua», Kropotkin pasó varios años elaborando su idea del valor de supervivencia de la compasión, la crianza y el altruismo. Habrían de transcurrir setenta años para que, con el auge de la sociobiología, se examinara seriamente la función del altruismo en la evolución. Kropotkin fue una voz solitaria en su llamada de atención hacia el «apoyo mutuo, el sostén mutuo y la defensa mutua» en el reino animal.

Piotr Kropotkin vio igualmente sus consecuencias para los programas eugenésicos y de la política humana y criticó las observaciones de Darwin en su obra El origen del hombre (1871) sobre los «supuestos inconvenientes» de mantener a quienes éste denominaba «débiles mentales y corporales» en la sociedad civilizada. Darwin parecía pensar que las sociedades avanzadas padecían el lastre de un número excesivo de individuos «no aptos», «como si miles de poetas, científicos, inventores y reformadores débiles de cuerpo y enfermizos —criticaba Kropotkin—, junto con otros millares de personas consideradas “dementes”… no fueran las armas más preciosas utilizadas por la humanidad en su lucha por la existencia mediante recursos intelectuales y morales». Según Kropotkin, Darwin mismo había mostrado que la «sociabilidad» otorgaba una importante ventaja evolutiva. Por tanto, la insistencia de Thomas Huxley en que la humanidad debía luchar contra la dura y competitiva «ley de la naturaleza» resultaba innecesaria. Para Kropotkin, lo que daba a la especie su ventaja competitiva era la cooperación social.

A medida que se fue haciendo viejo, Kropotkin se convirtió en un anarquista e hizo todo cuanto pudo por minar un sistema social que consideraba injusto, inhumano y «antinatural». Si fuera posible destruir las corruptas instituciones políticas y económicas, pensaba, la humanidad regresaría a su estado más «natural» de armonía y cooperación.


Diccionario de la Evolución, 1993.

Junio de 1917, Kropotkin en la fronteriza población sueca de Haparanda
a la espera de poder entrar en el territorio ruso en plena revolución.

viernes, 5 de octubre de 2012

Rescate bancario, pero ¿a qué precio?

Ante a una deuda privada de las instituciones financieras (principalmente de bancos), extremadamente peligrosa en la medida que proviene de la acumulación de créditos hipotecarios de riesgo y por tanto con una fuerte probabilidad de impago, el reino de España, siguiendo los consejos de varias firmas privadas, ha decidido transferir dicho riesgo a las instituciones públicas. Pero ¿quiénes son estas firmas privadas y a qué intereses sirven?
Red Voltaire | 24 de septiembre de 2012


El Estado español paga 2 millones de euros por el asesoramiento que recibe de firmas privadas con dudoso balance en la materia

El 21 de junio de 2012, los auditores Oliver Wyman y Roland Berger, contratados por el gobierno de Rajoy, entregan sus tan esperados informes y confirman lo que todo el mundo sabía: el sector bancario español necesita ser saneado. Precisan, sin embargo, que el monto necesario podría llegar hasta los 62 000 millones de euros. Estas sociedades privadas se han embolsado la bagatela de 2 millones de euros a costa del contribuyente por este trabajo «de expertos». Pero ¿quiénes son estos auditores que se supone asesorarán adecuadamente? Y ¿a quién beneficia este asesoramiento?

El 21 de junio de 2012, los auditores Oliver Wyman y Roland Berger, contratados por el gobierno de Rajoy, entregan sus tan esperados informes y confirman lo que todo el mundo sabía: el sector bancario español necesita ser saneado. Precisan, sin embargo, que el monto necesario podría llegar hasta los 62 000 millones de euros. Estas sociedades privadas se han embolsado la bagatela de 2 millones de euros a costa del contribuyente por este trabajo «de expertos». Pero ¿quiénes son estos auditores que se supone asesorarán adecuadamente? Y ¿a quién beneficia este asesoramiento?

Oliver Wyman es una asesoría que emplea 2.900 consultores repartidos en 25 países del mundo. Pertenece en su totalidad al corredor de seguros estadounidense Marsh.

En 2006, Oliver Wyman clasifica al Anglo Irish Bank como «mejor banco del mundo», tres años antes de que esa entidad revelara pérdidas por valor de 17.600 millones de euros y tuviera que ser rescatada por el Estado irlandés. Las consecuencias han sido catastróficas para Irlanda, ya que este país cayó así en las redes de la troika (Unión Europea, FMI y BCE) que inyecta fondos con intereses bajo austeras condiciones. Fue el Financial Times el que publicó en 2011 la mencionada clasificación mundial de bancas establecido por esta auditora, ya que el informe que concedía esta distinción fatídica había desaparecido misteriosamente de la web de Oliver Wyman [1].

Pero eso no es todo. Los consultores de Oliver Wyman aconsejaron a Citigroup que comprara productos dudosos, los mismos que ahora se encuentran en el origen de la crisis de las hipotecas basura («subprimes»). Resultado, dichas inversiones ocasionaron pérdidas cercanas a los 50.000 millones de dólares (37.000 millones de euros) [2], arrastrando a la quiebra al primer banco estadounidense. Citigroup recibiría seguidamente casi 2,5 billones de dólares de la Reserva Federal (FED) [3].

Roland Berger, fundador y presidente honorario
de Roland Berger Strategy Consultants.
No podemos esperar nada mejor de la segunda auditora privada llamada a diagnosticar el sector bancario español; especializada en asesorar multinacionales, tanto del sector financiero como del no financiero, y cercano a gobiernos e instituciones, Roland Berger Strategy Consultants fue creado en Alemania por el universitario Roland Berger en 1967. A los 75 años, el influyente Berger, confidente de los grandes patrones alemanes, asesora a la canciller Angela Merkel y al presidente portugués Aníbal Cavaco Silva. Con 2.000 consultores repartidos en 24 países (Europa, Asia y América), el grupo se ha convertido en uno de los principales gabinetes de asesoría de estrategia y proyecta la creación de una agencia de calificación europea.

En octubre de 2011, Roland Berger Strategy Consultants y su presidente director, Martin Wittig, asesoran a Angela Merkel para resolver el sobreendeudamiento de Grecia. El plan, bautizado como «Eureca», está calcado del sistema implementado en Alemania en el momento de la reunificación en 1990 para reestructurar y privatizar cerca de 8.500 empresas de la ex RDA [4]. Pretende reagrupar un conjunto de activos públicos tasados en 125 millones de euros (autopistas, aeropuertos, puertos, propiedad inmobiliaria, telefonía…) en una estructura común comprada por una institución europea y «financiada por los Estados, cuya sede podría situarse en Luxemburgo» para pilotear la cesión de dichos activos, con un vencimiento fijado en 2025. Los honorarios de gestión incumben pues a los Estados. Los 125.000 millones recolectados deberían servir a Grecia para desendeudarse comprando sus obligaciones al BCE (Banco Central Europeo) y al FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera). Hablando claro, los Estados europeos toman a su cargo la venta a buen precio para el sector privado de lo que queda público en Grecia y el dinero de la venta no queda en la caja del Estado sino que se va al BCE con el pretexto de cancelar los créditos que supuestamente salvarían a Grecia. Por tanto, según sus creadores, este plan permitiría a Atenas, que ya no puede financiarse (lo que significa no poder endeudarse vendiendo bonos u obligaciones a largo plazo), regresar a los mercados (es decir, endeudarse vendiendo estos famosos bonos, por ejemplo a 10 años.) [5].

Endeudarse para pagar antiguas deudas con la pretensión de resolver el problema, tiene un aire de déjà vu: los países del sur han pagado ya muchas veces la deuda que tenían en el momento de la crisis de la deuda de los años 1980, pero siguen endeudándose para seguir pagando… Con el juego de los intereses, este círculo vicioso del endeudamiento se ha cerrado sobre ellos y los acreedores tienen la última palabra para cualquier cambio político de importancia. En suma, un verdadero regalo envenenado para los griegos y además, para los pueblos europeos.

En una tribuna del diario Le Monde [6], Bernard de Montferrand, miembro del gabinete Roland Berger Strategy Consultants y ex embajador de Francia en Berlín, se lamenta de que el plan no haya sido conservado y sugiere una privatización a escala continental: «Pero una nueva forma de Eureca europeo, destinado primero a los países del sur de Europa que están asfixiados por su endeudamiento y por la reducción acelerada de sus déficits tendría un efecto de desmultiplicación y abriría una perspectiva política sin equivalente y sobre todo más rápida.»
Markus Krall
Además, el proyecto de una agencia de calificación europea no está muerto, tal y como anunció la prensa a mediados de abril de 2012. Markus Krall, el padre del concepto, dimitió de sus funciones en Roland Berger a principio de mayo de 2012 para convertirse en el presidente director de la fundación encargada de tal agencia de calificación [7]. Sabiendo que las agencias de calificación han acelerado y agravado la crisis, cuando hubieran debido anticiparla, tenemos todos los motivos para estar escépticos.
Tras desembolsar cerca de 2 millones de euros para pagar los servicios de Oliver Wyman y Roland Berger, cargados de tests de estrés a los bancos, el Estado paga a la sociedad Álvarez & Marsal más de 2 millones de euros por su trabajo de gestión del «banco malo», entidad que aglutinará todos los activos tóxicos de los bancos nacionalizados. Eso suma ya 4 millones de euros gastados en poco tiempo por el Estado en 3 sociedades privadas, que supuestamente trabajan por el bien público. ¡Ojalá supiera el Estado mostrarse tan generoso en el financiamiento de la protección social y los servicios públicos!
 [2] Ver «Oliver Wyman nombró a Anglo Irish “mejor banco del mundo” antes de su rescate», ABC, 21 de abril de 2012, http://www.abc.es/20120521/economia....
 [3] Ver Maria Lucia Fattorelli: «AUDITORIA: una herramienta esencial para probar el origen y las causas de la actual crisis de “deuda” de los Estados Unidos y Europa». http://cadtm.org/AUDITORIA-una-herr....
 [4] La Treuhand es el organismo creado en 1990 para llevar a cabo las privatizaciones y reestructuraciones industriales de la ex RDA. Desaparece el 31 de diciembre de 1994, dejando una deuda importante a cargo del Estado alemán. «La Treuhand a logrado una obra fantástica: privatizar un país de 17 millones de habitantes en cuatro años», afirma extasiado Henri Monod, su antiguo delegado general en Francia. Millot Laurraine, «Mission accomplie la Treuhand s’autodétruit», Libération, 2 de enero de 1995. http://www.liberation.fr/economie/0....
 [5] Ver http://www.latribune.fr/actualites/... y «Eureca, le ’plan secret’ pour venir en aide à la Grèce», Le Monde, 28 de septiembre de 2011, http://www.lemonde.fr/economie/arti...
 [6] Ver, «Oui, la croissance est possible en Europe! Pour un Eureca européen», Le Monde, 14 de mayo de 2012, http://www.lemonde.fr/idees/article....
 [7] Bernard de Montferrand y Markus Krall sobre el proyecto de Roland Berger de creación de una agencia de notación europea, 2 de mayo de 2012, http://www.senat.fr/compte-rendu-co....

jueves, 4 de octubre de 2012

Dogmas y totalitarismo



Es habitual escuchar el argumento, por parte de personas religiosas (el propio Papa actual lo ha utilizado en alguna ocasión), de que fue la ausencia de Dios la que dio lugar a los horrores provocados en el siglo XX por regímenes como el nazi o el totalitarismo. No es que merezca mucha profundización dicha afirmación, ya que no solo es simplista, también sumamente distorsionadora, pero dado que hay que tantas personas que siguen vinculando moral a religión merece alguna atención. Esto es así porque la substitución de un dogma por otro, y es posible que algunas ideologías hayan encontrado un terreno fecundo en la mentalidad religiosa para desarrollarse, es el auténtico problema. El pensamiento, que sería fecundo de otro modo, también en el terreno moral, haya un obstáculo en doctrinas, religiosas o no, que se limitan a cambiar el objeto de su idolatría y subordinación. Que la moral dependa o no de la religión, a estas alturas, no debería ser ya ni un debate. Es más, algunas virtudes son más evidentes en personas no religiosas que se rigen por la honestidad intelectual más que por cualquier dogma. Tal y como entendía Bertrand Russell esa integridad intelectual, consiste en decidir las cuestiones problemáticas en base a una prueba o bien dejar el asunto en suspenso si no hay pruebas concluyentes. Así, este punto de vista aparece como mucho más importante que cualquier sistema dogmático y puede ser infinitamente más beneficioso.

Las reglas morales, al margen de toda teología, tienen algún fundamento social. A estas alturas, seguir aludiendo a un castigo divino para la infracción de ciertas normas es sumamente infantil. Las personas, aunque actúen de una u otro manera por miedo a ser castigados, dependen más de un sistema político y de una determinada sociedad que de cualquier otro factor sobrenatural. Por otra parte, una moral fundada en la autoridad, sea religiosa o política, tendrá serios obstáculos para encontrar espacio para la investigación. Hay que recordar una vez más que han sido los anarquistas los que han considerado la autoridad política como un reflejo de la fundada en la creencia divina, por lo que son los que más hincapié han realizado en el ateísmo como signo de librepensamiento y libre indagación. Desgraciadamente, la sociedad contemporánea ha mostrado una indiferencia hacia la investigación sumamente peligrosa; Russell ya observaba ese problema hace décadas cuando gran número de personas no cuestionaban si los dogmas religiosos eran o no ciertos y se limitaban a creer que simplemente eran beneficiosos. El tiempo solo ha hecho más severo ese problema cuando gran número de gente se limita creer cualquier cosa sin indagación alguna. Parece extremadamente importante comprender, en primer lugar, que el pensamiento sincero es fuente de duda y no al revés como suele aceptarse. Suele ser habitual encontrar personas que se aferren a alguna creencia, ya que consideran que en caso contrario se hundirá la civilización o no será posible la vida; solo una mente conservadora, sumamente reprobable en el mundo en que vivimos, puede actuar de ese modo.

Los males morales de las ideologías autoritarias son muy similares a los de la religión; es decir, cuando encontramos doctrinas que sostienen verdades sagradas e inviolables y el dudar de ella es un pecado o un delito. Solo hay un criterio al que habría que apelar, al de la razón y el conocimiento; si se invoca algún dogma, con su presunción de infabilidad, la imposición por la fuerza está asegurada. Naturalmente, la razón y la ciencia solo pueden ir de la mano de valores humanos de interés universal, nunca instrumentalizados por autoridad alguna con afán de dominación. El dogma religioso encontró estupendos compañeros de viaje en sistemas muy terrenales que han acabado instrumentalizando igualmente al ser humano, incluso cuantitativamente de modo muy superior al utilizar la ciencia para sus fines lucrativos y autoritarios. Cualquier Iglesia desarrolla un poderoso instinto de autoconservación, y lo mismo podemos decir del Estado, por lo que lo normal es que dejen a un lado aspecto éticos y racionales. La racionalidad y la comprensión, unidas a la interdependencia de toda la humanidad, debería ser el camino a adoptar, y todo poder político, económico o religioso encontrará se opondrá a tal viaje. Bertrand Russell, en su feroz lucha intelectual contra la religión, apelaba a dos virtudes fundamentales, la inteligencia y la bondad; la inteligencia encuentra un obstáculo siempre en el credo, mientras que la bondad se ve inhibida por mitos religiosos como el del pecado y el castigo. Cuando son los religiosos los que, ante los males del mundo, apelan a esta visión tradicional fundamentada en la cultura cristiana (el concepto del castigo y la recompensa parece definitivamente instalado en ella, incluso en aquellos Estados supuestamente laicos), algo no va bien. Las ideas totalitarias encontraron un buen arraigo en las mentalidades dogmáticas bien alimentadas desde la niñez por la religión; el liberalismo se ha mostrado, de forma aparente, como la única alternativa al totalitarismo, pero en su seno, con el único afán de la rentabilidad económica y con la ilusión de un ser humano que busca su libertad al margen de la sociedad, se encuentran importantes contradicciones contrarias a toda visión humana. La respuesta, recordando a Russell, no estará nunca en viejos o nuevos dogmas, sino en un mayor horizonte para la inteligencia, la razón y la ética.

Reflexiones desde Anarres
(2-octubre-2012)

domingo, 30 de septiembre de 2012

29S: Así entraron a golpes los antidisturbios en los bares de Huertas


Este sábado, mientras los últimos manifestantes se retiraban cerca de la medianoche de la plaza de Neptuno tras la protesta del 29-S y después de que los antidisturbios cargasen para disolver la concentración, la tensión se multiplicaba en las calles cercanas del madrileño barrio de Huertas, una zona de bares por la que suelen salir muchos extranjeros. En la calle Cervantes se registraron choques entre la policía y los manifestantes y también en la calle Lope de Vega, donde los incidentes quedaron registrados en un vídeo que está teniendo mucha repercusión en Internet. Es, de hecho, la historia más vista del domingo en Menéame.


En las imágenes, se observa cómo un grupo de antidisturbios carga contra un grupo de gente. La calle está repleta de basura y de contenedores tirados. En un momento, la Policía pasa a la acción con fuerza, golpeando con violencia a los que se encontraban por allí, que intentaron buscar refugio en los bares. Esfuerzo inútil, dado que los agentes entraron tras ellos y los sacaron mientras les golpeaban con las porras.

El autor del vídeo es Arturo DM, que vive en un edificio muy cercano a donde se produjeron los incidentes. Explica que estaba en casa tranquilamente cuando escuchó «jaleo» fuera. Al asomarse, se encontró con un panorama dantesco. «Había bastante gente, contenedores tirados haciendo de barricadas para evitar el paso de la Policía. Los antidisturbios estaban en la parte baja de la calle y esperaron allí a que otros compañeros suyos subieran, para tener rodeada a la gente que estaba en la calle», recuerda en una conversación telefónica. 


«SENTÍ IMPOTENCIA»

«La mayoría de la gente se dispersó entonces, pero quedó un grupo que se vio rodeado y fueron a buscar refugio a los bares», rememora Arturo, que señala que él no vio ningún tipo de agresión de la gente a la Policía. «Los antidisturbios entraron en los bares a por ellos y les empezaron a sacar a base de porrazos», asegura. 

Uno de los bares en los que buscaron refugio fue el Terramundi. «Entraron entre cinco y siete antidisturbios golpeando. Iban solo a por ciertas personas que habían entrado, pero todos nos llevamos un susto muy feo. Gritaban: '¡Fuera, fuera!' y les daban porrazos», explica una empleada del establecimiento. Los antidisturbios también irrumpieron en el bar Quevedo, como recogen otros dos vídeos que circulan por la Red. Los testigos aseguran que en el local no había entrado ningún manifestante. Los propietarios del bar, sin embargo, prefieren no hablar de los incidentes. 

Arturo, que asistió a la manifestación del 25-S pero no a la del sábado, vio cómo para sacar «a dos chicas que pesarían 45 o 50 kilos» fueron cuatro policías «que las pusieron a caldo». «Luego, subieron tres lecheras, supongo que para dispersar la zona. Lo que yo pienso es que si esa gente hubiera hecho algo, les hubiesen metido en los furgones. Pero no, se limitaban a dar palos y les dejaban marcharse». Reconoce que desde su balcón no pasó miedo, aunque le daba respeto observar las escopetas apuntando hacia arriba mientras la policía caminaba. «Pensaba: a ver si se le escapa el gatillo y…».

«Sobre todo sentí impotencia. No sabía si bajar a abrirles el portal o qué hacer. Los policías no iban identificados», destaca.