martes, 10 de abril de 2012

Anticlericalismo anarquista


A finales del siglo XIX y principios del XX en muchos países católicos estaba naciendo un enfrentamiento entre quienes defendían el papel prioritario de la religión en el Estado y quienes, por el contrario, promovían una secularización de la sociedad y una laicización de la política. Tal enfrentamiento, según el contexto político, social y cultural de cada caso, ha asumido formas relativamente pacíficas o extremadamente violentas. En este último caso, las protestas, manifestaciones y ataques asumen un carácter anticlerical e irreligioso.

En esta línea, el episodio probablemente más célebre en la historia europea del siglo XX es la Guerra Civil española y, más concretamente, las primeras semanas del conflicto en determinadas zonas (Cataluña y Aragón sobre todo). Son protagonistas los republicanos de izquierdas, los socialistas, los comunistas y los anarquistas, que no sólo combaten al ejército nacional sublevado el 18 de julio de 1936, sino que también continúan con los ideales revolucionarios proclamados en Barcelona al día siguiente del autodenominado Alzamiento.

En los primeros cuarenta días son asesinados alrededor de tres mil religiosos (entre seculares y regulares) e incendiados millares de edificios. Si se considera que en toda la guerra (finalizada oficialmente el 1 de abril de 1939) murieron poco menos de siete mil religiosos, nos daremos cuenta de que el primer periodo ha estado caracterizado sin lugar a dudas por una gigantesca violencia anticlerical. Una violencia quizá furibunda e indiscriminada.

Sus raíces están en la radicalización política, social y cultural de los años precedentes, en particular en el quinquenio revolucionario (1931-1936). El clero era visto como un elemento reaccionario, tradicionalista, fascista, filomonárquico y filogolpista por los grupos revolucionarios. Por su parte, estos grupos eran vistos por la Iglesia como una seria amenaza a su posición en el seno de la sociedad española. Según la Iglesia, la sociedad había sido hasta ese momento fiel y rigurosamente católica y confesional. En los años 30, sin discusión, gran parte de la jerarquía eclesiástica no había tenido reparos en situarse en posiciones claramente autoritarias, reaccionarias y específicamente antiproletarias.

En los periódicos catalanes, por ejemplo, se pueden encontrar centenares de artículos anticlericales o irreverentes. En particular el clero es denigrado o demonizado mientras la religión católica es acusada, según los casos, de ser un obstáculo para la modernización de la República o para la revolución. Por su parte, la prensa clerical describe a los republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas como los nuevos anticristos, como los destructores de la auténtica España que, en el fondo, posee fuertes e inamovibles raíces cristianas.

Existe, sin embargo, una excepción sin duda sorprendente por el contraste con lo que sucederá en las primeras semanas de la Guerra Civil. De hecho los protagonistas principales de la violencia anticlerical en Cataluña —los anarquistas— en los años previos a la guerra no promueven (al contrario que los comunistas y los republicanos de izquierda) un anticlericalismo dirigido al clero o a la Iglesia con llamamiento, más o menos explícitos, a la violencia.

El anticlericalismo anarquista critica directamente la religión desde un punto de vista no político sino estrictamente ético, positivista y humanista. La religión, por descontado, es vista como una superstición o como una negación de la naturaleza humana. El universo, y por ello el mundo, han sido creados no por una fuerza misteriosa sino por la naturaleza. Dios no tiene nada que ver con todo esto porque, simplemente, no puede existir. No es más que un instrumento creado por el hombre para controlar a otros hombres. La naturaleza es la progenitora de todo.

Se trata de uno de los mensajes presentes en uno de los semanarios anarquistas más difundidos en España, Tierra y Libertad. La ciencia es la clave, el único método para encontrar respuestas a los misterios de la vida: cada vez que demuestra algo o hace nuevos descubrimientos, la figura de Dios se aleja y sus partidarios, sobre todo los curas, se pierden en un mundo carente de racionalidad, en donde evitan discusiones y atribuyen maledicencias a sus enemigos.

Estrechamente ligado a estas consideraciones, un segundo tema afrontado en estos años por el semanario anarquista es el relativo a la enseñanza laica. En el verano de 1933 las Cortes aprueban la Ley de Congregaciones, que deberá excluir al clero de la educación nacional. El periódico anarquista recuerda con frecuencia cómo el clero había enseñado hasta ahora a dividir el mundo en dos partes, a vivir en el temor de pecar, en el sentimiento de culpa, en la venganza, en la represión sexual (sobre todo en lo referente a las mujeres), a preferir la Sagrada Escritura al conocimiento científico.

Camillo Berneri, en un texto dedicado a la presunta libertad de la religión católica, describe cómo «ha hecho los más grandes esfuerzos para enseñorearse de la escuela pública: para darle el marchamo de los propios principios, para conducirla hacia sus propios fines. Los concordatos de la Santa Sede referidos al tema escolar demuestran la constante tendencia a remarcar las condiciones de subordinación, tanto de la escuela pública como de la privada, a la Iglesia».

Otro gran argumento tratado en Tierra y Libertad es el referido a las relaciones de la Iglesia con el fascismo. El contexto internacional (la victoria de los nazis en 1933 en Alemania) y el nacional (la subida al poder en España de una coalición de centro-derecha con nostalgia monárquica, y la creación de la Falange un mes antes) explican el por qué a partir de 1934 Tierra y Libertad publique cada vez más artículos sobre el tema.

Berneri escribe una larga serie de análisis que van desde las relaciones entre el Vaticano y las dictaduras fascistas (del canciller austriaco Dollfuss a Mussolini, pasando por Hitler) al comportamiento reaccionario de Pío XI, explicando por qué la Iglesia ha sido dirigida hacia la defensa de los poderes fuertes y absolutos respecto a los liberales y democráticos: «De Constantino a Felipe II de España, la Iglesia ha glorificado a los peores criminales cuando han servido a su poder (…) Cuando se ha planteado la cuestión de las garantías políticas entre el poder y la libertad, cuando se ha tratado de elaborar un sistema de instituciones permanentes que mantuvieran de hecho la libertad al resguardo de las invasiones del poder. En general la Iglesia se ha puesto del lado del despotismo: el liberalismo y la democracia han sido siempre para la Iglesia regímenes a los que oponerse. La Iglesia es, por su naturaleza, teocrática. Cuando los gobiernos están dispuestos a negarle el brazo secular, exalta la monarquía absoluta, la autoridad imperial, la dictadura».

Para la Iglesia es preferible alinearse con hombres fuertes —aunque sean moralmente despreciables— antes que confiar en regímenes políticos liberales o democráticos favorables a la secularización del Estado. Y en esta línea, Pío XI define a Mussolini como «el hombre de la providencia» con ocasión del Pacto de Letrán, de la misma manera que lo fue Napoleón III en 1851 para su predecesor Pío IX. De esta forma se explica el apoyo favorable a los hombres más representativos de la derecha española (Gil-Robles, Calvo Sotelo y los herederos del trono español).

Una Iglesia autoritaria, reaccionaria, fascista. Una Iglesia que colabora con la política colonial mussoliniana en Etiopía. Como ejemplo, en una viñeta podemos ver dos curas gordos con máscara de gas leyendo la Biblia; hojeando las páginas del libro sagrado, comentan: «En la Biblia no hay escrito No asfixiarás». Se trata de la referencia a una práctica ya utilizada por los italianos en Libia. Combatieron a los rebeldes con el apoyo de armas químicas como el gas (específicamente el gas mostaza o iperita) arrojado sobre los poblados. Otra viñeta nos muestra a Pío XI con una lengua de Menelik en la boca y a sus pies decenas de cuerpos sin vida. El comentario está dedicado por entero al aparente pacifismo de la Iglesia, tal como lo enseñó Jesús: «El Cristo redentor, el Cristo de "Amaos los unos a los otros", es utilizado por la Iglesia para santificar la guerra. La Iglesia en todos los países toma postura a favor del Estado nacional e incita a la muchedumbre de creyentes sin voluntad a la matanza colectiva. Pero la Iglesia, a su vez, está movida por los grandes capitales que permiten la organización de la guerra».

¿Cómo se explica esta actitud de la prensa anarquista frente a la religión? ¿Cómo, a diferencia de otros periódicos políticos, no encontramos en ningún caso incitación a la violencia, ni contra personas ni contra edificios? La respuesta estriba en el hecho de que el anarquismo, a diferencia de los otros partidos o movimientos anticlericales, no pone en evidencia simplemente la inmoralidad del clero y no ve a la Iglesia sólo como un obstáculo para los propios objetivos políticos, sino que propone otra moral, otra ética.

De hecho, en España, la misma doctrina anarquista presenta, según varios estudiosos, semejanzas con algunas doctrinas cristianas de la Edad Media. Así, los primeros teóricos y militantes del anarquismo como el propio Bakunin (en Italia y en Suiza), Kropotkin (en Rusia) y el ingeniero italiano Giuseppe Fanelli (enviado por Bakunin a España) se parecían a los religiosos esparcidos para la difusión de la «buena nueva». Trasladándose de ciudad en ciudad, pidiendo hospitalidad a los «hermanos obreros», eran llamados «apóstoles de la Idea» y su objetivo primordial era reunir a los trabajadores y educarlos en la lucha contra los patronos. En algunos casos, en la propaganda libertaria se utiliza incluso el modelo cristiano como método de referencia: un buen ejemplo es El Evangelio del Obrero, de Nicolás Alonso Marselau (uno de los primeros seguidores de Bakunin desde los congresos de los años 60), publicado en 1889. El texto recorre las parábolas del Evangelio en clave contemporánea, donde el obrero recuerda muy de cerca a Jesucristo.

En el congreso fundacional de la Confederación Nacional del Trabajo (1910) se declara que «la emancipación material (…) sólo puede llegar como resultado de la emancipación moral». No se trata de la mera afiliación a un sindicato, sino de una «conversión» a una vida en la que los principios morales e ideológicos prevalezcan sobre el resto. No es raro por ello encontrar en este periodo (y en los siguientes) campesinos y obreros «conscientes»: algunos no sólo empiezan a informarse constantemente con la lectura de diarios y semanarios, sino que también leen las obras publicadas por la Escuela Moderna de Ferrer; otros acaban con los vicios que parecen burgueses, como el tabaco, el alcohol, los juegos de azar y la asistencia a burdeles. Se oponen a las peleas de gallos y a las corridas de toros, demuestran una sensibilidad fuera de lo común por la ecología y a menudo adoptan estilos de vida cercanos al naturismo, incluso al vegetarianismo. El matrimonio y el bautismo son prácticas a evitar, pero la monogamia y la fidelidad a la propia compañera o compañero no se pone en discusión: se cree en el amor libre pero no en el libertinaje. Muchos de ellos se convierten en moralistas intransigentes, para quienes toda acción es buena o mala y no se admiten caminos intermedios.

El anarquismo se basa en un profundo racionalismo, en un fuerte principio como el de los más acérrimos partidarios del mensaje bíblico. A través de dos décadas se construyó una especie de «religión política» que apuntaba no sólo a una nueva forma de organización política sino también a llenar el espacio ya ocupado por la religión reinante.

Todo esto, naturalmente, no es suficiente para explicar la violencia anticlerical en la Guerra Civil que, por otra parte, no tiene como únicos protagonistas a los militantes anarquistas. Queda una de las razones principales; muchos, erróneamente, encuentran una justificación a la violencia anticlerical por el claro llamamiento del golpe nacional a la defensa de la religión católica. Pero el famoso término de Cruzada, enunciado por el cardenal de Toledo, Isidro Gomá, se difunde tras unas semanas de guerra, mientras que la violencia contra el clero comienza inmediatamente (en Barcelona, por ejemplo, el mismo 19 de julio). El conflicto se había iniciado antes, cuando el anarquismo empieza a difundirse cada vez más en la sociedad española y, a la vez, la Iglesia busca salvar su propia «supremacía» cultural y civil cerrándose en posiciones cada vez menos tolerantes. Esto se ve también en la estrecha colaboración entre el clero y el ejército franquista. Las masacres de civiles sospechosos en muchos pueblos eran guiadas por las informaciones proporcionadas por los párrocos. Las barbaridades de la guerra representan la explosión de un conflicto ya larvado en el seno de la sociedad española.

10 comentarios:

  1. 1- El anarquismo y toda ideología PRODUCTIVISTA-ECONOMICISTA son, en última instancia, otra forma de RELIGIÓN; de hecho, y como prueba de ello, en este mismo blog los anarquistas han dicho que BUSCAN la liberación de la CIENCIA y la TECNOLOGÍA de las garras del PODER. Es decir, buscan una cosa que NUNCA HA SUCEDIDO, se mueven por un MITO (como la religión) o por algo indemostrable a día hoy (como la religión). Y con esto no deslegitimo su "lucha", sino que la equiparo con la de la gente que persigue otro tipo de mitos.
    2- La religión, entendida como lo trascendente, no niega la naturaleza humana, al contrario, forma parte de la misma. No ha existido ninguna civilización sin un lado trascendente; es, digamos, un mal necesario inherente a la condición humana. Otra cosa es que esa parte espiritual humana sea usada por algunos con fines oscuros.
    3- Los anarquistas niegan el punto 2 igual que CREEN a CIEGAS en la posibilidad de separar la CIENCIA y la TECNOLOGÍA del PODER (cosa que nunca se ha conseguido y que nunca se ha demostrado que sea posible; por lo tanto, mientras se consigue y se demuestra, deberá ser considerada como MITO)
    4- El racionalismo de los anarquistas es potencialmente tan genocida como su contrario, tal y como reconoce el texto que da pie a este comentario y que recuerda las carnicerías llevadas a cabo por los anarquistas.

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    1. ¿Qué buscamos algo que nunca ha existido al margen del poder? ¿Qué es el poder? Acaso antes que el estado no existía el poder de unos seres humanos sobre otros.

      ¿Qué es eso de transcendente?

      ¿O sabes acaso mejor lo que es el racionalismo y el transcendentalismo?

      El método científico sirve para estudiar fenómemos naturales y dar explicaciones naturales, cosa que la religión no da.

      Qué la Ciencia es otra religión, pues qué base empírica tiene la religión. Qué tener una fe ciega en la ciencia es parecido a la religión, pues sí. La fe en la ciencia y el conocimiento cientifico son dos conductas diferentes. Porque la ciencia más que certezas, aporta muchas dudas, y hay que ser algo crítico. No se puede creer en lo que no se conoce, y aunque algo s´de biología, no implica que me crea todo lo que me digan en física o química, por ejemplo, porque lo desconozco. Pero hablar sin saber, muchos lo hacéis.

      ¿Si la religión, la ciencia, la tecnología, el arte..., están al servicio del poder? ¿Cuál no lo está?

      Dame otra alternativa para adquirir conocimientos.

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  2. 5- El anarquismo (el que existe y se resiste a cambiar, y no otro que sí es deseable pero que ni está ni se le espera) siempre ha sido derrotado por otras ideologías contrarias, tan nefastas como él (pero más sólidas) por coincidir precisamente en los puntos que el anarquismo considera fundamentales: ciencia, tecnología, productivismo, consumo, individualismo, placer, comodidad, goce (e incluso, según corrientes, propiedad privada !!!).
    6- Mientras el anarquismo no ponga en un segundo o tercer o cuarto plano de prioridades los objetivos comentados en el punto 5 (y algunos de ellos desechados por completo), sus otras prioridades, tales como la ayuda mutua, el colectivismo, la colaboración, la asociación, la igualdad, la horizontalidad, etc., no serán posibles o lo serán de forma desnaturalizada, siempre y cuando no entren en conflicto con las anteriores.
    7- Resumiendo: el anarquismo se niega a reconocer cuales son los errores ideológicos, estratégicos y programáticos que les han llevado de derrota en derrota hasta esa supuesta victoria final, que nunca llega, y que cada vez está más lejos de no adecuarse a las nuevas condiciones (tal como si hacen los sistemas de dominación y las ideologías rivales).
    8- La violencia gratuita no es la vía, pero la violencia defensiva SÍ (y la ofensiva, llegado el caso, también). Pues bien, ahora pregunto a los anarquistas: ¿estaríais dispuestos a dar la vida por la causa? Si la respuesta es afirmativa, extendeos un poco, si no os importa, sobre en que condiciones estaríais dispuestos a perder la vida.
    Si la respuesta es NO... (no hay más preguntas señoría).
    9- Al hilo de lo anterior, un mal que afecta casi a la totalidad de los individuos que componen la sociedad actual, es el de la impaciencia, las prisas, es decir, INFANTILISMO; la gente no mueve un dedo si tiene la certeza de que no verán (en vida) alcanzados los objetivos perseguidos; por eso se autoengañan (infantilmente), y se ponen metas fácilonas, reformistas (que ni siquiera alcanzan tampoco, tal como es la situación actual con los recortes de prestaciones, etc.). Pues bien, está por ver cuánto de infantilismo (y pusilanimidad, cobardía, etc.) tiene el anarquismo de hoy en día. Aun no estando de acuerdo con sus planteamientos, espero y deseo verles morir por la causa por miles... No morir a lo tonto, cierto es, sino dentro de una lucha sin fin contra el MAL (contra el PODER). Sólo así tendrán alguna opción de ver cumplido el objetivo de VENCER AL PODER, y así liberar la ciencia y la tecnología de las garras de éste.
    10- Los que se llenan la boca con Durruti y otros muertos por la causa (errados pero valientes), van a tener la oportunidad de demostrar que son dignos de siquiera recordarles-mencionarles.

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    1. No hay cosa más estúpida que morir por una causa. Para mi es más importante el ser humano que las ideas. Por eso no estoy en ninguna organización, porque no creo en la presión de los grupos.

      Pero este hecho no implica que no me esfuercé, comprometa y sacrifiqué por mi gente cercana. A veces, he tenido mejor trato humano y personal con gente de ideología opuesta que con los afines. Yo no persigo fantasmas.

      Y que conste que es mi punto de vista personal, y, por eso, no generalices con los demás compañeros. Yo sólo soy responsable de mis actos, y si no puedo hacer todo el bien posible, por lo menos, procuro hacer el menor mal posible o ninguno.

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    2. Además, nunca he confiado en los mártires, y menos de aquellos que nos hablan de abnegación y compromiso a los demás.

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  3. Que nadie se deje engañar: lo que están haciendo esos monaguillos disfrazados de rebeldes que siguen a Rodrigo Mora es muy antiguo y ya lo descirbió Orwell en 1984. Ahora resulta que los que perpetramos genocidios somos los anarquistas y el millón de asesinados por los clerofascias en Croacia nunca existió. La ciencia es la auténtica religión y los siglos de ignorancia y persecución del pensamiento libre a cargo de la clericalla tampoco existieron. Y por supuesto el auténtico bienestar es el atraso y el subdesarrollo. Todo significa lo que a ellos les dé la gana, así no pierden ningún debate y consiguen su objetivo último: sembrar la confusión para dominar. Orwelliano. ¿Pero si tanto asco le damos los anarquistas por qué se arriman tanto a nosotr@s?

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  4. Sorrow, ¿no esperarás que alguien te tome en serio INVENTÁNDOTE afirmaciones de tus rivales dialécticos para así poder tener algo que decir?
    Mi concepto del anarquismo, sobre todo del actual (repito: el mío, no el de Félix; si quieres saber el concepto que tiene él, pregúntaselo) es malo, y con respuestas como la tuya no puedo hacer otra cosa que reafirmarme.
    Ah, y debéis asumir que a mi a otros muchos también nos sobra el ESTADO y rechazamos todo tipo de PODER ilegítimo; y debéis aceptar que hay diversas formas de manifestarlo y diferentes formas de acción en esa dirección. La vuestra es UNA, la mía es otra diferente. Si aceptamos las buenas intenciones de ambas, como mucho podemos decir que una u otra cosmovisión está equivocada, pero no afirmar que es cripto-reaccionaria, desmovilizadora, etc.
    Repito, eso debería ser así aceptando que hay otras formas de interpretar la realidad. Pero si lo que hacemos es cerrarnos en banda y usar los debates SÓLO para reafirmarnos en nuestras respectivas posturas y damos por hecho que las ideas contrarias son de ignorantes, gentuza o infiltrados, pues entonces no vamos a ninguna parte.

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    1. No voy a perder más el tiempo con gusanos como tú. Voy a dedicarme a difundir la idea ácrata que es lo que os jode a ti y a tu jefe.

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  5. A mi me parece inconcebible que el anarquismo siga instalado en las mismas ideas de hace 100 años, pero no lo considero un movimiento reaccionario, tan solo gravemente equivocado a la hora de luchar contra el PODER. Y vosotros, en mi opinión, deberíais aceptar que existan otras corrientes libertarias que también critiquen a la Iglesia, al Estado, al capital, etc., aunque lo hagan de una forma totalmente diferente a la vuestra. Sí, esa otra forma de crítica existe, y es muy crítica, en mi opinión más contundente que la vuestra, por una sencilla razón: porque parte de la autocrítica, del análisis de lo que es hoy el ser humano; Félix, por ejemplo, y perdona si te molesta que le vuelva a mencionar, dice que los más importante de todo es la CALIDAD DEL SUJETO; pues bien, esa afirmación me parece la más importante de todas. Por contra, tanto en el anarquismo como en el resto de corrientes políticas (estatófilas o no) se olvida esta fundamental cuestión; todas tratan a ser humano como alguien infantil, es decir, sólo lleno de derechos y no obligaciones; le regalan los oídos con aquello que quieren oir (como a los niños); raras veces vemos a un orador dirigirse a su público diciéndole que NO SON SUJETOS APTOS para la revolución (o para cualquier otra acción política); al contrario, siempre se dirigen a la gran masa llenádose la boca de agasajos. ¿qué tipo de humanos se construyen en estas condiciones (junto al resto de medios de adoctrinamiento)? Pues humanos infantiles, embobados, ensimismados, engreídos, ególatras, soberbios, y por todo ello, insociables. En mi opinión el anarquismo está muy contaminado por todo eso.
    Por contra, Félix, lo que hace es llamarle a las cosas por su nombre, poco menos que nos insulta (como sociedad, no individual y personalmente) y CON TODA LA RAZÓN (yo, por ejemplo, me considero a nivel de FUERZA VITAL, una mierda pinchada en un palo comparado con vuestro querido Durruti, por no ir más lejos). ¿A quiénes, por tanto, les parece bien el discurso de Félix? Pues a todo aquel al que su soberbia y egolatría no le ciega del todo.
    Durruti y otros como él tenían la fuerza vital, pero equivocaron la forma de luchar contra el PODER, al estar contaminados por los dogmas expandidos por él. El anarquismo de hoy tiene mucha menos fuerza vital (no por ser anarquistas, sino por vivir en el siglo XXI, después de varias décadas de "bienestar", ciencia y tecnología...)
    Hoy todas las corrientes políticas, TODAS, tienen menos energía vital que cualquier otra del pasado; hoy menos que nunca algún movimiento está capacitado para cambiar algo (y así el PODER, aun gravemente dañado por los avatares de la historia, no tendrá ningún problema en reinventarse y vovler a consolidarse). Y esto no es derrotismo ni pesimismo, ni mucho menos misantropía. Al contrario, la mejor forma de tener la más remota posibilidad de cambiar algo, es empezar por analizar si nosotros podemos remotamente cambiar algo de nosotros mismos; debemos mirar en nuestro interior (aquí la parte espiritual que tanto odiáis es esencial) para ver hasta que punto somos cómplices, por acción u omisión, del PODER. Yo tengo muy claro que que las minorías poderhabientes existen gracias a la dejación (búsqueda de comodidad, infantilismo, etc.) de la mayoría. Y dentro de esa mayoría (aunque en minoría) está el anarquismo; por tanto esta corriente tiene su parte de culpa.
    ¿Cómo es posible que el anarquismo, aun conteniendo en su cosmovisión más verdad que el resto de ideologías, haya sido sistemáticamente derrotado por otras corrientes? ¿No tendrá algo que ver el propio anarquismo? ¿No albergará graves errores que, en el mejor de los casos, le equiparan a sus rivales, provocando que la gente, por mucho que coquetee con él, finalmente siempre se decante por lo que les ofrecen dichos rivales?
    Sí, estamos en un momento de la historia en el que un verdadero anarquismo, DESCONTAMINADO una vez realizada la autocrítica, podría volver a tener opciones de victoria, pero todo indica que no será así. Lástima de enésima oportunidad perdida.

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    1. No me vengas con sermones, y olvídate del FRM.

      Te he respondido sinceramente y ahora te toca a tí:

      ¿Estarías dispuesto a morir por una causa?

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