jueves, 22 de diciembre de 2016

Los ecologistas desmontan 7 mitos del sector de la caza en España


Ecologistas en Acción publica un extenso informe para desarticular algunos de los argumentos del sector y las actividades de caza que, según las estadísticas oficiales, mata alrededor de 25 millones de animales cada año en nuestro país.

PÚBLICO
14/12/2016

La Oficina Nacional de la Caza, la entidad que aglutina al 80% de los cazadores federados en España, reza en su lema: «Somos parte de la naturaleza». Se define a sí misma como «conservacionista», «comprometida con el medio ambiente», «defensores de la naturaleza, la vida silvestre y los hábitats» y entre sus misiones destaca la de «defender la caza como la actividad más ética y sostenible en la gestión de los espacios naturales».

Otro tanto ocurre con otras asociaciones del sector cinegético, como Aproca, en Castilla La-Mancha: «El objetivo de Aproca es la defensa de una utilización racional y sostenida del medio natural y forestal, de manera que todas las actividades de la Asociación se desarrollarán dentro del más absoluto respeto al medioambiente, conservación de la naturaleza, conservación y equilibrio entre flora y fauna doméstica y silvestre y protección de las especies en peligro de extinción, así como las autóctonas», señalan en su propia página web.

Por mensajes como estos, en los que se vincula la actividad a una labor naturista, la organización Ecologistas en Acción ha publicado un extenso informe en el que trata de desmontar científicamente algunos de los argumentos del sector y los mitos entorno a las actividades de caza que, según las estadísticas oficiales, mata alrededor de 25 millones de animales cada año en nuestro país.

«Si bien es verdad que la caza en España la practica cada año un menor número de personas, el sector en su conjunto se ha ido fortaleciendo como lobby social y económico, reaccionando así a la creciente concienciación medioambiental del conjunto de la sociedad», señala el informe, elaborado por el biólogo Roberto Oliveros a partir de una compilación de estudios y documentos técnicos y científicos.

Los ecologistas han resumido los resultados de su investigación en «7 verdades sobre el impacto de la caza en España»:

1. Consiste en matar animales por diversión o por negocio

La caza se sustenta básicamente por dos actividades: una deportiva o de competición y otra comercial basada en el turismo y las granjas cinegéticas. Aunque no existen datos oficiales completos y fiables sobre el volumen de dinero que genera —advierte Ecologistas— la Fundación FAES, vinculada al PP, cifró los beneficios en 2007 en más de 2.750 millones de euros. El expresidente de la Federación Española de Caza, Andrés Gutiérrez Lara, señalaba en 2004 que además de ese dinero la caza movía otros 6.000 millones más en dinero negro, sin facturas.

Los ecologistas destacan además que el sector está conformado por un reducido número de personas (330.000 federados y 848.243 licencias en 2013), por lo general adineradas, como grandes propietarios de fincas, banqueros, empresarios, aristócratas, políticos y miembros de la judicatura y de las fuerzas de seguridad. «Su labor en los últimos años ha destacado por los ataques a las normativas de protección de la naturaleza y de protección animal a escala europea y estatal y por una ausencia total de autocrítica de las malas prácticas», aseguran.

2. No es compatible con la conservación de la biodiversidad

Sólo derivada de la caza directa mueren cada año unos 25 millones de animales en España. A eso hay que sumar la pérdida de biodiversidad por los efectos indirectos: caza furtiva, sueltas, introducción de especies invasoras o exóticas, vallados y otras infraestructuras. Los ecologistas destacan que, a consecuencia de la caza, otras especies emblemáticas y protegidas, como el oso pardo, el lince ibérico o el lobo, se ven también afectadas de muerte. Además, las sanciones y sentencias por el uso de venenos en cotos de caza se han ido incrementando cada año. Tampoco en los espacios naturales más protegidos, como los parques nacionales, se ha prohibido esta actividad, que goza de una moratoria hasta 2020 para seguir activa en estos lugares.

3. Convierte los cotos en granjas intensivas y en campos de tiro

La caza se ejerce cada vez más sobre animales criados en granjas y liberados en los cotos para su captura inmediata, como el 1.350.000 ejemplares de perdiz roja que se soltaron en los cotos intensivos en 2013. Ecologistas en Acción señala que esto provoca «graves desequilibrios en los ecosistemas desplazando y dañando a las poblaciones autóctonas» y la «propagación de especies exóticas y/o invasoras como el arruí, el muflón o la codorniz japonesa».

4. No sirve para gestionar la fauna ni para controlar sobrepoblaciones

Ecologistas en Acción argumenta que es precisamente el ejercicio de la caza lo que muchas veces provoca sobrepoblación excesiva de algunas especies, debido a las sueltas o a la alimentación suplementaria. También por los esfuerzos en cazar machos, que son los que mayores trofeos reportan, generando una «descompensación»en las especies. Una reciente sentencia del Tribunal Supremo consideró además que la caza y la pesca «lejos de servir a los fines de erradicación de especies exóticas o invasoras, determinan su mantenimiento indefinido, cuando no la agravación».

5. Limita los derechos de la mayoría de ciudadanos

Las actividades de caza acumulan denuncias por el corte de caminos públicos, cauces o vías pecuarias, permitir que la caza sea aprovechamiento preferente en montes públicos y espacios protegidos o al intento de sancionar posibles molestias involuntarias a las especies de caza, como la actual ley de caza de Castilla-La Mancha. El informe asegura que un promedio 28 personas mueren cada año por el empleo de armas de fuego en la caza, y no exclusivamente cazadores.

6. No favorece el desarrollo rural

El 80% del territorio de España forma parte de algún coto de caza con actividad durante la mayor parte del año. Un estudio de 2014 sobre los monten andaluces concluyó que las actividades de autoconsumo ambiental, uso recreativo y conservación de la biodiversidad amenazada son más rentables que la caza en términos económicos. «La caza no solo no estaría favoreciendo el desarrollo del medio rural, sino que estaría limitando las posibilidades futuras de desarrollo de los entornos más deprimidos económicamente», señala el informe.

7. No sólo mata, también maltrata

Se estima que al finalizar la temporada de caza, cerca de 50.000 galgos son abandonados en España cada año. Otros son ahorcados o arrojados a pozos, como sucedió con cien perros en la localidad toledana de Villatobas en 2009. Los ecologistas destacan que tampoco las especies cinegéticas escapan a la tortura, como los zorros cazados por perros de madriguera, los jabalís con lanza, el tiro al pichón, etc.

«Especialmente llamativo resulta que en la mayor parte de las normativas cinegéticas se considere a los perros y gatos abandonados objeto de captura por parte de cazadores mediante disparo o trampas, sin que se les aplique la ley de protección animal. Esta medida lleva a la muerte a miles de animales domésticos sin apenas control por parte de las administraciones», señala el informe.

martes, 13 de diciembre de 2016

Santiago Alba Rico se lamenta de la expulsión de los terroristas de Alepo

LaRepublica.es
7 diciembre 2016

Uno de los fundadores de Podemos y habitual columnista de la izquierda trotskista española, Santiago Alba Rico, ha vuelto a posicionarse públicamente del lado del imperialismo en Siria, como ya hiciera en anteriores ocasiones.

En el día de hoy se conocía la noticia, de que el Ejército Árabe Sirio, con la ayuda de Rusia, tomaba gran parte de la zona este de Alepo, expulsando a los terroristas del Estado Islámico y sus diferentes facciones de su feudo sirio, y evacuando a los civiles que han vivido bajo el yugo de este grupo terrorista durante meses.

Sin embargo, Alba Rico ha lamentado en la red social Twitter este acontecimiento: «En el hueco que dejó al huir nuestra conciencia cabe holgadamente Alepo. Qué digo: el agujero es tan grande que cabe toda Siria» ha asegurado Rico.

No es la primera vez que el «filósofo» de Podemos se posiciona políticamente del mismo modo. Recordemos que sobre la invasión a Libia llegó a asegurar: «La intervención de la OTAN en Libia salvó vidas», «No es la OTAN quien está bombardeando a los libios sino Gadafi», o «No creo, sinceramente, que la OTAN vaya a invadir Libia»; justo dos semanas después de estas palabras, la OTAN ya estaba bombardeando Libia.

Sobre el golpe de estado neonazi en Kiev, Rico afirmaba: «En Ucrania no ha habido un golpe de estado ultraderechista; hubo una rebelión, un movimiento muy amplio y espontáneo de los ciudadanos indignados», y calificó a los grupos de extrema derecha que asaltaron las instituciones y expulsaron a Yakunovich como «heroicos».

En un artículo publicado en Rebelion.org, titulado «Podemos en Ucrania», publicado el cuatro de marzo de 2014, llegó a afirmar que «EEUU nunca ha intervenido tan poco, lleva diez años sin intervenir militarmente en ningún sitio».

Tampoco pasaron desapercibidas sus críticas hacia el Eurodiputado de Izquierda Unida Javier Couso: «Que Couso se reúna con el asesino gobierno sirio me parece tan repugnante como si se hubiese reunido con los asesinos de su hermano» aseguró. Estas palabras no estuvieron ausentes de crítica y fueron calificadas como «repugnantes» por el actor Willy Toledo. «¿Puede haber un sinvergüenza mayor que Santiago Alba Rico?» dijo el Secretario General del PCPV Javier Parra; e incluso el propio ex Secretario General del PCE Paco Frutos, afirmó sobre Alba Rico que «está cada vez más claro que Santiago Alba Rico es ayudante de la CIA, dentro de unos años sabremos porqué y por cuánto, de momento sigue con su tarea de enfangar y destruir la conciencia de la izquierda».

https://twitter.com/ELAULLIDO1/status/808250824426135552?lang=es

martes, 6 de diciembre de 2016

Necesitamos buenas alforjas para el desafío de conformar un fuerte sindicalismo revolucionario


Por JULIO F.
(CNT Gráficas – Madrid)

Me agrada profundamente que se dé en estos tiempos un debate sobre el papel del sindicalismo como elemento de transformación social. Y está muy bien desearlo en estos momento cuando existe un cierto ambiente entre la izquierda que menosprecia su capacidad como elemento imprescindible y que lo relega a algo que ya le ha pasado su tiempo. Algunos resabios de esto me hicieron pensar la frase de Pepe Gutiérrez-Álvarez que dice que el sindicalismo revolucionario vendrá del ejemplo de las Mareas o de luchas concretas que convergerán en plataformas donde el sindicato estará en segundo plano. Considero que la reflexión para que esos deseos de grandes sindicatos potentes y amplios, capaces de arrancar mejoras y estar listos para controlar la economía de un país, debe pasar por analizar qué está pasando actualmente con ciertas cuestiones que en su tiempo posibilitaron su desarrollo y lo pueden volver hacer: cultura de lucha y de clase, militancia y ética, estrategia e inteligencia colectiva, economía de fuerzas y amplitud de miras.


Bases

«La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos». Esta frase concentra el pensamiento que debe regir las bases de un sindicalismo revolucionario. Somos muy buenos en pensar cómo será la futura sociedad pero nefastos en ver las cosas que puedan formar los ritmos sociales con los que podamos estructurar una comunidad solidaria y revolucionaria.

Y el ejemplo lo tenemos reciente. ¿Cómo ha podido generar la PAH y grupos de vivienda esa cultura de lucha y ese imaginario social, con sus limitaciones, favorable en amplias capas de la sociedad que responda a unos parámetros de justicia, lucha y solidaridad? Mi respuesta no puede ser otra que cuando responde a problemas comunes, concretos y ha generado una dinámica que pasa del activismo a la militancia. En otras palabras, cuando luchar contra injusticias tuyas o ajenas forma parte de tu vida cotidiana tanto igual que ir a comprar la barra del pan, ir a tapear con tus amigos o hacer una parrillada con familiares y amistades junto a compañeros del sindicato, por poner algunos ejemplos.

Es cierto que sufrimos un constante ataque mediático para desclasarnos o perder los símbolos con los que en otros tiempo formábamos nuestra identidad como clase y como comunidad que se arropaba cuando alguien tenía un problema o se quería mejorar el barrio o las condiciones laborales. Pero precisamente por ello debemos reencontrarlos en el presente y con sus nuevas formas o palabras. Emanciparse como clase, como trabajador y trabajadora es una idea de base que conforma unas formas de actuar y hacer, pues ha de trabajarse en colectivo, tener iniciativa, aprender, participar y no querer doblegarse para en un momento dado regir sin jefes el destino de la economía y la sociedad.

Compromiso y participación

Hay una cierta lógica instalada en los mundos de la izquierda y el del anarquismo en particular, que es el que más conozco, donde pareciera que la lucha es una cuestión binominal, o se es consumista y pasota o alguien ultramilitante o supercomprometido. No existen ahí grados ni grises y considero esto un grave error que no nos permite avanzar ni evaluar en qué estamos errando con más propiedad.

Esta voluntad de participación, con distintos porcentajes, no sólo para la toma de decisiones sino en las acciones, coordinación, preparación táctica o estratégica de campañas o luchas ha de tratarse de modo inclusivo y propositivo. Y esto encaja perfectamente en parámetros democráticos y de trabajo en red, pues un sindicato no deja de ser una organizada red de solidaridad y apoyo mutuo. Siempre habrá quien participa más y quien lo hace menos y precisamente por eso hay que tener claro los mecanismos o formas para que quienes están más en todo tengan herramientas para ser más inclusivos y repartan tareas o puedan hacer que participen en pequeñas cosas a quienes no lo están tanto. Eso hace cohesión y sentido de utilidad, que las cosas sirven y uno se siente parte de ello y, por lo tanto, acaba identificándose como parte del grupo y del sindicato.

Para favorecer pues esta participación es muy importante la planificación a largo plazo, a medio y corto. Si eliges el trabajo y desarrollas unas pautas importantes generales de guía vas a eliminar tiempo improductivo y asambleas innecesarias que se pueden destinar a grupos de trabajo que desarrollan y hacen, hacen y hacen. Y ahí es donde es sencillo ir introduciendo a compañeros menos participativos o que no forman parte de los veteranos que llevan las partes más pesadas o de responsabilidad interna de un sindicato. Además también hay que tener en cuenta que hacer acción sindical en tu empresa, incluso de forma planificada, ya consume un tiempo y energía considerable de militancia. Si además añadimos cuestiones barriales definitivamente la planificación y la seriedad con lo que hacemos es una obligación. La eficiencia democrática de la organización es pues una cuestión de asambleas, reuniones y comités, de tener claro un tiempo regular de toma de acuerdos generales y de los miles acuerdos de gestión para desarrollarlos. Tener pocas asambleas y muchas reuniones es algo que se va dar natural con una masificación del sindicato.

Otro punto reside en la formación: si no contamos con cuadros militantes y gente preparada para saber los mecanismos que tenemos para defendernos y como trabajar en cada sector económico no vamos a conseguir ser una referencia para los demás trabajadores. Y sin esto no hay revolución posible. Además, deben de poder a su vez formar a más gente de tal forma que todos puedan llegar a ese mismo conocimiento, hablando de cuestiones básicas o algo complejas pero que no llegan al conocimiento que muchas veces pueda tener alguien especializado en algún área como abogados y economistas, por ejemplo.

También debemos afrontar que existen de facto liderazgos informales, personas que son más carismáticas o tienen un cierto don para ser influyentes entre los grupos de trabajadores. Traernos este perfil y que enfoque sus habilidades de forma colectiva reforzará nuestras ideas e influencia sindical en sectores y empresas. Estos compañeros tienen un rol importante de animadores e incluso dinamizadores de procesos internos de los sindicatos o colectivos de trabajadores.

Alianzas y estrategias

Una obviedad es que no contamos con la masividad ni profundidad organizativa como en los años 30 y precisamente porque el momento actual es nuestro, con sus peculiaridades, hay que tener amplitud de miras y saber aglutinar sectores que luchan. Tender a la unidad para ganar conflictos laborales y sociales es una necesidad de nuestra clase porque nos hace fuertes frente a los deseos de empresarios, banqueros y gobiernos de turno. Además nos posibilita imaginar construyendo un futuro emancipador.

Hablo de alianzas porque la fragmentación sindical en nuestro país es un hecho y porque el sindicalismo revolucionario no es hegemónico a nivel social. Por tanto se ha de buscar formas con las que trabajar con otros para conseguir objetivos que deseamos en diferentes tiempos. A nivel de empresa, a nivel de convenios colectivos, en áreas que tienen que ver con sectores públicos, en cuestiones de vivienda, etc...

Esa idea general que nos trasmitió las «Marchas de la Dignidad» de la confluencia y objetivos comunes debe dar otro paso más, conformar planes de trabajo (constructivos y concretos) más allá de las manifestaciones, ya que éstas son demostraciones de fuerza y apoyo, puntuales, de unas series de exigencias o ideas y no son parte de un trabajo diario. Para ello hay que poner sobre la mesa nuestras plataformas reivindicativas y llegar a consensos que formen un bloque frente a empresarios y gobiernos de turno. Lo considero, como mínimo, un paso necesario para revitalizar el sentido cultural de pertenencia a una misma clase popular que se organiza y apoya. Y esto es lo más cercano a la realidad actual que la creación de «Un Gran Sindicato» propuesto por J. L. Carretero.


Creando músculo

Si tenemos la idea de un sindicalismo que pueda transformar la sociedad a gran escala también debemos pensar en herramientas y redes que en conjunto posibiliten esta misma. Es por eso que comparto con compañeros como Lluís Rodríguez la necesidad de construir cajas de resistencia en los sindicatos y no creo necesario aportar más datos que los que ha enumerado él en su artículo. Tenerlas favorece que colectivos de trabajadores tengan la capacidad de afrontar un duro conflicto como es una huelga sostenida en el tiempo de forma más eficiente, además combate el miedo a verse sin el sostén económico para mantenerse a sí mismo o su familia. Sin olvidar por ello que el punto central es la iniciativa y voluntad popular para querer revertir o mejorar situaciones de injusticia o condiciones de trabajo en las empresas, es pues que la caja de resistencia usada con inteligencia favorece una cultura de avance, solidaridad y lucha, además que posibilita aglutinar mayores sectores y grupos de trabajadores por medio del ejemplo práctico.

Relacionado con lo anterior y en marco de una vuelta a ganar más poder sindical y control en la contratación de personal en las empresas, las bolsas de empleo son un elemento de exigencia en el pulso de las negociaciones colectivas sectoriales o de empresa a empresa. Con esta estrategia el sindicalismo puede volver a recuperar la confianza y simpatía de amplias capas de trabajadores que están desempleados o son temporales endémicos.

El cooperativismo obrero y de izquierdas en nuestro país ha ido haciendo buenos progresos desde una de las entidades de más referencia como es Coop57, representan una manera de aglutinar a los trabajadores para controlar parcelas de la economía dentro del marco capitalista desde un enfoque socialista. El sindicalismo revolucionario que también apuesta por fomentar las cooperativas debería ser consciente y habilitar puentes de entendimiento con ellas. Teniendo en cuenta una perspectiva de dar cobertura a las necesidades básicas y fomentar que la circulación monetaria sea acumulada preferiblemente por nuestra clase que por las multinacionales, recuperar entidades como los economatos dentro de los sindicatos es un cimiento más que necesario para volver a una cultura colectiva que entrelaza las organizaciones sindicales con otros aspectos no estrictamente laborales y preocupaciones que más se han acentuado con la llamada crisis y las políticas gubernamentales de precarización de las clase popular.

Centrar el esfuerzo

Siendo sinceros con nosotros mismos, no contamos hoy con grandes recursos económicos y multitudes de brazos para emprender todos y cada uno de los proyectos que deseamos, o para intervenir en todas y cada una de las luchas que son transversales, injustas o ponen en riesgo las condiciones de vida de nuestra clase social trabajadora (con o sin empleo).

Aunque estoy de acuerdo con Ruymán Rodríguez en darle la importancia que tienen las luchas de vivienda o aquellas que se salen de la relación laboral, no estoy de acuerdo en que el foco prioritario de los esfuerzos se salga del campo económico de las empresas. Nos enumera una serie de ejemplos históricos donde el anarcosindicalismo de los años 30 intervino con huelgas de alquileres, mutuas obreras o red de escuelas y ateneos. Pero, en el relato no evidencia que eso se pudo dar por los miles de afiliados con sus cuotas y la dinámica que ejercía su poder sindical en el entramado empresarial que se reflejaba a su vez en las comunidades obreras de los barrios. Si hoy en día muchos de los trabajadores no cuentan con sindicato alguno en su trabajo o por otro lado donde si los hay siguen o se conforman con sindicatos como CCOO o UGT no es porque «han sido fabricados a conciencia por el Sistema» sino porque no existe en sus centros de trabajo un cambio, una alternativa o unos sindicatos que representen un relato diferente en lo cotidiano y sean útiles para defenderse o ganar mejoras laborales y sociales; por lo tanto abandonarlo porque los sindicatos que quieren ser ese cambio no lo están haciendo bien no es una solución, sino el intentarlo de otras formas más eficientes con el ejemplo de otros sindicatos de otras localidades.

Quienes estamos en procesos de crecimiento e implantación de sindicatos, constatamos que hay una carga de trabajo para desarrollar tareas prácticas de acción sindical y formativas de la afiliación que consumen la capacidad de hacer más allá de los objetivos que se han acordado realizar, sin embargo, esto no elude que también tengamos fuerza, si bien no para impulsar, si para solidarizarnos o aportar recursos de infraestructura, logística, difusión y económicos para distintas luchas que compartimos. Si el sindicato aumenta en implantación sectorial y territorial lo hará también su capacidad de intervención en otros campos y entrará en contacto más seguido con nuevas realidades que ya están en marcha por fuera de esta, como son las redes de cooperativas, asociaciones barriales, colectivos de vivienda, etc…


No quiero acabar sin mencionar que estamos asistiendo en la actualidad a un aumento de la capacidad de asumir luchas sindicales [y sociales] por parte de grandes colectivos de trabajadores y de conseguir victorias desde el anarcosindicalismo de forma eficaz, lo que da muestra de una maduración de nuevas generaciones formadas y con experiencia que pueden asumir el desafío de conformar un sindicalismo revolucionario numeroso en el que todos sumamos y avanzamos, creámonoslo.

29/11/2016

jueves, 1 de diciembre de 2016

Aquel vuelo desde el cuarto piso

 

Por MASSIMO ORTALLI

Cuando Giuseppe Pinelli, anarquista milanés cuarentón, cae al suelo desde el cuarto piso de la Comisaría Central de Milán, el engranaje se atasca. La planeada estrategia que comenzó con las bombas en la Feria en abril de 1969, y continuó con los atentados del 12 de diciembre del mismo año, se detiene miserablemente ante la imprevisible y obstinada resistencia de un modesto ferroviario que lo ha entendido todo. Que ha intuido la tragedia que se proyecta para el país y para el movimiento anarquista si también él capitula. Pinelli rechaza meterse en ese juego, aunque este parezca imparable, y se interpone a los planes criminales del poder. Comienza así a desencadenarse el más grande y engañoso montaje jamás urdido antes en la historia de la joven de la República italiana; y para hacerle pagar esta responsabilidad, el anarquista es arrojado por la ventana por un hatajo de policías frustrados ante la imposibilidad de satisfacer los designios de sus amos.

Aquel día, con aquella muerte, cambia la historia del país. Los estragos de Milán, de hecho, ya no serán la obra de unos anarquistas sedientos de sangre sino el proyecto reaccionario de una parte considerable del aparato del poder, y de ahora en adelante se llamarán con toda propiedad Estragos de Estado. Se abre un nuevo periodo, comienzan los años setenta, años de lucha, de gran tensión y de grandes errores, años de dramas personales y colectivos que señalan la existencia de una generación entera, pero también años de gran generosidad e inteligencia política. Entre otras historias de esa época, citaremos la de Franco Serantini, joven anarquista de Pisa muerto tras ser detenido por la policía en una jornada de lucha antifascista. Y oportunamente se pone de relieve cómo un hilo rojo señala el recorrido vital de los compañeros y de las historias de entonces.

Una época absolutamente irrepetible

En un contexto tan vivaz y dinámico, también el ambiente intelectual se moviliza y participa en la etapa de cambios con un esfuerzo a menudo de gran eficacia. Y naturalmente, el suceso de Piazza Fontana se convierte en uno de los focos de la reflexión. Fueron muchas las intervenciones de intelectuales, periodistas y escritores que aportaron su contribución al extraordinario trabajo de contrainformación que caracterizó a aquellos años, así como fueron también muchos los artistas que se inspiraron, más o menos directamente, en los hechos. Si en el ámbito cinematográfico no se pueden olvidar Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha, de Elio Petri (1969), o Sacco y Vanzetti, de Giuliano Montaldo (1971), que empieza con el histórico encuadre del anarquista Salsedo cayendo desde el rascacielos de la policía de Nueva York, en el ámbito teatral nace la que, según creo, es la obra maestra de Dario Fo: Muerte accidental de un anarquista.

Dario Fo es lo suficientemente conocido para que no me extienda relatando sus méritos, por lo que me limitaré aquí a recordar en breves trazos la trama del texto y la importancia que tiene debido a que su hilarante mofa del poder contribuyó a convertir en patrimonio común la percepción del engaño que se estaba tejiendo. La paradoja del artista, alegremente surrealista, supo dar la vuelta al sentido trágico de cuanto había sucedido, y de este precioso resultado se valieron no solo los compañeros del movimiento sino también una infinidad de otras personas, decididamente lejos de cualquier forma de implicación o participación. Una auténtica obra maestra, fruto de una época absolutamente irrepetible, a la vez una gran obra de arte y una gran intervención política. Su éxito fue enorme, y el espectáculo recorrió toda Italia en funciones multitudinarias, en los grandes teatros, en las primeras carpas-teatro o en los polideportivos, y a menudo, muy a menudo, incluso los espacios más grandes resultaban insuficientes para contener a todo aquel público que quería «reírse» del Estrago de Estado.

El equívoco, el absurdo, la ironía

Todo nace de una idea teatralmente genial, la de confiar a un «loco» maníaco del disfraz la tarea de desmontar, pieza a pieza, las innumerables versiones que la policía milanesa ha proporcionado para justificar su comportamiento. El protagonista, usando una lógica aparentemente delirante, hace creer que quiere ayudar al jefe de policía y a su corte en evidente crisis de credibilidad y, fingiendo ser primero un policía, después un juez, luego un agente secreto y un periodista, reconstruye el drama de la muerte de Pinelli a través de una serie incansable e hilarante de divertidísimos gags. Jugando con el equívoco, el absurdo y la ironía, su lógica, absolutamente loca y sin embargo apabullante, reconstruye pieza a pieza la terrible verdad de aquellos días de diciembre, haciendo aparecer, en la creciente incomodidad de la «autoridad» todavía enganchada en los hilos de su marionetista, la obscena desnudez de la razón de Estado, tanto criminal como ineficazmente perseguida.

Hay para todos, verdaderamente para todos, en esta obra maestra del teatro político, y ninguno de los muchos responsables, por infame o cobarde, grande o pequeño que sea, se salva del irrefrenable y burlón ímpetu del autor. Recuerdo, entre otras, una escena famosa, la de los «tres zapatos de Pinelli». Es seguramente el ejemplo más completo de cómo Dario Fo ha conseguido transformar las grotescas afirmaciones de los policías responsables de aquella trágica muerte en un crescendo de irresistible sarcasmo. Y revelar que lo surrealista no era el comportamiento del «loco» que andaba disfrazado por la Comisaria Central de Milán, sino las mentiras inventadas, con gran esfuerzo, por un Poder acorralado. Tres zapatos, eso es, y «¡una carcajada los sepultará!».

Tierra y Libertad
Nº 340 - Noviembre 2016