sábado, 2 de marzo de 2024

¡Cuidado con el ecologismo de Estado!

Por MIQUEL AMORÓS

Vivimos en un mundo que no funciona, que está en franco declive, que se hunde, tal como parecen indicar los síntomas de la degradación directamente comprobables, desde el desarreglo climático hasta las hambrunas y patologías emergentes, desde la contaminación generalizada y la deforestación galopante hasta la desigualdad social creciente, desde la extensión de la peste emocional religiosa y nacionalista hasta las guerras por el control de recursos cada vez más escasos. No se trata pues de una simple crisis, sino de una catástrofe ecológica y social que adquiere visos de normalidad, puesto que lleva años produciéndose. En efecto, la economía global, último estadio de la civilización capitalista, se ha mostrado como una fuerza destructora mayor, capaz de alterar irreversiblemente los ciclos vitales de la naturaleza, de arruinar la sociedad y de destruirse con ambas. Hecho histórico inaudito, el impacto económico y tecnológico ha desbordado la esfera social adquiriendo la devastación dimensiones geológicas. Las condiciones de supervivencia de la especie humana están siendo profundamente deterioradas. La novedad es que no hay vuelta atrás. En resumen, el capitalismo es la catástrofe misma, y el problema no es que se derrumbe, una buena cosa se mire por donde se mire, sino que en su demencial carrera hacia el abismo nos arrastre a todos. Las almas cándidas que no paran de rogar por la salvación del planeta Tierra, por la preservación del hábitat de la humanidad, contra la extinción de las especies, harían bien en precisar que es del capitalismo en todas sus facetas del que hay que salvarlo, y que ello comporta su abolición, que es la de las desigualdades, de las jerarquías, de los aparatos políticos, de la división del trabajo, del patriarcado, de los ejércitos y de los Estados.

La Naturaleza ha pasado plenamente a formar parte de la economía; ha dejado de ser un entorno inmutable que soporta a una sociedad evolucionando históricamente. Se ha «civilizado» Tierra, mar, aire y seres vivos son meros objetos de mercado. La sociedad, capitalista por supuesto, se apropia de la Naturaleza, o como se suele decir, del medio ambiente, igual que se había apoderado antes de la sociedad. La Naturaleza ya no queda fuera de la historia, no es ajena al tiempo lineal de la sociedad de masas, puesto que las catástrofes que la afectan tienen origen social. Son consecuencia de un proceso histórico ligado al ascenso y consolidación de una clase que funda su poder en el control de la economía: la burguesía. Y esa misma clase, históricamente transformada, ha tomado conciencia de que el nuevo empuje de la economía —de un mayor avance en el saqueo del territorio— depende de la administración de las catástrofes que su despliegue ha provocado. La guerra contra la naturaleza continúa pero disimulada bajo una aparente paz ecológica. El catastrofismo es ahora parte importante de la ideología dominante —la de la clase dominante, hasta hace poco optimista y progresista— puesto que el pesimismo es más de recibo en un mundo que hace aguas. El desastre no se puede negar ni reconducir. Hay que admitirlo. La basura campa a sus anchas, el ocio industrializado hace estragos, la biodiversidad se pierde y la opresión se multiplica. El mensaje actual del poder es claro: la catástrofe es real, la amenaza del colapso es muy plausible, pero la responsabilidad compete a una humanidad abstracta, ávida de riquezas, muy prolífica y genéticamente autodestructiva. Resulta que todos somos culpables de la catástrofe por ser como dicen que somos, animales que persiguen exclusivamente el beneficio privado. Solamente los dirigentes pueden librarnos de ella, porque solo ellos tienen la capacidad, los conocimientos y los medios necesarios para hacerlo sin frenar el crecimiento económico ni modificar en lo sustancial el modelo financiero. En fin, conservando con fidelidad el statu quo, no afectando en lo fundamental las estructuras políticas y sociales.

La solución de los dirigentes radica en un nuevo sistema industrial de producción y servicios controlando los flujos migratorios y caminando de la mano de tecnologías «verdes», las verdaderas protagonistas de la «transición» del viejo mundo ecocida con sus fuentes de energía «fósil» al nuevo mundo sostenible con sus «yacimientos» de energía «renovable». La nueva economía «baja en carbono» llega en auxilio de la vieja economía petrolificada, no para desplazarla, sino para complementarla. Ambas son extractivistas y desarrollistas. Las multinacionales dirigen toda la operación: el capitalismo es quien reverdece. Así pues, el consumo de combustible fósil no se verá afectado por la producción de agrocarburantes y de energía de fuentes que de «renovables» no tienen más que el nombre. El consumo mundial de energía que los dirigentes tildan de «verde» nunca sobrepasará a la «fósil»: en la actualidad no llega al 14% del total. Por consiguiente, las centrales nucleares, las térmicas, las incineradoras, las metanizadoras, la fractura hidráulica y los embalses incrementarán su presencia, esta vez en compañía de las industriales eólicas, fotovoltaicas, termosolares y de biomasa. Las nuevas tecnologías sostienen a la sociedad explotadora, dependen de ella tanto o más que lo contrario. El crecimiento, el desarrollo, la acumulación de capital o como quieran llamarlo, se apoya ahora en la economía «verde», en la «sostenibilidad», en los puestos de trabajo «verdes», en las innovaciones ecotécnicas que concentran poder y refuerzan la verticalidad de la decisión. El ecologismo de Estado es su nuevo valedor, la vanguardia profesional auxiliar de la clase política alumbrada por el parlamentarismo, el voraz consumidor de los fondos públicos y privados destinados a financiar proyectos de apuntalamiento sistémico y rentabilización de la marginalidad.

Un ecologismo de ese tipo es casi imprescindible como instrumento estabilizador de la fuerza de trabajo expulsada definitivamente del mercado, pero todavía lo es más como arma de deslocalización de las actividades contaminantes hacía países pobres, cuya mayor oportunidad de formar parte de la economía global consiste en convertirse en vertederos. El ecologismo de Estado viene representado primero por una gama de partidos de corte ecoestalinista, fruto del reciclaje del estalinismo residual, clásico, bajo los parámetros del ciudadanismo populista, como por ejemplo Podemos, Comunes, IU o Equo (y ahora Sumar). A continuación vienen un montón de colectivos y asociaciones reformistas que no van más allá de la economía «solidaria» de mercado, el consumo «responsable», la explotación de energías «renovables» y el desarrollismo «sostenible». Mayor grado de complicidad con el orden tienen los ecologistas patentados de las grandes ONG’s del estilo de Greenpeace, WWF, Extinción-Rebelión o Green New Deal, que aspiran a convertirse en lobbies, y sobre todo los tertulianos «transicionistas», los «colapsólogos» y las vedettes del espectáculo conmovidas por la devastación planetaria. Sin embargo, el núcleo duro de esa clase de ecologismo está compuesto por una fauna considerable de arribistas cretinos, trepas advenedizos y aventureros aprovechados que se distribuye por las instituciones, los medios, las redes sociales y las cúpulas orgánicas en tanto que expertos, asesores, consejeros y directivos. Se puede confeccionar una extensísima lista con sus nombres. El común denominador de todos ellos es no constituir una amenaza para nada ni para nadie. No cuestionan los tópicos fundacionales del dominio burgués —«democracia», «progreso», «Estado de derecho»— sino más bien lo contrario. Realmente no quieren acabar con el capitalismo ni desindustrializar el mundo. Sus miras son mucho menos ambiciosas: la mayoría se dará por satisfecha con ver incluidas algunas de sus propuestas en las agendas de los partidos principales y los gobiernos. Al fin y al cabo, su trabajo vocacional se limita a presionar a los políticos, no a expurgar la política. Intentan ejercer de intermediarios en el mercado territorial a través de normativas conservacionistas, tal como hacen los sindicatos en el mercado laboral.

El Estado vertebra o desvertebra la sociedad en función de poderosos intereses privados, los intereses de la dominación industrial, y no en beneficio de las masas administradas. Es algo inamovible. El saqueo del territorio que las elites económicas practican está siendo facilitado por las instancias estatales, que se alimentan de él reforzando de paso su estructura jerárquica, consolidando la clase político-funcionarial y extendiendo los mecanismos de control de la población. No hay Estado «verde» posible, porque ningún Estado que se precie va a actuar en contra de sus intereses, y estos pasan por la explotación intensiva de los recursos naturales más que por el decrecimiento. La detención de la catástrofe implicaría la del desarrollo, con temibles derivaciones como la erradicación del consumismo, el desmantelamiento de las industrias, las autopistas y la gran distribución, la desurbanización del espacio, la disolución de la burocracia, la descentralización total de la producción energética y alimentaria, el fin de la división del trabajo, etc., todas contrarias al carácter del Estado producto de la civilización industrial. Por eso el ecologismo del Estado preferirá distraer a su público con pequeños gestos superficiales de responsabilidad ciudadana. No irá más allá de los impuestos, los decretos y las comisiones de seguimiento; no sobrepasará la recogida selectiva de basuras, la limitación de la velocidad a 80 Km/h, el fomento de la bicicleta, la promoción de los alimentos orgánicos, el alumbrado de bajo consumo o la prohibición de determinados envases de plástico, nada de lo cual contribuirá visiblemente al cambio ecológico o a la democratización de la sociedad. El Estado reposa sobre una población infantilizada, excluida de la decisión y despolitizada, volcada en su vida privada; el Estado se nutre de una sociedad artificial, estratificada, clasista, en fuerte desequilibrio con el entorno y por consiguiente insostenible. Si una sociedad así nunca será ecológicamente viable, tampoco lo será un Estado forjado en su seno por mucha voluntad que alguno le ponga. Los falsos ecologistas adoran al Estado por encima de todas las causas.

Los verdaderos ecologistas están en otra parte. Los auténticos ecologistas son antidesarrollistas. Su programa rechaza el papel preponderante de la técnica en la orientación evolutiva de la sociedad, es decir, condena como falacia perniciosa la idea de «progreso». Asímismo, critica y combate la concentración de la población en conurbaciones y la proletarización de la vida de sus habitantes, tanto en su dimensión material como en la moral. Lucha contra la alienación y consecuencia necesaria de la masificación. Para ellos la civilización industrial y el Estado que la representa son irreformables y hay que combatirlos por todos los medios, desde luego, medios que no contradigan a los fines. Boicots, marchas, ocupación, movilizaciones, etc. La defensa del territorio es antiestatista y anticapitalista tanto en la forma como en el contenido. Busca la salida del capitalismo, la desmercantilización del territorio y las relaciones humanas, y la gestión pública a través del ágora, es decir, de las asambleas. La catástrofe ecológica no podrá conjurarse más que con un cambio drástico del modo de vida, una «desalienación», lo que nos remite a la restitución del metabolismo normal entre la urbe y el campo, a la unificación del trabajo intelectual y físico, a la supresión de la producción industrial, a la abolición del trabajo asalariado, a la extinción de las formas estatistas… La cuestión teórica y práctica que se plantea consiste en cómo elaborar una estrategia realista de masas para llevar a cabo los objetivos descritos. La salvación del planeta y de la humanidad doliente dependerá de que la capacidad que tenga la población oprimida para salir de su letargo y emprender el largo camino de la resistencia con el fin de acabar con un mundo aberrante y construir en su lugar una sociedad verdaderamente humana.

FUENTE:  https://www.briega.org/es/opinion/cuidado-con-ecologismo-estado

domingo, 25 de febrero de 2024

La izquierda ha muerto

 

Por HELENO SAÑA

¿Es la izquierda española la 'más ultra' de Europa? Esto es exactamente lo que afirmó José María Aznar en una jornadas sobre Antonio Maura celebradas hace algunas semanas (en enero de 2008). ¿Es su enjuiciamiento correcto? La respuesta depende de lo que Ortega llamaba «perspectivismo», esto es, del punto de mira de cada respectivo observador. Desde su ubicación conservadora, es casi lógico que el expresidente del Gobierno llegue a su fulminante conclusión. Partiendo de mi personal punto de vista, me es difícil compartir su tesis, ya por el previo de que tanto en España como en los demás países europeos la izquierda ha dejado esencialmente de existir, aunque queden algunos restos de ella, como en nuestro país IU. De ahí que seguir utilizando este término es incurrir en pura fantasmagoría tanto conceptual como terminológica. Por lo demás, el señor Aznar no hace más que utilizar con fines polémicos un concepto del que sus rivales políticos se sirven para cubrirse de gloria. Lo que por inercia mental o por conveniencias logísticas sigue denominándose izquierda es una pseudo o falsa izquierda que no tiene nada o muy poco que ver con lo que esta cataloguización significó en el siglo XIX y parte del XX, que es la fase histórica en la que la izquierda adquiere carta de naturaleza e irrumpe en el escenario histórico con la decidida voluntad de plantar cara a la burguesía y sustituir el sistema capitalista por un sistema socialista, anarcosindicalista o comunista, según las preferencias ideológicas de cada bando. Y la primera prueba de que la izquierda ha pasado a mejor vida es que en Europa han terminado las luchas de clases, no porque las clases hayan desaparecido, sino porque ha desaparecido la voluntad de poner fin a ellas. Los problemas y conflictos sociales y laborales siguen estando al orden del día, pero el asalariado y sus organizaciones sindicales han dejado de defender sus intereses y derechos con el mismo ímpetu de otros tiempos. Esa tibieza reivindicativa explica la facilidad con que el capitalismo de casino ha podido imponer en las últimas décadas su hegemonía global, fenómeno que a la vez ha conducido a una reproletarización parcial de las clases trabajadoras, a la pérdida o estancamiento de su poder adquisitivo real, a un deterioro creciente de las condiciones de trabajo y a una multiplicación del empleo precario y mal retribuido. Si en España existiera la izquierda ultra a la que el ex hegemón del PP alude, es difícil creer que aceptaría con los brazos cruzados las injusticias socioeconómicas que acabo de señalar, a las que se podrían añadir otras muchas, entre ellas el misérrimo nivel millones de pensiones y salarios mínimos. Y si el PSOE fuera fiel a las siglas que todavía detenta, sería el primero en no tolerar este estado de cosas.

La despotenciación de la izquierda se inició ya en parte en el periodo de entreguerras, pues si en Rusia los bolcheviques se convertían en amos y señores de la nación, el proletariado italogermano no logró impedir el triunfo del nazifascismo. El descenso de la izquierda siguió su curso en las primeras décadas de la posguerra, y ello por dos motivos fundamentales. Primero, porque el totalitarismo brutal practicado por el estalinismo y el neoestalinismo en la Europa del Este puso fin a las ingenuas ilusiones que no pocos sectores obreros se habían hecho del marxismo-leninismo. El colapso moral (y material) de la Unión Soviética y sus satélites coincidió, además, con la rápida recuperación económica de la Europa occidental y el advenimiento de una época de relativa prosperidad y estabilidad social y laboral. Contentos y deslumbrados por lo que Galbraith llamó «sociedad de la abundancia» y Ludwig Erhard «bienestar para todos», las clases trabajadoras trocaron pronto sus antiguos sueños redencionales y revolucionarios por el consumismo y el materialismo.

La izquierda histórica ha perdido no sólo la batalla económica y política, sino también su identidad cultural, razón última de que haya renunciado a luchar por el advenimiento de un modelo de vida y de sociedad que responda a sus necesidades e ideales emancipativos. La clase dominante dicta las reglas de juego no sólo en los centros de producción, sino también a extramuros de ellos, esto es, en el ámbito del tiempo libre, del ocio y de los hábitos de vida. Con pocas excepciones, el obrero ha perdido la conciencia de sus propios valores y asumido miméticamente la ideología de 'pan y circo' difundida por los mass media; de ahí su conformismo y su escasa predisposición a liberarse de la condición subalterna y humillante a que el sistema le condena.

La Clave
Nº 363 – abril 2008

lunes, 19 de junio de 2023

Paco Baticón, breve recuerdo

Hará unas tres décadas que unos jóvenes díscolos e inconformistas —y algo idealistas— decidimos formar un grupito de afinidad ácrata en esta ciudad del Pisuerga, algunos proveníamos del movimiento antimilitarista local, pero queríamos ampliar más nuestras inquietudes. Tal grupito pasó a ser la base de las Juventudes Libertarias de Valladolid de los años 90, estos chavales no pudieron tener una cierta actividad y presencia sin la ayuda de los pocos resistentes de la CNT que quedaban en la ciudad, después de la gran criba que supuso la escisión y formación de la CGT. El ímpetu juvenil, de los unos, era atemperado por la veteranía, de los otros. Como si fuese una especie de simbiosis, nos prestaron un local donde poder reunirnos y hacer nuestras actividades.

Esta CNT vallisoletana aguantó los malos años anteriores, que la dejó reducida casi a la inactividad, pero, aun así se mantuvo en pie, latente. En esta organización estaba él, Paco Baticón, nos «daba leña» intelectual e ideológica en las reuniones abiertas de los jueves, en algunos aspectos estabas muy en desacuerdo con él, pero en muchos completamente de acuerdo (cuestión generacional). Pero, aprendiste que no había que rendirse ni desanimarse si crees en algo, aunque las cosas no vayan bien, perseverancia y saber esperar, era la lección. La CNT de Valladolid poco después volvió a resurgir e incrementó su militancia con gente nueva. Y en mi caso, aunque me quedase solo varias veces, no me hizo retirarme ni hundirme.

Paco Baticón estuvo en una CNT clandestina en los años oscuros de la dictadura franquista. Vivió su auge durante la Transición. Sufrió la escisión que conllevó a la práctica inactividad de los años 80. Y volvió a ver su relanzamiento posterior. Paco Baticón cometió errores como aciertos, no era perfecto como todo ser humano, pero esta CNT vallisoletana le debe su existencia y que, paradójicamente, terminó deshaciéndose de él injustamente. Esta es la ironía de la vida.

EL AULLIDO

¡¡¡LA IRONÍA DE LA VIDA!!!

lunes, 21 de noviembre de 2022

El anarquista de la bandera roja

 RICARDO FLORES MAGÓN:
EL REBELDE MEXICANO QUE LUCHÓ
POR UNA REVOLUCIÓN MUNDIAL

 Por EL AULLIDO

«La rebeldía es la vida,
la sumisión es la muerte.»

(RICARDO FLORES MAGÓN)

Un tren con una enorme bandera roja entra en la estación de la capital mexicana, centenares de proletarios esperan a que se abra el vagón. Un féretro envuelto en rojo y negro es sacado del interior. Todo el ambiente está plagado de banderas rojas (el color de la Revolución Social), cogen el ataúd y se lo llevan. Por las calles toda la gente humilde, los hijos del pueblo, muestran sus respetos. Varias pancartas con los emblemas de los diferentes sindicatos y organizaciones obreras se ven, también de algunas formaciones políticas de izquierdas. Cuando llega la corona floral del Gobierno es arrojada al suelo, alguien canta el himno nacional y es abucheado. El tren ha venido desde la frontera norte del país, ha recorrido varias ciudades y en todas partes hubo igual muestra multitudinaria de reverencia popular. El finado lleva muerto más de cincuenta días, fallecido en una prisión norteamericana en extrañas circunstancias, y en este mes de noviembre del presente año 2022 se cumple el centenario de su muerte. Se llamaba RICARDO FLORES MAGÓN y por defender la justicia social pasó una cuarta parte de su vida tras los barrotes.

Cuando se habla de una revolución como la mexicana, nos viene a la cabeza las figuras populares de Pancho Villa y Emiliano Zapata como sus mitos revolucionarios, pero no fueron los únicos. Esta revolución iniciadora de las que siguieron en el siglo XX, también la primera donde el papel de las clases populares y sus exigencias se hiciesen valer, aunque terminasen siendo manoseadas por los intereses del poder resultante. La Historia, las más veces, la cuentan los vencedores, aun así, de vez en cuando podemos oír voces que nos cuentan otra realidad, la de los herederos de los «vencidos», que nunca fueron acalladas del todo. Una de estas voces es la de este ácrata latinoamericano desconocido por la gran mayoría y considerado como uno de los precursores de la Revolución Mexicana. Al igual que su hermano mayor, Jesús, participó en las protestas estudiantiles de 1892 contra el régimen personalista del dictador Porfirio Díaz (que llevó «la paz y el progreso» al país a costa de oprimir a su pueblo), asunto que le llevó a la primera de sus experiencias carcelarias. Tras salir entró a trabajar en el periódico opositor EL DEMÓCRATA durante el año siguiente.

El periodo de poco más de tres décadas (1876-1911) en el que México estuvo bajo la mano dura de Porfirio Díaz se conoce como el «Porfiriato», este militar accedió al poder tras un golpe de Estado bajo el lema de «No Reelección», lema que incumplió constantemente. Tuvo al pueblo mexicano sometido, cualquier protesta era duramente reprimida. Un pueblo mayoritariamente campesino, oprimido por una oligarquía de hacendados (cuyas propiedades crecieron tras el expolio legal de las tierras comunales de pueblos y comunidades indígenas) que trataba a sus peones y trabajadores en condiciones de plena semiesclavitud. Y con una camarilla gobernante de tecnócratas, cercanos al dictador, llamados los «Científicos» (con mentalidad socialdarwinista), que controlaba las finanzas y las exportaciones en connivencia con inversores extranjeros. Estando la inmensa mayoría de la población mexicana al margen de los beneficios de la modernización del país que solo alcanzaba una minoría de terratenientes, industriales, grandes comerciantes y altos cargos públicos que vivían en las urbes. Contra este tipo de sistema injusto y cruel se movilizaba toda oposición política.

Junto a su hermano en 1900 fundó el periódico REGENERACIÓN, periódico inicialmente crítico con los errores del sistema judicial y su corrupción evolucionó a atacar directamente al régimen, lo que les puso en el punto de mira. Paralelo a ello, el liberal Camilo Arriaga (sobrino-nieto del diputado que presidió la comisión parlamentaria que redactó la Constitución Mexicana de 1857) invitaba a la reconstrucción del Partido Liberal en un Congreso en San Luis Potosí para el año siguiente, tras las declaraciones de un obispo que afirmaba que el país abandonó el laicismo juarista. Los hermanos Flores Magón asistieron, y Ricardo se dio a conocer con un discurso que iba más allá de lo esperado, atacó directamente al gobierno del dictador denominándolo «madriguera de bandidos». Este Congreso dio pie a la formación de una red de grupos o clubes liberales opositores en diferentes puntos de la República, sobre los cuales pronto cayó la represión.

REGENERACIÓN es clausurado y los hermanos Flores Magón son arrestados, al salir de la cárcel Jesús decide abandonar la lucha, pero es sustituido por el hermano pequeño, Enrique. Los hermanos alquilan otro periódico EL HIJO DEL AHUIZOTE que también es prohibido, mientras la dictadura reprime y encarcela constantemente a otros muchos opositores. Ante este panorama los integrantes del partido deciden exiliarse al vecino del Norte para seguir su labor propagandística y actividades contra el régimen autoritario en 1903, y en el año siguiente 1904 les siguen los hermanos Flores Magón. Pero, la sombra de la dictadura porfirista es alargada y con la complicidad de las autoridades norteamericanas la persecución continúa. Desde Texas huyen hasta Canadá, pasando antes por Missouri, para terminar asentándose en California. En 1905 se produce la primera escisión dentro de las filas del formado Partido Liberal Mexicano (PLM), Camilo Arriaga representa la facción moderada frente a la radical de Ricardo Flores Magón. Los moderados defienden una lucha simplemente política apoyando electoralmente a candidatos independientes, los radicales optan —debido a las circunstancias— por la lucha armada para acabar con la dictadura. Otro punto en controversia es que los primeros defienden una ideología meramente liberal: la defensa de las libertades políticas; mientras los segundos optan por incorporar un discurso socializante que recurra a la defensa de los derechos del pueblo trabajador, sin igualdad económica y social no puede haber libertades políticas. Los liberales moderados abandonan y el PLM se radicaliza, aunque mantiene el nombre, con una ideología más socialista. Y esta es la línea a seguir desde entonces, también a tener en cuenta, esta organización más que un partido político termina siendo más un movimiento.

Los hermanos Flores Magón, Ricardo y Enrique.

El año 1906 fue importante para la organización, es el año en el que, tras una consulta a los integrantes del partido tanto en México como en los Estados Unidos, sale a la luz su Programa político, redactado por Juan Sarabia y con aportaciones de Antonio Villarreal, Ricardo y Enrique Flores Magón solo estampan su firma como Librado Rivera, otro compañero de fatigas afín. Este programa es defendido durante unos años y resultó ser inspiración de la futura Constitución Mexicana de 1917, carta magna que fuese una de las más avanzadas del momento. Dentro se trataba temas tanto de las limitaciones de los gobernantes, como la asistencia sanitaria y enseñanza básica gratuitas, la igualdad de género, los derechos de los trabajadores y la reforma agraria, incluso de la abolición del servicio militar y la prohibición del trabajo infantil. No fue muy del agrado de los hermanos Flores Magón debido a su excesiva legalidad y moderación —para ellos se quedaba corto (sin dejar de lado, el nefasto artículo contra la inmigración china)—, y éstos después de contactar en el exilio con los sindicalistas revolucionarios de la IWW y anarquistas como Emma Goldman y otros de origen europeo ya habían asimilado una ideología libertaria, aunque su estrategia fue seguir denominándose «liberales» aunque ya no lo fuesen.

1906 fue también el año de dos hechos importantes en el México prerrevolucionario. Empezando con las huelgas de Cananea y Rio Blanco, duramente reprimidas por el Gobierno; huelgas en que agitadores vinculados al PLM estaban presentes. Así como del primer intento de sublevación armada contra la dictadura, fallida por el papel de los espías infiltrados en el PLM que dieron al traste con tal sublevación popular.

También, en 1908 hubo otro intento de levantamiento armado revolucionario que igualmente fracasó. Entre estos dos acontecimientos —en 1907— el periódico REGENERACIÓN fue sustituido temporalmente por REVOLUCIÓN.

Una figura digna de recordar, ya que fue uno de los organizadores del levantamiento de 1908, es la de Práxedis Guerrero. Hijo de terratenientes, abandona el seno familiar y su vida acomodada para ganarse el pan con el sudor de su frente como un obrero más (muy al contrario que otro con el mismo origen privilegiado como Francisco Madero). En los EEUU entra a formar parte del PLM, y adquiere una gran importancia como militante y activista mientras Ricardo Flores Magón y sus compañeros están en una de sus varias estancias en prisión. Guerrero antes que Zapata ya pronunciaba la famosa frase de «mejor morir de pie que vivir de rodillas». Con el estallido de la Revolución maderista en 1910, Guerrero entró en México con una partida guerrillera para combatir por una revolución social, pero cayó prontamente muerto a finales del año (el misterio de su muerte recuerda a la de Durruti en 1936). Lo triste es que, muy probablemente, si no hubiese caído la revolución habría ido por otros derroteros.

El PLM había preparado el camino para que surgiese la Revolución de Madero en 1910. Madero con su campaña electoral del mismo año se dio a conocer en todo el país, además de tener el apoyo de las clases medias y sectores descontentos de la oligarquía, también llegó a las clases populares, aprovechando la situación de clandestinidad del PLM que quedó relegado a un segundo plano influyente entre la gente. Con su llamamiento a levantarse contra el Gobierno de Porfirio Díaz y la promesa de devolver las tierras usurpadas a los campesinos, en varias zonas cogieron las armas y se sublevaron, lo que dio pie a la Revolución.

Aunque fracasasen los levantamientos armados de 1906 y 1908 los grupos armados pelemistas se mantuvieron. Las guerrillas pelemistas —minoritarias, pero activas— se coordinaron con las maderistas contra el enemigo común gubernamental, aunque guardando las distancias, ya que el objetivo del PLM era la revolución social, y el de Madero solo un simple cambio de poder, lo que en varios casos llevó a la confrontación. A pesar de todo, los argumentos de Flores Magón críticos contra Madero no llegaron a todas partes, y muchas guerrillas se coordinaban o se pasaban al maderismo creyendo que estaba todo acordado. Sin el empuje inicial y la experiencia de las guerrillas pelemistas hubiese sido muy difícil que la revolución se produjese, algo que fue aprovechado por los maderistas. Aun así, la iniciativa del PLM perdía terreno ante el maderismo. Recordemos que la represión contra el PLM fue mucho mayor que contra el maderismo, tanto en México como en los EEUU, por lo que su influencia se redujo. Se conoce el caso del veterano guerrillero Prisciliano Silva del PLM que al no reconocer a Madero como presidente provisional fue hecho arrestar por orden de éste, lo que conllevó duros ataques y la ruptura definitiva con Ricardo Flores Magón. Madero no era de fiar, y eso se vio después.

Ante este escenario, el poderoso vecino del norte estaba a la expectativa (movilizó tropas en la frontera y buques de guerra por las costas), y cuando vio que el viejo dictador no era capaz de parar la rebelión y ante el temor a que la Revolución fuese más que política, presionó para que Díaz abandonase el puesto y entregase el poder a Madero en 1911. (Como dato anecdótico: cuando Porfirio Díaz se embarcó al exilio con destino a Europa quiso desembarcar en la costa gallega, lo cual fue impedido por los obreros de Vigo como muestra de solidaridad internacional con el pueblo revolucionario mexicano.) Madero entró a formar parte de un Gobierno Provisional compuesto con elementos del anterior régimen y lo primero que hizo fue desarmar a sus revolucionarios, gran error del que debió de arrepentirse tarde.

El triunfo de Madero fue consecuencia de la toma de Ciudad Juárez por los revolucionarios norteños Pascual Orozco y Pancho Villa, así como en el sur por los asaltos a las haciendas de los campesinos armados bajo el liderazgo de Emiliano Zapata, que combatían por más causas que la libertad política, sin ellos no hubiese conseguido nada. Lo que conllevó el miedo de las élites y forzó a pactar con la dictadura. De ahí que con su llegada al poder, compartido con los restos del Porfiriato, intentase desarmarlos. Lo que hizo que los zapatistas aún se mantuviesen en rebelión hasta que las tierras no fuesen devueltas a los pueblos; mientras los norteños se sometían a sus órdenes, hasta que Orozco también se levantase en 1912.

En ese año 1911 se produce la segunda escisión dentro de las filas del PLM, Antonio Villarreal con otros militantes, incluidas sus dos hermanas, abandonan y se pasan al maderismo (Juan Sarabia cuando sale de la cárcel también) y rechazan el anarquismo que ya defienden los hermanos Flores Magón. En ese mismo año sacan un Manifiesto más radical en el que llaman a la expropiación de las tierras y medios de producción para gestionarlo todo comunalmente (como venían haciéndolo los pueblos indígenas desde siempre). Con este Manifiesto de 1911 ponen en entredicho el Programa de 1906 que era más bien reformista, la lucha no ha de consistir solo en derribar al tirano y cambiar las leyes, sino en atacar al sistema capitalista que lo sustenta y que explota a la clase trabajadora. Los escindidos (incluido entre ellos Jesús Flores Magón, el hermano mayor abogado que abandonase el activismo antaño) intentan, poco después, convencerlos participando en unas comisiones negociadoras enviadas por Madero para que abandonen la lucha sin conseguirlo (Ricardo rechazó, incluso, la oferta de la vicepresidencia en el futuro gobierno de Madero); lo que provoca el ataque frontal del maderismo a un PLM ya anarquista.

1911, invasión pelemista de Baja California.

Una de las actividades guerrilleras de envergadura que protagonizó el PLM es la campaña en Baja California, a la que se les unieron muchos anarquistas norteamericanos y militantes del IWW, además de algunos indígenas, dándolo un carácter más internacional, que es derrotada tras el paso permitido de tropas federales mexicanas por territorio estadounidense y las divisiones internas. Este suceso vino acompañado de una ruin y difamadora propaganda mediática que les denunciaba de querer separar el territorio de México para entregárselo a los EEUU, que era totalmente falsa. Y, aun así, a día de hoy siguen muchos creyéndoselo a pies juntillas.

Como dije antes, el pensamiento político-social de Ricardo Flores Magón evolucionó hacia el anarquismo desde el liberalismo juarista, un liberalismo republicano y anticlerical. En el exilio norteamericano entró en contacto con anarquistas de origen europeo y asimiló «la Idea». Ideario que venía madurando tras las lecturas de libros de Proudhon, Bakunin y Kropotkin, así como de Marx, de la biblioteca de Camilo Arriaga. Si a esto añadimos las condiciones penosas de la represión que venía sufriendo desde hace años y las experiencias de su infancia temprana entre los indios mazatecos, los cuales practicaban la democracia directa y el apoyo mutuo como parte de sus usos y costumbres. Un pensamiento libertario que también compartía Ricardo con su hermano Enrique Flores Magón (con Jesús, no) y Librado Rivera, los tres firmaron el Programa de 1906 que luego cuestionasen con el Manifiesto de 1911. Sus críticos les denominaron como «magonistas», término que nunca aprobaron. «No somos 'magonistas' ni seguimos a ninguna personalidad», «No soy 'magonista', soy anarquista. Un anarquista no tiene ídolos», frases que dijeron como rechazo a tal definición que convertía a Ricardo en líder absoluto o caudillo de un movimiento personalista que no era cierto. Pero, debido a su frecuente uso desde entonces, voy a utilizarlo también, ya que las lenguas están vivas y, a lo largo del tiempo, el significado original de las palabras varía y termina formando parte de nuestro vocabulario. Dentro del magonismo (o 'anarcopelemismo', como también prefiero definirlo) podemos incluir a Práxedis Guerrero (muerto al comienzo de la Revolución), como también a Fernando Palomares (activo organizador en la huelga de Cananea y participe en la campaña de Baja California); añádase a Antonio de Pío Araujo (que estuvo al cargo de REGENERACIÓN y el PLM durante varios de los encarcelamientos de sus compañeros) y Anselmo Figueroa (redactor del periódico), estos dos últimos firmaron también el Manifiesto de 1911. Todos ellos compañeros de vicisitudes y batallas, entre otros.

También hubo participación femenina en sus filas, el papel como mensajeras fue vital para el movimiento, debido al machismo de las autoridades pasaban más desapercibidas. Ellas ponían en contacto a todos los grupos pelemistas, filtraban con mayor facilidad propaganda e, incluso, armas; un soporte que fue de gran importancia. Y en la región fronteriza del sur de los EEUU la publicación de muchos periódicos fue obra de ellas. También recordar que Flores Magón, al igual que Práxedis Guerrero, se pronunciaron por la igualdad entre hombres y mujeres. Sin olvidarnos del apoyo moral que le brindó al mismo Ricardo su compañera sentimental María Brousse, sin el cual le hubiese sido imposible soportar las intermitentes temporadas de cautiverio.

El lema «Tierra y Libertad» proviene del populismo ruso decimonónico y que pasó al anarquismo a través de Bakunin, y que el magonismo adoptó; sin olvidarnos de que la bandera roja del PLM llevaba las letras escritas en blanco de tal lema. El periódico ácrata barcelonés TIERRA Y LIBERTAD (años después convertido en órgano de expresión de la FAI) mantuvo estrechas relaciones con los magonistas. Aunque el lema fuese erróneamente atribuido al zapatismo, este movimiento revolucionario campesino lo adoptó tras contactar con ellos, y, además, su Plan de Ayala estaba influenciado por el discurso expropiador de los medios de producción del PLM. Se sabe que Zapata invitó a Flores Magón a que editase REGENERACIÓN desde Morelos —territorio zapatista— lo cual fue rechazado por el carácter internacionalista del magonismo. Mientras el PLM enarbolaba la bandera roja (y no rojinegra) de la revolución social, el zapatismo lo hacía con la bandera tricolor nacional, ya que el sentimiento antiestatal de los unos chocaba con el patriotismo de los otros. Pero respeto mutuo siempre mantuvieron, a pesar de las diferencias, lo que conllevó muchas críticas de parte del anarquismo internacional.

Y ya que he comentado a los pueblos indígenas, merece la pena hacer una mención al pueblo yaqui del sur de Sonora. A este pueblo le robaron las tierras en nombre del progreso y tuvo que declarar la guerra al gobierno mexicano. Las represalias fueron durísimas con ellos, a muchos condenaron a trabajar como esclavos para las haciendas, pero su espíritu rebelde (bronco) nunca se perdió. Crearon una red clandestina para armarse, red que también fue usada por el PLM en sus insurrecciones de 1906 y 1908, ya que también entre ellos entablaron contactos. Incluso los yaquis también adoptaron el lema magonista aunque modificado, como «Libertad y Tierras». No fueron los únicos indígenas que colaboraron con el PLM, como ocurrió en Veracruz y Baja California. Sin olvidarnos del activo magonista Fernando Palomares, que era indio mayo. También debemos tener en cuenta que quienes más reivindican actualmente la memoria de Ricardo Flores Magón son los mismos movimientos indígenas de Oaxaca y de otros estados mexicanos.

Ante la no aplicación de los planes iniciales dentro del maderismo surgió el descontento, como el de los hermanos Vázquez Gómez. Estos que habían apoyado a Madero se levantaron contra él al disolverse el partido que lo llevó a disputar el poder a Porfirio Díaz. Fueron de los primeros en volverse contra él, sin olvidarnos de los zapatistas que se negaban a ser desarmados y algunos grupos guerrilleros pelemistas. Madero tras unas elecciones llegó definitivamente a gobernar. Pero, la principal figura revolucionaria que surgió en esa primera etapa de la Revolución oficial fue la de Pascual Orozco. Orozco es quién abrió las puertas de acceso al poder a Madero, entonces Pancho Villa era un subordinado. Incluso el zapatismo en su Plan de Ayala lo consideró su Jefe Revolucionario. Orozco también se sublevó contra Madero a principios de 1912, junto a él se levantaron expelemistas que aunque enarbolasen la bandera roja —conocidos como «los colorados»—, Flores Magón los atacó diciendo que eran 'rojos' por fuera y conservadores por dentro, de nada fiables, ya que Orozco, a pesar de su discurso social y revolucionario, estaba financiado por la oligarquía porfirista del clan Terrazas-Creel de Chihuahua (la misma que persiguió con saña al PLM tras los intentos fallidos de revolución en los años 1906 y 1908). Madero envió al ejército comandado por el general Victoriano Huerta a combatirlo, y Pancho Villa estuvo como irregular bajo sus órdenes. Entre Villa y Huerta las relaciones no fueron buenas, Huerta intentó fusilar a Villa, éste fue encarcelado y logró escapar a los EEUU. Aquí podemos ver como el proceso revolucionario comenzaba a dar sus giros y diferentes alianzas.

La COM el 1 de Mayo de 1913, Ciudad México.

Durante este breve mandato, después de años de dictadura, el movimiento obrero volvió a organizarse y a protagonizar alguna huelga general y en ese año se creó la anarcosindicalista Casa del Obrero Mundial (COM), que junto a la rebelión orozquista, en el norte, y al no desarme zapatista, en el sur, fueron verdaderos quebraderos de cabeza del gobierno maderista. Al que se le unió los intentos golpistas de la reacción.

Como inciso conviene mencionar la figura de Antonio Díaz Soto y Gama equivocadamente incluido dentro del magonismo. Aunque fuese compañero de Camilo Arriaga y participase en la formación del PLM, abandonó la clandestinidad en 1904 tras pactar con el Porfiriato. Volvió a la palestra política en 1911 tras el triunfo de Madero, dentro de un PLM reorganizado desde México junto a otros como Antonio Villarreal, Juan Sarabia y Camilo Arriaga y, a su vez, sacaron otro periódico con el mismo nombre de REGENERACIÓN («DEGENERACIÓN» según palabras de Ricardo Flores Magón) en el que también participaba Jesús Flores Magón. Todos terminaron abandonándolo porque la línea de la dirección era diferente a la original. Soto y Gama luego pasó a la anarcosindicalista COM y de ahí a luchar junto los zapatistas. Fue quién dio más peso teórico al zapatismo. Ya como diputado agrarista quiso engañar a la familia Flores Magón de que tenía la aprobación del movimiento obrero mexicano para que el Parlamento se hiciese cargo de las exequias fúnebres de Ricardo en 1922. Y es uno de los primeros responsables de falsear el papel de Flores Magón como precursor de la Revolución Mexicana oficial.

El general Huerta enviado a la capital para someter el levantamiento militar de 1913, hizo todo lo contrario, se sumó a él y depuso a Madero, al que hizo asesinar, y así acceder al poder. Todo esto con el beneplácito del embajador de los EEUU. Frente a este golpe de Estado hubo maderistas que se opusieron, como el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, los «sonorenses» y Pancho Villa, que regresó del exilio. Zapata siguió levantisco y se opuso a este nuevo dictador. Orozco, en cambio, junto a sus «colorados», se alió con el golpista. Comenzando la segunda etapa de esta revolución. Carranza, Villa y los «sonorenses» conformaron el Ejército Constitucionalista que combatió al Ejército Federal de Huerta, igual que al sur de la capital los zapatistas continuaban la lucha por las tierras. (Por el año 1914 los EEUU ocuparon Veracruz porque vieron que Huerta se arrimaba a la Alemania del Káiser.) Los restos de las guerrillas pelemistas ingresaron dentro de las filas de estos ejércitos revolucionarios. Aun así, a pesar de los encarcelamientos constantes, Flores Magón siguió dando batalla desde California, hasta hubo un intento de formar otro nuevo movimiento guerrillero magonista que fue duramente desbaratado por las autoridades norteamericanas y sus componentes apresados con largas condenas, muy diferente fue el vecino del Norte con Pancho Villa y su gente al ser más indulgente y permitirles el suministro de armas y municiones.

Huerta fue derrocado y la división entre los revolucionarios surgió, por un lado villistas y zapatistas y por el otro, los carrancistas con el apoyo de los sonorenses. Siendo estos últimos los vencedores en la guerra civil de 1915. El ejército villista fue derrotado por el sonorense Álvaro Obregón en las batallas del Bajío, la División del Norte villista fue considerado el ejército revolucionario más grande que haya habido en la historia de América Latina, que terminó disolviéndose tras la desastrosa campaña de Sonora, a finales de ese año. Durante tal campaña Villa vio como los EEUU reconocía y daba su apoyo a Carranza, lo que provocó su desengaño, ya que hasta ese momento tuvo el apoyo norteamericano. Pancho Villa hizo como reprimenda una incursión en territorio estadounidense en 1916 lo que provocó la reacción imperialista enviando tropas a territorio mexicano para su captura: la Expedición Punitiva, que resultó ser un fracaso (aquí surgió el falso mito antiimperialista de Pancho Villa).

Uno de los momentos más inefables de la historia del movimiento obrero fue la alianza de la COM con el carrancismo para combatir a los ejércitos campesinos de Villa y Zapata (a la militancia de la COM, debido a su irreligiosidad, no le hizo mucha gracia ver a los zapatistas desfilar por la capital con la imagen de la Virgen de Guadalupe), a través de los llamados «Batallones Rojos». Tras la derrota de éstos, Carranza desarmó tales batallones, e incluso reprimió con dureza las numerosas huelgas y cerró los locales, los obreros ya no le hacían falta. Estos hechos, tanto el pacto como su ruptura consiguiente, fueron denunciados por Ricardo Flores Magón desde REGENERACIÓN. El posibilismo que inundó tal organización sindical y todo vínculo con el magonismo fue erradicado dentro de sus filas —a pesar de la militancia libertaria en su seno— llegando incluso a colaborar con el gobierno carrancista para neutralizar todo opositor al pacto. Aunque a Ricardo Flores Magón se le atribuyó formar parte del anarcosindicalismo, nunca consideró que las reivindicaciones consistentes en aumentar los salarios y reducir las horas, así como mejorías en las condiciones laborales, fuesen verdaderamente anticapitalistas; él era de la línea anarco-comunista como Kropotkin y Malatesta.

Funeral de Ricardo Flores Magón, enero de 1923.

En 1915, después de salir de uno de sus tantos encarcelamientos, Flores Magón y compañeros crearon una comuna de California para vivir juntos. Se dedicaron a cultivar árboles frutales y criar pollos, mientras algunos componentes salían fuera a trabajar para llevar ingresos al fondo común. Fue una breve experiencia hasta que volvió a ser detenido por lo que escribía contra el Gobierno mexicano. Emma Goldman fue testigo de uno de sus juicios, vio como cuando llegaba a la sala el juez, nadie se levantaba, pero cuando entraban los Flores Magón, todo el mundo —la mayoría trabajadores mexicanos— se levantaba ante ellos como señal de admiración y respeto. En 1918 se produce la ruptura entre los dos hermanos, Ricardo y Enrique, quedándose muy menguado el PLM y el periódico REGENERACIÓN. En ese mismo año Ricardo Flores Magón y Librado Rivera firman otro manifiesto dirigido a todos los obreros y anarquistas del mundo, en el que se condena al capitalismo y a la Gran Guerra que asolaba Europa, lo que les conllevó la definitiva condena a prisión de varios años y que puso fin a la vida de Ricardo.

En 1919 Zapata era vilmente asesinado a traición, Villa se mantenía combatiendo al gobierno carrancista desde la guerrilla (hasta el abandono de la lucha armada en 1920). Poco antes, en 1917 se redactó la actual Constitución mexicana, una de las más progresistas de la época, que mantenía en el poder a las clases medias; las reivindicaciones obreras y campesinas estaban plasmadas, pero sometidas. En 1920 Carranza es depuesto por los sonorenses, con apoyo zapatista (lo debió matar alguno de sus más cercanos para salvar el pellejo), dando origen al caudillismo que gobernó el país durante las dos siguientes décadas (Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, podemos incluir también a Lázaro Cárdenas), precedente del monopolio gubernamental priista que duró todo el siglo XX.

Las duras condiciones de la prisión fueron mermando la salud de Ricardo Flores Magón. La presión callejera para liberarlo fue nula en ambos lados de la frontera. Incluso rechazó una pensión que parlamentarios mexicanos querían darle. Cuando se le obligó a pedir perdón para poder salir, también se negó, ya que él no había hecho ningún mal y arrepentirse sería dar la razón a sus opresores. En la madrugada del 21 de noviembre de 1922, apareció muerto, su causa aún es desconocida, se cree que lo asesinaron, aunque otras fuentes indican que de un paro cardiaco. Fuese provocada o no su muerte fue responsabilidad del sistema penitenciario y judicial norteamericano, que le privó de toda atención médica. Cuando desde el Gobierno mexicano se quisieron hacer cargo del cadáver, su familia se negó. Fue un sindicato ferroviario quién se encargó de devolverlo a México y hacer el funeral. Entierro multitudinario. El capitalismo estadounidense lo quería muerto, por el apoyo popular que aún arrastraba su persona.

A Flores Magón se le ha considerado el precursor de la Revolución Mexicana, pero ésta no fue su revolución. La suya era mundial, internacionalista, y no patriótica («Yo no creo en el Estado; sostengo la abolición de las fronteras internacionales»), por eso estuvo en California y no regreso a suelo mexicano en vida. Esperaba que todos los desposeídos y parias de la Tierra se levantasen, empezando con la población humilde mexicana. Y en este año 2022 se va a cumplir el Centenario de su muerte, irónicamente el Gobierno de México ha declarado oficialmente este su año, cuando Ricardo Flores Magón nunca quiso nada de ningún gobierno ni parlamento, los detestaba. Por ello se le tilda de sectario e intransigente, pero era su forma de pensar. El gabinete 'morenista' de AMLO que gobierna en México lo que está haciendo con ello es injuriar la memoria histórica de Ricardo Flores Magón, una figura del Pueblo y no de las instituciones y los políticos que se merece un mayor respeto. Desde aquí lo homenajeamos a nuestra manera con este número de la revista DC dedicado a su figura y legado.

¡VIVA TIERRA Y LIBERTAD!

 DESDE EL CONFINAMIENTO, 69