domingo, 29 de noviembre de 2015

A una semana escasa de los atentados de París. CNT se reafirma contra la intolerancia y los totalitarismos.


20/11/2015

Lamentablemente, no es la primera vez que CNT se ve obligada a sacar una nota en relación a ataques perpetrados por los integristas de DAESH (también conocido como IS o ISIL). En ocasiones anteriores, como en los atentados contra activistas de izquierda en Suruc en julio o contra manifestantes por la paz en Ankara en octubre, ambas en Turquía, expresamos nuestras condolencias a las víctimas y nuestra solidaridad a todas aquellas que luchan contra esta enésima encarnación del estado totalitario. Ahora, en París, ataques aún más indiscriminados, si cabe, se han cebado con la población en general, dejando claro lo que vale una vida humana para los fanáticos religiosos. Nuestra actitud no puede ser diferente. Nuestros argumentos no pueden cambiar. Repetimos la condena de estos hechos en términos categóricos.

Han pasado ya algunos días desde que se produjeron los ataques y es posible calibrar mejor su alcance y las reacciones que han suscitado. En menos de una semana el gobierno francés se ha declarado en estado de guerra, ha cambiado considerablemente sus prioridades a nivel internacional y ha intensificado su campaña de bombardeos aéreos en Siria. A nivel europeo, se ha puesto en cuestión la política de recepción de refugiados de Oriente Medio, a pesar de que la inmensa mayoría de los implicados en los ataques eran europeos de origen (franceses y belgas). Y los partidos de extrema derecha en casi todo el continente se están poniendo las botas haciendo campaña en contra de la población musulmana, inmigrante o no. La repulsiva campaña de carteles (no vamos a decir cuáles, para no darles cancha) que se está viendo recientemente en las calles de algunas ciudades españolas es una muestra más.

El oportunismo de quienes aprovechan la tragedia para difundir un mensaje de exclusión, aparte de ser vergonzoso y abominable, les acerca peligrosamente a los planteamientos de los autores de la masacre. Es evidente que el objetivo de los integristas era atacar de forma indiscriminada a la población, sin importar distinciones de clase, raza, nacionalidad o credo. No en vano, entre los fallecidos hay muchos musulmanes, tanto franceses como extranjeros. En todo caso, como ya se ha dicho en comunicados anteriores, las principales víctimas a nivel mundial del DAESH y de otros grupos integristas son sus propios correligionarios. Esa es un de las principales características de los integristas religiosos, sean del credo que sean: considerar a todos los seres humanos bajo un único prisma que anula las diferencias y mete a todos los que no se identifican con su estrecho fanatismo en un mismo saco, el de los impíos merecedores de la muerte. Pero ésa es exactamente la misma actitud del racista o del totalitario, aunque bajo un argumento diferente. Su estrechez de miras divide a la humanidad en dos bandos nítidamente diferenciados, enfrentados entre sí por el motivo que sea, supuesto conflicto que le sirve para argumentar en contra de los otros. Por eso su discurso se acaba pareciendo mucho al de los integristas, porque promulga la exclusión forzosa de todos los que no satisfacen sus criterios de pertenencia al grupo, tan ficticios como los del creyente. En última instancia esta retórica de la división y el enfrentamiento, de la uniformidad impuesta, es la que permite que florezca de manera malsana el conflicto, al reforzarse mutuamente los actos de exclusión y odio. Por eso no es de extrañar que, aparte de los islamistas, los otros autores de masacres terroristas recientes en Europa hayan sido neonazis o supremacistas blancos, como Breivik en Noruega.

Desde CNT no nos cansaremos de repetir que hay muchos musulmanes laicos, progresistas y amantes de la libertad con los que tenemos muchos más en común que con estos neandertales arios, neonazis y fascistas, europeos. Todos los defensores de un estado totalitario, sea con una excusa teocrática, racial o simplemente bajo el paso de la oca, manu militari, como el régimen de El Assad, están, en última instancia del mismo lado y son enemigos por igual de quienes no toleramos la imposición. Precisamente por ello, reafirmamos nuestra solidaridad con todas sus víctimas, ahora en París, pero también en Líbano, en Turquía, en Bangladesh, donde varios blogueros laicos han sido asesinados recientemente a machetazos, o en las mismas Siria e Iraq. Víctimas entre las que se incluyen, no lo olvidemos, los refugiados sirios que han llegado a las costas europeas, arriesgando sus vidas en precarias embarcaciones. Vienen huyendo del mismo horror integrista que el DAESH ha impuesto en las calles de París, o de la pesadilla cotidiana de las bombas de barril con las que el régimen dictatorial de El Assad castiga a la población civil de las zonas que no controla. Porque aunque ahora parezca que éste es un mal menor, no lo es, desde luego, para sus víctimas. Lo cierto es que el DAESH no hubiera llegado a ser lo que ahora es sin la cómplice pasividad del régimen de El Assad, que le dio manga ancha desde un principio, consciente de que su radicalismo le permitiría presentarse, andando el tiempo, como baluarte frente a los integristas o como mal menor en la ecuación, para mantenerse en el poder, aunque fuese de sólo una parte del país. Ahora, la reconsideración de la estrategia internacional de Francia le da la razón y demuestra que El Assad y el DAESH se necesitan mutuamente más de lo que cualquiera de ellos querría reconocer. Puede resultar comprensible que a raíz de los atentados de París el gobierno francés renuncie a su exigencia de que El Assad abandone el poder como paso previo para un proceso de paz en Siria, y sitúen a la guerra contra el DAESH en lo alto de su lista de objetivos. Pero esto no hace sino reforzar a los sectores islamistas de la oposición y compromete a los pocos moderados que quedan sobre el terreno, que llevan tiempo viendo con desesperación como se les exige que se centren en la lucha contra el DAESH, aun a costa de desviar fuerzas del enfrentamiento contra el régimen, como condición para recibir apoyo y armamento. No es de extrañar que la política occidental en el terreno se haya revelado como un rotundo fracaso, hasta extremos rocambolescos. Y mientras tanto, los bombarderos rusos siguen castigando las posiciones de todas las milicias enfrentadas al régimen, para permitir su supervivencia, con la excusa, de nuevo, de la lucha contra el terror. Desde luego, no son éstas las condiciones para favorecer a la oposición laica frente a un régimen autoritario y otros grupos integristas.

Por otro lado, contrariamente a lo que afirman quienes piden que se impida la entrada en Europa a los refugiados, con la excusa de que puede haber numerosos integristas entre ellos, estos constituyen la mejor defensa contra el integrismo y la dictadura. Conocen demasiado bien los horrores que ambos traen a la población civil y se han visto forzados a huir de ellos. Su mero acto de escapar constituye la evidencia de que rechazan el integrismo y la imposición y de que apuestan por una vida plena y digna sin, desde luego, renunciar a su cultura. No cabe duda de que puede haber casos aislados en los que algún integrista intente utilizar esta complicada vía para entrar en el continente, pero por lo que se ha visto en los atentados islamistas de los último años, incluido éste de París, la mayoría de sus perpetradores son nacionales, o residen en el país en el que atentan, o en otros vecinos. Por no hablar de los integristas de extrema derecha, claro. Más bien pareciera que quienes ya se oponían a la llegada de refugiados, por el motivo que fuese, han sumado este argumento falaz a su arsenal. Por el contrario, como ya dijimos en un comunicado anterior, sumar a los refugiados a nuestras luchas cotidianas (contra el paro, los recortes, por una calidad de vida mínima, etc.) es la mejor garantía de defensa contra el espectro autoritario, excluyente y homogeneizador que nos amenaza desde tantos bandos.

Pero todo lo anterior no quiere decir que creamos que tocar canciones de Lennon en un piano en la escena de la masacre o que colgar el cartel de Bienvenidos refugiados en las instituciones públicas vaya a hacer algo por cambiar las cosas. La actitud de la izquierda biempensante y acrítica, que siempre sabe modular su discurso para no comprometerse, no puede ser la nuestra. A los totalitarios hay que derrotarles en muchos frentes, desde luego, en el discurso y socialmente, pero también en los frentes de batalla, en la medida de lo posible, porque ni con neonazis ni con islamistas cabe diálogo alguno. Es cierto, cada caso requiere medidas proporcionales y adecuadas. A nadie se le escapa que no es lo mismo luchar en Kobane que oponerse a una manifestación de Pegida las calles de Dresde. Pero ambas situaciones forman parte de una lucha global contra el autoritarismo y la imposición y exigen tomar partido y hacerlo consecuentemente.

Quien no vea más allá de la pantalla del telediario pensará que esta afirmación es estatista y que se puede usar para justificar el papel de los ejércitos nacionales en la crisis. Es cierto que son éstos los que bombardean las posiciones del DAESH en Siria e Iraq, porque sólo ellos cuentan con los medios necesarios para hacerlo. Pero quienes combaten a los islamistas en el terreno son fuerzas populares, desde las unidades del Ejército Libre de Siria hasta las milicias kurdas del YPG y el YPJ y sus aliados. Sólo ellos han conseguido avances importantes sobre el terreno, que les han llevado recientemente a controlar Hassakeh y abrir la ruta hacia Raqqa. Es imprescindible aumentar de forma inmediata el apoyo y la solidaridad internacional que éstas reciben y sobre todo, en el caso de los kurdos, exigir al gobierno turco que deje de atacar sus unidades. Desde el momento en que éste, con la excusa de la lucha contra el terrorismo, combate a grupos de orientación laica y revolucionaria, como en Rojava (norte de Siria), se convierten en lo mejores valedores de DAESH y le dan un importante balón de oxígeno, como ya se ha comentado en otras ocasiones anteriores.

Por todos lados que miramos, pareciera que el ámbito de la libertad se va haciendo más pequeño. Las filas de quienes la defendemos, cada cual en la medida de nuestras posibilidades y circunstancias, están cada vez menos pobladas. Muchos, presa del miedo, empiezan a asumir un discurso totalitario que está siempre, en última instancia, cortado por un mismo patrón. Aceptan renunciar a sus libertades, a cambio de la seguridad que les prometen quienes ya no la pueden garantizar. Ese es el discurso del DAESH, cuando proclama que los territorios en los que se ha impuesto están libres de crimen; el de los gobiernos occidentales, cuando imponen estados de excepción o el de la ultraderecha, cuando promete un mundo falsamente idílico, construido sobre una uniformidad cultural y racial. Es urgente resistir esta narrativa envenenada, bajo cualquier forma que se presente. Sólo la solidaridad entre quienes seguimos apostando por la convivencia y la resistencia frente a la imposición, religiosa o de cualquier otro tipo, pueden conseguir superar éste clima de terror y avanzar hacia el mundo justo, libre y en paz que anhelamos. Esta solidaridad se puede concretar de muchas formas. Cada cual debe encontrar la suya. Mientras tanto, lamentamos amargamente todas las víctimas inocentes de los totalitarios y los integristas y condenamos sus acciones. También en París.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Viva la anarquía

 

Por RICARDO FLORES MAGÓN

Tras largos meses de forzada ausencia del campo de la lucha, vuelvo por fin al mundo de los llamados libres.

Viandante soy que retorna del destierro. Traigo en mis alforjas desengaños nuevos y nuevas decepciones, pues que hasta las rejas de mi obscuro calabozo fueron a asomar sus rostros repulsivos la ambición y el despecho, la ruindad y la traición. Al chirriar de cerrojos y chocar de llaves y cadenas se unieron los discordes aullidos de la jauría anarquizante y los relinchos iracundos de los mulos de la impotencia. El halo fétido de la calumnia envenenó más el enralecido aire de mi celda y la cobardía, viendo mis manos engrilladas, cobró valor y me azotó el rostro.

Y calumniado, maldecido, insultado y herido por la espalda por quienes pensé amigos y compañeros y que, por el contrario, supieron aprovechar mi ausencia e imposibilidad de defenderme para desgarrarme el corazón destruyendo mi hogar y haciendo huérfanos a mis desventurados tiernos hijos en venganza de que no me presté a ser instrumento de pasiones ruines y de ambiciones bastardas, vuelvo otra vez, como digo, trayendo en mis alforjas desengaños nuevos y nuevas decepciones, con mi salud quebrantada, aligerado de carnes y peinando más hilos plateados entre las sortijas de mi cabellera negra.

Más, si en lo físico he decaído, no así moralmente. Luchadores somos endurecidos en el fragor de la contienda. Nuestras voluntades han sido forjadas en el yunque de la miseria a golpes de infortunio y tiene el recto temple que da la conciencia de clase. Las vicisitudes de la vida son gimnasia vigorizante para las almas tenaces.

Pobre de salud, pero rico de espíritu, ahora que me hallo despojado ya de mis cadenas de galeote y con las manos libres una vez más de los grilletes, me apresuro a volver al campo de la lucha y a empuñar nuevamente la pluma que arrancara de mis manos la chicana legal esgrimida en nuestra contra por los eunucos de los próceres que sienten perturbarse las funciones digestivas de sus voluminosos vientres con nuestra propaganda revolucionaria.

De vuelta estoy entre vosotros, hermanos de cadenas; y así como os envío el más cordial saludo, escupo a los hocicos de la canalla imbécil que con sus maquinaciones pensaron corromperme y que en su impotencia, su rabia y su despecho, arremetieron —¡tontos!—, contra la hermosa lucha que en tierra mexicana sostiene el proletario, a más de arrojar lodo sobre mi nombre limpio y de meter cizaña en medio de mi hogar.

He vuelto, pues, hermanos, después de largo encierro, y aunque en él he sufrido como nunca en mi vida, dispuesto estoy de nuevo a pasar por la prueba.

Más, mientras ésta llega, a vuestro lado vengo. Hacedme campo, hermanos, a vuestro lado en la lucha; que si mi cuerpo se halla temporalmente enfermo, mi voluntad, como antes, se encuentra inquebrantable.

De ahí que tome ahora una vez más mi pluma e irguiéndome altanero ante el prócer protervo le lance como reto este grito sublime que condena mis ansias: ¡Viva la anarquía!

Regeneración
31 enero 1914.


martes, 24 de noviembre de 2015

Manifiesto #NoEnNuestroNombre


MANIFIESTO

Los brutales atentados perpetrados en París el pasado 13 de noviembre buscaban instaurar un clima y un régimen de terror entre la población, levantando muros de sospecha y odio entre vecinos, quebrando la vida en comunidad e instaurando la política del miedo en nuestro día a día. Si la respuesta a la barbarie pasa por suspender derechos, recortar libertades y encerrarnos en casa, la victoria del terrorismo será total. Si al dolor por las víctimas inocentes se responde provocando más dolor a otras también inocentes, la espiral será imparable. Si buscamos culpables entre nuestros vecinos y vecinas por el simple hecho de vestir o pensar diferente, si criminalizamos a quienes huyen precisamente de ese mismo horror, estaremos contribuyendo a apuntalar los mismos muros que el fanatismo quiere crear. No podemos permitirlo.

El fanatismo terrorista del Daesh (ISIS) es funcional y retroalimenta al fanatismo racista europeo, mientras nuestros Gobiernos practican recortes de derechos sociales y libertades fundamentales, xenofobia institucional y bombardeos indiscriminados, que se han demostrado ineficaces. Nos negamos a participar en el falso mercadeo entre derechos y seguridad. Aquí, en París, en Iraq o en Siria, son los pueblos los que ponen las muertes mientras unos y otros trafican con influencias, armas e intereses geoestratégicos. El odio fanático de unos no puede esgrimirse como justificación para nuevos odios. Nos negamos a ser rehenes del odio, el terror y la intolerancia, eso sería claudicar ante el terrorismo.

Las y los abajo firmantes creemos que la democracia, los Derechos Humanos y la aspiración a una paz con justicia no son un camino ni una moneda de cambio para nada, sino que constituyen en sí mismos el camino y el horizonte, además de la mejor respuesta contra quienes quieren acabar con ellos. Por eso nos oponemos drásticamente a cualquier respuesta al odio que implique más odio, más intolerancia, más muertes de inocentes y menos derechos y libertades.

Desde el convencimiento de que en estos momentos la ciudadanía no solo no puede esconderse, sino que debe ser protagonista y liderar la respuesta contra el terror, nos convocamos el sábado 28 de noviembre a las 12:00 en la plaza del Museo Reina Sofía para mostrar nuestra repulsa a los ataques terroristas de París y Líbano, nuestra repulsa a los bombardeos contra la población civil siria, nuestra repulsa a recortes democráticos como ineficaces garantías de seguridad y nuestra repulsa a la política exterior belicista iniciada por el Bush-Blair-Aznar. Invitamos al resto de municipios a sumarse a esta iniciativa impulsando convocatorias ciudadanas similares.

Contra el terrorismo, contra la islamofobia y contra sus guerras.
Ni los recortes de libertades ni los bombardeos nos traerán la seguridad y la paz.
NO en nuestro nombre.


viernes, 20 de noviembre de 2015

CNT celebra su XIX Semana Cultural Libertaria


La programación incluirá charlas, talleres, proyecciones y una exhibición de capoeira

16 noviembre 2015

La represión y la pérdida de derechos desde el punto de vista histórico, feminista, laboral y migratorio servirán como ejes conductores de la Semana Cultural Libertaria de este año, una iniciativa que ha sido organizada por CNT Valladolid y que se celebrará del 21 al 28 de noviembre.

La primera actividad se realizará el sábado 21 a las 19.30 horas de la tarde en el Centro Cívico Esgueva y consistirá en una charla denominada «Represión en la historia del movimiento obrero. Una visión anarquista» que será impartida por parte de Dolors Marín. Dolors es doctora en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona y ha escrito una tesis sobre la formación de la cultura libertaria en Cataluña y la organización de grupos de afinidad anarquista. Esta historiadora también ha escrito libros como Clandestinos: El maquis contra el franquismo, La Barcelona rebelde. Guía de una ciudad silenciada, Francesca Bonne-maison: educadora de ciudadanes o Ministros anarquistas. Su último libro publicado hasta la fecha es Anarquismo: una introducción.

El domingo 22 la Semana Cultural Libertaria continuará con un torneo de ajedrez que se celebrará a las 17.00 horas de la tarde en el local de CNT Valladolid (c/ Juan Bravo, 10). Al día siguiente, el Centro Cívico Esgueva recibirá a Alberto Cruz, quien impartirá una charla llamada «El derecho a emigrar. La crisis de los refugiados» que comenzará a las 19.30 horas de la tarde. Alberto es periodista y politólogo y ha escrito libros como La violencia política en la India. Más allá del mito de Gandhi, Pueblos originarios de América. Guía introductoria sobre su situación o Rosas rojas de sangre. La solidaridad entre Cuba y la España antifranquista. Su último libro se titula Las brujas de la noche. El 46 Regimiento Taman de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial y en él ha reflejado la vida cotidiana de las 263 mujeres del 46 Regimiento Taman, que en ese periodo ejercieron como pilotos de guerra.

El martes 24 esta Semana Cultural se trasladará a los cines Casablanca, donde a las 20.00 horas de la tarde se proyectará el documental Ouróboros, la espiral de la pobreza (la entrada tendrá un coste de 2 euros). Este largometraje dirigido por Julio Reyero incluye entrevistas a diferentes personas que luchan por erradicar la pobreza a través de sus respectivos proyectos. Éste es el caso de Carlos Jiménez y Lola Coleto (miembros de la Oficina de Apoyo Mutuo de Manoteras) o José Ricardo Cabanillas, que es uno de los integrantes del Banco de Alimentos del 15M de Tetuán. También intervienen Manuel Cañada (miembro del Campamento Dignidad de Mérida), así como Rafael Juan y Pablo Martínez, del Centro Social Rey Heredia de Córdoba, un espacio que funciona como comedor social.

El miércoles 25 a las 19.30 horas de la tarde el Centro Cívico Esgueva acogerá un debate a micro abierto en el que se plantearán ideas para afrontar las consecuencias de la Ley Mordaza. Al día siguiente, a la misma hora y en el mismo lugar, la periodista Andrea Momoitio, subdirectora de la revista Pikara Magazine, hablará de periodismo y feminismo. Pikara Magazine se creó en noviembre de 2010 a partir de la unión de cuatro periodistas vascas: June Fernández (su actual directora), Lucía Martínez Odriozola, Itziar Abad y Maite Asensio. Después se incorporaría Andrea Momoitio. La revista, que nació como una página web, acabó dando el salto al papel en el año 2013. Estas dos plataformas reúnen noticias, entrevistas, reportajes y artículos de opinión de temática feminista que aparecen distribuidos en cinco secciones: Cuerpos, Ficciones, Planeta, En red y Voces.

El viernes 27 a las 19.30 horas de la tarde Endika Alabort acudirá al Centro Cívico Esgueva para impartir un taller sobre derechos laborales. Endika es economista y realizó un máster en Globalización y Desarrollo. Ha trabajado en el sector financiero, en el ámbito de la consultoría medioambiental y sociolaboral y en el sector cooperativista. También colabora en varios medios de comunicación, es autor del blog Autogestioa y miembro del ICEA (Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión). También escribe en el periódico CNT. El sábado 28 la Semana Cultural Libertaria se clausurará a partir de las 17 horas de la tarde en el local de CNT Valladolid (c/ Juan Bravo, 10) con una exhibición de capoeira, juegos tradicionales y una fiesta de disfraces.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Comunicado de Acción Anarquista Revolucionaria sobre la masacre en París


El 13 de noviembre, más de 129 personas perdieron la vida, decenas de heridos en 7 barrios diferentes de París como consecuencia de ataques coordinados por ISIS con bombas y armas de fuego. El asesino ISIS continúa con sus asesinatos fuera de las regiones de Oriente Medio y Anatolia. La masacre que tuvo lugar en París muestra claramente que el terror ISIS no conoce límites. Sentimos la masacre en París profundamente y compartimos su dolor. Hemos vivido y seguimos viviendo los ataques ISIS apoyados a través del Estado. De Şengal a Kobane, desde Pirsus (Suruç) a Ankara, hemos perdido muchos compañeros y amigos. Somos conscientes del hecho de que las masacres tienen por objetivo crear miedo, desconfianza y nuestra soledad. Nuestro dolor es grande y aumenta cada día. En estos momentos tenemos que hacer crecer la solidaridad contra los asesinos que quieren enterrarnos en el miedo, la soledad y el aislamiento.

Vemos los movimientos simultáneos del Estado francés y de otros estados con el objetivo de dirigir el proceso. Sabemos que estas mismas estrategias se realizan en nuestra región bajo el nombre de «lucha contra el terror». En este ambiente de desconfianza, la gente tiene una psicología de pánico que está dirigida por los dispositivos ideológicos del Estado; la opresión del estado contra los revolucionarios y la política estatal que restringen la libertad de los oprimidos será legitimada políticamente; y el discurso de las políticas racistas aumentarán. Los estados usan estos períodos extraordinarios para sus intereses políticos, económicos y sociales.

Somos conscientes de la situación que viven los pueblos en Francia. Sabemos la dificultad de apartar a un lado el dolor de las víctimas para luchar contra las movilizaciones fascistas en el seno de la sociedad creadas deliberadamente por el Estado. Hacemos hincapié en que, a pesar de esta dificultad, la lucha debe ser contra el miedo, el estado y el fascismo.

¡El dolor que viven es nuestro dolor, la rabia que sienten es nuestra rabia, su lucha es nuestra lucha!

Devrimci Anarşist Faaliyet-DAF (Revolutionary Anarchist Action)

domingo, 15 de noviembre de 2015

Sobre los últimos atentados de París


Hay un refrán que dice: «¡Quien siembra vientos recoge tempestades!». ¡Exacto!, esto es lo que ha pasado. Occidente, Francia incluida, se ha valido de los islamistas radicales en su provecho, por lo menos, desde la invasión soviética de Afganistán (incluso antes en la Indonesia de Sukarno). Ha creado, mejor dicho, alimentado un 'monstruo' que se ha vuelto varias veces en su contra (recordemos el 11-S o los atentados de Atocha, por ejemplo, y no aprendemos —no aprenden nuestros gobernantes—, después de estos atentados se les volvió a apoyar en Libia y luego en Siria). Y volvemos a empezar.

Llevamos 14 años en una supuesta 'Guerra contra el Terrorismo' que no ha hecho más que incrementarlo. Y encima se cuelgan medallas nuestros ineptos dirigentes mundiales. En vez de apagar el fuego lo han dispersado más. Y lo peor es que quienes pagan las consecuencias son los de siempre, los de a pie. Que no tomamos ninguna decisión pero corremos el riesgo. Porque los sacrificados de esta absurda guerra son los más débiles, tanto las víctimas de los atentados terroristas como las de los bombardeos de nuestro democrático Occidente.

La guerra civil siria no se hubiese llevado a cabo si otros países no hubiesen metido su hocico. Cuando cayó el Muro de Berlín (allá por 1989) y se desintegró la URSS (1991), algunos nos dijeron que iba el mundo a cambiar a mejor. La Guerra Fría acababa (con el triunfo occidental) y con ella la política de bloques. ¡Qué ingenuos éramos! Fue todo a peor.

Desde principios de los años 90 del siglo pasado, las guerras no han decrecido sino aumentado. La OTAN no desapareció, sino se convirtió en el organismo internacional más agresivo de la historia de la humanidad. Intervenciones militares y más guerras en nombre de nuestras «libertad y democracia». ¿Quién diría que la ausencia de principios e ideas es lo peor? En nombre de tales principios se ha matado mucho más.

Y vuelvo a repetirme, ¡las decisiones de unos las pagan otros, los más débiles y sencillos! Todo acto institucional a favor de las víctimas y contra el terrorismo, me repugna.

KRATES


Fuente:
 

sábado, 7 de noviembre de 2015

¿Somos lo suficientemente buenos?


Por PIOTR KROPOTKIN

Una de las objeciones más comunes al comunismo es, que los seres humanos no son lo suficientemente buenos como para vivir en una situación comunista. Que no se someterían a un comunismo obligatorio, y que aún no están maduros para el comunismo libre anarquista. Que siglos de educación individualista les ha vuelto demasiado egoístas. Que la esclavitud, la sumisión ante el fuerte, y el trabajo bajo el látigo de la necesidad, les ha vuelto inadecuados para una sociedad en la que todos fuesen libres y no supiesen de obligación excepto de la que resulta de un compromiso adoptado libremente para con los demás, y de la desaprobación si no cumpliese con tal compromiso. Por lo tanto, se nos dice, es necesario un estado intermedio de transición de la sociedad como un paso hacia el comunismo.

Viejas palabras en una forma nueva; palabras dichas y repetidas desde el primer intento de toda reforma, política o social, en toda sociedad humana. Palabras que oímos antes de la abolición de la esclavitud; palabras dichas veinte y cuarenta siglos atrás por quienes gustan demasiado de su propia quietud como para gustar de cambios rápidos, a quienes la osadía de pensamiento les aterra, ¡y quienes no han sufrido suficiente por las injusticias de la sociedad presente como para sentir la profunda necesidad de nuevas soluciones!

¿Los seres humanos no son lo suficientemente buenos como para el comunismo, pero lo son para el capitalismo? Si todos los seres humanos fuesen bondadosos de corazón, amables, y justos, nunca se explotarían los unos a los otros, aunque poseyeran los medios para hacerlo. Con seres humanos como tal la propiedad privada del capital no sería un peligro. El capitalista se apresuraría a compartir sus ganancias con los trabajadores, y los trabajadores mejor remunerados con aquellos que sufren por causas ocasionales. Si los seres humanos fuesen previsores no producirían terciopelo y artículos de lujo mientras se requiera alimento en los poblados: no construirían palacios mientras aún existan tugurios.

Si los seres humanos tuviesen un sentimiento de igualdad profundamente desarrollado no oprimirían a otros seres humanos. Los políticos no engañarían a sus electores; el Parlamento no sería una caja de parloteos y trampas, y los policías de Charles Warren se rehusarían a apalear a los oradores y auditores de la Plaza de Trafalgar. Y si los seres humanos fuesen corteses, respetuosos de sí mismos, y menos egoístas, incluso un mal capitalista no sería un peligro; los trabajadores pronto le habrían reducido al papel de un simple administrador-de-camaradas. Incluso un rey no sería peligroso, porque las personas le considerarían meramente como un semejante incapaz de hacer mejor trabajo, y por ende encomendado a firmar estúpidos papeles para enviarlos a otros excéntricos que se hacen llamar reyes. Pero los seres humanos no son tales prójimos libres de mente, independientes, previsores, amorosos y empáticos como nos gustaría verles. Y precisamente, por eso, no deben seguir viviendo bajo el sistema presente que les permite oprimir y explotar a otros. Tomemos, por ejemplo, a aquellos sastres sacudidos por la miseria que desfilaron el pasado Domingo en las calles, y supongamos que uno de ellos haya heredado cien libras de un tío en América. Con esas cien libras es seguro que no comenzará una asociación productiva para una docena de semejantes sastres abatidos por la misera e intentar mejorar su condición. Se volverá un explotador. Y, por lo tanto, decimos que en una sociedad donde los seres humanos son tan viles como este heredero es muy difícil para él rodearse de sastres sacudidos por la miseria. Tan pronto como pueda les explotará; mientras que si estos mismos sastres tuviesen un vivir asegurado, ninguno de ellos sudaría para enriquecer a su ex-camarada, y el joven explotador no se convertiría en la muy mala bestia en la que seguro se convertiría si sigue siendo un explotador.

Se nos dice que somos demasiado serviles, demasiado pretenciosos, como para situarnos bajo instituciones libres; pero nosotros decimos que ya que por cierto somos tan serviles ya no debemos seguir más bajo las instituciones presentes que favorecen el desarrollo del servilismo. Vemos que británicos, franceses, y americanos despliegan el más desagradable servilismo hacia Gladstone, Boulanger, o Gould. Y concluimos que en una humanidad ya dotada de tales instintos serviles es muy malo tener a las masas forzosamente privadas de una educación más elevada, y obligada a vivir bajo la presente injusticia en riqueza, educación, y conocimiento. Una instrucción más elevada y una igualdad de condiciones serían los únicos medios para destruir los instintos serviles heredados, y no podemos nosotros comprender cómo los instintos serviles pueden convertirse en argumento para mantener, incluso por un día más, la desigualdad de condiciones; para rechazar la igualdad de instrucción para todos los miembros de la comunidad. El espacio es limitado, pero sometamos al mismo análisis cualquiera de los aspectos de nuestra vida social, y verán que el presente sistema capitalista y autoritario es absolutamente inapropiado para una sociedad de seres humanos tan imprevisores, tan rapaces, tan egoístas, y tan serviles como lo son ahora. Por lo tanto, cuando oímos a personas diciendo que los anarquistas imaginan a los seres humanos mucho mejores de como realmente son, nos preguntamos simplemente cómo personas inteligentes pueden repetir aquel absurdo. ¿No decimos acaso continuamente que el único medio para volver a los seres humanos menos rapaces y egoístas, menos ambiciosos y menos serviles al mismo tiempo, es eliminar aquellas condiciones que favorecen el crecimiento del egoísmo y la rapacidad, del servilismo y la ambición? La única diferencia entre nosotros y aquellos que formulan la objeción anterior es esta: Nosotros no exageramos, como ellos, los instintos inferiores de las masas, y no cerramos nuestros ojos complacientemente a los mismos malos instintos en las clases altas. Mantenemos que ambos, dominadores y dominados se pudren con la autoridad; ambos, explotadores y explotados se malogran con la explotación; mientras nuestros oponentes parecen aceptar que existen unos panes de dios —los gobernantes, los empleadores, los líderes— quienes, con gusto, previenen que los seres humanos malos —los gobernados, los explotados, los conducidos— se vuelvan peores de lo que son.

Ahí está la diferencia, y es una muy importante. Nosotros admitimos las imperfecciones de la naturaleza humana, pero no hacemos excepciones para los dominadores. Ellos sí lo hacen, aunque a veces inconscientemente, y, debido a que nosotros no hacemos tal excepción, nos dicen ellos que somos soñadores, que somos 'poco prácticos'.

Una antigua disputa, aquella entre los 'prácticos' y los 'poco prácticos', los supuestamente utopistas: una disputa que se renueva ante cada cambio propuesto, y que siempre termina en la total derrota de quienes se autodenominan personas prácticas.

Muchos debemos recordar la disputa que se propagó en América antes de la abolición de la esclavitud. Cuando se defendió la completa emancipación de los negros, los prácticos solían decir que si a los negros ya no se les obligara a trabajar mediante el uso de los látigos de sus amos, no trabajarían en absoluto, y pronto se volverían una carga para la comunidad. Los látigos gruesos podían ser prohibidos, decían, y el grosor de los látigos podría ser reducido progresivamente por la ley a media pulgada primero y luego a una pequeñez de unas pocas décimas de pulgada; pero algún tipo de látigo debe mantenerse. Y cuando los abolicionistas dijeron —tal como decimos nosotros ahora— que el goce del producto de la propia labor sería un inductor mucho más poderoso para el trabajo que el más grueso de los látigos, 'tonterías, mi amigo', les dijeron, tal como se nos dice ahora. «¡No conoces la naturaleza humana! Años de esclavitud les ha vuelto imprevisores, flojos y serviles, y la naturaleza humana no puede cambiarse en un día. Estás impregnado, claro, con las mejores intenciones, pero estás siendo "poco práctico"».

Bueno, por un tiempo los prácticos tuvieron su propio modo de elaborar planes para la emancipación gradual de los negros. Pero, ¡ay!, los planes probaron ser bastante poco prácticos, y la guerra civil —la más sangrienta registrada— rompió. Pero la guerra resultó en la abolición de la esclavitud, sin ningún período de transición; y ya ven, ninguna de las terribles consecuencias previstas por los prácticos acaeció. Los negros trabajan, son industriosos y laboriosos, son previsores —demasiado previsores, de hecho— y el único arrepentimiento que se puede expresar es, que el plan defendido por el ala izquierda del campo poco práctico —la igualdad completa y la distribución de tierras— no se realizara: hubiese ahorrado muchos problemas.

Alrededor del mismo tiempo una disputa similar se propagó en Rusia, y su causa fue esta. Había en Rusia 20 millones de sirvientes. Por varias generaciones habían estado bajo la dominación, o mejor dicho, la vara, de sus amos. Eran azotados por arar mal sus suelos, azotados para que hicieran el aseo en sus hogares, azotados por la imperfección en el tejido de sus vestimentas, azotados por no casar antes a sus niños y niñas, azotados por todo. Servilismo, imprevisión, eran sus supuestas características.

Luego vinieron los utopistas y demandaron nada menos que lo siguiente: completa liberación de los sirvientes; abolición inmediata de toda obligación de los sirvientes hacia el señor. Más que eso: abolición inmediata de la jurisdicción del señor y su abandono de todos los asuntos sobre los que antes juzgaba, en tribunales campesinos elegidos por los campesinos y que juzgaba, no de acuerdo a la ley, que no conocen, sino a sus costumbres no escritas. Tal era el plan poco práctico del campo poco práctico. Fue tratado como mero desatino por los prácticos.

Pero felizmente había en esos tiempos en Rusia una buena cantidad de poca practicabilidad en los campesinos, quienes se sublevaron con palos contra las armas, y se rehusaron al sometimiento, no obstante las masacres, y por lo tanto reforzaron el estado mental poco práctico a un grado tal como para permitir que el campo poco práctico forzara al zar a firmar su plan, aún mutilado en algún grado.

Los más prácticos se apresuraron a abandonar Rusia, para que no les cortaran la garganta pocos días después de la promulgación de aquel plan poco práctico.

Pero todo continuó bastante bien, no obstante los diversos traspiés cometidos aún por los prácticos. Estos esclavos a los que se les reputaba como imprevisores, brutos egoístas, y demás, desplegaron tan buen sentido, tanta capacidad de organización como para superar las expectativas de incluso los más poco prácticos de los utopistas; y en tres años después de la emancipación la fisionomía general de los poblados había cambiado completamente. ¡Los esclavos se estaban convirtiendo en seres humanos!

Los utopistas ganaron la batalla. Probaron que ellos eran los realmente prácticos, y que quienes pretendían ser prácticos eran imbéciles. Y el único arrepentimiento expresado ahora por todos quienes conocen el campesinado ruso es, que demasiadas concesiones les fueron hechas a aquellos imbéciles prácticos y egoístas estrechos de mente: que el consejo del ala izquierda del campo poco práctico no haya sido seguido a cabalidad.

No podemos ya dar más ejemplos. Pero invitamos fervorosamente a quienes gustan de razonar por sí mismos a estudiar la historia de cualquiera de los grandes cambios sociales que han ocurrido en la humanidad desde el levantamiento de las comunas a la Reforma y a nuestros tiempos modernos. Verán que la historia no es más que una lucha entre dominadores y dominados, opresores y oprimidos, en la que el campo práctico siempre toma parte del lado de los dominadores y los opresores, mientras que el campo poco práctico toma parte del lado de los oprimidos; y verán que la lucha siempre termina en una derrota final del campo práctico luego de mucha sangre derramada y sufrimiento, debido a lo que llaman su 'buen sentido práctico'.

Si al decir que somos poco prácticos nuestros oponentes quieren decir que prevemos la marcha de los eventos mucho mejor que los cobardes prácticos cortos de vista, entonces tienen razón. Pero si quieren decir que ellos, los prácticos, tienen una mejor previsión de los eventos, entonces les enviamos a la historia y les pedimos que se dispongan a concordar con sus enseñanzas antes de realizar tan presuntuosa afirmación.