martes, 29 de enero de 2013

Las derechas españolas y el fascismo

JULIÁN PACHECO, Retrato en negativo de Fraga Iribarne, 1975.

NOSTALGIAS FRANQUISTAS EN EL SENO DEL PP

Un proyecto exitoso de la derecha española ha sido el de definir el régimen dictatorial que existió en España desde 1939 a 1978 como un «régimen autoritario» que habría ido adaptándose al cambio del país, para transformase más tarde (bajo la dirección del Rey Juan Carlos I) en una democracia homologable al resto de las democracias de Europa. Consecuencia del gran dominio que las fuerzas conservadoras tienen sobre los medios de información, tanto públicos como privados, esta visión histórica —de nuevo defendida por el Partido Popular en las recientes elecciones al Parlamento europeo— se ha convertido en la interpretación dominante de nuestro pasado reciente. Obviamente es falsa.


Un intelectual jugó, en España, un papel clave en el proceso de redefinición de la dictadura del general Franco (1939-1978): Juan José Linz Storch de Gracia. Español nacido en 1926 en Alemania, de padre alemán y madre española, su familia se integró al bando llamado «nacional» en plena Guerra Civil, siendo su madre una de las dirigentes de la Sección femenina de la Falange. Miembro de las juventudes fascistas, Juan J. Linz colaboró en la Revista de Estudios Políticos, órgano intelectual del Movimiento Nacional franquista. Se le consideró como «una de las cabezas más lúcidas del Seminario de Formación Política del Frente de Juventudes, y uno de sus puntales» (según el dirigente falangista Ismael Medina). Más tarde, en el año 1950, Juan José Linz se fue a Estados Unidos para estudiar y trabajar bajo la dirección de Seymour Martin Lipset (1922-2006), uno de los intelectuales de la Guerra Fría de EEUU. Durante aquel tiempo viajó frecuentemente a España, siendo uno de los promotores de los estudios sociológicos de España [1].

Durante esta época presentó su tesis en la Universidad de Columbia (Nueva York), publicada en 1963, indicando que el Estado español no era totalitario, sino un «sistema político autoritario». Hacía así una distinción entre regimenes totalitarios, como los regimenes comunistas, en los que el Estado intentaba imponer una ideología totalizante —el comunismo— que abarcaba todas las dimensiones de la sociedad y del ser humano, y regimenes autoritarios, como la dictadura española, que no intentaron nunca imponer una ideología dominante.

Tal distinción, por cierto, pasó más tarde a ser doctrina oficial del Departamento de Estado de EEUU, que justificó su apoyo a las dictaduras de ultraderecha indicando que tales regimenes autoritarios eran «capaces de transformarse en democracias», oponiéndose Washington, sin embargo, a las dictaduras comunistas por considerarlas regimenes totalitarios incapaces de transformarse en regimenes democráticos.

Las tesis de Juan J. Linz fueron promovidas extensamente por la dictadura española (y también, repito, por el Departamento de Estado de EEUU), y fueron recogidas en una colección de estudios, con aspiraciones académicas, publicado en 1974, y prologada por Manuel Fraga Iribarne, a la sazón ministro del régimen dictatorial. En aquel texto [2], Linz negaba que el régimen que existía en España hubiera sido un Estado totalitario, definiéndolo como «un Estado católico, social y representativo», negando incluso que el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera fuera un líder totalitario. Llegó incluso a escribir que, en una lectura de los discursos del general Franco (19 abril 1937 – 31 diciembre 1938), detectaba «valores liberales». Éste fue el intelectual que redefinió aquella dictadura como un régimen no totalitario.

Es importante subrayar que muchos de sus discípulos en distintas áreas de conocimiento de las ciencias sociales (incluidos algunos pensadores conocidos de sensibilidad socialista) han relativizado el papel apologético de la dictadura realizado por Linz, atribuyéndole un papel secundario. Juan J. Linz introdujo las ciencias sociales en España en un intento, promovido por el Departamento de Estado de EEUU, de contrarrestar la atracción que el marxismo ejercía entre la intelectualidad española, cuyos sectores eran próximos a la resistencia contra el régimen, liderada por el Partido Comunista. De ahí que intelectuales de sensibilidad no sólo liberal o conservadora, sino incluso socialistas, tengan, todavía hoy, gran agradecimiento a Linz, disociando su papel apologético de la dictadura y de ser el intelectual de la Guerra Fría (utilizado por el Departamento de EEUU), de sus análisis políticos y sociales contemporáneos.

Para aquellos que vivieron y sufrieron aquella dictadura es fácil, sin embargo, mostrar el carácter apologético de Linz, pues no resulta complicado, demostrar que la dictadura en España era totalizante; es decir, intentó imponer una ideología totalizante que pretendía configurar toda la sociedad y a todas las personas que vivían en ella, invadiendo áreas tan privadas como la lengua hablada y las prácticas sexuales permitidas, todas ellas normatizadas, penalizándose a aquellos que se desviaran de las normas impuestas. Su ideología conjugaba un nacionalismo españolista extremo (promovido por el Ejército golpista) y un catolicismo profundamente reaccionario (promovido por la jerarquía de la Iglesia Católica), dos ideologías totalizantes que se entremezclaron constituyendo el nacional-catolicismo, eje ideológico central de aquel régimen.

Tal ideología alimentaba el concepto de Hispanidad, al cual se le dio un carácter racista. No se ha destacado suficientemente, en los análisis de la dictadura, que el nacionalismo españolista extremo que la caracterizó incluía una concepción racista, hablando de la superioridad de la raza hispánica, superioridad que le otorgaba el «derecho de conquista» y sometimiento de otras «razas inferiores», entre las cuales incluía la raza de los republicanos «rojos» (que abarcaba a todas aquellas sensibilidades de izquierda que se oponían a la ideología dominante). Tales teorías quedaban claramente expuestas por el ideólogo del régimen militar, el coronel Antonio Vallejo-Nájera (1889-1960), director de los Servicios de Psiquiatría del Ejército, y nombrado director del programa de formación ideológica del régimen por el dictador.

EL NACIONAL-CATOLICISMO SIGUE VIVO

Vallejo-Nájera, en sus escritos (entre los que destaca su libro Eugenesia de la Hispanidad y regeneración de la raza [4]) definió las características de la raza hispánica como «su masculinismo, su disciplina, su canto a la fuerza, su nacionalismo sublime y su profundo catolicismo». El hecho de que el concepto de raza no tuviera un componente étnico (aunque fuera antisemítico), sino político-religioso, no niega que el régimen se viera a sí mismo como racista, y como tal se presentara. El Día Nacional (12 de octubre) que celebraba la conquista y el genocidio de América Latina, se llamaba el «día de la Raza», y la única película que hizo el dictador se titula Raza [5].

Vallejo-Nájera era un profundo admirador del nazismo alemán. Y el régimen justificó la represión (200.000 asesinatos políticos de 1939 a 1945), con el argumento de purificar la raza, robando incluso a los niños de padres republicanos para evitar su «contaminación» [6]. Todos estos hechos, y muchos otros, hacen insostenible la definición de aquel régimen como meramente autoritario, sin intento de imponer una ideología totalizante.

El franquismo reunió todas las características de la ideología fascista: un nacionalismo extremo con vocación expansionista e imperialista, con un sentido místico (de carácter religioso católico), liderado por un «Caudillo», al que se le presentaba dotado de virtudes sobrehumanas [7], dirigiendo un Estado que controlaba la radio, la televisión y todos los medios de difusión ideológica (los directores de diarios, por ejemplo, eran nombrados por el Gobierno) con el objetivo de promover una ideología totalizante que incluía un concepto racista que determinaba unos comportamientos represivos en la promoción de esa ideología [8].

Tal realidad ha sido negada por autores que basan su negativa en el hecho de que la Falange, el partido fascista, fue perdiendo importancia y tuvo que competir con otras fuerzas y grupos para la configuración de aquel Estado. Tal respuesta ignora que el fascismo era mucho más extenso que la Falange. El liberalismo, por ejemplo, es en Europa un pensamiento ideológico dominante desde los años 1980, aún cuando los partidos liberales han sido minoritarios en este continente. Su gran dominio se debe al apoyo recibido de las clases dominantes que lo han promovido, ayudadas por los gobiernos estadounidense y británico, ejes de tal pensamiento. Lo mismo ocurrió entonces. El fascismo se convirtió en España en la ideología dominante, resultado del soporte que le ofrecieron las clases dominantes, apoyadas por la Alemania nazi y la Italia fascista, cuyo sostén fue crucial, de 1936 a 1945, para la existencia de aquel régimen totalitario.

Los que defienden los argumentos de que la Falange no era la única fuerza política, y que tuvo que competir con otros grupos, ignoran la historia del nazismo alemán y del fascismo italiano. En tales dictaduras totalitarias, el partido nazi (en el caso alemán) y el partido fascista (en el caso italiano), tuvieron que competir con otros grupos dentro de sus Estados, con gran cantidad de tensiones y luchas internas que incluyeron, incluso, asesinatos y golpes dentro del propio Estado.

Por último, gran número de autores concluyen que, si bien el régimen de Franco fue fascista en sus orígenes, dejó de serlo con el tiempo, de manera que, al final, en su periodo terminal, era una cáscara vacía dirigida por personas que carecían de ideología. Meros oportunistas deseosos de reproducir su propio poder.

Esta descripción puede ser cierta. Pero lo mismo ocurrió con el régimen comunista en la Unión Soviética, y ello no fue obstáculo para que se le llamara, hasta el último día de su existencia, dictadura comunista, pues sus raíces, sus símbolos y su retórica oficial eran comunistas. Lo mismo ocurrió en España, donde, por ejemplo, el símbolo fascista – las cinco flechas y el yugo - estuvo en la entrada y salida de todas las poblaciones hasta el último día de la dictadura (1978). Y también, hasta el último día, se requirió el juramento de lealtad al Movimiento Nacional (fascista) como condición de empleo público. Es más, la ideología del nacional-catolicismo continúa viva, reproduciéndose en la cultura de las derechas de España.

El nacionalismo españolista exacerbado, no respetuoso con la plurinacionalidad del Estado español (que desea la desaparición o subordinación de otras lenguas nacionales como el catalán, el euskera o el gallego), y el catolicismo reaccionario, que quiere imponerse a toda la población, siguen muy vivos en tal cultura de las derechas españolas. De ahí que éstas no sean homologables a las derechas democráticas europeas. En contra de lo que ha postulado recientemente en el diario El País [9], la derecha española es heredera de la derecha que constituyó, apoyó y se benefició de aquel Estado dictatorial, lo cual explica su rechazo a la condena del franquismo.

El último caso de ello ha sido, en 2006, su alianza, en el Parlamento Europeo, con la ultraderecha para que no se aceptara la condena de aquella dictadura fascista por parte de esa institución [10]. El portavoz del Partido Popular (PP) en tal Parlamento, Jaime Mayor Oreja, (que defendió la «placidez» de aquella dictadura y celebró que su abuelo prohibiera en su casa la utilización del euskera) dirigió la oposición de la ultraderecha a que se condenara aquella dictadura totalizante de ideología fascista.

La ideología de Jaime Mayor Oreja, que acaba de dirigir la campaña del PP para las elecciones al Parlamento Europeo, es sin duda parte de aquella ideología que caracterizó aquella dictadura. No reconocer que la ideología de gran parte de la actual derecha española se basa en la ideología totalizante de aquella dictadura franquista, a la cual se la define como un régimen meramente «autoritario», es desconocer profundamente lo que ha ocurrido y está ocurriendo en nuestro país.

Le Monde Diplomatique
(Julio 2009)

[1] Ver Gregorio Morán, El precio de la Transición, Planeta, Barcelona, 1991.
[2] Juan José Linz, «Una teoría del régimen autoritario. El caso de España», en Manuel Fraga Iribarne, J. Velarde Fuentes y S. Campo, La España de los años 70, Madrid, Editorial Moneda y Crédito, 1974, vol. III, tomo I, p. 1467-1531.
[3] Ver Juan J. Linz. Obras escogidas. Fascismo, perspectivas históricas y comparadas, editado por sus discípulos José Ramón Montero y Thomas Jeffrey Miley, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2008.
[4] Editorial Española, Burgos, 1937.
[5] Dirigida en 1941, por José Luis Sáenz de Heredia con guión de «Juan de Andrade», seudónimo del general Franco.
[6] Véase, por ejemplo: http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2009/02/13/el-franquismo-separo-a-miles-de-ninos-de-sus-padres-republicanos-para-adoctrinarlos/
[7] El régimen definió a Franco como: «Caudillo de España por la gracia de Dios».
[8] Léase V. Navarro: «Tergiversaciones de nuestro pasado: Una visión republicana de nuestra historia», en Cuadernos Republicanos, 14 de mayo de 2009, disponible en: http://www.ciere.org/CUADERNOS/art%2062/Art.%201.htm
[9] Antonio Elorza, «La parte equivocada», El País, Madrid, 2 de mayo de 2009.
[10] Léase: «El Parlamento Europeo condena el régimen de Franco con la oposición de Mayor Oreja», El País, 5 de mayo de 2006.

domingo, 27 de enero de 2013

El Islamofascismo


Por ALFREDO EMBID

Últimamente ya se habla abiertamente de Islamofascismo que se ha convertido en una palabra de moda.

Basándose en las declaraciones falsificadas del presidente de Irán que analizaremos después, se ha establecido la asociación entre islamismo y nazismo que se inyecta en los ciudadanos por el empleo reiterado del término «islamofacismo».

La palabrita que le gusta tanto a Bush, en realidad viene de antes; la utilizó uno de los principales halcones estadounidenses Franck Gaffney.

El término también ha sido acogido en Sudamérica por ejemplo en Colombia. Y al otro lado del océano, por ejemplo por el «filósofo» francés Henri Lévy.

Otros, como el propagandista neoconservador Kenneth Timmermans y Daniel Pipes, administrador del US Instituto de la Paz llegan a comparar a Mahmud Ahmadineyad con Hitler. Algo muy adecuado para fomentar la Paz.

Algo que por otra parte no es nuevo. Ya se hizo con el presidente egipcio Nasser en 1956 cuando tuvo la osadía de nacionalizar el Canal de Suez, con Sadam Husein, cuando cayó en la trampa tendida por EEUU de invadir Kuwait en 1990, incluso llegando a retocarle el bigote en la portada de The New Republic para que se pareciesen más y que se repitió con Milosevic en Yugoslavia en los 90.


La comparación revela un profundo desconocimiento del Islam ya que el fascismo está inexorablemente ligado al nacionalismo extremo que está claramente prohibido por el Islam.

Los objetivos del Islam son «establecer una comunidad de todos los países musulmanes por encima de las naciones que acabe con la corrupción, la decadencia, la inmoralidad, el nepotismo y las desigualdades sociales».

La relación entre el islamismo y el fascismo es simplemente inexistente, pero para aquellos que divulgan ese concepto, la base de la unión es el antisemitismo.

El fascismo ha sido antisemita, el islamismo también, luego el vínculo está demostrado según esta lógica chapucera y mentirosa.

En realidad la actitud del presidente de Irán y del pueblo Iraní no es antisemita, es antisionista como también lo es la de sectores crecientes de la comunidad judía como lo atestan públicamente las pancartas de los propios judios en las recientes manifestaciones.

sábado, 26 de enero de 2013

Contra la realidad*


M.C. García y P. Nacarino


Pregunta: ¿Qué es la realidad, cómo nos afecta y cómo podemos luchar contra ella?

Respuesta: En primer lugar, el nombre no es de la lengua corriente, es un nombre que viene de las escuelas de los teólogos que inventaron ese término, el de Realidad, pues para aplicarlo a Dios, naturalmente, que tenía que ser la Realidad de las Realidades. Lo que pasa es que luego este nombre que viene de las escuelas ha tenido tanto éxito que ya hay por todas partes mucha gente que declara que tal o cual cosa es Real, que realmente pasa esto, que la Realidad es así, hijo mío, y declaraciones por el estilo. Por lo cual hay que atacar usando también este nombre, este nombre relativamente culto y que puede contribuir, como hacen generalmente los términos cultos, pues al engaño de la gente que adopta esas palabras sin pensarlo mucho. El verbo que corresponde a este término es existir; de manera que se puede decir tranquilamente que Realidad es lo que existe. Como el término a su vez es teológico y culto, aunque también se ha estendido mucho por todas partes, y la gente dice por todas partes, existe, incluso sustituyendo al verdadero término vulgar que es hay, «hay tal o cual cosa», dice, «existen probabilidades», «existen nublados por aquí», «existen personas», pues entonces hay también que atacar al mismo tiempo a uno y otro. Para aclararme en este ataque, lo que digo es que empleamos existe, y por tanto Realidad, en el sentido de que se refiere a lo que hay, pero que al mismo tiempo es lo que es. Pero en esta segunda parte es preciso contar con el nombre que en un idioma cualquiera tenga la cosa; por ejemplo, para que existan rosas o existan hombres no basta con que haya algo de eso, que lo habrá, vaya usté a saber, sino que hace falta que se crea que son lo que son. De manera que se requiere la palabra rosa o la palabra hombre para asegurarse de eso. Y es a este casamiento entre lo que hay y lo que es lo que es, a lo que llamo Realidad, Real, y lo que existe, y contra lo que la lengua, a través de mí, o a través de cualquiera, se lanza costantemente.

P: ¿Cómo nos afecta y cómo podemos luchar contra ella, si es que podemos luchar contra la Realidad?

R: Lo que hay que aclarar es que, naturalmente, quien luche contra la Realidad no puede ser nadie Real. Esto es tan evidente que basta con enunciarlo. Por ejemplo, uno, uno en cuanto persona, uno en cuanto persona Real, no puede menos de estar sometido a la Realidad, de manera que es vano pretender que uno personalmente pueda hacer nada contra la Realidad. Uno es un esclavo, uno es un súbdito; el Estado y la Persona son la misma cosa, etcétera. De manera que por ahí no se puede esperar nada. De forma que el ataque contra la Realidad solo puede venir de fuera de la Realidad, es decir, de algo que no existe, porque lo que existe, y cualquiera que existe está condenado a defender su Realidad, y por tanto a defender la Realidad en general. No cabe otra posibilidad. Algo que no existe tiene sentido simplemente por el descubrimiento de que, en contra de lo que se nos impone, la Realidad no es todo lo que hay. La noción de todo es estraña a la Realidad, de forma que se pretende desde Arriba que sí, que la Realidad, o hasta el Universo y tal, es una especie de todo, pero es mentira. La Realidad no es todo lo que hay. Hay por doquiera cosas que hay y que no existen, es decir, que no pertenecen a la Realidad. Por ejemplo, es a lo que alude la palabra pueblo; generalmente se confunde con algo Real, por ejemplo, una población de un Estado, o cualquiera otra cosa que sea un conjunto de personas, pero pueblo de verdad no existe. Pueblo de verdad está por debajo de todo eso y por tanto es desde ahí desde donde puede darse un desmentimiento y por tanto un ataque a la Realidad.

Yo en cuanto persona, en cuanto Agustín García Calvo, pues no puedo nada contra la Realidad: soy una persona Real; por tanto, inútil esperar de mí nada del otro mundo. Pero yo de verdad no es nadie, es cualquiera que esté diciendo yo; yo depende del acto mismo de hablar y por tanto yo no existe, yo no existo; existo yo como ente Real, pero yo no. Es lo mismo que pueblo. De forma que es desde ahí desde donde se puede pensar en un desmentimiento, en un ataque a la Realidad. Yo, cualquiera que dice yo, es decir, pueblo que no existe, pero que lo hay, que sigue habiéndolo por debajo de la Realidad, y a ése pues la táctica que le corresponde no hace falta ni enunciarla, se da de por sí: es simplemente desmentimiento, el descubrimiento de que lo que creía era mentira, que la Fe que sostenía su Realidad no tenía fundamento; y ese descubrimiento, hágase como se haga, es ya de por sí una acción. Pensar en cualquier otra táctica es un divertimiento, que puede ser muy costoso. Lo que hay que hacer es desmentir la Fe, puesto que la Fe es lo que está sosteniendo la Realidad.

P: ¿Es la escritura un instrumento de emancipación o de dominación?

R: A diferencia de la lengua, que no es de nadie, que es la única máquina que se le da gratuitamente a cualquiera, aunque sea bajo la forma, naturalmente, de un idioma, de la gramática de un idioma particular, que siempre incluye una cierta falsificación, pero, aun así, la lengua se le da gratis a cualquiera y, además, es lo único (no me refiero a cosas naturales, como agua y aire y eso, sino a máquinas, porque la gramática es una máquina, artefacto), es lo único que se da gratis a cualquiera, sin distinción de clases, de sexo, de nada, a diferencia de eso, la escritura ha sido siempre, desde el comienzo de la Historia (y la Historia empieza justamente con la escritura; no podemos hablar de Historia más que desde el momento en que hay un rasgo en una peña, en que hay un testimonio escrito de alguna manera), desde el comienzo de la Historia ha sido cosa de los Señores y de sus sacerdotes. Ya sabéis que la escritura ha sido desde su nacimiento hierática; era algo de sacerdotes al servicio del Poder, de Señores; y, en consecuencia, naturalmente, cuesta Dinero y vale Dinero. Para trepar en la pirámide del Poder y conseguir puestos es condición indispensable la escritura, el sometimiento a la escritura. De manera que esa es la guerra fundamental de lengua y escritura. Alguien, ante esto, puede decir que yo mismo, o cualquiera, ha aprendido trucos o habilidades para decir NO de una manera eficaz precisamente a través de libros, a través de la escritura. No tengo inconveniente en confesarlo. Desde los harapos que nos han quedado del libro de Heráclito de Éfeso hasta los libros de Machado o de Unamuno, que yo leía de adolescente, pues, efectivamente, uno ha estado en conversación con los pocos muertos que siguen vivos a través de la escritura, ¿no? De manera que esta contradicción conviene aclararla; es así. Esto no desdice lo de que la escritura sea una especie de muerte de la palabra. La escritura es la fijación y el sometimiento a fines determinados y, en definitiva, el sometimiento al Dinero de aquello que en principio era libre de eso. No lo desdice; esto es así. Lo que pasa que, como las otras cosas de la Realidad, la escritura tampoco está perfectamente hecha, perfectamente cerrada; tiene fallos, y entonces es a través de esos fallos como sucede que de vez en cuando, aun a través de la escritura, habla algo de voz viva, sea poesía, en forma de lógica o lo que sea, y entonces es lo que sin más deshace la contradicción. Es así: la escritura sigue siendo eso, es mortífera, pero falla, falla, y entonces la única gracia que para nosotros vale es ésta de que puede fallar, y dejar, por la grietas, escurrirse algo de voz viva en forma de poesía o en forma de lógica. Lo que me lleva, en cosa poética, por un lado, a un intento de devolver costantemente a la voz viva aquello que yace muerto en la escritura, a diferencia de la poesía habitual que es plenamente escrita y que no sirve nada más que para leérsela en voz baja y que no pase nada. Y lo mismo que digo de poesía digo de lógica o de razonamiento. Hay maneras, hay trucos, para conseguir que el razonamiento no quede muerto en una filosofía escrita, sino que, efectivamente, vuelva a ser voz del sentido común, de la razón común, de la lógica común, que es a lo que llamaba lengua viva.

P: ¿Debemos estar contra todas las Ideas, contra todos los ismos, incluido el de la anarquía?

R: Sí, desde luego. Contra todas las Ideas porque, según lo que antes os decía, la Realidad está costituida por Ideas que al mismo tiempo son creencias. No se debe distinguir entre Ideas y Fe. Ideas y Fe vienen a ser lo mismo. Cualquier forma de ideación, si es política, por ejemplo, o si es científica, está fundada en un creer que se sabe lo que va a pasar, para venir a dar en esta mentira fundamental que es reducir lo que está pasando, y que no hay quien lo conciba ni quien lo agarre, convertirlo en algo sabido, en algo sabido de antemano. Y cualquier ciencia o cualquier política que cuenta con el Futuro, ésa ya es Idea, ya es Fe, y ya es por tanto mortífera para cualquier cosa que pueda haber de vivo por debajo. De manera que es en ese sentido. Si habláis de anarquismo, pues lo mismo: ¿se cree en el Futuro como hacen los Señores? ¿Hay alguna diferencia? ¿Un pretendido anarquista sigue contando con el Futuro y con que hay que seguir los mismos procedimientos que los ejecutivos del Poder siguen para conseguir un Futuro mejor y cosas por el estilo? Pues estamos en las mismas. Ya no hay diferencias. Todo son Ideas y por tanto no hay nada que hacer, ¿no? La palabra anarquía mismo, sucede lo mismo que con la palabra infinito en la Filosofía y la Matemática al servicio de la Física, que la negación ha quedado muerta, ha quedado encerrada. El a, el an de anarquía o el in de infinito, y por tanto ya no hace nada en la lengua, y el pueblo, que no existe, lo que dice de verdad es No, y por tanto es así capaz de destruir las Ideas que continuamente se desarrollan para defender la Realidad. Así que guardarse de ese sometimiento del No a alguna especie de plan futuro como el de los de Ellos, el de los que mandan, es elemental, es de la cosa más elemental que en cuestión de política se puede decir.

P: ¿Costruir o destruir?

R: Bueno, está un poco incluida en lo que acabo de deciros. La costrucción es cosa de Ellos, de los defensores de la Realidad y de los sustentadores del Poder y por tanto de los sacerdotes, filósofos, literatos y científicos que están, en principio, a su servicio. Ellos costruyen y costruyen de esta manera, empezando, como es natural, por lo Futuro. Saben el fin, saben adónde se dirige un movimiento político, adónde se dirige una investigación científica, y entonces se aprestan, con los procedimientos que les es dado, a realizar ese Futuro. Realizar ese futuro, es decir, realizar lo que ya de antemano se sabe, es lo mismo que decir hacer lo que ya está hecho. De manera que ése es el truco de la costrucción y la cuestión consiste en eso. Efectivamente, por todas partes se costruye.

Nada más tenéis que ver las obras públicas para nada, por todas partes; la producción de automóviles, el sustentamiento de los Estados, del color que sean; todo es costrucción, es en lo que la Realidad consiste. Esta costrucción, que quiere decir hacer lo que ya estaba hecho, realizar lo futuro. De manera que cualquiera cosa que en nosotros quede de no conforme con ese procedimiento, que encuentre, que sienta, que hay ahí una falsificación, un bulo, no puede admitir esa vía de la costrucción. Poder quiere decir, precisamente, la conversión en Futuro, en probabilidades, en cuentas, que al fin son Dinero, las posibilidades que de verdad son sin fin, las posibilidades que no tienen número ni fin ninguno. Esas posibilidades es lo que al pueblo, que no existe, a mí, en la medida que no existo, lo llaman como algo bueno, alguna posibilidad de vida o como se le quiera decir, llamar..., de amor, de libertad, y todo eso. De manera que cualquier cosa que sea reducir esas posibilidades sin fin a un Futuro que se va a realizar y que por tanto no va a ser nada más que una reproducción de lo mismo, es algo con lo que hay que estar elementalmente en contra ¿no? El que dice NO, el des, que está en la palabra destruir, si queréis. Se piensa que la costrucción es simplemente la afirmación o la reafirmación de una destrucción de las posibilidades, destrucción de vida, destrucción de razonamiento, destrucción de pensamiento, y que por tanto una destrucción de esa destrucción es lo único que puede abrir las vías para las posibilidades sin fin.

P: En la huelga del 65, por la que te destituyeron de la cátedra, y en el Mayo del 68, el vocablo de protesta que utilizaba la gente era el de revolución. Actualmente se utilizan términos como altermundismo u otro mundo es posible. Con la invención de tanto vocablo nuevo qué es lo que hacemos ¿cimentamos las bases del Sistema o vamos agrietándolo?

R: En cuanto a vocablos, hay que decir que (claro, vosotros no os acordáis, pero yo sí) ya en el 65 el término «revolución» los estudiantes no lo usaban mucho. Era ya un término muy viejo. En realidad es un término que desde la Revolución francesa para acá no ha hecho más que ir degenerando, y así os encontráis con que hoy todavía se use en los Medios de Formación de Masas: por todas partes y todos los días veis que ya hay revoluciones: revoluciones en la música, revoluciones en el pensamiento filosófico, en la pintura..., en cualquier cosa hay revoluciones todos los días ¿no? Ésa es una buena muestra de degeneración del término. Es un caso de los muchos por los cuales algo que en principio nace como vivo y negativo, como es evidentemente cualquier forma de rebelión contra el Poder, queda asimilado, viene a convertirse en algo tratable, algo que está dentro de la Historia, y por tanto se nos asegura, al quedar dentro de la Historia, de que no pasa nada del otro mundo, de que no va a pasar nada del otro mundo, que es lo que mi corazón, de cualquiera que no existe, está deseando: que pase algo del otro mundo. Y entonces el truco de la asimilación está claro.

Sí, hay revoluciones, hubo revoluciones, habrá revoluciones, pero ya se sabe que no va a pasar nada del otro mundo, que todo va a ser algo de Historia, más o menos contemporánea, y nada más. De manera que hay que contar con esa asimilación perpetua de los vocablos, que no son sólo vocablos, que son Ideas, con las nociones de la cosa. Estad en guarda contra Ellos. La única cosa limpia que se puede manejar contra Ello, que se maneja, es lo que no tiene significado, es decir NO, es decir, ¿qué?, la pregunta qué, que es la pregunta socrática, y estos términos que son de la lengua común y corriente y que carecen de significado. Cualesquiera otros, en cuanto se cargan de significado, pues ya empiezan a estar dentro de la Realidad, empiezan a dejar de servir para la rebelión y se convierten en algo positivo y servil.

P: ¿Pueblo y poesía no han sido absorbidos por el Poder?

R: Bueno, como todo lo demás, lo que estaba diciendo de la asimilación, cualquier cosa, incluso las que vienen de abajo, pues se arriesgan a sufrir esa asimilación, esa asimilación desde el Poder. El único aliento de alegría es que esa asimilación nunca es completa, nunca es perfecta, de manera que en contra de las pretensiones que desde Arriba se imponen de haber llegado a una asimilación, «la Realidad es Todo», en contra de eso se descubren sus mentiras y se descubre que sigue siempre viviendo algo de lo que no existe, algo de pueblo, algo de poesía. Es característico que el Régimen más perfecto de todos los que la Historia nos ofrece, que es éste que hoy padecemos, la Democracia desarrollada, el credo, que está fundado sobre todo en el primer artículo de Fe, que es creer en Uno mismo (la Democracia consiste en eso, en que Yo no sea más que Uno, y que por tanto se puedan contar tranquilamente las almas y demás), de una manera bastante lógica, ha venido a acabar con los restos de tradición de poesía viva que hasta hace un siglo, digamos, pues todavía se encontraban aquí mismo en los países de tradición cristiana de Europa, en los de América y todo eso, ¿no?: romances, baladas, canciones que no había producido nadie, que tenían esa gracia de no estar sometidas ni al autor ni a la escritura, ¿no? Desde entonces para acá, eso fue terminando con la Democracia; desde entonces para acá ya la gente de verdad pues no canta, no recita baladas ni romances. Si lo hace, es de una manera culta, arqueológica, como reproduciendo por grabación o por escritura aquellos restos de tradición viva, de poesía viva que había ¿no? Esto es característico y enseña mucho de lo que es el Sistema Democrático, que es la forma en que hoy padecemos el Poder. Como ese proceso mortífero nunca está cerrado del todo, nunca es verdad, que la Realidad sea todo lo que hay, por eso siempre queda, descubriéndose, por entre las grietas, algo de poesía lo mismo que algo de razón que proceden de eso, de lo que nos queda de pueblo, de lo que no existe, ¿no? Entonces siempre merece la pena mantener abierto el oído y, si es caso, la boca, a esos restos de producción y lengua viva, sea poesía o sea razonamiento.

P: ¿Te gustaría recitar algún verso? Algo vivo, para terminar.

R: ¡Uf, ¡algo vivo! Eso es mucho. Hay un soneto de los de don Miguel de Unamuno [Mi cielo], con el cual estos días pasados he tenido el atrevimiento de introducir, por la propia veneración que esos versos me producían, introducir algunas variantes, digamos, en las que aparecía que don Miguel, como cualquiera, en cuanto siendo persona Real, podía no atinar del todo a aquello que de verdad le salía desde abajo y que le valía mucho, ¿no? De manera que el soneto, con las pequeñas modificaciones, dice así, si es que la memoria no me falla.

Días de ayer, que en procesión de olvido
lleváis a las estrellas mi tesoro,
¿no formaréis en el celeste coro
que ha de cantar sobre mi eterno nido?

¡Oh Señor de la vida!, no te pido
sino que este pasado que hoy añoro
volviendo en rolde a mí con risa y lloro
me quite el ansia de mi bien perdido.
No es vivir otra vida lo que anhelo
sino vivir de nuevo la vivida.

Hacia un ayer sin fin, haz que mi vuelo
remonte sin llegar a la partida;
porqué, Señor, no tienes otro cielo
que de mi falta colme la medida.

Ha sido un placer poder oír y gozar de cómo Agustín declamaba el soneto. Algo vivido en esos instantes que no podemos transmitir porque la escritura lo mataría.


 * No se sorprenda el lector por ver transgredidas, en algunos casos, la ortografía de la Real Academia de la Lengua Española. Por deseo expreso del entrevistado, mantenemos y respetamos su pronunciamiento público de no usar ortografías traidoras al hablar.


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Ilustración: JAM

viernes, 25 de enero de 2013

El funeral de Kropotkin


En una madrugada de hace unos noventa y dos años (el 8 de febrero de 1921) moría a sus 78 años, a causa de una neumonía, en su casita de Dmitrov —que habitaba desde el verano del 1918—, un pueblecito a unos kilómetros al norte de Moscú, uno de los mayores teóricos del anarquismo de la historia, el ruso Piotr A. Kropotkin. Su familia y conocidos rechazaron la oferta del gobierno bolchevique de celebrar un funeral de estado, siendo fieles a los principios del fallecido de no aceptar favores de ningún gobierno, ni toleró fausto ni pompa alguna. Para ello se creó una comisión especial para las exequias compuesta por anarquistas.

En sus últimos tres años de vida no tuvo estrecho contacto con las masas y vivía sencillamente con su esposa, Sofía, e hija, Alejandra. Estaba entonces enzarzado en su obra sobre la ética, que no pudo concluir al sobrevenirle la muerte.

El mismo Lenin se preocupó de su estado de salud, pero le permitió conservar la vaca. Aunque apartado de la política y los asuntos sociales, siempre que podía escribía algunas cartas a las autoridades soviéticas y a conocidos, denunciando los abusos del régimen o haciendo sus análisis de la realidad del momento.

Durante dos días afluía la gente sencilla de los alrededores de Dmitrov a rendirle el último homenaje. El féretro llegó a Moscú el 10 de febrero, durante el viaje el tren llevaba varias banderas negras con textos de él, y al llegar a la estación hubo un pequeño altercado con los denominados «anarcobolcheviques» o «anarcosoviéticos» (libertarios colaboracionistas con la dictadura bolchevique) que querían llevar el ataúd a toda prisa y sin ceremonia a la capilla ardiente. Durante el trayecto se pararon junto la carcel de Butyrki y se cantaron himnos revolucionarios, como protesta al confinamiento de muchos anarquistas en las cárceles de la Cheka.

La capilla ardiente se situó en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos, cerca del Kremlin. Allí se puso una gran bandera negra en donde estaba escrito una denuncia de los anarquistas moscovitas, ante la negativa de liberar a los presos libertarios (la mayoría ucranianos detenidos, meses atrás, durante el Congreso Anarquista de Jarkov), deseo expreso del mismo difunto.

Hubo varias peticiones de excarcelación a las autoridades soviéticas, desde el soviet de Moscú hasta al mismo Lenin, quien se lavaba las manos delegando la responsabilidades al Congreso Panruso de Soviets y la decisión final para la misma policía política, la Cheka, para que pudiesen participar en el funeral. Y la respuesta siempre fue negativa. A pesar de las trabas oficiales, como la censura y la burocracia, se publicó el boletín de la comisión y varias octavillas en la imprenta precintada del doctor Atabekían, amigo personal de Kropotkin y que estuvo junto a su lecho de muerte.

La comisión llegó a amenazar a retirar las coronas fúnebres del Partido Comunista, además de informar de la situación a la prensa internacional, si no soltaban ya a los presos anarquistas de Taganka y Butyrki, y al final las autoridades locales, Kamenev al frente, prometieron tal liberación.

Otro de los deseos del fallecido fue que no se cantase ni tocase La Internacional (le parecía que sonaba a «los aullidos de perros famélicos»).

Dos días estuvo expuesto el cuerpo al público. En la mañana del 13 de febrero las calles estaban llenas a rebosar, a pesar del frío. Helaba, se congelaban hasta los instrumentos musicales de la banda, pues el inicio del entierro se demoró durante una hora más hasta la llegada de los presos. Las autoridades soviéticas solamente liberaron, bajo palabra, a siete anarquistas, quienes portaron el féretro (Olga Taratuta, Fania Baron, Aaron Baron, David Kogan, Mark Mrachny, Alexandr Guevky y Alexiev Clonetsky) y algunos pacifistas tolstoianos, todos de Taganka.

El recorrido, desde la Casa de los Sindicatos hasta el cementerio de Novodévichi, duró unas dos horas y se hicieron dos paradas. La primera fue frente el Museo Tolstoi, al llegar a su altura se tocó La marcha fúnebre de Chopín. Y la segunda frente la prisión de Butyrki, desde la cual los encarcelados golpeaban los barrotes de sus celdas y entonaban un himno a la muerte. A este funeral asistieron miles de moscovitas —se comentaba que fueron entre veinte a cien mil los asitentes— y, además de multitudinaria, fue la última manifestación en Moscú en varias décadas (hasta tiempos de la Perestroika de Gorbachov) contra el régimen soviético. Y al frente del cortejo fúnebre iba la bandera contestataria. Había muchas banderas rojas y negras, y en algunas había textos del finado como: «Donde hay autoridad no hay libertad».

Al final, en el cementerio, varios representantes de diversas organizaciones (comunistas, eseristas, anarquistas,...) pronunciaron sus respectivos discursos. Emma Goldman tuvo su primera intervención pública en Rusia y Aaron Baron habló en nombre de los encarcelados. Y todo esto... bajo la vigilancia de un destacamento chekista.

Los detenidos pasaron la tarde con los compañeros, pero tuvieron que regresar por la noche, acompañados por otra gran procesión popular, a la carcel de Taganka. Exceptuando uno de ellos, Mark Marchny, que fue expulsado de la Unión Soviética junto otros nueve (como Volin y Maximov, entre otros) y Fania Baron, fusilada junto el poeta Lev Chorny en los sótanos de la Cheka meses más tarde, los demás desaparecieron, tiempo después, junto a los millones de seres humanos de las cárceles y campos de concentración soviéticos. 

KRATES

Monumento a Kropotkin en Dmitrov.

jueves, 24 de enero de 2013

Charla: «La Santa Mafia. El imperio económico de la Iglesia Católica»

Sábado 26 de enero - a las 19.00 h. 

Charla: 
La Santa Mafia.
El imperio económico de la Iglesia Católica

Ponente: Julio Reyero

 
(C/ Santa Susana, 55, local 8 – [Metro] Parque de Santa María)
(Madrid)


lunes, 21 de enero de 2013

Sobre el ‘Poder Negro’ de los años sesenta


(Periodista)

Los condenados de la tierra

Los nuevos tiempos convirtieron 1960 en el gran año de la descolonización. De enero a noviembre nacieron como estados Camerún, Togo, Senegal, Mali, Congo (hoy Zaire)*, Madagascar, Somalia, Benin, Níger, Alto Volta (hoy Burkina Faso), Costa de Marfil, Chad, República Centroafricana, Congo (Brazzaville), Gabón, Nigeria y Mauritania. Fue la gran verbena de la descolonización sobre mapas diseñados por las metrópolis. Sólo en el cono sur del continente africano portugueses, sudafricanos y rodesianos blancos continuaron frenando un proceso imparable.

Fue la década de la negritud. En diez años, de 1958 a 1968, nacieron más de treinta nuevos estados en aquel continente. Fue un momento optimista para una humanidad que parecía dispuesta a romper con siglos de racismo y colonialismo y a asumir mitos liberadores. Una figura adquirió las dimensiones legendarias para el sueño del futuro africano: Patricio Lumumba, un profeta que pudo vislumbrar la conexión entre la segregación racial y la explotación económica capitalista. Al criterio tribal y regional que hacia juego al colonialismo belga, Lumumba opuso la consigna de un Congo unido en un África unida.

Como tantos otros mitos de aquella década prodigiosa, concluiría trágicamente: el Congo, hoy Zaire, vivió la primera y más salvaje guerra civil de los nacientes estados y Lumumba murió asesinado en 1961. Los intereses económicos europeos, el neocolonialismo, estuvieron detrás tanto de la guerra como del crimen.

Fue aquel un modelo a reproducir a escala continental: se sucedieron desde entonces golpes militares —treinta sólo en la década de los sesenta— y guerras civiles. Se pasó pronto del grito esperanzado de independencia del Congo belga y de la imagen gráfica del robo del bastón de mando al piadoso rey Balduino por un manifestante negro en Leopoldville (hoy Kinshasa), a una accidentada historia cuyas últimas secuelas llegan hasta hoy, con las trágicas visiones, aún recientes, de Etiopía o Somalia, o las actuales de Ruanda. Del sueño de la libertad a una continuada pesadilla de horrores.


En Estados Unidos, desde el lado negro, James Baldwin tituló un libro La próxima vez el fuego. En él decía que el hombre negro ha funcionado en el mundo del hombre blanco como una estrella fija, como un pilar inamovible: si se sale de su órbita, el cielo y la tierra se conmueven hasta sus cimientos. La protesta generacional y después el rechazo a la guerra de Vietnam durante aquellos años sesenta, se enmarcaron bajo el signo de una creciente protesta negra, una lucha que empezó a mostrar no sólo las zonas heridas y el fracaso social de una sociedad opulenta, sino la crisis de identidad de la propia sociedad blanca ante un cataclismo que parecía romper el orden de las cosas. Now! (¡Ahora!) el grito de una canción, atravesó el país de norte a sur, de costa a costa, como expresión de una marea negra que parecía imparable.

Recordando la explosión de la población negra de Los Ángeles, el levantamiento del barrio de Watts en 1964, con su secuela de incendios y saqueos y de represión policial en la rica y desarrollada California, cuando vuelve a repetirse en 1992, en proporciones aún mayores, se hace patente la profundidad de la crisis, pese a las cuotas de negros en la televisión, el ejército y la policía y a su imagen integrada.

La lucha por la igualdad

Las dos líneas de la emancipación, la radical de Malcom X y la no violenta de Martin Luther King, se unían, en cierto modo, y se convertían en leyenda. Tras el fin trágico de ambos, se ha intentado recuperar sus personalidades, despojarles de su contenido de rebelión. Han pasado a ser mitos cinematográficos. Vehículos de denuncia, como ha sabido mostrar el realizador cinematográfico Spike Lee, pero también objetos mercantilizados para consumo en camisetas, carteles, llaveros y series de televisión.

Fueron muchos y complejos los movimientos de lucha, desde una organización tradicional como el NAACP (National Association for the Advancement for Racial Equality), al CORE (Congress for Racial Equality) y otros muchos grupos: los Freedom Riders (viajeros de la libertad), desde 1961, recorriendo los estados sureños para forzar la igualdad de derechos civiles; el intento apasionado de Malcom X, desde la delincuencia inicial, su paso por el islamismo de los musulmanes negros hasta su posterior radicalismo revolucionario, truncado con su asesinato; los proyectos de organización, educación y lucha en los guetos negros realizados por el movimiento de los Black Panthers, los Panteras Negras, encabezados por Eldridge Cleaver, Huey Newton, Bobby Seale, que chocaría también con una feroz represión de las fuerzas policiales y del FBI; en fin, todos los movimientos defensores de la igualdad de derechos civiles, los miles de participantes en manifestaciones y protestas pacíficas, que culminarían en la marcha sobre Washington. Todos sufrieron y aportaron su cuota de sangre a la represión institucional y a la causada por los sectores más racistas de la sociedad norteamericana.


La agitación alcanzó a toda la comunidad negra; las formas de lucha, al igual que los trabajos y los proyectos políticos, fueron muchos. A través de vías pacíficas, según el modelo gandhiano y la Biblia, con la figura clave del pastor Martin Luther King. Otros, como los Black Panthers para quienes su biblia fue Los condenados de la tierra de Fanon se plantearon la autoorganización y el recurso a la violencia. Hubo quienes retomaron las viejas ideas del retorno a África; quienes la asumieron adhiriéndose al Islam; quienes defendieron un nacionalismo negro o una concepción afroamericana y quienes buscaron la integración o igualación con los blancos.

En la propia década se desmoronaron muchas de aquellas esperanzas de liberación. En África, aquellas independencias de países artificialmente fabricados por franceses, ingleses y belgas fueron, en gran medida, espejismos, apariencias. Lo fueron sus partidos políticos, sus siglas, sus Parlamentos al modo europeo, la fraseología de modernidad y de progreso imitando pautas europeas liberales, socialistas o fascistas. Pronto se vieron envueltos en conflictos tribales o de clanes, enmascarados a veces con siglas de partido, o a la prepotencia brutal de las burocracias militares. En esa tarea jugaron un papel decisivo los planes del Fondo Monetario Internacional, junto al clientelismo económico y el intervencionismo militar de las viejas metrópolis.

En Estados Unidos, pese a la feroz represión, se hicieron avances: se lograron nuevas cotas de igualdad social, la comunidad negra alcanzó un importante peso político, así como una elevación en el status social y económico, y en el número de cuadros profesionales de color. Alcanzaron también una ambivalente política de integración escolar y de cuotas en el mundo del trabajo. Sin embargo, hechos como la citada explosión racial de Los Ángeles, en 1992, y tantos otros conflictos, a escala menor, muestran la permanencia del problema, como denunciaron la novelista y premio Nobel Toni Morrison y el cineasta Spike Lee. Continúa lejano el sueño de Martin Luther King: muchos de aquellos costosos logros se han ido perdiendo entre los escombros y las basuras de los homeless, el crack y las bandas callejeras; mientras, ha continuado creciendo, como en el continente africano, la miseria, las malas condiciones de vida y la violencia social para una parte importante de las comunidades negras urbanas del Imperio.

«La década de los Beatles».  
CUADERNOS DEL MUNDO ACTUAL, Nº 64; 
Historia 16 (1994).


    * Hay que recordar que este texto se publicó en 1994, Zaire es desde 1997 la R.D. del Congo.

sábado, 19 de enero de 2013

Malí; intríngulis de la intervención francesa


COMITÉS DE SOLIDARIDAD CON EL ÁFRICA NEGRA

La reciente intervención militar de Francia en África, apoyada por Estados Unidos y Occidente, revela que, más allá de alegadas preocupaciones por la democracia y combatir el terrorismo, obedece al viejo afán por reconquistar las enormes riquezas de ese continente.

En este caso tocó a Malí que 750 soldados franceses, con medios y equipos de guerra y el soporte logístico de sus aliados, desembarcaran en ese territorio, sumido en un crisis interna desde principios del 2012 y que tuvo su paroxismo el 22 de marzo con un golpe de Estado militar.

Tal desenlace condujo a lo que hoy se da como argumento fundamental para la intervención extrajera: la llamada amenaza terrorista, luego de la ocupación por grupos radicales islámicos del norte del país con la pretensión de imponer por la fuerza la Sharía (ley islámica).

El avance hacia el sur maliense de las organizaciones Ansar Dine, Al-Qaeda en el Maghreb Islámico y el Movimiento de Unidad para la Yihad en África Occidental, fue usado por las tropas francesas como argumento para el despliegue allí y lanzar bombardeos aéreos de gran intensidad desde hace seis días en el norte.

Sin embargo, la actual beligerancia —a diferencia de otros conflictos en África— está marcada por el mutismo deliberado de los medios occidentales, los cuales apenas reportaron la muerte de un militar francés, alcanzado por un disparo el primer día de la agresión, y de poco más de una decena de malienses.

Diversas fuentes coinciden en que la intervención de Francia en Malí no es más que el pretexto de las antiguas metrópolis para reiniciar la reconquista de África y, de paso, descompresionar a una Europa agobiada por una severa crisis económica.

Además, otra de las justificaciones esgrimidas por París para su reciente incursión militar se sustenta en la manoseada doctrina de Estados Unidos de lucha contra el terrorismo en el mundo, con su secuela de ocupación, muerte y saqueo de recursos naturales por las grandes transnacionales.

Estudiosos citados por Global Research estiman que Malí es víctima de un intento de los poderes occidentales de «intensificar su dominio de los recursos y economías» en África, lleno de codiciadas riquezas naturales: oro, petróleo, diamantes y el estratégico coltán.

Una mirada a los enormes recursos minerales y energéticos existentes en ese país norafricano bastaría para desenmascarar los verdaderos móviles de Francia y sus aliados en la intervención armada.

El Estado africano es el tercer mayor productor de oro del continente con ocho minas en explotación y famoso por ese recurso mineral desde la época del gran imperio, apuntan los investigadores de Global Research.

Además, dispone de uranio, indispensable para mantener en funcionamiento las centrales nucleares, y recientemente fueron descubiertos nuevos yacimientos de ese recurso en varias provincias, en particular las norteñas Gao y Kidal, ocupadas por los islamistas desde mayo.

Mali también puede convertirse en suministrador de petróleo y gas hacia Europa, y cuenta con probadas fuentes de diamantes, mineral de hierro, bauxita y manganeso (estos últimos aún sin explotar), cobre, yeso, mármol y otros minerales, según la referida fuente.

La intervención militar francesa en Malí pone en peligro, además, las enormes riquezas patrimoniales en la provincia de Tumbuctú, también en el norte, inscrita desde 1988 en la lista del Patrimonio Histórico de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Asentada en el desierto y rodeada de leyendas, esta urbe fue fundada entre los siglos XI y XII por tribus nómadas beréberes o tuareg procedentes del norte y alberga importantes valores culturales, y llegó a ser un importante centro de comercio y próspera ciudad en el siglo XVI, calificado como su etapa de oro.

La destrucción por extremistas islámicos de algunos monumentos y santuarios que consideraron ofensivos para su religión generó una ola de condena internacional y fue aprovechada por Francia para dejar entrever sus pretensiones, materializadas ahora con la agresión en curso.

Juan Carlos Díaz Guerrero (PL)