Manuel Vicent
Durante los últimos dos años ha habido una agresión constante del Gobierno contra los derechos sociales, civiles y humanos. Todo esto es debido a la nueva estructura del capitalismo desde el momento en que se aceptó la globalización económica como la panacea que solucionaría los problemas del mundo. Nada más lejos de la realidad ya que aceptar la globalización de la economía suponía ponerse en manos de las grandes corporaciones multinacionales, tanto industriales como financieras, que han impuesto sus prácticas depredadoras, inherentes al sistema capitalista sin control, para conseguir beneficios para los inversores y pobreza y marginación para la mayoría de las personas que habitamos el planeta.
Los gobiernos han sido cómplices necesarios para que esto se pueda conseguir, partiendo de unos parámetros economicistas han dejado que el capitalismo campe a sus anchas, como si el enriquecimiento de las grandes corporaciones llevase a la humanidad a una situación de bienestar supremo donde todo el mundo sacase beneficios; el resultado ha sido totalmente el contrario.
Desde el momento en que la economía se deja campar a sus anchas queriendo seguir los criterios de la mano invisible de los mercados, la oferta y la demanda está regulada por las grandes corporaciones industriales y financieras que están adecuando los precios de los productos no a la oferta ni a la demanda sino a los intereses particulares de los que tienen el control sobre las compras de los productos ofertados por los productores, que no son otras que estas grandes corporaciones que se han desarrollado en todos los sectores de la economía.
Veamos cómo influyen en los mercados:
1.- En el mundo sigue habiendo pequeños productores que plantan, que fabrican para intentar satisfacer las necesidades de aquellos que carecen de esos bienes. Estos dedican sus recursos a la producción para conseguir unos beneficios que les permitan vivir y seguir produciendo. Ese ciclo se mantiene en el tiempo siempre que sean capaces de conseguir vivir, obteniendo esos beneficios.
2.- Las grandes corporaciones se han dedicado a intentar controlar esa producción de los pequeños productores y lo hacen convirtiéndose en los clientes de esos productores, son ellos quienes controlan los circuitos comerciales de productos y así hacen que los precios de los productos sean los que quieren. Esto lo hacen contratando la producción que necesitan y no dejando que el productor pueda vender los excedentes que haya de ese producto, esos excedentes deben ser destruidos para no hacerles la competencia, con esto consiguen que los precios a los que venden al consumidor final sean los precios marcados por ellos y no los precios regulados por la famosa mano invisible de la oferta y la demanda. Este sistema les permite bajar el precio de compra de los productos a los productores y mantener altos o sin bajadas los precios de venta en los comercios.
3.- Esto lleva a un enriquecimiento de estas grandes corporaciones y a un continuo empobrecimiento del resto de la población. Empiezan a sentir la espiral esos pequeños productores que ven caer sus beneficios, ya que si no se acoplan a esas bajadas constantes en los precios de sus productos, las grandes corporaciones se van a otro productor, de cualquier parte del mundo, que satisfaga sus exigencias. Al bajar los beneficios de estos pequeños productores estos contratan menos asalariados para llevar adelante la producción, por lo tanto las condiciones laborales de los que siguen trabajando se resienten y las condiciones de los que quedan sin contratar les llevan a la posible exclusión social y, a su vez, esto tiene un resultado perverso en el sistema ya que dejan de ser consumidores habituales, en un principio, hasta que dejan de ser consumidores.
4.- Cuando llegamos a este punto empezamos a ver que baja el consumo, con lo que bajan los beneficios de aquellas empresas que producen bienes para el consumo, ello lleva a más despidos o la no contratación de asalariados y empieza una espiral que se hace imparable hasta conseguir que las empresas productoras y los productores iniciales tengan que vender sus medios de producción a estas grandes corporaciones.
5.- Cuando estas grandes corporaciones se han hecho con todos los medios de producción, han acabado con la competencia, en ese momento controlan la economía, haciendo variar los precios y la riqueza de los pueblos. Son ellas quienes determinan qué zonas del mundo deben prosperar y qué zonas del mundo deben deprimirse. Son ellas quienes determinan cuándo se instalan en un país y cuándo se van de ese país (deslocalización). Son ellas quienes determinan qué país podrá hacer frente a los pagos de su deuda y qué países se arruinan. Son ellas quienes tienen el control absoluto, ellas son «el señor capitalismo».
Todo esto es posible porque las personas hemos perdido la identidad, nos hemos creído que formamos parte de esa sociedad y que tenemos poder de decisión, nos hemos creído que a través de la democracia representativa controlamos a los que nos gobiernan y que estos se encargan de controlar las políticas económicas; nos hemos creído que formamos parte de una cosa llamada clase media, habiendo olvidado que somos trabajadores y que, en todo caso, formamos parte de la clase trabajadora.
Las organizaciones de clase, los sindicatos, se han convertido en entes que no sirven para la defensa de los intereses de clase, se han convertido en meros instrumentos para garantizar la paz social y no reivindicar ni luchar por las verdaderas necesidades que tenemos los que trabajamos, esto ha sido porque hemos aceptado una forma de representación sindical establecida en base al delegacionismo, salido de la democracia representativa de unas elecciones sindicales, que acaba con la representación directa de los trabajadores y las prácticas que conducen a una solidaridad de clase que garantice la cohesión necesaria para luchar contra el capitalismo depredador que nos acecha.
Nos hemos olvidado del internacionalismo obrero cuando más necesario es; hemos aceptado las condiciones impuestas por el sistema económico reflejadas en el despido masivo y las bajadas de sueldo para salvar un sistema que no quiere que nos salvemos los de abajo, los que hacemos que todo el sistema funcione, porque somos los que producimos, porque somos los que consumimos, porque somos los que pagamos, porque somos los que no nos rebelamos.
Ha llegado el momento de percatarnos de que somos nosotros quienes tenemos el poder, ya que si dejamos de producir para esas corporaciones, si dejamos de consumir lo que esas corporaciones nos ofrecen, si dejamos de permitir que nos cierren las fábricas y los trabajos, si dejamos de votar para elegir a sus títeres, si dejamos de participar en su sistema, todo lo que está pasando dejará de pasar.
Si cuando se cierra una fábrica o un negocio, en vez de aceptarlo sin más, decidimos tomarlo en nuestras manos y seguir habremos tomado el destino en nuestras manos y les demostraremos quién tiene el verdadero control.
Tenemos que ser capaces de entender que sin nosotros no funciona nada, que si nosotros decidimos dejar de colaborar están perdidos, que si nosotros tomamos el control de la producción, de nuestras vidas, de nuestras decisiones habremos acabado con el sistema imperante que nos manipula a su antojo.
Somos la mayoría, somos muchos más. ¿Por qué no lo hacemos?
Nº 306 - Enero 2014
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