M. Bakunin
«Los mejores hombres son fácilmente corruptibles, sobre todo cuando el mismo medio provoca la corrupción de los individuos por la ausencia de control serio y de oposición permanente. En la Internacional, no puede tratarse de la corrupción venal, por ser aún demasiado pobre la asociación para dar ingresos o incluso justas retribuciones a ninguno de sus jefes. Al contrario de lo que se da en el mundo burgués, los cálculos interesados y las malversaciones son muy pocos y sólo ocurren como excepción. Pero existe otro tipo de corrupción a la que infelizmente la alianza internacional no es ajena: es la de la vanidad y de la ambición». (PA, p. 15)
«[…] Existe en todos los hombres un instinto natural de mando que se origina en esa ley fundamental de la vida, que ningún individuo puede asegurar su existencia y hacer valer sus derechos sino por la lucha... Esa lucha entre les hombres empezó por la antropología». (PA, p. 15)
«[…] Se ve que el instinto de mando, en su esencia primitiva, es un instinto carnívoro, del todo bestial y salvaje. Bajo la influencia del desarrollo intelectual de los hombres, se idealiza en cierto modo, adorna sus formas, presentándose como el órgano de la inteligencia y como el servidor entregado de esa abstracción o de esa ficción política que llaman el bien público. Pero en el fondo, el instinto de mando permanece tan importante, incluso más, a medida que con la ayuda de las aplicaciones de la ciencia se extiende más y potencia su acción. Si hay un diablo en toda la historia humana, es este principio del mando. Sólo él, con la estupidez y la ignorancia de las masas, sobre las que por lo demás se funda siempre y sin las cuales no podría existir por sí solo, produjo todas las desgracias, todos los crímenes y todas las vergüenzas de la historia. Y fatalmente ese principio maldito se encuentra como instinto natural en cada hombre, sin exceptuar los mejores». (PA, p. 17)
Del libro de Frank Mintz Bakunin, Crítica y Acción (p.p. 78-79) , 2006.
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