Ecologistas en Acción publica un extenso informe para desarticular algunos de los argumentos del sector y las actividades de caza que, según las estadísticas oficiales, mata alrededor de 25 millones de animales cada año en nuestro país.
14/12/2016
La Oficina Nacional de la Caza, la entidad que aglutina al 80% de los cazadores federados en España, reza en su lema: «Somos parte de la naturaleza». Se define a sí misma como «conservacionista», «comprometida con el medio ambiente», «defensores de la naturaleza, la vida silvestre y los hábitats» y entre sus misiones destaca la de «defender la caza como la actividad más ética y sostenible en la gestión de los espacios naturales».
Otro tanto ocurre con otras asociaciones del sector cinegético, como Aproca, en Castilla La-Mancha: «El objetivo de Aproca es la defensa de una utilización racional y sostenida del medio natural y forestal, de manera que todas las actividades de la Asociación se desarrollarán dentro del más absoluto respeto al medioambiente, conservación de la naturaleza, conservación y equilibrio entre flora y fauna doméstica y silvestre y protección de las especies en peligro de extinción, así como las autóctonas», señalan en su propia página web.
Por mensajes como estos, en los que se vincula la actividad a una labor naturista, la organización Ecologistas en Acción ha publicado un extenso informe en el que trata de desmontar científicamente algunos de los argumentos del sector y los mitos entorno a las actividades de caza que, según las estadísticas oficiales, mata alrededor de 25 millones de animales cada año en nuestro país.
«Si bien es verdad que la caza en España la practica cada año un menor número de personas, el sector en su conjunto se ha ido fortaleciendo como lobby social y económico, reaccionando así a la creciente concienciación medioambiental del conjunto de la sociedad», señala el informe, elaborado por el biólogo Roberto Oliveros a partir de una compilación de estudios y documentos técnicos y científicos.
Los ecologistas han resumido los resultados de su investigación en «7 verdades sobre el impacto de la caza en España»:
1. Consiste en matar animales por diversión o por negocio
La caza se sustenta básicamente por dos actividades: una deportiva o de competición y otra comercial basada en el turismo y las granjas cinegéticas. Aunque no existen datos oficiales completos y fiables sobre el volumen de dinero que genera —advierte Ecologistas— la Fundación FAES, vinculada al PP, cifró los beneficios en 2007 en más de 2.750 millones de euros. El expresidente de la Federación Española de Caza, Andrés Gutiérrez Lara, señalaba en 2004 que además de ese dinero la caza movía otros 6.000 millones más en dinero negro, sin facturas.
Los ecologistas destacan además que el sector está conformado por un reducido número de personas (330.000 federados y 848.243 licencias en 2013), por lo general adineradas, como grandes propietarios de fincas, banqueros, empresarios, aristócratas, políticos y miembros de la judicatura y de las fuerzas de seguridad. «Su labor en los últimos años ha destacado por los ataques a las normativas de protección de la naturaleza y de protección animal a escala europea y estatal y por una ausencia total de autocrítica de las malas prácticas», aseguran.
2. No es compatible con la conservación de la biodiversidad
Sólo derivada de la caza directa mueren cada año unos 25 millones de animales en España. A eso hay que sumar la pérdida de biodiversidad por los efectos indirectos: caza furtiva, sueltas, introducción de especies invasoras o exóticas, vallados y otras infraestructuras. Los ecologistas destacan que, a consecuencia de la caza, otras especies emblemáticas y protegidas, como el oso pardo, el lince ibérico o el lobo, se ven también afectadas de muerte. Además, las sanciones y sentencias por el uso de venenos en cotos de caza se han ido incrementando cada año. Tampoco en los espacios naturales más protegidos, como los parques nacionales, se ha prohibido esta actividad, que goza de una moratoria hasta 2020 para seguir activa en estos lugares.
3. Convierte los cotos en granjas intensivas y en campos de tiro
La caza se ejerce cada vez más sobre animales criados en granjas y liberados en los cotos para su captura inmediata, como el 1.350.000 ejemplares de perdiz roja que se soltaron en los cotos intensivos en 2013. Ecologistas en Acción señala que esto provoca «graves desequilibrios en los ecosistemas desplazando y dañando a las poblaciones autóctonas» y la «propagación de especies exóticas y/o invasoras como el arruí, el muflón o la codorniz japonesa».
4. No sirve para gestionar la fauna ni para controlar sobrepoblaciones
Ecologistas en Acción argumenta que es precisamente el ejercicio de la caza lo que muchas veces provoca sobrepoblación excesiva de algunas especies, debido a las sueltas o a la alimentación suplementaria. También por los esfuerzos en cazar machos, que son los que mayores trofeos reportan, generando una «descompensación»en las especies. Una reciente sentencia del Tribunal Supremo consideró además que la caza y la pesca «lejos de servir a los fines de erradicación de especies exóticas o invasoras, determinan su mantenimiento indefinido, cuando no la agravación».
5. Limita los derechos de la mayoría de ciudadanos
Las actividades de caza acumulan denuncias por el corte de caminos públicos, cauces o vías pecuarias, permitir que la caza sea aprovechamiento preferente en montes públicos y espacios protegidos o al intento de sancionar posibles molestias involuntarias a las especies de caza, como la actual ley de caza de Castilla-La Mancha. El informe asegura que un promedio 28 personas mueren cada año por el empleo de armas de fuego en la caza, y no exclusivamente cazadores.
6. No favorece el desarrollo rural
El 80% del territorio de España forma parte de algún coto de caza con actividad durante la mayor parte del año. Un estudio de 2014 sobre los monten andaluces concluyó que las actividades de autoconsumo ambiental, uso recreativo y conservación de la biodiversidad amenazada son más rentables que la caza en términos económicos. «La caza no solo no estaría favoreciendo el desarrollo del medio rural, sino que estaría limitando las posibilidades futuras de desarrollo de los entornos más deprimidos económicamente», señala el informe.
7. No sólo mata, también maltrata
Se estima que al finalizar la temporada de caza, cerca de 50.000 galgos son abandonados en España cada año. Otros son ahorcados o arrojados a pozos, como sucedió con cien perros en la localidad toledana de Villatobas en 2009. Los ecologistas destacan que tampoco las especies cinegéticas escapan a la tortura, como los zorros cazados por perros de madriguera, los jabalís con lanza, el tiro al pichón, etc.
«Especialmente llamativo resulta que en la mayor parte de las normativas cinegéticas se considere a los perros y gatos abandonados objeto de captura por parte de cazadores mediante disparo o trampas, sin que se les aplique la ley de protección animal. Esta medida lleva a la muerte a miles de animales domésticos sin apenas control por parte de las administraciones», señala el informe.
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