En la tarde de hoy la fotógrafa Andrea Comas decidió sacar fotografías con un teleobjetivo de la habitación del Carlos III en la que se encuentra Teresa Romero hospitalizada y en grave estado. Reuters España vendió la foto a varios medios que la publicaron en sus portadas digitales. En esa foto se mostraba a Teresa, con torso descubierto, con mascarilla de oxígeno...
La indignación no se hizo esperar en las redes. Tamaña vulneración de los derechos fundamentales de un ser humano. Violación de derechos reiterada una y otra vez hasta el hartazgo, hasta la saciedad. Por Andrea Comas que sacó la foto, por Reuters que la distribuyó, por los medios que la adquirieron y la publicaron de inmediato en sus portadas digitales.
El Confidencial, La Razón, El País, ABC, El Mundo, Público...
De la incredulidad se pasó a la indignación. El País fue el primero en retirarla... era tan evidente el escándalo y los problemas legales en los que se verían inmersos en breve tiempo, que anunciaron por Twitter que la habían retirado. Luego El Confidencial... Otros medios la mantuvieron (el diario Público demoró mucho en quitarla de portada) y todos ellos de esta forma perpetraron un asalto a la ética, una vergonzada práctica periodística a la que ya nos tienen acostumbradas, pero por sobre todo transgredieron un límite que tendrá o debería tener fuertes consecuencias.
Teresa había hecho un pedido que nos había quedado claro a todas y todos: No quería que se dieran a conocer detalles de su proceso clínico-médico. Si algo se sabía era eso. Repetido por sus compañeras, compañeros, su familia y hasta el mamarracho de quienes mal gestionaron el tema ébola en el país. Es decir, su pedido expreso de derecho a la intimidad había sido explícito y sin atenuantes. Ella a priori no autorizaba que se brindara información alguna desde el momento en que ingresó hospitalizada, salvo la que ella decidiera brindar.
No obstante, las primeras en vulnerar su pedido fueron las «autoridades» criminalizándola, culpabilizándola y mencionando detalles no contrastados de conductas o comportamientos supuestos que intentaron posicionarla como «LA» responsable de haber contraído la enfermedad. Por suerte, las declaraciones terroristas del consejero de salud, de la ministra y de los medios adictos al gobierno no tuvieron éxito y la maniobra de manipulación no triunfó. Al contrario, podemos decir con alivio que operó en contra de estos sátrapas y su juego macabro fue desvelado. La ciudadanía respondió con desprecio y espanto ante estos intentos. Tuvieron y tienen ahora que asumir la cadena increíble de errores y despropósitos con la que manejaron la situación y esperamos que todo esto termine con la dimisión de varios de esos personajes tóxicos y un mayor descrédito gubernamental.
También los medios cómplices, tuvieron que realizar un giro apreciable en la línea informativa. La voz de la gente se hizo más potente que las mentiras, arreciaron las denuncias de los y las protagonistas y vieron que era imprescindible dar un viraje de 180 grados en la línea editorial. De no ser así, caerían al abismo junto con los responsables de sanidad que durante 5 días solo generaron un error encima de otro error y un desacierto encima de otro desacierto desprotegiendo la salud de toda la población además de convertirse en el hazmerreir local e internacional.
A la misma hora en que hoy centenares de personas llenaban Sol gritando a viva voz «Todas Somos Teresa» en apoyo a la trabajadora sanitaria infectada, estos medios iniciaban la que sería una de las peores afrentas no solo a la ética periodística (que lo hacen con frecuencia) sino al respeto a la intimidad a la que todo ser humano tiene derecho, protegido por leyes y códigos de ética: La publicación de esa tremenda fotografía que jamás debió salir a la luz, ni siquiera sacarse.
Hoy en las redes, un tuitero dijo «Info Libre y Eldiario.es no la han publicado, gracias». Mal la llevamos cuando hay que agradecer la ética y el respeto de la prensa. Ante la penosa realidad que nos desborda, no puedo menos que agradecer también. Aunque me indigne, en nombre de Teresa digo gracias.
No sería honesta si no relatara la honda decepción que causó en mucha gente que un diario «progresista» como Público también se prestara a ese juego, sin medir las consecuencias siquiera del daño que podría provocar a su imagen. Y la decepción general crecía en forma proporcional al tiempo que esa web digital permitía que la foto permaneciera en su portada.
Este es un texto muy básico. Venimos del agobio y el agotamiento de días y días denunciando la manipulación más asquerosa, el descuido y la cadena de errores, las culpabilizaciones, las acusaciones infundadas, la rabia de escuchar a fascistas mentir y mentir. Por eso este texto, desde las tripas, desde el cansancio, desde la brutal sensación de que tienen que acabarse de una vez y para todas los ataques a Teresa, como persona y como profesional.
Lo de hoy, como decía, ha traspasado límites. No olvidamos. No perdonamos. No olvideis, no perdoneis. debemos tener memoria de lo que viene sucediendo. La impunidad con que actuan es parte de nuestra pasividad, de nuestros olvidos, de nuestra aceptación.
Se dice muy fácil «Hoy es Teresa, mañana puedes ser tú». ¿Pero... sabeis que? Es cierto. Y no sabeis cuanto.
Diana Cordero - Redacción Web
Desde luego que no pensamos olvidar. Hay que echar de sus poltronas a toda esta corrompida banda de ladrones y fascistas.
ResponderEliminarLos de arriba nunca cometen errores porque no hacen nada; mucho colgarse medallas cuando las cosas que hacen sus subordinados salen bien, pero cuando salen mal, cargan a los de abajo las culpas.
EliminarLos fallos humanos son habituales, para eso se crean las medidas de seguridad y los protocolos de intervención. Cuando fallan éstos, la culpa es del sistema en sí y no de los trabajadores. Pero esto, los de arriba, todavía no lo asumen, demostrándonos simplemente su incompetencia. Por la salud y la vida de miles y miles de personas hace más una enfermera que todos los consejeros de Sanidad juntos.