jueves, 12 de octubre de 2017

Acerca de tormentas y de brújulas


Por TOMÁS IBÁÑEZ

Es en los momentos convulsos, complejos, y tormentosos cuando se torna más apremiante consultar las brújulas para evitar extraviarnos. Sin embargo, también es en el estruendo de la tormenta cuando resulta más difícil confiar en sus indicaciones. Por eso es necesario no dejarse arrastrar por la vorágine de unos acontecimientos que se suceden con extrema rapidez y que demandan prontas respuestas. Por eso es preciso, aunque solo sea por un momento, «alzar la vista» más allá del contexto inmediato, tomar cierta distancia con la tormenta, y procurar vislumbrar hacia que horizonte nos empujan los actos a los que la situación parece emplazarnos.

Desde la simpatía, el aprecio, y la comprensión, que siento por muchos de los libertarios que se involucran en las actuales movilizaciones en Cataluña, no se me escapa, sin embargo, que están favoreciendo [han favorecido], de forma totalmente involuntaria, el proceso diseñado por el Gobierno catalán y por las formaciones nacionalistas para crear «un nuevo Estado».

Está claro que ese no es su objetivo, todo lo contrario, y que esa no es la razón por la cual exponen sus cuerpos en una paradójica «defensa de las urnas», o convocan huelga general en practica contigüidad temporal con el referéndum sobre la creación del nuevo Estado.

Sus objetivos van desde contribuir a «destruir el Estado español» (¡ojalá eso se consiga!), hasta avanzar hacia una situación donde se pueda «decidirlo todo», y no solo la forma política del territorio, pasando por la perspectiva de radicalizar la actual conflictividad alentando la creatividad y las chispas de auto organización que afloran en la población. Algunos acarician incluso el sueño de una (improbable) insurrección popular que abra el camino hacia una autentica «autonomía», en el sentido fuerte de ese termino que va mucho más allá de la autodeterminación de los pueblos.

Esos objetivos, así como el ineludible compromiso con la lucha contra la represión ejercida por el Estado sobre quienes desafían sus leyes, me merecen el más absoluto respeto. Ahora bien, también es obvio que la actuación de esos compañeros aporta su granito de arena al desarrollo del proyecto independentista, o mejor dicho, nacionalista, que es como conviene denominarlo, puesto que no pretende «independizar» cualquier cosa, sino, muy específicamente una «nación».

Si dicha contribución me preocupa, no es porque conduzca a propiciar la creación de un nuevo Estado, a final de cuentas nos tocara seguir luchando en su seno al igual que lo estamos haciendo en el seno del actual, sin que el cambio del marco estatal suponga una diferencia cualitativa que merezca especial mención. Vivir en un nuevo Estado nos trae sin cuidado, sin embargo, la principal repercusión negativa que se desprenderá de nuestra participación en el actual conflicto es que nos tocará, a nosotros y a los trabajadores involucrados, «pagar los platos rotos» del enfrentamiento entre el Estado instituido y el Estado naciente, como les va a pasar, por ejemplo, a los veinte anarquistas griegos detenidos por ocupar la embajada de España en solidaridad «con Cataluña» (sic).

Lo que me preocupa, y es precisamente en este punto donde adquiere sentido lo que antes comentaba acerca de la necesidad de «alzar la vista», es que la contribución a los actuales enfrentamientos está dando alas al «auge de los nacionalismos», como ocurre en todos los choques entre nacionalismos, y augura un enfrentamiento entre trabajadores tanto dentro de Cataluña, como entre trabajadores de Cataluña y de otros lugares. Sin hablar del correspondiente «auge de la extrema derecha» que ya se viene observando de forma preocupante en diversos lugares de España. No es que haya que renunciar a luchar para no suscitar el auge de la extrema derecha, claro, pero lo que no conviene hacer es luchar en un escenario definido en claves nacionalistas porque eso sí que garantiza ese auge.

En estos momentos, las respectivas actuaciones de un Puigdemont que ayer dejó en el limbo la proclamación del nuevo Estado, y de un Rajoy que hoy pone en marcha, sin formalizarla, la suspensión de la Autonomía catalana, revelan la preocupación por no perjudicar los intereses de las grandes corporaciones, empresas o entidades financieras, y señala los limites que los dos gobiernos enfrentados no están dispuestos a transgredir. Eso se está traduciendo por una desescalada de la tensión, por la escenificación de un espectáculo de poses y de engaños, adornado con disparos de balas de fogueo. Hasta ahora la única sangre que ya se ha vertido, y que habría que evitar que se siguiera vertiendo, es la de «la gente de abajo» que se dejó arrastrar a participar en una partida orquestada y arbitrada por la clase política en función de sus intereses. Luchemos, sí, pero no en campos de batalla donde nuestros enemigos nos llaman a hacerles costado.


12 comentarios:

  1. Difícil disyuntiva. Porque hoy, en Catalunya, el "campo de batalla" viene impuesto por las circunstancias y no es posible permanecer al margen. No queda más remedio que posicionarse clara y efectivamente en contra de la brutal represión del Estado español, aunque ello signifique, inevitablemente, que dicho posicionamiento sea interpretado como apoyo a un independentismo de carácter claramente burgués. Difícil es, también, hacer de los principios teóricos y la estrategia práctica un cuerpo coherente para la acción. Toda lucha implica un riesgo, y en esta en concreto será imposible que los/as anarquistas no nos dejemos (como siempre) unos cuantos mechones de pelo en la gatera. La pureza sólo es posible en la teoría o lejos del "campo de batalla".

    Salud!

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  2. ¿Por qué antaño, en el año 2011 con el 15-M, no se hizo otra huelga general, por ejemplo? El pasado martes lo que se hizo fue pecar de canelos. La 'represión' del Gobierno central fue azuzada por unos políticos que solo buscan sus intereses, empujaron a la gente a la calle por unos motivos distintos a los suyos, y ya vemos el resultado. Lo más inteligente que cualquiera que se autodenomine 'libertario' es, y hubiese sido, estar al margen, porque ésta no es nuestra lucha. Mejor mantener la 'pureza' que hacer el ridículo.

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    1. Es una opinión que yo respeto y que, en parte, sólo en parte comparto, compañero. Sea o no azuzada, ante la represión (sin comillas) del Estado no cabe permanecer al margen. Esta es mi, por supuesto, discutible opinión.

      Salud!

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    2. El mismo Estado que reprimía, por esas mismas fechas, a los murcianos, y que nadie recordó. ¿Los catalanes son más importantes que los murcianos?

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    3. He ceñido mis comentarios al tema propuesto en el articulo, en el cual no se menciona a Murcia. Yo he denunciado en mi blog la represión con que la policía ha actuado en Murcia y he participado en varias de las protestas que han tenido lugar junto a la vía del tren. De modo que, yo si lo recuerdo, todos los días.
      Espero que tu pregunta sobre la importancia no vaya dirigida a mí, sería realmente ofensiva.

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    4. Va dirigida a quiénes se dirige Tomás Ibáñez, también nos ceñimos al texto. Lo de Murcia es un ejemplo, como el 15-M, que también puede servir de pretexto para protestar colectivamente contra la represión. La huelga del 3 de octubre fue por unos motivos que fueron bien utilizados para otros, como viene bien a decirse en el texto.

      ¡Si te has sentido aludido y ofendido? Nuestras más sinceras disculpas.

      ¡Salud!

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    5. No me he sentido aludido, lo único que he dicho es que, si tu pregunta "¿Los catalanes son más importantes que los murcianos?" iba dirigida a mí, pues sí que me sentiría ofendido, claro. Estoy y siempre he estado en las antípodas del supremacismo.

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    6. En cuanto a tu opinión de que "Lo más inteligente que cualquiera que se autodenomine 'libertario' es, y hubiese sido, estar al margen, porque ésta no es nuestra lucha", cabe decir y preguntarse:

      "Hay odio para rato, y mala fe también, de modo que este va a ser el clima social de estos próximos meses, con acuerdos o sin ellos, sin medidas de fuerza o gracias a ellas. Hay bencina de sobra para seguir avivando fuegos ya muy vivos que no tienen previsto apagarse. Además, se ve de nuevo que lo que para unos vale, para otros es motivo de persecución. Quedarse al margen es casi imposible porque hasta esto es un toma de partido. ¿En qué margen te vas a colocar? ¿Mirar para otra parte? ¿A qué parte?"

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    7. El fuego no surge de la nada, no es reciente, viene ya de antes. No es cuestión de mirar para otra parte, sino de tener los ojos bien abiertos, y preguntarse quién aviva el fuego y el porqué. ¡Que los árboles no nos impidan ver el bosque!

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  3. Reprimir es reprimir, provenga de dónde provenga. Parece que ya no nos acordamos de quién ordenó reprimir a los indignados del 15-M, en la misma Barcelona, en el año 2011...

    http://m.20minutos.es/noticia/1064805/0/acampada/barcelona/mossos/

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    1. Habrá quien no se acuerde, o no quiera acordarse. No es mi caso.

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