Por Richard Milner
Durante una época dominada por los magnates bandoleros, el militarismo, la economía del laissez-faire y la explotación colonial, el darwinismo social
fue una excusa fácil para las actitudes inmisericordes. En palabras del
príncipe Kropotkin, las ideologías deformaron la concepción de la
naturaleza de Charles Darwin hasta hacer de ella:
Un mundo de lucha permanente entre individuos medio muertos de hambre y sedientos de la sangre de sus prójimos. Hicieron del… ¡ay del vencido!... la última palabra de la biología moderna… [y] elevaron la lucha «sin piedad» por las ventajas personales a la altura de principio biológico al que era forzoso someterse…
Kropotkin,
nacido en la Rusia prerrevolucionaria con el título de príncipe,
criticó duramente un sistema social que le ofrecía privilegios
hereditarios. Tras haber desempeñado en su juventud varios cargos
diplomáticos y militares, se dedicó a la escritura y la filosofía y en
sus últimos años dedicó todas sus energías a derribar el sistema social
de su país.
Sus primeros
trabajos le llevaron a Siberia y, más tarde, realizó una inspección
geológica de Manchuria. Kropotkin, atento observador tanto de la fauna
como de los habitantes de la región, llegó a la convicción de que,
incluso en aquel medio frío y duro donde se debía suponer que la
competencia habría de ser muy intensa, la supervivencia dependía más de
la cooperación que de la competitividad. Kropotkin observó cómo los
caballos formaban círculos defensivos para protegerse de los ataques de
los lobos, las estrategias de éstos en la caza y las colonias sociales
de insectos y aves.
Piotr Kropotkin publicó un libro memorable, El apoyo mutuo (1902), con el que corregía la idea popular de la «lucha por la existencia».
Inspirándose en una conferencia pronunciada en 1880 por el zoólogo ruso
Karl F. Kessler «Sobre la ley de la ayuda mutua», Kropotkin pasó varios años elaborando su idea
del valor de supervivencia de la compasión, la crianza y el altruismo.
Habrían de transcurrir setenta años para que, con el auge de la
sociobiología, se examinara seriamente la función del altruismo en la
evolución. Kropotkin fue una voz solitaria en su llamada de atención
hacia el «apoyo mutuo, el sostén mutuo y la defensa mutua» en el reino
animal.
Piotr Kropotkin vio
igualmente sus consecuencias para los programas eugenésicos y de la
política humana y criticó las observaciones de Darwin en su obra El origen del hombre
(1871) sobre los «supuestos inconvenientes» de mantener a quienes éste
denominaba «débiles mentales y corporales» en la sociedad civilizada.
Darwin parecía pensar que las sociedades avanzadas padecían el lastre de
un número excesivo de individuos «no aptos»,
«como si miles de poetas, científicos, inventores y reformadores
débiles de cuerpo y enfermizos —criticaba Kropotkin—, junto con otros
millares de personas consideradas “dementes”… no fueran las armas más
preciosas utilizadas por la humanidad en su lucha por la existencia
mediante recursos intelectuales y morales». Según Kropotkin, Darwin
mismo había mostrado que la «sociabilidad» otorgaba una importante
ventaja evolutiva. Por tanto, la insistencia de Thomas Huxley en que la
humanidad debía luchar contra la dura y competitiva «ley de la
naturaleza» resultaba innecesaria. Para Kropotkin, lo que daba a la
especie su ventaja competitiva era la cooperación social.
A
medida que se fue haciendo viejo, Kropotkin se convirtió en un
anarquista e hizo todo cuanto pudo por minar un sistema social que
consideraba injusto, inhumano y «antinatural». Si fuera posible destruir
las corruptas instituciones políticas y económicas, pensaba, la
humanidad regresaría a su estado más «natural» de armonía y cooperación.
Diccionario de la Evolución, 1993.
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