sábado, 8 de abril de 2017

¡Abajo el sistema!


Por ALEJANDRO FRENKEL*

Fidel Castro solía decir que el presidente de los Estados Unidos no era una persona, sino un sistema. Emulando el escepticismo del líder cubano, Evo Morales repetiría esa idea una y otra vez cuando le preguntaban si prefería a Hillary Clinton o a Donald Trump para ocupar la Casa Blanca. Más optimistas, analistas, políticos y gente de a pie expresaron, luego de que candidato republicano ganara las elecciones, su confianza en que «el sistema» de frenos y contrapesos de la democracia norteamericana sería capaz de domesticar a la bestia y evitar que la irracionalidad y la incontinencia de Trump produjeran alguna catástrofe.

Ayer, el presidente norteamericano decidió bombardear una base del ejército sirio, como respuesta a un supuesto ataque con armas químicas perpetrado el martes pasado por el gobierno de Bashar al-Assad contra grupos rebeldes. Trump, además, acompañaría la acción militar con un llamado a conformar una «gran coalición de naciones civilizadas» para enfrentar al régimen alauita que gobierna Siria.

Ahora bien, ante todo este embrollo vale tener en cuenta dos cuestiones: 1) Siria es un aliado incondicional de Rusia. 2) Desde que Trump comenzó su campaña para la presidencia tanto en las primarias como en el mano a mano con Hillary expresó en reiteradas ocasiones que en su administración Estados Unidos iba a dejar de derrocar gobiernos y, además, iba a buscar un entendimiento con Vladimir Putin para administrar conjuntamente el tablero en Oriente Medio. Entonces, ¿qué pasó en el medio para que Trump decidiera ir contra el gobierno de al-Assad y, con ello, efectuar una provocación directa a Moscú? Como sucede en toda cocina del poder, es probable que nunca lleguemos a conocer todos los ingredientes de la receta. Sin embargo, se pueden hacer algunas presunciones.

Al poco tiempo de que Trump ganara las elecciones, al interior de Estados Unidos comenzó a gestarse una intensa campaña por parte de sectores de inteligencia, económicos y políticos secundados por importantes medios de comunicación con el objeto de desentrañar los vínculos espurios que el presidente estadounidense tendría con su par ruso. Según se decía, Trump era un monigote de Putin y el Kremlin se había entrometido en las elecciones norteamericanas para beneficiar a su candidato. En este marco, el otrora asesor de seguridad nacional de la presidencia, Michael Flynn (hombre de su máxima confianza, había dicho Trump al momento de nombrarlo) tuvo que renunciar a su cargo tras revelarse que mantenía conversaciones secretas con la embajada rusa. A partir de allí, el conflicto fue escalando y el «affaire Rusia» se transformó para muchos en la eventual excusa perfecta para avanzar en un juicio político contra Trump. Flynn no es la única víctima de esta disputa. Varios funcionarios y asesores de Trump han quedado en la mira de la justicia estadounidense por la misma razón. Hace pocos días Steve Bannon un trumpista de la primera hora, agitador mediático de la ultraderecha y defensor de la alianza con Putin fue sacado por el propio Trump del Consejo de Seguridad Nacional, a pedido del nuevo asesor de seguridad, el general Herbert McMaster, quien considera al Kremlin una amenaza. En este contexto, el bombardeo en Siria estaría vinculado a cuestiones domésticas. De hecho, el saliente Flynn manifestó la semana pasada que estaba dispuesto a testificar ante el FBI si le otorgaban inmunidad penal, apelando a una especie de figura del arrepentido.

En definitiva, en caso que efectivamente estas cuestiones sean las que están marcando el pulso de la política exterior estadounidense, vale la pena tener en cuenta dos lecciones: 1) Que Trump, lejos de ser un loco irracional es, como buen empresario, alguien que busca siempre negociar para sacar el mejor rédito y, como buen político, alguien que apela al pragmatismo para poder sobrevivir en el cargo. 2) Que el «sistema» del que hablaba Fidel, lejos de aplacar toda iniciativa temeraria puede, más bien, llevar al presidente a ordenar un bombardeo indiscriminado y, lo que es peor, a un enfrentamiento entre las dos principales potencias militares del planeta. Es por ello que tal vez haya que preguntarse si no es mejor decir: «¡abajo el sistema!».

8 abril 2017


  * Investigador del Conicet. Politólogo-UBA.

domingo, 2 de abril de 2017

La Guardia Negra anarquista en la Revolución Rusa (1917-18)

Guardia Negro detenido por agentes de la Cheka.

Un breve relato sobre las Guardias Negras anarquistas y su eliminación por parte de los bolcheviques en la Moscú de 1918

A LAS BARRICADAS
02/06/2016

Muchos anarquistas rusos se oponían completamente a la institucionalización de la Guardia Roja, que eran unidades de combate que habían creado los obreros de las fábricas en el curso desde la Revolución de Febrero hasta la de Octubre. En realidad, Rex A. Wade, en su libro sobre la Guardia Roja, apunta a la fuerte presencia e influencia de los anarquistas en la Guardia Roja, en la fase inicial de la Revolución. Las relaciones entre los bolcheviques y los anarquistas se habían comenzado a deteriorar tras la Revolución de Octubre, y los delegados anarquistas en el 2º Congreso de los Soviets, en diciembre de 1917, acusaron a Lenin y su partido de «militarismo rojo» y que los comisarios solo estaban en el poder a punta de bayoneta. Como resultado, en Moscú, Petrogrado, y en otras ciudades importantes, se hizo un intento concertado para crear unidades de combate autónomas, que fueron conocidas como Guardia Negra.

En 1917, se habían creado algunos destacamentos de la Guardia Negra en Ucrania, entre otros, el de Majnó. Nikolai Zhelezniakov, cuando huye de Petrogrado porque los bolcheviques le querían detener, también creó un grupo grande de la Guardia Negra en Ucrania. Otros destacamentos de la Guardia Negra en Ucrania fueron los dirigidos por Mokrousov, Garin y su tren blindado, Anatoli Zhelezniakov, el hermano pequeño de Nikolai, y el destacamento de Seidel y Zheliabov que defendieron Odesa y Nikolaiev. Otro grupo de Guardia Negra fue dirigido por Mijail Cherniak, más tarde encargado de la contra-inteligencia majnovista. En Viborg, barrio de Petrogrado, los obreros anarquistas de la fábrica rusa de la Renault crearon una Guardia Negra, pero pronto se fusionó con la Guardia Roja, que se había creado en la fábrica en torno a la misma época.

Burevéstnik, el periódico de la Federación de Anarquistas de Petrogrado, avisaba que «... esos caballeros se equivocan al pensar que la revolución real ha terminado... No, apenas está comenzando, una revolución real, una revolución social que liberará a los trabajadores de todos los países».

En abril de 1918, ya había unas 50 unidades de la Guardia Negra en Moscú, formadas por la Federación de Grupos Anarquistas de Moscú (FGAM). Peters, jefe de la Cheka, en particular, estaba preocupado por este crecimiento. «Recuerdo a mi llegada a la Cheka de Moscú, que había dos poderes en la ciudad: por un lado el del Soviet de Moscú, y por otro, el cuartel de la Guardia Negra en el antiguo Club de los Mercaderes, en Malaia Dmitrovka. Este cuartel de la Guardia Negra funcionaba y se gestionaba como un poder, organizaba raids en las calles, tomando armas y bienes, ocupando edificios...».

La Federación de Moscú ya había tomado unas 26 casas, que habían sido mansiones de los ricos, y que utilizaban como bases. Algunas de estas casas estaban en lugares estratégicos de la ciudad. Estaban llenas de puestos de ametralladoras, tenían dormitorios, bibliotecas, salas de conferencias, arsenales y almacenes de alimentos.

Según afirma Maximov, «Debido a su poder e influencia, la Federación logró ocupar las premisas del 'Kupechesky Club' (el Club de los Mercaderes) situado en Malaia Dmitrovka, una casa enorme y magnífica, decorada lujosamente y que tenía una biblioteca y un teatro. Las premisas tomadas recibieron el nombre de 'Dom Anárjiia' (La Casa de la Anarquía); provando ser el lugar adecuado para la más extensa y variada actividad anarquista. Para aquella época, la Federación llegó a un acuerdo con una de las imprentas más grandes de Moscú, permitiéndole comenzar a editar un diario a partir del semanario anterior.

»Para marzo de 1918, la Federación, se convirtió en una gran organización, numéricamente hablando. Además del trabajo llevado a cabo desde 'Dom Anárjiia', también había actividades que surgían desde otros edificios recién adquiridos. Se llevaban a cabo frecuentes y abarrotadas conferencias y asambleas en el teatro de 'Dom Anárjiia'. En las instalaciones se organizó una biblioteca y una sala de lectura, ciclos de pintura proletaria, poesía y teatro, y muchas otras actividades del mismo tipo.

»Emulando la tarea de formar un ejército de la Guardia Roja, la Federación comenzó a organizar su propia fuerza militar, la llamada Guardia Negra. Otro edificio fue tomado y convertido en cuartel, para los contingentes de los recién formados guardias negros. El camarada Kaidanov, una figura activa en el movimiento anarquista y camarada de largo tiempo, fue nombrado para la organización y la dirección de esta formación militar, que pronto se convertiría en el enemigo formal de la causa bolchevique, lo que provocó una gran extensión de calumnias, acusaciones inventadas de intenciones subversivas contra los anarquistas, para lograr el aplastamiento de las organizaciones anarquistas.»

Las actividades de la FGAM se intensificó después de que el Soviet de Ministros (Comisarios del Pueblo) se trasladara a Moscú. En las bases de la FGAM trabajaban los hermanos Gordin, Alexander Karelin, Vladimir Barmash, M. Krupenin, Piotr Arshinov y Kazimir Kovalevich. El secretario de la FGAM era uno de los teóricos del movimiento, Lev Chorny. Poco después del golpe de Octubre, la FGAM sacó su periódico Anárjiia diariamente. Urgía a las masas a que profundizaran y desarrollaran la revolución. En abril de 1918, en Moscú, había ya más de 50 grupos y destacamentos de la Guardia Negra, que eran unos 2.000 militantes, los más famosos eran: Huracán, Vanguardia, Autonomía, Socialistas Inmediatos, Torbellino, Lava, Tormenta, Luchadores, Petrel, Anarcosindicalistas, Hermandad, Partido Estudiante y el destacamento de anarquistas letones Lesma (La Llama). Por un informe de la KGB sabemos que también había llegado a la ciudad un destacamento anarquista de Samara. Todos los grupos y unidades organizativas de la Guardia Negra estaban agrupados en torno del Consejo de la FGAM, y el cuartel general de la Guardia Negra estaba en La Casa de la Anarquía en Malaia Dmitrovka. Había un secretario de la Federación, un departamento de propaganda y una junta editorial del Anárjiia.

Según la Cheka, los anarquistas estaban planeando una insurrección para el 18 de abril, y por ello decidieron llevar a cabo un ataque preventido, desarmando las tropas de la Guardia Negra. Las acusaciones de haber planificado esta insurrección fueron siempre negadas rotundamente por los anarquistas. Había convocada una asamblea general de la FGAM para el 14, pero eso era todo.

Como resultado, en la noche de 11 al 12 de abril, la Cheka llevó a cabo una reunión de emergencia, instalando un cuartel dirigido por Dzerzhinsky, y comenzó la operación del desarme de los destacamentos anarquistas. Dzerzhinsky remarcaría: «Teníamos cierta información de que los líderes querían llevar elementos contra-criminales agrupados en torno a la Federación, a actuar contra el poder soviético» (Izvestia, 75, 16 de abril de 1918). Ya el 8 de abril, el comandante del Kremlin, P. Malkov, y el comandante de los mercenarios letones, E. Berzins, habían realizado un reconocimiento para determinar la fuerza de la FGAM... Se aprobó un plan para eliminar la «contrarrevolución anarquista». La operación implicaba a unidades de la Cheka (1º Destacamento de Ametralladoras y el 4º Regimiento Letón de Fusileros), así como a parte de la guarnición de Moscú. Las operaciones comenzaron a medianoche, siendo los edificios de los anarquistas rodeados por estas tropas.

Muchas unidades anarquistas carecían experiencia de combate y de resistencia, pero los bolcheviques, a pesar de todo, encontraron una fuerte resistencia armada en algunos lugares, por ejemplo, en Malaia Dmitrovka en La Casa de la Anarquía. Aquí la Guardia Negra ocupó los edificios de los alrededores, y puso una pieza de artillería en el tejado. Los chekistas entraron en el edificio, respaldados por fuego de artillería que destrozó la ligera pieza de artillería y la primera planta del edificio. Sin embargo, los chekistas solo pudieron tomar el edificio después de ser reforzados por los fusileros letones. El último bastión anarquista fue la mansión Zeitlin, que fue tomada a las 12 del mediodía, y en general los combates entre las fuerzas de la Cheka y los anarquistas se detuvieron hacia las 2 de la tarde.
 
Factoria Putilov, uno de los epicentros de la revolución.

Como resultado de esta operación, los bolcheviques mataron a unos 40 anarquistas, algunos fusilados en el acto, mientras que unos 10 o 12 chekistas y soldados murieron durante los combates. El veterano anarquista Mijail Jodounov fue uno de los muertos, y su cuerpo fue arrojado a la calle.

Recorgado estos hechos Volin, escribió en su libro La Revolución Desconocida:

«...Y en la noche del 12 de abril, con un pretexto tan falso como absurdo, todas las organizaciones anarquistas de Moscú, principalmente la Federación de Grupos Anarquistas de Moscú, fueron atacadas y saqueadas por fuerzas policiales y militares. Durante algunas horas, la capital adquirió el aspecto de una ciudad en estado de sitio. Hasta la artillería participó en la acción. »

Esta operación sirvió de señal para expulsar las organizaciones libertarias de casi todas las ciudades importantes rusas. Y como siempre, las autoridades provinciales se excedieron de celo con respecto a las de la capital.

Lev Trotski, que durante dos semanas había preparado el golpe, y que había llevado a cabo en persona, entre los regimientos, una incansable agitación contra los «anarco-bandidos», tuvo la satisfacción de hacer esta famosa declaración: «en el último gobierno soviético, con una escoba de hierro, Rusia se ha desecho de los anarquistas» (p.308, edición de 1974). En realidad Trotski se había dirigido a las unidades del Ejército Rojo con discursos antianarquistas, espoleándoles hasta el frenesí.

Después de la derrota de la Guardia Negra de Moscú, 500 anarquistas fueron detenidos (algunos serían puestos en libertad poco después). El destacamento anarquista de Samara, que había tenido un papel activo en defender los clubs anarquistas, fue expulsado de la ciudad.

Dzerzhinsky, jefe de la Cheka, comentando los sucesos, dijo en el Izvestia, nº 75, del 15 de abril de 1918: «Nosotros en ningún caso teníamos en mente y no queríamos combatir a los anarquistas ideológicos. Y ahora todos los anarquistas ideológicos detenidos en la noche del 12 de abril, están siendo liberados, y si, tal vez, alguno de ellos sea llevado ante la justicia, es sólo por los crímenes cometidos por los elementos criminales que se han infiltrado en las organizaciones anarquistas. Hay muy pocos anarquistas ideológicos entre los detenidos por nosotros...».

Los sucesos de Moscú señalaron el comienzo de la represión en las provincias. Ataques similares tuvieron lugar en Petrogrado, Vologda, Smolensk, Briansk y demás. A primeras horas de la madrugada del 12 de abril, en Gorodéts, en la provincia de Nizhny Novgorod, los anarquistas, dirigidos por el portavoz del Soviet de la ciudad, Morev, lucharon contra los ataques bolcheviques. En Kursk, los anarquistas se amotinaron y mantuvieron la ciudad entre el 10 y el 29 de abril de 1918. El 9 de mayo, el Comisariado de Asuntos Internos envió una directiva a todos los soviets provinciales: «La experiencia de Moscú, Petrogrado y otras ciudades ha demostrado que, bajo la bandera de los anarquistas se esconden alborotadores, ladrones, atracadores y contrarrevolucionarios, preparando secretamente la derrocación del poder soviético... Todos los guardias anarquistas y las organizaciones de anarquistas deben ser desarmados. Nadie debe poseer un arma excepto bajo el permiso de los soviets locales» (Izvestia, nº 91, 10 de mayo de 1918). Sin embargo, el 17 de mayo los anarquistas, aliados con los maximalistas se levantaron en Samara.

La Guardia Negra fue derrotada, y fue por consiguiente presentada como una banda de delincuentes. Se trazó una distinción, como hemos visto, entre los «anarquistas ideológicos» y los «anarco-bandidos». Como iba a decir Trotski más tarde: «Eran simples merodeadores y ladrones que se metieron en el anarquismo. El anarquismo es una idea, aunque una idea falsa, pero el gamberrismo es gamberrismo y lo que le hemos dicho a los anarquistas: debéis distanciaros claramente entre vosotros y los ladrones... el régimen soviético ha tomado el poder, no para realizar pillajes como los asaltadores de caminos y los ladrones, sino para introducir la disciplina del trabajo común y una honesta vida trabajadora». Así que enviaba un claro mensaje a los anarquistas: serían tratados como delincuentes comunes. Trotski continuaría avisando a los anarquistas: «Si queréis vivir con nosotros bajo los principios básicos de la disciplina del trabajo, entonces debéis someteros a las clases trabajadoras, pero si queréis seguir a vuestro modo, no nos culpéis si el gobierno del trabajo, el poder soviético, os trata sin ponerse los guantes». En otras palabras, o se someten o que se preparen para la represión.

Las descripciones de Trotski de un anarquismo criminal, no tenía nada que ver con la realidad. La admisión en la Guardia Negra era muy rigurosa y la entrada era evaluada por varios cuerpos. Como dice Anárjiia (número 15, 10 de marzo de 1918):

«La recepción de los militantes en las guardias negras se hace bajo recomendación de: 1) grupos locales, 2) tres miembros de la Federación, y 3) los comités de fábrica y taller, 4) los soviets del distrito, diariamente, de 10 de la mañana a 2 de la tarde, en las premisas de la Casa de la Anarquía». Y en el número 22 se decía que «Camaradas, quienes queráis enrolaros en los escuadrones móviles negros, debéis ser conscientes de que hay que obtener recomendación. Quien no tenga recomendación puede no ser admitido en las listas de los escuadrones móviles. El Cuartel General». Quedaba claro que la Guardia Negra no llevaría a cabo operaciones policiales como la Guardia Roja (raids, detenciones, etc.) ya que era prerrogativa de ésta. En tanto a las requisas de casas y edificios, debió de ser la tarea de una comisión especial compuesta por delegados de los grupos locales. El secretariado de la FGAM le pidió a la Guardia Negra una lista con todos sus miembros para el 4 de abril.

Por otro lado, la Cheka y el Ejército Rojo podían detener sin ser controladas por el Soviet, y fusilar personas de forma arbitraria en sus sótanos de ejecución, después de que la pena de muerte había sido abolida por el gobierno soviético. La acción contra los anarquistas no fue llevada a cabo por unidades del Ejército Rojo y de la Guardia Roja, que se habrían negado a tomar parte en estos ataques, sino por unidades especiales controladas por los bolcheviques. También debería apuntarse que cuando las unidades de la Guardia Roja se estaban formando en 1917, incluían delincuentes, así como prisioneros de guerra alemanes. Algunas unidades de la Guardia Roja en la primavera de 1918 hicieron saqueos en Moscú en los que participaron incluso otras lideradas por la Cheka, y si la Guardia Negra, tampoco queda sin culpa, no estuvieron solos en esto.

Es significativo que en la noche después del ataque a los anarquistas de Moscú, Peters, el segundo comandante de la Cheka, iba a mostrarle al diplomático británico Lockhart los edificios vacíos de anarquistas para enviar un mensaje a las potencias occidentales de que los bolcheviques eran el partido del orden y que eran capaces de controlar y frenar la revolución. Refiriéndose a una mujer anarquista tendida en el suelo de una de las mansiones, disparada en el cuello por la Cheka, dijo que era una prostituta.


FUENTES:
 Skirda, A. (2000) Les anarchistes Russes, les soviets et la revolution de 1917. Paris.
 Volin. (1974) The Unknown Revolution.
 Wade, Rex A. (1984) Red guards and workers’ militias in the Russian Revolution.
 Maximov, G. The True Reasons for the Anarchist Raids (Moscow 1918) at http://www.katesharpleylibrary.net/brv25k
 Dubovik, A. The Defeat of the Moscow anarchists at http://socialist.memo.ru/books/html/razgrom.html

miércoles, 29 de marzo de 2017

'Por el pan, la tierra y la libertad. El anarquismo en la Revolución rusa', de Julián Vadillo Muñoz


Por el pan, la tierra y la libertad es un detenido estudio sobre el protagonismo que tuvo el anarquismo en «el acontecimiento que cambió el mundo»: la Revolución rusa. El libro repasa los antecedentes del movimiento revolucionario y anarquista, a través de sus grandes figuras como Bakunin o Kropotkin, o de procesos precursores casi inéditos como los que se desarrollaron en Bialystok y Krinki que trascienden la propia Revolución de 1905.

Se analizan las enconadas posturas del anarquismo ruso e internacional ante la Primera Guerra Mundial, la que nos pone en relación con los estallidos revolucionarios de febrero y octubre de 1917, en los que el anarquismo va a tener especial relevancia, lo que se fraguó en las décadas previas. Una vez que los bolcheviques toman el poder en octubre de 1917, el anarquismo se convertirá en la fuerza alternativa. Posteriormente, inmersos en el contexto de guerra civil se produce en Ucrania la experiencia comunista libertaria majnovista y, por otro lado, la insurrección de Kronstadt que mostraban el desencanto de buena parte de las fuerzas revolucionarias con el nuevo dominio imperante que no dudó en aplicar una feroz represión contra aquellos que habían estado a su lado liquidando el régimen zarista.

Casi a modo de epílogo el libro expone las actividades y discusiones que perduran en el movimiento anarquista ruso del interior y el exilio al que se verían abocados muchos de ellos.

El historiador Julián Vadillo Muñoz logra analizar el anarquismo ruso en su justa medida, ya que como movimiento derrotado en este proceso ha tenido siempre una atención tergiversada de su historia cuando no condenada al olvido. Con una firme pretensión divulgativa, acercando estos hechos a todo tipo de público y sin perder rigor por ello, con una clara contextualización histórica, nos presenta en el estudio a los personajes, organizaciones y grupos, prensa, las dificultades, los debates y posiciones, las realizaciones revolucionarias... que alcanzó el anarquismo ruso en este periodo.


8 febrero 2017

sábado, 25 de marzo de 2017

El día que Extremadura se levantó


El 25 de marzo de 1936, más de 60.000 campesinos ocuparon 3.000 fincas de grandes terratenientes. La acción pacífica fue legalizada por la República. La venganza llegó rápido: la matanza de la plaza de toros de Badajoz

Mª ÁNGELES FERNÁNDEZ / J. MARCOS

Eran las cinco de la mañana, el alba aún quedaba lejos, cuando miles de campesinos, azada en mano, se concentraron de manera sigilosa en centenares de pueblos de Extremadura. Corría el mes de marzo de 1936 y la reforma agraria durante siglos negada se materializó en una exitosa ocupación de tierras. Entre 60.000 y 80.000 personas, según las fuentes de la época, decidieron que ya era hora de voltear la realidad de Extremadura y poner la tierra en manos de quien la trabajaba, rompiendo así una gestión del territorio mediante latifundios dedicados al pasto que arrancó en el siglo XIII, con la mal llamada Reconquista.

Aquel 25 de marzo de 1936 es la «fecha identitaria del pueblo extremeño», para el escritor Víctor Chamorro. Aquel 25 de marzo de 1936 marcó un antes y un después no sólo en la historia de la región, sino también de España, aunque poco o nada se sabe de lo acontecido.

«Cuando los eruditos de la historia anden buscando el hecho que señaló el gran hito de la historia de España, algún dedo caerá, ciertamente, sobre nuestra Extremadura, la región en la cual se ha verificado la primera ocupación de tierras de forma multitudinaria», publicó el periódico Claridad, vivo entre 1935 y 1939. No ha sido así, la guerra civil y sus inicios especialmente cruentos en Badajoz, la represión franquista, la larga dictadura y el pacto de la Transición han silenciado un acontecimiento clave. De hecho, ni con el surgimiento de las autonomías con sus símbolos, estandartes y fiestas se ha recuperado la memoria de este momento y proceso. Ni tan siquiera como dato aparece en los libros de texto.

«1º: A las cinco de la madrugada del día 25 del actual, los campesinos de cada localidad se concentrarán sigilosa y rápidamente en diversos puntos de las afueras del pueblo; procurando todos ir provistos de azada y demás instrumentos propios para efectuar un deslinde. 2º: Efectuada la concentración, con el mismo sigilo y la misma actividad, emprenderán la marcha hacia las afueras de las fincas que deben ser incautadas. 3º: Ya en ellas se trazarán las lindes convenientes (…) 5º: Seguidamente, regresarán al pueblo y, una vez reunidos todos los grupos, se dirigirán ordenadamente al Ayuntamiento (…) 6º: (…) para hacer constar que la Clase Obrera acaba de tomar posesión de tales y cuales fincas en nombre de todos los vecinos del pueblo (…) 7º: (…) al siguiente día y en los sucesivos irán a las fincas incautadas todos los campesinos o una parte de ellos, a continuar la operación de deslinde y a comenzar la del cultivo adecuado…».

Ésta era la hoja de ruta de la ocupación, recogida en el libro La primavera del Frente Popular, del historiador Francisco Espinosa. Firmada en Badajoz el día 20 de marzo de 1936, alcanzaba nueve puntos en los que se instaba, entre otras cosas, a no causar daños en las fincas —a las incautadas porque ya son de los campesinos y al resto, porque lo serán algún día— y a oír con respeto a la autoridad.

Así, de manera sigilosa y ordenada, bajo la dirección de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (UGT), se tomaron 3.000 fincas en 280 pueblos de las provincias de Cáceres y Badajoz, las más grandes del país. Esta vez hubo victoria, triunfo, puños en alto y vivas a la República. Las derrotas anteriores habían sido abono para mejorar la acción.

Siglos de medievo

«Desde que Extremadura surge con este nombre, en el siglo XIII, hasta el siglo XX se perpetúa una Edad Media, un sistema de agricultura patriarcal, de dedicación de la tierra más a las hierbas que al grano, porque aquí se alimentan todas las ovejas de la Mesta de España, y los agricultores apenas tenían surcos y tenían que marcharse. Hasta el año 1936 en Extremadura se instala el medievo». Así resume Chamorro siete siglos. Aunque se debe incluir algún matiz en el relato: las desamortizaciones que supusieron la expropiación de los terrenos comunales que existían.

Esta semilla de desigualdad, retratada por novelas como Los santos inocentes, de Miguel Delibes, originó la huelga general campesina o de la siega de junio de 1934, que se saldó con 10.000 detenidos en Extremadura, según algunas fuentes, y 600 personas trasladadas a cárceles de fuera de la región. «De este precedente de derrota van a aprender mucho los jornaleros a la hora de plantear la siguiente lucha», apunta Manuel Cañada, activista social y una de las personas que con sus textos ha colocado la fecha en la agenda pública extremeña.

Aquel año, 1936, arrancó con un importante crecimiento del desempleo agrario, que coincidió además con una crisis económica y con un largo periodo de lluvias que impedía realizar las labores y, por tanto, acceder a un jornal, como recuerda el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEX), José Manuel Corbacho. A la dura situación y a las lecciones aprendidas hay que añadir la frustración por la lentitud en la aplicación de la Reforma Agraria, aprobada en 1932. Intensos ingredientes para el espeso caldo de cultivo de siglos de desigualdad e injusticia.

Entrada la primavera, en tiempo de floración y de inicio de la siembra, la tierra cambió de manos en Extremadura. Y el Instituto de la Reforma Agraria sólo pudo legalizar las ocupaciones. Los servicios provinciales del Instituto notificaron que se habían asentado yunteros y jornaleros en unas 70.000 hectáreas de la provincia de Cáceres y en unas 120.000 de Badajoz.


La guerra civil, la venganza

Poco duró el revolcón histórico y estructural. En julio de ese año se inició la guerra civil, siendo Extremadura una de las primeras comunidades controladas y desangradas por las tropas franquistas. El 14 y 15 de agosto fueron asesinadas y después calcinadas miles de personas en la plaza de toros de Badajoz. «Es la venganza de los señoritos, de los grandes terratenientes», sentencia Cañada, quien habla de investigaciones que confirman que muchos protagonistas del 25 de marzo fueron fusilados. La descripción es unánime.

«Buena parte de aquellos campesinos que participaron en las pacíficas ocupaciones de fincas de marzo del 1936 y en el proceso fueron asesinados o encarcelados por la represión franquista como castigo a su osadía, dado que existió una relación causa-efecto entre la participación activa en estas ocupaciones primaverales y la posterior represión fascista del verano», apunta, por ejemplo, el presidente de la ARMHEX. La historiadora Candela Chaves ha documentado que Badajoz es la segunda provincia más afectada por la represión franquista.

Mientras aún olía a quemado en la capital pacense, se produjo «la recuperación de las fincas por sus antiguos propietarios, poniendo de nuevo en marcha la antigua organización de los cortijos de forma mucho más dura y humillante para los trabajadores vencidos», se recoge en el libro Extremadura saqueada, publicado por Ruedo Ibérico en 1978.

Sin cambios

El resto, hasta hoy, es sabido: la falta de oportunidades obligó a emigrar a un 40% de la población en tan sólo 15 años, la renta per cápita es la más baja del país (16.166 euros, un 30,6% inferior a la media nacional), mientras las cifras de paro son las más elevadas de España (más de un 28%).

Y el silencio y el desconocimiento de esta reciente historia es lacerante: «Extremadura fue un foco de atención de los tratadistas de los fenómenos revolucionarios y de la antropología y sociología del campo. Y, sin embargo, con la llegada de la democracia todo esto pasó al olvido», apunta Víctor Chamorro, quien lleva 50 años novelando sobre la región, de manera incluso «tóxica», dice. Ahora, la recién creada Asociación 25 de Marzo está trabajando para generar un debate sobre la importancia del empoderamiento de la ciudadanía, de la identidad y, por qué no, de la redistribución de la tierra. «Esta es una región periférica en lo económico, social, cultural y político. El 25 de Marzo es un elemento constituyente de la identidad del pueblo extremeño, y tiene una capacidad de transformación social enorme», añade Cañada, quien fuera coordinador de Izquierda Unida en la región.

Han pasado 81 años de aquellas fechas en la que los ojos del mundo, a través de muchos corresponsales, estaban en Extremadura. Y las explotaciones sigue en las mismas pocas manos: la región sufre la «distribución más injusta de las tierras» de todo el Estado, afirma el estudio Estructura de la propiedad de la tierra en España. Concentración y acaparamiento, elaborado por la ONG Mundubat y la Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas, publicado en diciembre de 2015.

Este informe dedica un especial interés a las situaciones de Galicia, por su estructura minifundista, y de Extremadura, por todo lo contrario. Los datos analizados demuestran que la media del tamaño de las explotaciones es de casi 41 hectáreas, un 83% más elevado que la media estatal. O recogen, por ejemplo, que 163 grandes fincas (de más de mil hectáreas) poseen cuatro veces más tierra que las 28.752 pequeñas fincas. Hay más: el 30% de la tierra sigue en manos del 1,38% de los productores.

«Debemos destacar que algunas de estas grandes propiedades están en manos de latifundistas en el más clásico sentido de la palabra: personas físicas, de grandes familias o empresarios de alto nivel, absentistas en cuanto que su residencia habitual, por supuesto, no está en Extremadura y que tienen esas fincas como valores suntuarios y no como fuentes de renta o empleo», recoge el documento.


Nuevos dueños

En el pequeño aeropuerto de Talavera la Real (Badajoz), aterrizó en abril del año pasado Mohamed bin Rashid al-Maktum. El primer ministro de Emiratos Árabes Unidos y jeque de Dubái visitaba la tercera gran finca que ha comprado en la provincia Badajoz. El hecho no es aislado. «Ahora estamos viendo cómo los terratenientes extremeños se asocian a terratenientes extranjeros cuyas fortunas vienen del petróleo y que compran enormes extensiones de tierra extremeña», afirma Chamorro.

En febrero de 2015, el jeque Mansour al-Nahyan, dueño del club de fútbol Manchester City y hermano del emir de Abu Dhabi, invirtió en otra parcela pacense. Este jeque controla el fondo de inversión IPIC, dueño de la petrolera española Cepsa y también de parte de la eléctrica portuguesa EDP, entre otras compañías, como explican en su web. Los anteriores dueños, la familia Mora-Figueroa Domecq, son una de las mayores fortunas de España y también de las mayores beneficiarias de la Política Agraria Común (PAC). Pero esto daría para otro reportaje.

24 marzo 2017