viernes, 27 de noviembre de 2015

Viva la anarquía

 

Por RICARDO FLORES MAGÓN

Tras largos meses de forzada ausencia del campo de la lucha, vuelvo por fin al mundo de los llamados libres.

Viandante soy que retorna del destierro. Traigo en mis alforjas desengaños nuevos y nuevas decepciones, pues que hasta las rejas de mi obscuro calabozo fueron a asomar sus rostros repulsivos la ambición y el despecho, la ruindad y la traición. Al chirriar de cerrojos y chocar de llaves y cadenas se unieron los discordes aullidos de la jauría anarquizante y los relinchos iracundos de los mulos de la impotencia. El halo fétido de la calumnia envenenó más el enralecido aire de mi celda y la cobardía, viendo mis manos engrilladas, cobró valor y me azotó el rostro.

Y calumniado, maldecido, insultado y herido por la espalda por quienes pensé amigos y compañeros y que, por el contrario, supieron aprovechar mi ausencia e imposibilidad de defenderme para desgarrarme el corazón destruyendo mi hogar y haciendo huérfanos a mis desventurados tiernos hijos en venganza de que no me presté a ser instrumento de pasiones ruines y de ambiciones bastardas, vuelvo otra vez, como digo, trayendo en mis alforjas desengaños nuevos y nuevas decepciones, con mi salud quebrantada, aligerado de carnes y peinando más hilos plateados entre las sortijas de mi cabellera negra.

Más, si en lo físico he decaído, no así moralmente. Luchadores somos endurecidos en el fragor de la contienda. Nuestras voluntades han sido forjadas en el yunque de la miseria a golpes de infortunio y tiene el recto temple que da la conciencia de clase. Las vicisitudes de la vida son gimnasia vigorizante para las almas tenaces.

Pobre de salud, pero rico de espíritu, ahora que me hallo despojado ya de mis cadenas de galeote y con las manos libres una vez más de los grilletes, me apresuro a volver al campo de la lucha y a empuñar nuevamente la pluma que arrancara de mis manos la chicana legal esgrimida en nuestra contra por los eunucos de los próceres que sienten perturbarse las funciones digestivas de sus voluminosos vientres con nuestra propaganda revolucionaria.

De vuelta estoy entre vosotros, hermanos de cadenas; y así como os envío el más cordial saludo, escupo a los hocicos de la canalla imbécil que con sus maquinaciones pensaron corromperme y que en su impotencia, su rabia y su despecho, arremetieron —¡tontos!—, contra la hermosa lucha que en tierra mexicana sostiene el proletario, a más de arrojar lodo sobre mi nombre limpio y de meter cizaña en medio de mi hogar.

He vuelto, pues, hermanos, después de largo encierro, y aunque en él he sufrido como nunca en mi vida, dispuesto estoy de nuevo a pasar por la prueba.

Más, mientras ésta llega, a vuestro lado vengo. Hacedme campo, hermanos, a vuestro lado en la lucha; que si mi cuerpo se halla temporalmente enfermo, mi voluntad, como antes, se encuentra inquebrantable.

De ahí que tome ahora una vez más mi pluma e irguiéndome altanero ante el prócer protervo le lance como reto este grito sublime que condena mis ansias: ¡Viva la anarquía!

Regeneración
31 enero 1914.


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