martes, 30 de abril de 2013

La corrupción política

El anarquismo tenía y tiene razón: El poder corrompe


CNT-Madrid 

La actualidad de la corrupción política, definida como robo, mentira, engaño y privilegio, destacada por la denuncia de la corrupción generalizada en el partido del Gobierno del PP por su ex tesorero, Luis Bárcenas.

Incluida la suya propia con más de 22 millones de euros en Suiza, y el caso «Gurtel» de financiación ilegal del PP, no hace sino que reflejar lo que es el poder y la política del poder: la corrupción en toda su extensión, el robo, la mentira, el engaño y el privilegio, abarcando a todas las grandes y pequeñas instituciones del Estado, a todas las esferas del Gobierno, a todos los partidos políticos y a toda la clase política.

La financiación ilegal y la corrupción abarca a todos los partidos políticos, más de 300 políticos están juzgados por corrupción, y otros cientos más denunciados y no procesados por falta de pruebas, no por que no existan o no haya sucedido. También, es numerosa la cantidad de cargos públicos de la totalidad de las instituciones del estado que han sido condenados y acusados de corrupción, desde las más altas instituciones del Estado, sin excepción, por supuesto, la monarquía y la familia real también (Urdangarin, cacerías reales, mantenimiento y prebendas). Los procesos y condenas judiciales a los grandes partidos políticos PP, PSOE, CiU, PNV por financiación ilegal y corrupción es una constante histórica.

Corrupción política de todo tipo ilegal y legal. La corrupción como enriquecimiento ilícito e injusto es un robo y existe en sus dos vertientes de ilegal y legal, en función sencillamente de que el estado y los políticos la declaren de una forma u otra, nada más.

La corrupción ilegal, bajo las más diferentes formas de cobrar comisiones por contratación de obras y servicios públicos, financiación política de los partidos políticos con simulación de cursos a parados, organización de certámenes y eventos, asesoramientos e informes escritos y verbales inexistentes, subvenciones a ONG, malversación de fondos públicos, fraude fiscal, evasión de impuestos, blanqueo de capitales, quiebras fraudulentas de empresas públicas y privadas, manipulación de las oposición a servicios públicos, contrataciones de personal, subvenciones, jubilaciones anticipadas de políticos en EREs (Expedientes de Regulación de Empleo) de empresas en las que no han trabajado, indultos a banqueros y conocidos, viajes y hoteles de lujo, campañas publicitarias gratuitas, concursos de obras publicas amañados, acuerdos para controlar el mercado por las empresas, fijación de precios, fraude en los productos, publicidad engañosa, manipulación de los tipos de interés bancarios, falta de transparencia publica… Y sobre todo la corrupción urbanística, de obra civil y bancaria.

La corrupción legal, los sueldos, indemnizaciones, pensiones máximas, junto con todo tipo de prebendas y privilegios de la clase política, ningún tipo de incompatibilidades en el cobro de varios sueldos y pensiones públicos, vehículos oficiales, oficinas y asesores, vacaciones pagadas por empresas y bancos, favores e influencias, donaciones anónimas y publicas empresariales e individuales a los partidos políticos y a sus fundaciones, financiación pública de los partidos políticos, ausencia de supervisión de las cuentas de los partidos políticos, gastos de representación, mantenimiento de su seguridad personal, y sobre todo, su colocación en las grandes empresas y bancos al dejar la política con sueldos millonarios, destacando la legislación para defender sus privilegios, como la amnistía fiscal, paraísos fiscales, exenciones fiscales y supresión de impuestos, y todo tipo de legislación que ampara y cubre sus conductas delictivas, inmunidad e impunidad, al no exigirles ningún tipo de responsabilidad personal ni penal por su gestión, fraudes procesales y obstrucción a la «justicia», estafas bancarias, fraudes empresariales, información privilegiada, sueldos e indemnizaciones millonarias de consejos de administración de bancos y empresas, productos bancarios engañosos: las preferentes, la financiación con fondos públicos de sus proyectos empresariales, saneamientos empresariales y de bancos con dinero público, indultos a banqueros, políticos y conocidos, y destacando, la privatización de los servicios públicos pagados con fondos públicos, como corrupción política con mayúsculas, de robo, mentira, privilegio y engaño social, toda esa legislación política, electoral, económica, bancaria, social, laboral, sindical, mercantil, contable, fiscal, jurídica, educativa, sanitaria, religiosa, militar, penal, civil, matrimonial, cultural, deportiva, urbanística, medioambiental, hipotecaria, propagandística de los medios de comunicación, para defender sus privilegios y riqueza, de toda una clase política, que por naturaleza definimos corrupta.

La crítica del anarquismo al poder en su totalidad, denunciando la corrupción de la política, del poder, del Gobierno y de la clase política, demuestra la clarividencia de unas Ideas sociales que cada día están más de actualidad por el rigor y el acierto en sus predicciones, análisis y soluciones: la sociedad sin estado, sin poder, sin autoridad, sin gobierno, en su lugar el federalismo económico y social.

La corrupción es consustancial al poder, lo uno sin lo otro no puede existir, es la cara y cruz de la moneda. El poder corrompe, históricamente y en la actualidad es así, y de una forma generalizada. El poder se utiliza para enriquecimiento de quien lo ejerce, en la medida que puede, y a costa de los demás, tanto en su forma legal como ilegal, se use de forma individual como clase social y política, y siempre con el respaldo de la mentira y la violencia institucional.

Podemos recomendar algunos libros para ilustrar la esencia del poder y del Estado: El Estado en la historia de Gastón Leval, Dios y el Estado de Miguel Bakunin, y El Estado de Pedro Kropotkin, entre otros.

2 comentarios:

  1. Entendido desde el punto de vista estatal e ideológico, no es que el poder corrompa, es que el poder es la corrupción misma.

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  2. Todo poder corrompe, incluso el no estatal. Todo.

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