jueves, 15 de enero de 2015

«Ahora hay más esclavos en el mundo que en cualquier otro momento de la historia»

 


Actualmente el mundo está sufriendo una recesión global, enorme desigualdad, hambre, deforestación, contaminación, cambio climático, amenaza de conflicto nuclear, terrorismo… Pero además de estos problemas del siglo XXI, todavía existen y prosperan atrocidades del pasado como la esclavitud.

Más de 60 años después de la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU que prohibió la esclavitud, en el mundo hay más esclavos que en cualquier momento de la historia de la humanidad: 27 millones de personas. Así lo revela el investigador Benjamin Skinner en su entrevista para el portal AlterNet.

Skinner, que se hizo pasar por un comprador de esclavos para profundizar y entender mejor el tema, considera que la esclavitud de hoy se centra en grandes ganancias y vidas baratas. No se trata de ser dueño de gente como antes, sino de utilizarla como herramienta fácil para hacer dinero. El precio de los esclavos, es decir, de las personas que están forzadas a trabajar en contra de su voluntad sin la posibilidad de escaparse, es miserable.

«En un burdel ilegal de Rumania me ofrecieron una chica joven con síndrome de Down a cambio de un automóvil de segunda mano. En una ciudad de Haití negociaron conmigo por una niña de 10 años por unos 100 dólares», comparte su experiencia el investigador. «Hasta en el año 1850 la vida se apreciaba más: 40.000 dólares actuales».

La mayoría de estos casos se dan en los países pobres de Asia y América Latina pero también en países desarrollados como EEUU. Alrededor de 14.000 a 17.000 personas se trafican anualmente al país norteamericano para trabajar dentro de sus fronteras sin ninguna remuneración bajo la amenaza de violencia.

3 comentarios:

  1. Se trafica con todo, con todos y con todas en todas partes. Allá donde impera el capitalismo y sus leyes de mercado, todo queda reducido a herramienta o mercancía, o a ambas cosas a la vez. Los Estados, su policía y sus ejércitos están al servicio de las grandes corporaciones cuyo insaciable poder no cesa de aumentar.

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    1. Así es la esencia del liberalismo, y luego nos hablan de libertad y democracia... ¡Hipócritas!

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    2. ¡Hipócritas!, sí. Y quienes aún se crean el obsceno discurso de la ávida camarilla que nos gobierna, una de dos; o están en la más absoluta inopia, o son irremediablemente idiotas, pues nunca en nuestra tortuosa historia han estado las cosas más claras.

      Salud

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