El anarquismo es esencialmente internacionalista, como lo fue, en sus orígenes, el socialismo marxista.
En la medida en que las fronteras políticas son obvia consecuencia de la existencia de los Estados, los anarquistas no pueden menos que considerarlas también fruto de una degeneración autoritaria y violenta de la sociedad.
El cosmopolitismo de los antiguos cínicos y estoicos, fundado en la idea de la humanidad como un todo natural y moral, es acogido, a través de ciertos aspectos de la ilustración, como uno de los componentes esenciales de la filosofía social anarquista.
Mientras en el marxismo la actitud internacionalista (tantas veces minimizada y negada, inclusive antes de la neoeslavofilia de Stalin) se funda en la idea de que la clase social constituye, por encima de toda frontera política y cultural, un vínculo universal más sólido que la pertenencia a un mismo Estado o a una misma raza o nacionalidad, en el anarquismo se funda simple y absolutamente en la convicción de que no hay unidad más real (puesto que no hay ninguna más natural) que la de la especie humana.
En el marxismo, la posición internacionalista deriva de un hecho histórico; en el anarquismo, de un hecho biológico y de una exigencia ética.
La patria es rechazada en la medida en que se vincula con el Estado nacional; en la medida en que se deja representar por un gobierno y se presenta como enfrentada a las otras «patrias»; en la medida en que exige un ejército o fuerza armada para conservar su ser y su identidad. El antinacionalismo anarquista deriva de su antiestatismo y genera, a su vez, el antimilitarismo y el pacifismo del cual hablaremos más adelante.
La literatura de propaganda anarquista ha insistido mucho, sin embargo, a semejanza de la marxista, en el usufructo de la noción de «patria» por parte de la burguesía. Y lo cierto es que el nacionalismo, en la Edad Moderna, ha estado siempre vinculado a la clase burguesa y ha sido siempre ajeno, como ideología, a la clase obrera.
Si por nacionalismo se entiende la consideración de la nación y del Estado nacional como un valor supremo, podría verse al anarquismo como su más clara antítesis, esto es, como un antinacionalismo radical. Pero si, prescindiendo de lo ideológico, nos atenemos al plano de los sentimientos y los vínculos afectivos, ningún anarquista negará, por lo menos en la práctica, que el amor hacia la tierra que nos vio nacer (a su paisaje, a su lengua, a sus tradiciones, etc.) es, por lo menos, tan natural como el amor que sentimos por nuestros padres, hermanos e hijos. El nacionalismo, en este sentido, como bien lo veía Landauer, no es sin duda incompatible con el internacionalismo y con el repudio del Estado y de la guerra. Pocos pensadores hubo más rusos que Toistoi o más franceses que Proudhon; pocos españoles más españoles que los militantes de la FAI.
Extraído de La Ideología anarquista de Ángel j. Cappelletti.
Decía Cappelletti en este mismo libro, La ideología anarquista, que:
ResponderEliminar"Al tratar de la abolición del Estado, Malatesta se pone en guardia frente a quienes piensan que el anarquismo no consiste sino en fragmentar el poder central en una serie de poderes locales. y lo confunden con el mero «cantonalismo»."
Sin embargo algunos no quieren darse por enterados. Por ejemplo, aquí:
"El Internacionalismo es un movimiento político que aboga por una mayor cooperación política y económica entre las naciones para el beneficio mutuo [¿Cooperación entre naciones? ¡Vaya quimera! Pero si la nación es el germen de la guerra y del imperialismo!]/.../El término internacionalismo se usa frecuentemente de forma errónea como sinónimo de cosmopolitismo [pues Cappelletti dice exactamente lo contrario]"
O aquí:
"Estamos en contra de que el estado español oprima al pueblo vasco, a favor de que los pueblos vascos, catalanes, palestinos, saharahuis, tibetanos, kurdos... sean dueños de sus destinos, se asienten en territorios más o menos delimitados, que participen de la riqueza de la sociedad en general, que se federen como quieran [¡pero si ya se ha dicho que se deben organizar en compartimentos estancos según la pertenencia a un grupo "cultural" o "étnico"!], que se independicen de los estados [de los grandes, claro ¿pero qué pasa con los pequeños que se formen a renglón seguido?]".
Y no digamos aquí:
"Cada pueblo grande o pequeño tiene un derecho indiscutible de ser él mismo y de vivir según su naturaleza, es decir, su autodeterminación. Pero también tenemos claro que la autoderterminación de un pueblo no es la creación de un nuevo Estado o país... [¿Cómo que no? El derecho de autodeterminación lo reclama la burguesía para formar estados-nación en el seno de los estados del antiguo régimen... precisamente se basaban en el sofisma de las etnias, las culturas, los pueblos (en plural), etc... para dividir estados "multiculturales" (p. ej. El Imperio Austrohúngaro)]
Para el anarquismo no existen los "pueblos", sino EL pueblo (en singular), y su meta debe ser el mestizaje, la síntesis de culturas, el cosmopolitismo (rechazando todo lo reaccionario, irracional y atávico que hay en toda cultura y dejando sólo lo que potencia la libertad humana) y no dividir a la humanidad en culturas con tradiciones intocables. ¡¡¡¡Eso es precisamente lo que quiere la reacción!!!! El anarquismo sólo defiende una patria: la humanidad.
Desde luego los «libertarios» pucelanos que escribieron el manifiesto de invitación a Villalar para el 23 de Abril pasado, metieron la pata hasta el corvejón. Como dijeron aquí:
ResponderEliminar«En el anarcosindicalismo, las manifestaciones contra los grandes estados centralistas y a favor de los pequeños pueblos que quieren su autonomía y autorganización son incesantes...»
Y los de Wikipedia no saben lo que dicen cuando definen el internacionalismo, a pesar de la corrección siguen en lo mismo.
«El Internacionalismo es un movimiento político que aboga por una mayor cooperación política y económica entre las naciones para el beneficio mutuo.»
¡Sorprendente! Estas nuevas generaciones no hacen más que mear fuera del tiesto.