[Extracto del discurso de Mijail Bakunin para la Liga de la Paz y la Libertad en 1868 y publicado en su libro Federalismo, socialismo y ateísmo.]
La religión cristiana, más que ninguna otra, fue fundada en sangre e históricamente bautizada en sangre. Que se cuenten los millones de víctimas que esta religión del amor y del perdón a inmolado a la venganza cruel de su dios. Que se recuerden las torturas que ha inventado y que ha inflingido. ¿Es hoy más suave y más humana? No, quebrantada por la indiferencia y por el escepticismo, sólo se ha vuelto hoy impotente, o más bien mucho menos poderosa, porque desgraciadamente la potencia del mal no le falta aun hoy mismo. Y ved en el país en que, galvanizada por las pasiones reaccionarias, parece revivir: su primera palabra, ¿no es siempre la venganza y la sangre, su segunda palabra no es la abdicación de la razón humana y su conclusión no es la esclavitud? En tanto que el cristianismo y los sacerdotes cristianos, en tanto que una religión divina continúen ejerciendo la menor influencia sobre las masas populares, la razón, la libertad, la humanidad, la justicia no triunfarán sobre la tierra; porque en tanto que las masas populares queden sumergidas en la superstición religiosa servirán siempre de instrumento a todos los despotismos coligados contra la emancipación de la humanidad.
Nos importa mucho, pues, libertar a las masas de la superstición religiosa, no sólo por amor a ellas, sino por amor a nosotros mismos, para salvar nuestra libertad y nuestra seguridad. Pero no podemos llegar a este fin más que por dos caminos: el de la ciencia racional y el de la propaganda del socialismo.
Nos importa mucho, pues, libertar a las masas de la superstición religiosa, no sólo por amor a ellas, sino por amor a nosotros mismos, para salvar nuestra libertad y nuestra seguridad. Pero no podemos llegar a este fin más que por dos caminos: el de la ciencia racional y el de la propaganda del socialismo.
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