[El pasado 20 de noviembre, fue también el 74 aniversario de la muerte en Madrid de Buenaventura Durruti, a quien homenajearemos, aunque unos días tarde. Prefirí recordar otro hecho histórico como la Revolución Mexicana, la cual tuvo su impacto por estas tierras ibérico-peninsulares. Aunque en 1936 estabamos los españoles en guerra entre nosotros, también fue momento para poder elevar los sueños a la realidad, aunque luego ya sabemos lo que pasó... Pongo un extracto de una entrevista de André Prudhommeaux, que recogió Daniel Guérin en su célebre Ni Dios ni Amo.]
Estoy satisfecho de mi columna. Mis compañeros están bien equipados, y llegado el momento todo funciona como una buena máquina. Con esto no quiero decir que dejen de ser seres humanos. No; nuestros camaradas en el frente saben por qué y para qué luchan. Se sienten revolucionarios, no luchan por la defensa de nuevas leyes más o menos prometidas, sino por la conquista del mundo, de las fábricas, de los talleres, de los medios de transporte, de su pan, de la nueva cultura. Saben que su vida depende de ese triunfo.
Mi opinión es que nosotros, porque así lo exigen las circunstancias, hacemos la revolución y la guerra al mismo tiempo. Las medidas revolucionarias no se toman únicamente en Barcelona, sino también en las líneas de fuego. En todos los pueblos que tomamos, comenzamos a desarrollar la revolución. Es lo mejor de nuestra guerra y cuando pienso en ello me doy más cuenta de mi responsabilidad. Desde las primeras líneas de fuego, hasta Barcelona, no hay más que combatientes por nuestra causa. Todos trabajan por la guerra y la revolución.
Una de las consignas más importantes reclamadas por la actualidad es la disciplina. Mucho se habla de ella, pero pocos trabajan por ella. Para mí, la disciplina no tiene otra significación que el concepto que se tenga de la responsabilidad. Soy enemigo de la disciplina de cuartel, la que conduce a la brutalidad, al horror y a la acción mecánica. Tampoco reconozco la consigna errónea de la libertad que no conviene en los momentos actuales de la guerra., y que es el recurso de los blandengues. En nuestra organización, la CNT impone la mejor de las disciplinas. Los confedérales admiten y cumplen las decisiones tomadas por los comités, que son propuestas por los compañeros elegidos para aceptar estas cargas de responsabilidad. Durante la guerra, hay que someterse a los delegados que han sido elegidos. Ninguna operación puede hacerse de otro modo. Si sabemos que estamos ante titubeantes, entonces le hablamos a sus conciencias y a su amor propio. De esta manera, sabremos hacer de ellos buenos camaradas.
Estoy satisfecho de los compañeros que me siguen. Espero que también ellos estén contentos de mí. No carecen de nada. Tienen qué comer, qué leer, tienen discusiones revolucionarias. La holgazanería está ausente de nuestras filas. Se construyen continuamente trincheras.
¡Ganaremos la guerra, compañeros!
Buenaventura Durruti, 1936.
Hola compañeros, me alegra ver que vosotros también haceis un homenaje a un luchador por la libertad como fue Buenaventura Durruti. En mi bloh también le brindé un pequeño homenaje. Si queréis pasaros estaré encantado.
ResponderEliminarUn saludo compañeros. Y una vez más felicitaros por este estupendo blog que espero que inspire a muchas personas.
Lo mismo digo: ¡Salud compañero!
ResponderEliminarEl hecho de recordar a Durruti no quiere decir que le mitifique. Era un ser humano con sus virtudes y sus defectos, no era perfecto (un santo, como se dice). Solo que defendía algo en lo que creía (y seguimos creyendo los ácratas), porque es justo para todos.
Aunque la fecha del 20-N tenga aquí (en tierras ibéricas) un cierto significado, prefirí utilizarla para recordar algo del otro lado del océano: como el Centenario de la Revolución Mexicana, la primera de las importantes del siglo pasado. Y con la intención de dejar de «mirarnos el ombligo», un poquito, los de este lado del Atlántico.