sábado, 23 de enero de 2021

¡Muera la autoridad!

  Por RICARDO FLORES MAGÓN

Me explico que el burgués ponga el grito en el cielo cuando escucha este grito salvador: ¡muera la Autoridad! El burgués tiene razón, porque si desapareciera la Autoridad, en el mismo sepulcro caerían los privilegios del Capital para no levantarse más. La Autoridad es necesaria para perpetuar la desigualdad social, que garantiza al rico vivir en el ocio y condena al pobre al rudo trabajo y a la abyecta miseria. El burgués, pues, necesita que haya Autoridad, pues de lo contrario, tendría que tomar el arado, la garlopa o el martillo para ganarse su subsistencia y la de su familia.

Pero el pobre, ¿para qué necesita la Autoridad? La Autoridad nunca ha sido buena con él; la Autoridad ha sido para el desheredado la madrastra huraña, castigadora y malvada, castradora de voluntades. Todavía no sé qué en algún país del mundo haya sido la Autoridad el escudo o el ángel guardián de los pobres, y eso es así, porque no puede servir a dos amos al mismo tiempo: al rico y al pobre. La Autoridad fue instituida para cuidar los bienes materiales de la clase rica que se veían amenazados por los hambrientos.

Los que no tenemos un terrón donde reclinar la cabeza, no necesitamos la Autoridad. Por el contrario, la detestamos porque ella arrebata de nuestras filas a los más vigorosos de nuestros hermanos, para amontonarlos en los cuarteles y hacerlos empuñar las armas en favor de la burguesía, y en seguida nos cobra contribuciones para mantener esos soldados y todo ese enjambre de funcionarios grandes y chicos que forman lo que se llama: Gobierno.

Somos nosotros, los desheredados, los que no tenemos nada que nos roben, los que estamos obligados a pagar los gastos que origina el mantenimiento de la Autoridad, cuando lo justo sería que esos gastos fueran pagados por los beneficiados, que son los burgueses.

El soldado con el arma al brazo, el gendarme con el garrote en la mano, el rural con el sable desenvainado, ¿han servido alguna vez para proteger al débil? ¿Se ha dado el caso de que el soldado, el gendarme o el rural se hayan interpuesto entre el amo y el trabajador para evitar que el primero chupase el sudor del segundo? ¿Cuándo el pobre no puede pagar la renta del suelo o de la casa, han volado alguna vez en su auxilio el soldado, el gendarme o el rural para evitar el que sea puesto de patitas en la calle o el ser expulsado de la ingrata tierra que regó con su sudor? Y si indignados por la injusticia social que nos obliga a poner al servicio de los ricos la fuerza de nuestros músculos y la luz de nuestro cerebro, conspiramos y nos rebelamos, ¿se pone la Autoridad de nuestra parte, esto es, de parte de los débiles, de las víctimas de la voracidad capitalista? ¿No la vemos siempre con sus soldados, sus gendarmes y sus rurales repartir la muerte entre los pobres que se rebelan por un reparto más equitativo del pan?

Me explico que el burgués ponga el grito en el cielo cuando escucha este grito salvador: ¡muera la Autoridad! Pero no me explico que el pobre, el desarrapado, el trabajador se encabrite y eche espumarajos de rabia cuando se le da este amistoso consejo: no elijas autoridades; gobiérnate por ti mismo.

Ricardo Flores Magón detenido en EEUU.

Mirbeau dijo una gran verdad cuando exclamó:

 «De todos los animales, el más estúpido es el hombre, porque al menos los animales no eligen al carnicero que ha de degollarlos.»

Y los hombres hasta nos matamos en favor de quien ha de pasarnos a cuchillo cuando esté en el poder. ¡Así somos de estúpidos!

Demos nuestra libertad, demos nuestra tranquilidad, demos nuestra sangre; pero no para elegir verdugos, sino para acabar con ellos, para acabar con los burgueses, para fundar la Sociedad Libre de todos para uno y uno para todos.

No elevemos al poder ni a Vázquez Gómez ni a nadie. Seamos tan dignos como los animales que no eligen al carnicero que ha de degollarlos. Tomemos la tierra, la maquinaria de producción, los medios de transportación, las casas y las provisiones; concertémonos fraternalmente para la producción y el consumo en común y levantemos la frente, mexicanos, orgullosos de haber sabido resolver el Problema Social.

REGENERACIÓN
(23 de marzo de 1912)

sábado, 16 de enero de 2021

¿Qué pasó con la revolución mundial?

Londres, 1º Mayo de 1908.

Por EDUARDO ROTHE

No es que vivamos en paz: por todos lados hay terrorismo y violencia en este tiempo de guerras y revoluciones, por todos lados se protesta y se reivindica: contra el imperialismo, contra el racismo y el patriarcado, por la diversidad sexual y los derechos de los animales y la naturaleza. Verdaderas y falsas revoluciones, para todos los gustos y colores. Pero la Buena y Vieja causa de la Revolución Mundial brilla por su ausencia.

Y no es porque no se la nombre, bajo el eufemismo de «cambio de sistema», en estos tiempos cuando volvemos a escuchar La Internacional y la Bella Ciao en muchos lados.

Es que simplemente la organización internacional con fines políticos de los trabajadores, de los proletarios (aquellos que no son dueños de su vida y lo saben) no le llega ni a los talones a aquellos encuentros de Londres en 1864 para fundar la Primera Internacional, cuando (dice Google) «sindicalistas ingleses, anarquistas, socialistas franceses e italianos republicanos» se reunieron en Londres. «Sus fines eran la organización política del proletariado en Europa y el resto del mundo, así como un foro para examinar problemas en común y proponer líneas de acción».

O, si a ver vamos, el Congreso de Bakú (Congreso de todos los pueblos del Este) de 1920 celebrado en Azerbaiyán y convocado con pocos meses de anticipación, que contó con la asistencia de 1.900 delegados venidos de varios continentes y representantes de más de 20 entidades étnicas del Medio y Lejano Oriente. Solo los rusos llegaron en tren, a través de un país azotado por la guerra civil y el cólera (que le costó la vida al periodista John Reed) y los demás en carreta, a lomo de caballo, camello o burro, y algunos ni llegaron, fusilados o bombardeados en el camino por los ingleses que veían su imperio amenazado.

Hoy con automóviles, aviones, trenes, teléfonos móviles, Internet, con medios de comunicación que informan en tiempo real (aunque en versión falsificada) lo que pasa en el mundo, la izquierda radical y los movimientos sociales, siguen encerrados dentro de las fronteras de sus países, con algunas débiles excepciones de solidaridad continental, especialmente en América Latina…

En Europa, a pesar de su unión económica, los trabajadores reivindican a nivel nacional y no parecen interesarse por la suerte de los trabajadores menos beneficiados de otras tierras. Movimientos como 'Occupy Wall Street', el 15-M español y los Chalecos Amarillos franceses nacen, crecen y se diluyen sin pena ni gloria en su propio terreno, ignorando aquello de que la revolución, como el fuego, si no se extiende se apaga. Y la eterna ausente sigue siendo la otrora famosa y anhelada Revolución Mundial.

Ahora bien, la historia tiene sus astucias y el viejo topo revolucionario socava en silencio las bases de este mundo, para aflorar donde, cuando y como menos se lo espera. Puede ser que esté sucediendo lo de aquel personaje de Hemingway quien, al preguntarle cómo había quebrado su negocio, dijo «primero poco a poco y después de golpe». ¿Será la atomización actual de tantas luchas periféricas el «poco a poco» que oculta la lucha final? Nada escapa al análisis salvo la capacidad de análisis y si la cabeza va más rápido el corazón va más lejos, por lo que a veces los poetas dejan atrás a la ciencia de la historia. Federico García Lorca advertía, en el Poeta en Nueva York:

Que ya las cobras silbarán por los últimos pisos,
que ya las ortigas estremecerán patios y terrazas,

que ya la Bolsa será una pirámide de musgo,

que ya vendrán lianas después de los fusiles
y muy pronto, muy pronto, muy pronto.

¡Ay, Wall Street!

¿Será que nosotros, humanos de poca fe, desesperados porque las condiciones objetivas están maduras y se pudren en la barbarie, no logramos ver que las condiciones subjetivas están a punto de florecer?

O, para decirlo con otro poeta, el Chino Valera Mora, «El socialismo no existe, pero de que vuela, vuela.» No es una cuestión académica: a la humanidad le va la vida en ello.

Se aceptan apuestas.

TELESUR
12 enero 2021