martes, 25 de junio de 2013

Los libertarios en los movimientos sociales

[Aunque el Movimiento Libertario no sea lo fuerte que debería ser, por lo menos existe y se mantiene. Somos pocos los anarquistas en general, pero tenemos un papel fundamental todavía que debemos ejercer: impedir que toda iniciativa popular sea desviada a otros intereses. En un capítulo de su libro sobre el movimiento majnovista (escrito en los años 20 del siglo pasado) P. Arshinov nos da una pista...]

La idea del anarquismo abarca dos planos: el de las ideas propiamente dichas, la filosofía, y el de las realizaciones prácticas. Los dos están íntimamente ligados. La clase obrera en lucha está más cerca generalmente del lado concreto y práctico del anarquismo. Su principio esencial es el de la iniciativa revolucionaria de los trabajadores y su emancipación por medio de sus propias fuerzas. De este principio se siguen naturalmente el de la negación del Estado en la sociedad nueva y el de la autogestión de los trabajadores. Hasta el presente la historia de las luchas proletarias no nos ha mostrado el ejemplo de un movimiento de las masas guiado por un espíritu anarquista puro. Todos los movimientos obreros y campesinos que se han desarrollado hasta aquí [la Revolución Rusa y afines] lo han hecho en los límites del régimen capitalista y no han estado más que superficialmente inspirados en el anarquismo. Esto es natural y comprensible. Las clases laboriosas viven, no en el mundo deseable, sino en el de la realidad y por ello están expuestas directamente a la acción física y psíquica de las fuerzas hostiles. Junto a la influencia de las ideas anarquistas, débil y limitada, los trabajadores sufren constantemente la influencia real y poderosa del régimen capitalista y de los grupos intermediarios.

Las condiciones de la vida moderna envuelven a los trabajadores de todas partes, como los peces son envueltos por las aguas del mar. Los trabajadores no pueden salir de ese ambiente. Por eso es natural que la lucha que sostienen lleve el sello de las diversas condiciones y particularidades de lo existente. Nunca ha podido nacer y manifestarse esa lucha bajo una forma anarquista claramente definida y corresponder a todas las exigencias ideales. Una forma semejante no seria posible más que en estrechos círculos políticos y aun entonces sólo en forma de planes y programas y no en la práctica. En cuanto a las masas populares, cuando entran en la lucha, sobre todo en una lucha de vastas dimensiones, cometerán, sin duda, errores que impliquen antinomias y desviaciones y sólo en el curso de la lucha podrán ajustar su línea de combate al ideal al que tienden.

Ha sido siempre así. Lo mismo será en el porvenir. No importa con qué cuidado hayamos preparado las organizaciones y las posiciones de la clase obrera en tiempos de paz, desde el primer día de la lucha decisiva de las masas todo se hará en forma diferente a como lo hacía prever el plan elaborado de antemano; sucederá en ciertos casos que el hecho mismo de la acción de las masas desorganizará las posiciones preparadas; en otros casos las desviaciones y los choques inesperados harán necesario el cambio de las disposiciones tomadas. Y no será sino por grados que el vasto movimiento de las masas entrará en el camino que lleva al ideal.

Eso no quiere decir en modo alguno que la organización previa de las fuerzas y de las posiciones de la clase obrera no sea necesaria. Al contrario, es la condición esencial para la victoria de los trabajadores. Pero es preciso recordar que eso no es el coronamiento de la obra y que aunque haya sido realizado ese trabajo, el movimiento exigirá una gran perspicacia en todos los instantes y una facultad de orientación particularmente grande para acomodarse a las nuevas condiciones de la vida; en una palabra, será preciso dar pruebas de una estrategia revolucionaria de clase, la cual dependerá en un grado considerable el éxito del movimiento.

El ideal del anarquismo es grande y rico en su multiplicidad. Sin embargo el rol de los anarquistas en la lucha social de las masas es muy modesto. Su fin es ayudar a éstas a entrar en la vía justa de la lucha y de la edificación de la sociedad nueva. En tanto que el movimiento no haya entrado en la vía de la colisión decisiva, su deber es ayudar a las masas a darse cuenta de la significación de la lucha que les espera, a definir sus tareas y sus fines; deberá ofrecer su concurso para que éstas tomen las disposiciones de combate necesarias y organicen sus fuerzas. Si el movimiento ha pasado ya el período del conflicto decisivo, los anarquistas deberán entrar en él sin perder un minuto; deberán hacer todo lo que puedan para ayudar a las masas a liberarse de las desviaciones erróneas; deberán mantener su ímpetu en la dirección de los primeros ensayos creadores, servirles con el pensamiento, tratando de que la lucha entre en el verdadero camino que conduce a las aspiraciones esenciales de los trabajadores. En eso consiste el fin principal, por no decir único, del anarquismo durante la primera fase de la revolución. La clase obrera, en cuanto haya conquistado sólidas posiciones de lucha y de la edificación social, no cederá a nadie la iniciativa del trabajo creador. Se dirigirá por su propio pensamiento, creará la sociedad nueva de acuerdo con su propio plan. Ese plan será anarquista o no, pero, lo mismo que la sociedad nueva, habrá surgido del trabajo libre, será modelado por el pensamiento y la voluntad del trabajo...

Piotr Arshinov
(Cap. XII, «El majnovismo y el anarquismo»)

1 comentario:

  1. Los libertarios son tan antiguos como los ateos. Antes del nacimiento de los dioses todo era ateo. Antes del resurgir de los amos todos eran libertarios......

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