Protesta antimilitarista ante los juzgados de Valladolid efectuada por las JJLL y el MOC en el año 1992. |
El Antimilitarismo, tema de la segunda sesión de las Jornadas 'Por lo que fuimos, somos. Memoria de las luchas en Valladolid'
23 enero 2018
Al antimilitarismo ha estado dedicada la segunda sesión de las Jornadas 'Por lo que fuimos, somos. Memoria de las luchas en Valladolid', en las que se hablado del engaño que supuso el referéndum para la permanencia en la OTAN y del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC).
Con el lema 'OTAN no, Bases fuera' comenzó su intervención Epi (de la Unidad Popular Antifascista al Bloque Obrero pasando por el movimiento vecinal). «No voy a contar las batallitas del abuelo Cebolleta, ya que sigo estando en activo; voy a contextualizar la lucha», dijo Epi antes de hacer un ejercicio de memoria desde 1982, año en que el PSOE recibió 10 millones de votos y consiguió la mayoría absoluta.
«Lo hizo con tres grandes promesas: crear 800.000 puestos de trabajo; 4 años después el paro había crecido en un millón. Aprobar la Ley del Aborto, que con las limitaciones impuestas benefició a las clínicas privadas. Y celebrar un referéndum para salir de la OTAN, en la que nos había metido Calvo Sotelo, pero Felipe González acabó pidiendo la permanencia», recordó el ponente, que leyó la enrevesada pregunta de la consulta.
«El referéndum», añadió Epi, «fue un pucherazo, que se ganó pero se perdió en la práctica y el duelo ha durado mucho tiempo. Además ese sí que fue un referéndum ilegal y las condiciones que dijeron poner en caso de ganarse se han incumplido».
El ponente criticó la enrevesada pregunta de la consulta, pero también de la caída de los salarios a los existentes en 1972, de la reconversión industrial o de la distribución de droga por la policía en los barrios para desactivar a la juventud.
Juan Ángel Cantalapiedra, objetor insumiso que fue condenado a 2 años de cárcel por su negativa a cumplir el servicio militar en 1993, compareció aquejado del virus de la gripe: «Pero voy a hablar de otro virus, el virus militar al que combatimos con una buena dosis de desobediencia».
Cantalapiedra, tras leer un artículo publicado en la revista militar Reconquista sobre el desfile de las FAS en Valencia en 1980, analizó la evolución de la objeción de conciecia como movimiento social que se opuso al servicio militar obligatorio y cuestionó el militarismo.
Después de una mención a los Testigos de Jehová, que desde los años 50 al 76, fueron los únicos que ejercieron la objeción de conciencia en el país, se citó a José Luis (Pepe) Benuza, primer objetor de conciencia político, y la lucha desarrollada desde entonces hasta la abolición de la mili, calificada de «conquista social histórica».
«La supresión no fue gracias al Gobierno de Aznar, sino a todas las personas que se movilizaron, que fueron muchísimas y a todos los que fueron privados de libertad», dijo Cantalapiedra, que además de exponer las respuestas dadas por el MOC a la política gubernamental desde Gutiérrez Mellado y su Ley de Conciencia, «conocida como la 'Gran Inocentada' ya que se publicó el 28 de noviembre de 1984», a datos concretos de lo que sucedió en Valladolid.
«Nos llamaron de todo, desde maricones a cobardes. No nos llamaron bolivarianos porque entonces no se llevaba. Pero me alegra que los jóvenes no tenga que sentir la humillación de vestir un uniforme», expresó Juan Ángel Cantalapiedra, todo un ejemplo del MOC.
Raúl Alonso, que se incorporó al MOC en 1991 y que cumplió 28 meses de cárcel, dijo que entonces «cada 15 días había un juicio por insumisión, en Valladolid», donde creó la Plataforma por la Insumisión.
«El Estado, desde el año 1990 fue cambiando su respuesta a la insumisión, sin dejar nunca la represión pero la fue haciendo más invisible, más soterrada, aunque en 1996 había 340 presos», señaló el que entonces era estudiante de Filosofía y Letras.
«El MOC», añadió Alonso, «vio que el principal agente, el Ejército, estaba diluyéndose. Nuestra lucha, que iba más allá de la mili, tenía que reconducirse llevando la insumisión a los cuarteles. Se decidió ir al servicio militar y desertar, porque la lucha era contra el estamento militar. El PP gana el 96 las elecciones y decide acabar con la mili. Habíamos ganado esa batalla pero seguíamos con la insumisión cuartelera».
Alonso habló de los 130.000 declaraciones de objetores, de los jóvenes que dejaban ya de acudir incluso a los llamamientos... «Calaba la desobediencia, no había sitio donde meter a tanto objetor. El efecto bola de nieve era imparable y es cuando deciden crear el ejército profesional, que al principio no cubría los cupos, ya que nadie quería tener nada que ver con los militares ni aunque fuera cobrando. Esto se acabó con la crisis, que ha hecho un gran favor al ejército».
El insumiso vallisoletano tuvo palabras de recuerdo para los 12 últimos insumisos presos que el Gobierno tuvo que amnistiar. «La labor realizada sirvió para una gran concienciación, fue un éxito. Pero hubo un fracaso: el mensaje antimilitarista lo hemos perdido. Sigo creyendo que el país es mayoritariamente antimilitarista, pero hay un reducto duro que continúa, mientras se disparan los presupuestos para el Ejército».
En el coloquio hubo quien dijo que «ser militar lo asocia a tarado». También se criticó la Ley Mordaza municipal y se dijo que la represión es hoy mayor en la calle que entonces. Hubo consenso en que la imagen del Ejército ha mejorado con 'las intervenciones humanitarias' o el rescate de automovilistas atrapados por la nieve en una autopista. Las campañas de imagen continuarán, se dijo, pero nadie de los asistentes cree que a estas alturas el Gobierno pretenda volver a implantar el servicio militar obligatorio, aunque sea por un mes, como ha propuesto Macron en Francia.
«Los militares serán los primeros en rechazarlo. Están muy bien como están», se dijo.
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