Nº 339, octubre 2016
La historia de la resistencia anarquista alemana no es muy conocida. Trataré por ello de facilitar sistemáticamente una mínima orientación dentro de un tema tan poco estudiado.
Para comenzar, es necesario decir unas palabras sobre la historia del movimiento anarquista en Alemania. Max Nettlau ha identificado sus orígenes en aquel Círculo de los Libres de Berlín que se formó alrededor de 1848, del que formaban parte también Max Stirner, los hermanos Bauer y otros. En la segunda mitad del siglo XIX toma forma progresivamente un movimiento anarquista que se las tiene que ver con el partido socialdemócrata más fuerte de Europa, el SPD. El pequeño movimiento anarquista alemán vive un prometedor pero efímero auge en los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial, probablemente de la mano del antimilitarismo presente en la población, extenuada por el conflicto y por sus pesadas consecuencias sociales. La anarcosindicalista FAUD (Freie Arbeiter Union Deutschlands - Unión Libre de Trabajadores Alemanes), surgida en 1919 de las cenizas de una organización sindicalista revolucionaria de anteguerra, llega a alcanzar entre 1921 y 1922 la nada desdeñable cifra de 200.000 activistas, afirmándose como la principal organización anarquista (pero no la única) de Alemania. En 1923 se inicia una grave fase de decadencia que lleva a la FAUD en 1929 a contar con tan solo unos pocos miles de activistas. Es en estas condiciones cuando los anarquistas alemanes empiezan a afrontar el cada vez más brutal y preocupante ascenso del Partido Nazi de Adolf Hitler. De igual forma que la italiana, también la resistencia anarquista al nazismo es "larga". Comienza de hecho algunos años antes de la subida al poder de Hitler, como contraposición a un partido (el nazi) en lucha por el poder, para proseguir sucesivamente ampliándose muy por fuera de las fronteras alemanas.
Antes del régimen nazi
Los anarquistas enseguida se preocupan del ascenso del nazismo, tanto que en la prensa británica ya a finales de los años veinte se pueden leer artículos que advierten del peligro nazi. Pero el antinazismo de los anarquistas no se agota con la actividad propagandística. De las filas de la FAUD surge a finales de 1929 la experiencia de las Schwarze Scharen (algo así como «formaciones negras»), una de las expresiones más sorprendentes y rompedoras del antifascismo anarquista en los años precedentes al inicio del régimen nazi. Las Schwarze Sharen son una red de grupos repartidos por algunas zonas de Alemania (Alta Silesia, Berlín, Hesse, Turingia, Renania del Norte-Westfalia) que practican la autodefensa militante en clave antifascista, reconociéndose como organización integrada pero independiente de la FAUD y presentándose en público totalmente vestidos de negro. Estos grupos practican el antifascismo con la propaganda, con periódicos como Die Proletarische Front (El frente proletario) de Kassel, o Schwarze Horde (La horda negra), y con la acción militante. Las Schwarze Scharen, de hecho, entablan encuentros violentos con los nazis allá donde se presentan, y en particular con las SA (Sturmabteilung, «secciones de asalto»), incluso con las armas en la mano (pistolas, fusiles). De hecho, la policía descubre en 1932 un depósito clandestino de armas y explosivos escondido por la Schwarze Schare de Beuthen (hoy Polonia), en previsión de la toma del poder por parte de Hitler. Los militantes que animan las Schwarze Scharen, en su mayor parte jóvenes proletarios sin trabajo, son pocos; se habla incluso de solo algunos cientos de activistas repartidos por toda Alemania, pero en las zonas en que están presentes hacen sentir contundentemente su peso y buscan estimular la construcción de una suerte de frente unitario desde abajo, de todos los explotados, independientemente de su procedencia política, basado en la acción directa antifascista.
La represión que se desencadena a partir de 1932 sobre las Schwarze Scharen y sobre el movimiento libertario alemán se intensifica en 1933, cuando Hitler asume el poder. De hecho, ya en 1932 la FAUD, reunida en congreso en Erfurt, había decidido prepararse para la clandestinidad. Desde ese momento, esquematizando al máximo se podrían identificar a grandes rasgos tres planos en la resistencia anarquista contra el nazismo.
Dentro de Alemania (de 1933 a 1937-38): Pocas horas después del incendio del Reichstag (27 de febrero de 1933), es detenido el poeta anarquista Erich Mühsam (será asesinado en el campo de concentración de Sachsenhausen al año siguiente), mientras que Rudolf Rocker y su compañera Milly consiguen refugiarse en Suiza: así son puestos fuera de juego dos importantes exponentes del movimiento anarquista alemán. Tras un primer momento de desbandada, los anarquistas consiguen organizar una red clandestina que cuenta también con algunos apoyos en el exterior (Ámsterdam, España). Ya en mayo de 1933 fueron difundidas en Alemania las primeras publicaciones anarquistas clandestinas. Entre ellas hay que mencionar Die Soziale Revolution (La Revolución Social) de Leipzig, periódico promovido por Ferdinand Götze, que se editará entre 1933 y 1935 (ocho números documentados), con una difusión de alrededor de doscientos ejemplares por número. Las actividades de resistencia cesan entre 1937 y 1938 a causa de la dura represión que se desata sobre las filas anarquistas, represión que reduce la resistencia a una dimensión «individual», si bien no cesan, por ejemplo, los sabotajes en los grandes puertos del Norte como Hamburgo. Entre estas actividades de resistencia, sin duda de dimensiones bastante reducidas pero en cualquier caso importantes e interesantes, hay que recordar la figura de Fritz Scherer, ya responsable del refugio de Bakunin en los años veinte (un refugio de montaña construido y gestionado por los anarquistas de Meiningen, pequeña ciudad de Turingia; ver artículo en Tierra y Libertad, 323, de junio de 2015). Durante el régimen nazi a Scherer lo dejó tranquilo la Gestapo (más o menos) por ser bombero en la capital alemana, y ayuda como puede a sus compañeros en dificultad y difunde material antifascista y libertario. Entre otras cosas, consigue salvar de la furia del Tercer Reich y de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial muchos libros y folletos anarquistas, cambiándoles la cubierta por otras con títulos nada sospechosos políticamente. Los libros y folletos custodiados por Scherer serán leídos y reeditados por las nuevas generaciones de activistas anarquistas surgidos de la experiencia del 68 alemán.
Fuera de Alemania (1933-1945) en España, Francia, Polonia, etc.: La FAUD, desde los primerísimos años treinta, sigue con mucho interés el desarrollo del movimiento obrero español y de la CNT. En 1932, algunos militantes de las Schwarze Scharen, acosados por la policía, se refugian no por casualidad en España. Las filas del anarcosindicalismo alemán en el exilio se engrosan desde comienzos de 1933, tanto que en 1934 se funda en Barcelona el grupo DAS (Deutsche Anarcho-Syndikalisten - Anarcosindicalistas Alemanes), que se dota incluso de un periódico propio. El grupo participa en los combates de Barcelona en julio de 1936, tomando por asalto el Club Alemán, un importante punto de referencia del régimen nazi en la Ciudad Condal. Posteriormente encontraremos activistas anarquistas en varias experiencias de la Revolución española. Un grupo Erich Mühsam combate en Huesca, militantes alemanes forman parte de la Columna Durruti, y hay activistas como Etta Federn en Mujeres Libres y en las escuelas libertarias. Con la victoria franquista, los anarquistas alemanes se desperdigan: algunos inician un largo y doloroso periplo por los campos de concentración de media Europa (tanto los creados por el Gobierno francés para los excombatientes de España como, obviamente, los creados por los nazis), otros tomarán parte en la resistencia francesa, con el antiguo miembro de las Schwarze Scharen, Paul Czakon, o en la resistencia polaca, como Alfons Pilarski, fundador de la primera Schwarze Schere alemana (en Ratibor), que es gravemente herido en los combates del levantamiento de Varsovia en 1944.
Dentro de Alemania (finales de los años 30-alrededor de 1944): Este periodo es el de más difícil definición. Simplificando, se puede afirmar que son elementos de la juventud que, a pesar de ser adoctrinada y encuadrada por las instituciones del régimen nazi, como las Juventudes Hitlerianas, a finales de los años 30 se rebelan contra el régimen, llegando en algunos casos a la resistencia abierta. Quiero resaltar de modo particular a estos grupos salidos de un ambiente obrero, como los Edelweisspiraten (Los piratas de la Edelweiss) de Alemania Occidental (especialmente en ciudades como Colonia, Wuppertal, Essen, Fráncfort, etc.) y las Meuten (Turbas) de Lepzig. Dentro de estos grupos juveniles había una presencia anarquista: el grupo de los Edelweisspiraten de Wuppertal, por ejemplo, contaba entre sus miembros con un antiguo componente de las Schwarze Scheren como Hans Schmitz (que narrará su experiencia en el libro Umsoust is dat nie, así como en las Meuten ha sido recientemente descubierta presencia libertaria (primero el grupo había sido considerado de tendencia comunista), como por ejemplo Irma Götze, hermana de Ferdinand, que después irá a España.
La de los anarquistas alemanes es una resistencia larga y, sobre todo, sin fronteras. Como el mundo por el que luchamos.
David Bernardini
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