El Islam se origina en una estructuración social de carácter tribal. El monoteísmo del Islam significa una ruptura visceral con el politeísmo existente hasta ese momento en la península Arábiga. [1]
La nueva fe incitaba a la tribu de Mahoma a una permanente lucha contra las tribus vecinas. Además, Mahoma predicaba la piedad. No esclavizaron a las tribus vencidas cuando se convirtieron y sí lucharon en cambio contra tribus vecinas de infieles. De este modo la religión musulmana adquiere un carácter expansivo; en esta fe se concede un gran valor a la conquista y conversión de los infieles. Las costumbres preislámicas con usos espirituales como el rezo, dar o recibir limosnas se integran en el Islam. La relación de Mahoma y su Dios es vertical. Dios es todopoderoso, único, es el que manda y Mahoma el que obedece. La relación entre Mahoma y sus seguidores es simple: la voluntad de Mahoma es ley.
En el Corán se prescribe el orden social deseable, y estas prescripciones tienen por objetivo combatir la anarquía tribal existente hasta entonces, o sea, la violenta lucha extrema entre clanes o en el seno de los propios clanes. David Pryce Jones describe en The Closed Circle [2] el funcionamiento de este sistema tribal. Existía un círculo infinito de violencia en que una tribu intentaba someter a otra, y en el que dentro de las propias tribus, clanes y familias se daba una continua lucha por el poder. A la cabeza de cada familia, clan o tribu había un hombre, que a menudo conquistaba su posición con astucia y violencia. El gran éxito de Mahoma fue que triunfó en su cometido en cuanto a que buena parte de las tribus aceptaron las prescripciones políticas y sociales importantes (e incluso más tarde las normas económicas). Las prescripciones guardan relación con valores esenciales de la tribu como el cuidado del honor y la redistribución de la propiedad. Esa legislación permitía el fortalecimiento de los vínculos entre tribus, y si bien las luchas continuaron, no lo hicieron contra las tribus que habían ingresado en el círculo islámico.
En muchas prescripciones del Corán también se habla de la paz social dentro del propio grupo. Varias de esas normas atañen al honor del hombre y el de su familia o clan. Lo opuesto al honor es la vergüenza: cuanto más apasionadamente defienda un hombre su honor, tanto más fanático será a la hora de evitar el escándalo y la ignominia. También aquí la omisión desempeña un papel importante. Una cultura de la vergüenza es pues ignorar o negar sin rodeos lo que suele ocurrir con frecuencia en la realidad. Esto se acompaña de un fuerte y arraigado sentimiento de desconfianza, no sólo hacia los de fuera sino respecto a miembros de la propia familia o clan. En el propio grupo existe en gran medida un control social en el que la desconfianza sobre todo debe estar al servicio del honor del grupo a partir de rumores permanentes sobre la transgresión de las normas.
Yo acuso.
Defensa de la emancipación de las mujeres musulmanas.
Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2006
[1] K. Armstrong, Islam. Geschiedenis van een wereldgodsdienst, Amsterdam, 2001, p. 58. [El Islam, Barcelona, Mondadori, 2002]. Véase también: K. Armstrong, Een Geschiedenis van God. Vierduizend iaar jodendom, christendom en Islam, Baarn, 1993 [Una historia de Dios: 4.000 años de búsqueda en el judaísmo, cristianismo y el Islam, Barcelona, Círculo de Lectores, 1996].
[2] D. Pryce Jones, The Closed Circle: An interpretation of the Arabs, New York, 1989.
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