FRIEDRICH NIETZSCHE
Nota aclaratoria:
Cuando se habla de política en el
caso de Nietzsche, la controversia está servida. Sus textos políticos suscitan,
frecuentemente, dos reacciones opuestas: una pretende redimir a Nietzsche de lo
que él mismo pensó y dejó fijado por escrito; la otra le condena al peor de los
infiernos. Ambas adolecen del mismo defecto: carecen de la distancia necesaria
que requieren un análisis riguroso y una crítica ponderada de su obra. Para
unos, un héroe; para otros, un villano; y entre unos y otros, se desdibujan los
principales rasgos del pensamiento político de Nietzsche.
Esta traducción de algunos
fragmentos de contenido político del «Nietzsche maduro» intenta mostrar dos
aspectos de la crítica del filósofo alemán a las ideologías y movimientos
políticos presentes en su época y, naturalmente, en Alemania: el antisemitismo
y el nacionalismo. Junto a la democracia, el socialismo y el liberalismo,
forman todos ellos el elenco de las manifestaciones políticas de la modernidad
que será objeto de los ataques virulentos de Nietzsche. Son ideas sobre el
hombre y la sociedad que remiten a la epifanía de los nuevos dioses que
pretenden reemplazar al viejo dios muerto, con el cual, sin embargo, están
íntimamente emparentados.
Junto a esta dimensión crítica de su
pensamiento político, existe en el Nietzsche maduro una intención positiva, el
esbozo de un proyecto político denominado «la gran política». Aunque aquí no se
aporta ningún texto sobre su contenido, es necesario mencionarla, pues es el
marco, insuficientemente desarrollado, donde se encuadra la crítica de
Nietzsche a las ideas políticas dominantes en la época moderna. Ambigua,
obscura, en ocasiones inhumana, contiene las líneas generales cuyo cumplimiento
creará las condiciones para la hegemonía de un tipo superior de hombre y, más
allá de él, para el advenimiento del Übermensch.
Crítica y afirmación son las dos caras con las que Nietzsche suele presentarse,
y ambas deben ser consideradas, si se pretende una comprensión adecuada del
pensamiento político de este filósofo.
Consideramos que merece ser aludida
una última cuestión sobre los fragmentos traducidos. Éstos provienen del mismo
material a partir del cual se publicó un libro que Nietzsche nunca escribió: La voluntad de poder. Elisabeth
Föster-Nietzsche, que poseía los derechos de la obra de su hermano, dirigió la
edición de este libro fue la artífice de esta impostura literaria. Por ello, no
es de extrañar que la selección de los fragmentos políticos que se incluyeron
en él estuviera tan «excelentemente realizada»: se mostró una de las caras
políticas de Nietzsche (aun así, se censuraron algunos rasgos incómodos de su
aristocratismo para la «comunidad del pueblo» alemana) y se ocultó
pudorosamente la otra, la cual, como es fácil imaginar, miraba con desprecio y
repugnancia al nacionalismo en general, al del Segundo Reich en particular y al odioso antisemitismo emergente en
Alemania. Prácticamente todos los fragmentos que se referían a estas cuestiones
no aparecieron en esa obra tan famosa, leída y comentada que, repetimos,
Nietzsche no escribió.
El material traducido pertenece a
los volúmenes XI, XII y XIII de la edición crítica de la obra de Nietzsche
realizada por G. Colli y M. Montinari (Sämtliche
Werke. Kritischen Studienausgabe, Deutscher Taschenbuch Verlag/Walter de
Gruyter, Berlín/Nueva York, 1967-77 y 1980) y se extiende desde 1885 hasta
1888. La numeración de los fragmentos es nuestra: se adjunta al final una tabla
de correspondencias con la numeración establecida por Colli y Montinari
(primero indicamos, en números romanos, el volumen al que pertenecen los
fragmentos). Como ellos, no hemos introducido otro criterio de ordenación de
los fragmentos que no sea el puramente cronológico. Las palabras en cursiva son
del texto original, y los símbolos empleados tienen el siguiente significado:
— — — Frase interrumpida o incompleta.
(( )) Completado por los editores.
[ ] Añadido
por el traductor.
Fragmentos póstumos (1885-1888)
1[1]
Los
alemanes, como pueblo atrasado, echan
a perder el gran proceso de la cultura europea: por ejemplo, Bismarck, Lutero. Últimamente, cuando Napoleón quería
llevar a Europa a una asociación de Estados (¡el único hombre que era
suficientemente fuerte para esto!), los alemanes han mezclado todos con las «guerras de liberación» y han provocado la desgracia de la locura
nacionalista (¡con la consecuencia de la lucha de razas en países tan mezclados
como los europeos!). Así detuvieron los alemanes (Carl Martell) el avance de la
cultura sarracena: ¡siempre son los
rezagados!
2
Juzgar
el carácter del europeo según su relación
con el extranjero en la colonización:
crueldad extrema.
3
La
misión consiste en formar una casta
dominante con el alma muy amplia, capaz para los diferentes cometidos que
conlleva el gobierno de la tierra. Centralizar en una naturaleza todas las capacidades
individuales anteriores.
Posición
al respecto de los judíos: tienen una
gran práctica adquirida para la adaptación.
Por ahora son los mejores actores en esto;
también como poetas y artistas son los que imitan y comprenden de una forma más
brillante. Lo que por otro lado les falta: si algún día el cristianismo es
destruido, se hará justicia a los
judíos, pues los mismos fueron los causantes del cristianismo y del anterior y
supremo páthos moral.
4
«Alemania,
Alemania por encima de todo» es quizá el lema más estúpido que se ha dicho
ahora. Me pregunto por qué en
particular Alemania, si no quiere, defiende y representa algo más valioso que lo que ha representado cualquier
otro poder anterior. En sí sólo es un gran Estado más, una majadería en el mundo.
5
Nosotros
no somos lo suficientemente necios para entusiasmarnos con el principio
«Alemania, Alemania por encima de todo» o con el Reich alemán.
6
¿Puede
uno interesarse por este Reich
alemán? ¿Dónde está el nuevo proyecto?
¿Es sólo aquél una nueva combinación de poder? Tanto peor si no sabe lo que
quiere. La paz y tolerancia no son en
ningún modo una política que yo respete. Dominar y ayudar a vencer a los
pensamientos supremos es lo único que me podría interesar de Alemania. ¿Qué me
importa que existan o no los Hohenzollern? El pequeño pseudo-espíritu de Inglaterra es hoy el mayor peligro sobre
la tierra. Veo una mayor inclinación a la grandeza en los sentimientos de los
nihilistas rusos que en los de los utilitaristas ingleses. Necesitamos un
crecimiento entrelazado de la raza alemana y la eslava; también necesitamos a
los más hábiles materialistas, los judíos, imprescindibles para el dominio de
la tierra.
7
Los
alemanes debían crear una casta dominante. Yo reconozco que las facultades
inherentes de los judíos son indispensables como ingredientes de una raza que
debe aspirar a la política mundial. El interés por el dinero pide ser
aprendido, heredado y de mil maneras diferentes heredado. Todavía hoy los
judíos rivalizan con los americanos.
8[2]
A quien
le importan las condiciones bajo las cuales la planta «hombre» va creciendo en
lo que tiene más vigor, al que se ocupa de semejantes medidas, la aparición de
un nuevo poder político, si éste no tiene un proyecto, no es ni siquiera un
acontecimiento. Él apenas tiene tiempo para observarlo de cerca.
Que no
se me interprete mal: yo quería explicar con este libro por qué la formación
del Reich alemán me es indiferente. Yo veo en él un paso más hacia la
democratización de Europa; nada más, nada nuevo. Pero la democracia es la forma
de una decadencia del Estado, de una
degeneración de la raza, de un predominio de los malogrados. Ya lo he dicho una
vez.
9
Yo no
hago caso de estas guerras nacionales, de estos nuevos «Imperios» y de lo que,
en general, ocupa el primer lugar; lo que me interesa —puesto que veo como se
prepara lenta y vacilantemente— es la unidad de Europa. El genuino trabajo
colectivo de todos los hombres más importantes y profundos de este siglo era
preparar aquella nueva síntesis y anticipar a modo de prueba «al europeo» del
futuro; sólo en sus horas más bajas, o cuando envejecían, recaían en la
estulticia nacional de las «patrias», y entonces se convertían en «patriotas».
Pienso en hombres como Napoleón, Goethe, Beethoven, Stendhal, Heinrich Heine,
Schopenhauer; quizá también pertenezca a este grupo Richard Wagner, sobre el
cual, como sobre un tipo bien criado de la turbiedad alemana, no se puede
afirmar absolutamente nada sin un «quizá» semejante. Pero lo que nace y se
forma en semejantes cerebros como necesidad de una nueva unidad o ya como una
nueva unidad con necesidades, secunda un gran hecho económico ilustrativo: los
pequeños Estados de Europa (pienso que todos nuestros Estados e Imperios
actuales) tienen que llegar a ser muy pronto insostenibles desde un punto de
vista económico a causa del impulso incondicional del gran tráfico de personas y
comercial hacia las últimas fronteras, hacia el tráfico y el comercio
mundiales. (Ya solo el dinero fuerza a Europa a amontonarse en cualquier
momento junto a un gran poder.) Pero para entrar con buenas expectativas en la
lucha por el gobierno de la tierra —es evidente contra quién se dirige esta
lucha—, es probablemente necesario para Europa «alcanzar un acuerdo» formal con
Inglaterra: Europa necesita de las colonias inglesas para aquella lucha del
mismo modo que la Alemania
actual, para ejercer su nuevo papel de mediador y agente, necesita de las
colonias holandesas. A decir verdad, nadie cree ya que la misma Inglaterra sea
suficientemente fuerte para seguir representando su antiguo papel durante más
de cincuenta años. Por estas razones, es imposible excluir del gobierno de la
tierra a los hominis novi [hombres
nuevos], y no tiene que haber ningún cambio de partidos para que semejantes
cosas duraderas — — — Entretanto, hoy se ha de ser un soldado para no perder el
crédito como comerciante. En esto, como en otras cosas, es suficiente que el
próximo siglo encuentre las huellas de Napoleón, el primer y más anticipador
hombre de nuestro tiempo.
La
clase de «opinión pública» y de parlamentarismo actuales son organizaciones
inadecuadas para la misión de los próximos siglos.
10
N.B.
Contra lo ario y lo semítico.
Donde
se mezclan las razas está el origen de una gran cultura.
11
me
parece cada vez más que no somos suficientemente superficiales y cándidos para
ayudar a ese patrioterismo hidalgo brandenburgués y cantar a coro su consigna
embrutecedora «Alemania, Alemania por encima de todo»
12
El
interés exclusivo que hoy se presta en Alemania a la cuestión del poder, del
comercio y de las costumbres, y, como última cosa buena, de la «buena vida»; el
ascenso de la estupidez parlamentaria, de los lectores de periódicos, del
parlotear literario de cualquiera sobre todo; la admiración hacia un hombre de
Estado que incluso sabe demasiado de filosofía y defiende (como si fuera un
campesino o un estudiante de asociación) y cree hacer «aceptable» al gusto
alemán (o a su conciencia) su temeraria y brutal política del instante por
medio de una vetusta parafernalia de legitimismo y realismo; todo esto tiene su
origen en el inquietante y a menudo fascinante año de 1815. Entonces,
súbitamente, la noche se cernió sobre el espíritu alemán, que hasta ese momento
había tenido un largo día gozoso. La patria, la frontera, el terruño, el
antepasado: toda clase de estrechez de miras comenzó de repente a hacer valer
sus derechos. En aquella época despertó
la reacción y la congoja, el miedo al espíritu alemán, algo consecuente con el
liberalismo y el revolucionarismo y toda la fiebre política (se comprende esta
consecuencia). Desde entonces (desde la politización), Alemania perdió el
liderazgo espiritual de Europa: y ahora sale bien a los alemanes, los mediocres
ingleses — — —
13
Lo que
todavía es joven y camina sobre débiles piernas grita siempre muy alto, pues se
cae con mucha frecuencia. Por ejemplo, el «patriotismo» en la Europa actual, el «amor a
la patria», que es sólo un niño. ¡No se debe tomar en serio a los pequeños
chillones!
14
La
locura nacionalista y la torpeza patriótica no tienen para mí ningún atractivo.
«Alemania, Alemania por encima de todo» suena horrible a mis oídos, porque en
el fondo quiero y deseo más de los alemanes. Su primer hombre de Estado, en
cuya cabeza cuadra el buen fondo de legitimismo y cristianismo con una brutal
política del instante, que no ha hablado de filosofía más que un campesino o un
estudiante de asociación, suscita mi curiosidad irónica. Incluso me parece útil
que haya algunos alemanes que han permanecido indiferentes ante el R((eich alemán)), ni siquiera como espectadores, sino como los que apartan la vista.
¿Adónde miran, pues? Hay cosas más
importantes respecto a las cuales estas cuestiones ocupan un segundo plano: por
ejemplo, la creciente ascensión del hombre democrático, el embrutecimiento,
condicionado por tal motivo, de Europa y el empequeñecimiento
del hombre europeo.
15
la area [era] de Bismarck (la area del embrutecimiento alemán)
de
tales suelos pantanosos también crecen, a buen precio, las genuinas plantas
pantanosas, por ejemplo, los a((ntisemitas))
16
ser
nacional, en el sentido y grado en que hoy es exigido por la opinión pública,
me parece que sería para nosotros, hombres más espirituales, no sólo un
absurdo, sino una deslealtad, un aturdimiento despótico de nuestros mejores
saberes y conciencias.
17
El amor
a la patria es en Europa algo joven y se sostiene sobre débiles piernas: ¡se
cae frecuentemente! Uno no se debe dejar engañar por el ruido que hace: ningún
niño grita tan alto.
18
Máxima:
no tratar a ningún hombre que participe en la charlatanería mentirosa de las
razas.
(¡Cuánta
mendacidad y agua pantanosa se necesita para agitar la cuestión racial en la
actual E((uropa)) mezclada!)
19
Crítica del patrioterismo: quien
siente valores que considera cien veces más elevados que el bienestar de la
«patria», de la sociedad del parentesco de sangre y raza —valores que están más
allá de las patrias y las razas, por lo tanto valores internacionales—, se
convierte en un hipócrita cuando quiere jugar a «patriota». Esto es una bajeza del hombre y del alma que soporta
el odio nacional (o lo admira mucho y lo venera). Las familias dinásticas se
benefician de este tipo de hombre, y otra vez existen bastantes clases
comerciales y sociales (también, naturalmente, esos bufones venales, los
artistas) que, cuando este agua fuerte nacional obtiene el poder, salen ganando
con su promoción. De hecho, una especie inferior
consigue la supremacía — — —
20
El otro día me ha escrito un tal señor Theodor Fritsch[3]
de Leipzig. No hay banda más sinvergüenza y estúpida en Alemania que estos
antisemitas. En agradecimiento, le he respondido por carta mandándole un
puntapié conveniente. Esta chusma se atreve a mentar el nombre de Z((aratustra)).
¡Asco!, ¡asco!, ¡asco!
21
Es antisemita, vulgar, de canaille [canalla] grosera, que oculten su envidia de la prudencia
en los negocios de los judíos bajo fórmulas morales.
22
La apariencia hipócrita ha encubierto a todas las organizaciones burguesas, como si fueran
productos de la moralidad…; por
ejemplo, el matrimonio, el trabajo, la profesión, la patria, la familia, el
orden, el derecho. Pero todas ellas se han fundado sobre el tipo humano más mediocre para protegerse de la
excepción y de las necesidades de la excepción, de modo que, siempre que aquí
se mienta mucho, se tienen que encontrar gangas.
23
¡Un poco de aire puro! ¡Esta situación absurda en la que
se encuentra Europa no debe durar más tiempo! ¿Hay algún pensamiento bajo este
nacionalismo de vacas? ¿Qué valor podría tener hoy, donde todo apunta a los
intereses más amplios y comunes, donde todo incita a este mezquino amor
propio?... ¡Y esto se llama Estado «cristiano»! ¡Y en la proximidad de las
altas esferas se encuentra la canalla de predicadores de la corte[4]!
Y el «nuevo Reich», fundado otra vez
sobre la idea más usada y despreciable, sobre la igualdad de derechos y de
voto…
¡Y esto en una situación en la que salta a la vista la dependencia espiritual y la desnacionalización,
y en la que el valor y el sentido verdaderos de la cultura actual descansan en
un fundirse y fecundarse recíproco!
Llega necesariamente la unificación económica de Europa,
y asimismo, como reacción, el partido de
la paz…
La lucha por la supremacía dentro de una situación que no
vale nada: esta cultura de las grandes urbes, de los periódicos, de la fiebre y
de la «inutilidad».
24
El Estado o la inmoralidad organizada…
en el interior: como policía, derecho penal, estamentos, comercio,
familia
en el exterior: como voluntad de poder, de guerra, de conquista, de
venganza
¿cómo se logra que una gran muchedumbre haga cosas a las que nunca se prestaría el individuo?
- a través de la descomposición de la responsabilidad
- de las órdenes y su ejecución
- a través de la interposición
de las virtudes de la obediencia, del deber, del amor a la patria y al príncipe
la conservación del orgullo, de la dureza, de la fuerza,
del odio, de la venganza; dicho brevemente: de todos los rasgos típicos que contradicen al tipo del rebaño…
Los recursos
para hacer posible acciones, reglas, afectos, que, medidos individualmente, no
son «permitidos», y tampoco son «agradables»
- el arte de
«hacerlas presentables», de permitirnos entrar en tales mundos «extraños»
- el historiador
muestra la clase de justicia y de razón que tienen; los viajes; el exotismo; la
psicología; el derecho penal; el manicomio; el criminal; la sociología
- la «impersonalidad»:
con ella nos permitimos como medios
de un ser colectivo estos afectos y acciones (colegio de jueces, jurado,
ciudadano, soldado, ministro, príncipe, sociedad, «crítico»)… tenemos el sentimiento
de que hacemos un sacrificio…
La conservación de un
Estado militar es el último de todos los
medios para recoger la gran tradición,
para mantener el tipo de hombre superior, el tipo fuerte. Y todos los conceptos
que perpetúan la hostilidad y la jerarquía del Estado deben sancionarse en
función de aquello…
por ejemplo, el nacionalismo, el proteccionismo, — — —
Introducción,
selección y traducción del alemán de José Emilio Esteban Enguita
Archipiélago
CUADERNOS DE CRÍTICA DE LA CULTURA
Nº 40 / 2000 FEBRERO-MARZO
CUADERNOS DE CRÍTICA DE LA CULTURA
Nº 40 / 2000 FEBRERO-MARZO
NOTAS
[1] Cfr. F. Nietzsche, Ecce Homo, «El caso Wagner», &2.
[2] Cfr. F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal, &44.
[3] Theodor Fritsch, escritor de
libelos antisemitas, editó la Correspondencia antisemita y fue el compilador del Manual sobre la cuestión judía (1887).
Frecuentó el trato con Bernhard Föster, marido de la hermana de Nietzsche.
Nietzsche le escribió dos cartas criticando sin contemplaciones su
antisemitismo, y, por esta razón, Fritsch le atacó públicamente con dureza.
[4] Alusión al pastor antisemita Adolf
Stocker.
"No frecuentar a nadie que esté implicado en esa farsa desvergonzada de las razas".
ResponderEliminarF. Nietzsche.
"Sobre Nietzsche. Voluntad de suerte"
Georges Bataille
Taurus Ediciones, 1971.
He puesto este texto (cuya fuente indico abajo) después de leer el comentario en el que dice Félix Rodrigo Mora:
ResponderEliminar«Mi opinión sobre Nietzsche es que estamos ante el ideólogo principal del nazismo y el fascismo...»
http://esfuerzoyservicio.blogspot.com.es/2012/01/sobre-la-religion-carlos-marx-y.html?showComment=1337074059572#c971967785320476985
¡Sorprendente, pero cierto!
Este tipejo es un intoxicador y un manipulador, y sus seguidores y admiradores son unos ignorantes autosatisfechos que tragan todo lo que Félix ha masticado, digerido y cagado para ellos.
Dos de los puntos principales de definen al nacionalsocialismo: uno, es el nacionalismo alemán más intragable; y, el otro, es el racismo antisemita. Y da la peculiaridad que Nietzsche no era antisemita y mucho menos nacionalista, sería antidemocrático y hasta algo reaccionario, pero no un nazi.
Buscando información sobre Nietzsche he encontrado esta entrada. Muchas gracias por la selección realizada de fragmentos relacionados con el asunto de referencia.
ResponderEliminar