Desde los tiempos de la Primera Internacional, en el último tercio del siglo XIX, existió en Valladolid un activo núcleo libertario que mantuvo, unas veces más boyantes, otras menos, una sociedad de oficios varios y una escuela inspirada en los principios racionalistas. Aunque el socialismo, y el sindicalismo confesional católico, dominaban el panorama obrero, de este pequeño foco ácrata surgieron varios destacados militantes del anarquismo y anarcosindicalismo español.
Lunes, 3 de marzo de 2008
El Sexenio Revolucionario en Valladolid (1868-1874) se abre paso en un contexto de pobreza, paro y carestía. La clase trabajadora se encuentra en una situación deplorable. Por primera vez una fracción importante de los trabajadores vallisoletanos va a manifestar unas preocupaciones y adoptar unos modos de acción que no se ajustan a los esquemas tradicionales.
En este contexto de sobreexplotación, mayores libertades que ofrece el nuevo régimen revolucionario, la influencia de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) sobre la base de descontento existente va a llevar a una radicalización del movimiento obrero vallisoletano, o cuanto menos a una extensión del espíritu reivindicativo.
Primeros pasos del asociacionismo obrero en Valladolid: las sociedades de socorros mutuos
El periodo que nos ocupa vera materializarse diversas formas de asociación obrera que responden cada una de ellas a una concepción distinta y que en sus primeras acepciones no van a entrañar una ruptura formal con la ideología burguesa. La primera de ellas consistirá en la Sociedad de Socorros Mutuos que será propiciada y alentada por la burguesía vallisoletana.
Conocemos dos de estas sociedades que al menos formalmente combinaran los socorros mutuos y la instrucción. La Sociedad Filantrópica Mercantil de los dependientes de comercio de Valladolid más conocida como Filantrópica Mercantil (1862) y La Filantrópica Artística (1864) Esta sociedad guarda estrecha relación con la de Fomento de las Artes de Madrid.
El secretario de la Filantrópica Artística es José Rodríguez Herrero, tipógrafo que mas tarde en 1870 será presidente de la sección vallisoletana de la AIT y junto con Francisco Cea [tío de Ricardo Mella] uno de sus fundadores.
En abril de 1870, en el seno de esta sociedad, se lleva a efecto la votación para constituir el comité local de la AIT.
Esta sociedad jugo un importante papel en el desarrollo del movimiento obrero vallisoletano y de fermento ideológico para los obreros mas conscientes de la localidad.
Cooperativismo y sociedades de resistencia: la federación local de la AIT
Aparece en Valladolid una forma mas compleja de asociación obrera, la cooperativa de producción, ligada a un proyecto global, aunque utopico, de emancipación social. Esta forma de asociación sera alentada por los republicanos y presupone la subordinación ideologica de los trabajadores respecto al federalismo.
Según Francisco Cea, delegado por Valladolid al Congreso Obrero de Barcelona de 1870, la formación de tales cooperativas en Valladolid va a venir propiciada no por los federalistas sino por los internacionalistas, al poco tiempo de formar estos ultimos un primer grupo de organización de la AIT en 1869. Esas cooperativas se establecieron finalmente a principios del mes de enero de 1870. Cinco en total: de tejedores, sastres, zapateros, tipógrafos y sombrereros fulistas.
En el momento del Congreso de Barcelona y como se desprende de las declaraciones de F. Cea que asiste al mismo como delegado de dichas sociedades, pero tambien de la Seccion Local de la AIT recientemente constituida, las mismas son independientes de la internacional pero estaban conformes con los Estatutos Generales de la AIT.
Cea vota, en el dictamen sobre cooperación, porque las cajas de las cooperativas sean colectivas en vez de independientes.
El Congreso se pronuncia negativamente en lo referente a las cooperativas de producción, en tanto que las consideraba ligadas a una teoria inaceptable para lograr la emancipación social.
Hubo sin embargo, otras manifestaciones de cooperativismo en Valladolid y que se produjeron, en algunos casos, al margen o incluso en contra de la AIT.
Las secciones de tejedores, sastres, zapateros, sombrereros y tipógrafos existentes en la ciudad, se mantuvieron en funcionamiento durante los años siguientes y estuvieron presente en los congresos de Zaragoza y Córdoba en 1872.
Precisamente, en este último, se decidió que la capital castellana fuera la sede del siguiente congreso de la FRE. Para Max Nettlau, tal elección, se debió a que era la única localidad, fuera de Cataluña o Andalucía, que contaba con una organización fuerte. La Sección de la AIT de Valladolid que acudió al Congreso de Córdoba estaba formada por más de 500 afiliados y trece secciones.
En Zaragoza, el delegado vallisoletano fue el herrero Santiago Gómez. En Córdoba, en diciembre de ese mismo año, el delegado fue el cerrajero Marcelino Yarza.
Aunque, finalmente, declarada la Internacional ilegal, el comicio se celebró clandestinamente en Madrid, con asistencia de la Sección de Valladolid. Incluso, durante el periodo de decadencia la sección, aunque menguada en número, acudió a las conferencias de 1876 y 1877 de la AIT española.
Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE)
Pero no se agotó ahí la presencia anarquista en el movimiento obrero vallisoletano. Durante la expansión de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), nueva sección de la AIT en España, en los primeros años de la década de los ochenta, en Valladolid existió una sección de la Unión Manufacturera, que agrupó a los trabajadores de los centros fabriles relacionados con el mundo textil.
Entidad que acudió al congreso que celebró esta federación en 1883. Ese mismo año, en el congreso de la FTRE celebrado en Valencia, se decidió que el Comité Federal de la organización residiera en la ciudad castellana. Aunque los internacionalistas vallisoletanos ya habían estado presentes en la Conferencia de Gracia, de febrero de 1881, donde se decidió la reconstrucción de la sección española de la Internacional.
También acudió al congreso que la federación celebró en Barcelona en 1885. Después, hasta la creación de la CNT en 1910, el movimiento obrero de la ciudad estuvo presente en los diversos intentos de organizar una central obrera de tendencia libertaria.
Federación de Sociedades Obreras de Resistencia de la Región Española (FSORE)
Así acudió al Congreso amplio de Madrid de 1891, y a la fundación, en octubre de 1901, también en esa ciudad, de la Federación de Sociedades Obreras de Resistencia de la Región Española (FSORE).
En 1904 los ácratas se concentraban en una sociedad de albañiles llamada La Progresiva que tuvo su sede en la calle Mantería 49 y 51 y convocó el llamado Congreso de Federaciones de Trabajadores de la Comarca Castellana en mayo de 1904.
Si el asociacionismo obrero libertario tuvo continuidad durante estos años, el mundo cultural, educativo y su difusión a través de la prensa la gozó también. Retrocedamos unas décadas.
Durante los primeros años de la década de los setenta del siglo XIX existió en la ciudad una cabecera llamada La voz del trabajador. En la de los ochenta, se editaron La crónica de los trabajadores (1883) y El Cosmopolita (1884-1885), de tendencia colectivista, cuyos redactores acudieron al congreso de Reus de 1885, Del primero fueron directores Indalecio Cuadrado y Miguel Lozano, miembros del Consejo Federal de la FTRE residente en la ciudad durante estos años.
El segundo reapareció, brevemente, en 1901, y publicó textos de Fermín Salvochea con quien, los militantes obreros de la ciudad habían contactado durante la estancia del gaditano en la cárcel de la ciudad entre 1893 y 1898.
A comienzos del siglo XX se editó en la ciudad el periódico Tierra Libre.Tras su desaparición en 1905, fue relevado por El Nivel, que desapareció en 1906.
Fue durante esta primera década del siglo XX cuando comenzaron a publicarse en Valladolid periódicos de contenido pedagógico libertario. Entre 1910 y 1911, se editaron Escuela Libre, La Enseñanza Moderna y La Escuela Moderna. Todos ellos estuvieron dirigidos por Federico Forcada, un maestro procedente de Irún, donde ya había creado una escuela moderna, que se estableció en Valladolid hacia 1910.
Gozaron, entre otras, de colaboraciones de profesores formados en la escuela creada por Francisco Ferrer en Barcelona. Fueron los casos de José Casasola, Calderón o el propio Forcada. En 1916, apareció La Idea y, antes, Institución Libre.
Unas publicaciones que se correspondían a la existencia en la ciudad de diversas escuelas laicas, modernas, o racionalistas. Unas de tendencia republicana, como la que habían creado los republicanos en 1893 con el nombre de La Luz de Castilla o de inspiración socialista, como la fundada, en 1921, con el nombre de Universidad Popular Pablo Iglesias y otras, como la que, en 1913, creó el libertario Miguel Campuzano García, un joven maestro, de apenas veinte años, nacido en la ciudad.
Su existencia fue corta, apenas un año, pues no pudo superar la oposición de las autoridades religiosas. Dos años más tarde, en 1915, llegó a la ciudad Luis García Muñoz, Zoais quien tuvo una intensa actividad como maestro en la escuela local y editor de la revista Ideal, que, finalmente, no llegó a salir.
Además, fueron numerosos los contactos con el mundo republicano local. Aunque difíciles, estas relaciones originaron intervenciones de destacados representantes suyos en la creación de escuelas laicas o la celebración de actos culturales. Como los del médico libertario José Pedrero Valles, o Emiliano Pineda de la Universidad Popular de Valladolid y corresponsal de la publicación de la familia Montseny, La Revista Blanca. Precisamente, fue en la facultad de Medicina de Valladolid donde estudió Isaac Puente.
La escuela a la que acudió Valeriano Orobón, en la calle Mantería, era sucesora directa de la que había regentado Forcada y que tuvo que cerrar a mediados de 1911 por problemas económicos.
Fue el Ateneo Obrero Sindicalista quien tomó la iniciativa de reactivarla a fines de año. Durante 1912 se creó un grupo de apoyo para la apertura de una Institución Libre de Enseñanza. Finalmente, en el local del Ateneo de la calle Mantería, 49-51, las clases se reanudaron durante 1913.
Entre sus impulsores estuvieron Mariano Manzano, Pedro Salgado y Ángel Arranz. Dos años después, en junio de 1915, se incorporaron Zoais y, temporalmente, Eusebio Carbó. La actividad del primero fue intensa. No sólo dio clases o impartió ciclos de conferencias para los afiliados al pequeño sindicato cenetista, sino que además se convirtió en el animador de la Federación de Grupos Anarquistas de las Dos Castillas y León.
El Motín del Pan de marzo de 1904. |
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