lunes, 30 de julio de 2012

¿Quién está detrás de la matanza de Houla en Siria?

El pasado 25 de mayo los mass media nos sobrecogían con la noticia de una masacre supuestamente perpetrada por el ejército sirio en la localidad de Houla, no muy lejos de la problemática ciudad de Homs. La noticia, sin embargo, como el consumidor de noticias perspicaz pudo sospechar, era parte de la campaña de linchamiento mediático que los medios occidentales están llevando a cabo para justificar una futura intervención de la OTAN en Siria.


Una foto que no se corresponde con la realidad

De hecho, a las pocas horas de que las grandes agencias de prensa occidentales hicieran circular la noticia, ya había un desmentido: la foto que se estaba usando para ilustrar la terrible matanza (puesta en circulación por la BBC) no fue tomada en Houla, Siria, en 2012, sino en Irak en 2003. Al publicar la foto la BBC se inventó que la foto había sido enviada a la emisora británica por un activista sirio desconocido. La BBC reconoció que era imposible verificar su autenticidad, aún así publicitó la imagen sin ningún reparo. El caso es que al poco tiempo de la difusión de la foto el fotógrafo italiano Marco di Lauro se llevó una gran sorpresa cuando descubrió que era una foto que él mismo tomó el 27 de marzo de 2007 durante la guerra de Irak y en la que se ve a un niño que salta entre decenas de cadáveres de víctimas de las bombas humanitarias de EE UU y sus aliados, cadáveres que aparecen cubiertos por bolsas blancas [1].

Foto de Marco di Lauro de Irak en marzo del año 2003.

Victimas... ¿de bombardeos?


Tras el lapsus de la BBC, de cuyo desmentido los grandes medios apenas se hicieron eco, los profesionales de la información nos mostraron unas fotos espantosas de víctimas, esta vez sí, de la localidad siria de Houla, la mayoría de ellos niños. Según nuestros mass media los cadáveres se correspondían con víctimas del ejército de Bashar Al Asad, que no tuvo escrúpulos morales en matar niños que, según nuestros periodistas, eran «opositores que estaban manifestándose» en Houla contra la arbitrariedad del gobierno (?).

Sin embargo, al ver las terribles fotos, a un observador perspicaz no se le pueden escapar ciertos detalles que contradicen la versión oficial. Para empezar, los cuerpos de los niños no están mutilados, algo típico de los muertos en un bombardeo. Por otra parte, los cadáveres no presentan heridas por los impactos de la metralla típica de los ataques con bombas, sino que mayormente presentan una única herida mortal. Finalmente, los cuerpos no están cubiertos del polvo que se levanta por el derrumbamiento de elementos arquitectónicos y por el impacto de las bombas contra el suelo. Todas estas características sí se pueden ver, en cambio, en las víctimas del atentado con bomba ocurrido en Damasco el pasado 10 de mayo y que se atribuyó el grupo yihadista Al-Nusra. En esa ocasión los cadáveres quedaron tan deformados y cubiertos de polvo que apenas parecían seres humanos.

Y para complicar más las cosas, al poco tiempo apareció en los medios informativos de Internet la noticia de que los fallecidos en la masacre eran, en realidad, gente que apoyaba al gobierno de Al Asad [2]. Entonces ¿qué pasó realmente en Houla?

Los verdaderos sucesos de Houla


Según el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), periódico conservador y occidental y por tanto nada sospechoso de ser pro Al Asad, la masacre de Houla fue en realidad cometida por grupos sunitas opositores al gobierno. Según un artículo del FAZ publicado el pasado 7 de junio [3] las víctimas eran miembros de las minorías chií y alauí (a esta última pertenece el propio Al Asad) que constituían en torno al 10% de la población de Houla frente a la mayoría suní (escenario perfecto, por tanto, para poner en práctica la política de «divide y vencerás» que la OTAN patrocina). Según el artículo, la matanza se produjo tras el ataque de milicias sunitas a tres retenes del ejército en las afueras de Houla, destinados a proteger a la minoría alauí. Durante los 90 minutos que duró el combate (el tiempo que tardaron en llegar refuerzos del ejército gubernamental) los milicianos sunitas pudieron perpetrar una masacre entre familias que pertenecían a estas minorías religiosas con disparos a quemarropa o degollándolos. Así, varias decenas de miembros de una misma familia alauí, los Shomaliya, fueron asesinados, al igual que la familia de un miembro suní del parlamento, considerado por los yihadistas como un «colaboracionista». Finalmente, los yihadistas solo tuvieron que filmar a sus víctimas y presentarlos como víctimas suníes de la violencia del gobierno sirio. Del resto del trabajo sucio se encargaron nuestros medios.

La mentira como arma de guerra

Ni se trata de un hecho aislado, ni de un comportamiento nuevo en las actuales formas de conquista. La estrategia militar de la Alianza Atlántica en todas las operaciones de los últimos años ha llevado aparejada mentiras como esta para justificar eficazmente ante la opinión pública la destrucción del país intervenido, facilitando así su control. Un vistazo rápido a las maniobras en Bosnia, Kosovo, Irak, Afganistán o más recientemente Libia nos hará recordar el falso campo de concentración de Trnopolje, la representación de una matanza en Raçak, las incubadoras desconectadas o la escenificación en Qatar de la toma del corazón de Trípoli antes de que se hubiera producido.

Y ante la mentira como justificación de la violencia no podemos permanecer en silencio como no lo hicimos durante la segunda ocupación de Irak. Hoy igual que ayer: No a la guerra.



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