MONCHO ALPUENTE
Sólo los viejos dioses sobrevivirán a sus creaciones y unos días después del Apocalipsis se reunirán para comentar la jugada. Los viejos dioses que inventaron los hombres a su imagen y semejanza, dioses crueles y canallas que exigen sacrificios humanos para saciar su sed insaciable y que sobreviven con buena salud en los albores del siglo XXI de la civilización cristiana y occidental.
El viejo dios asesino de la Biblia y el Corán, dos caras de la misma deidad irascible perpetuamente enfrentadas en sus santísimas guerras y sus cruzadas sacrosantas que les garantizan la supervivencia. Si el mundo quedara alguna vez en paz los hombres se olvidarían de los dioses por eso resulta imprescindible mantener vivo el tributo de sangre que se renueva todos los días.
El viejo dios católico, apostólico y romano vive bien en España, sus códigos rigen nuestras leyes, nuestros bolsillos financian sus supercherías y sus artimañas. Ni los socialistas laicos ni los meapilas populares osaron nunca ponerle coto a la divinidad dentro de sus iglesias, su presencia se impone fuera de los templos, copa las escuelas y corrompe a los niños con sus falsas verdades y sus legítimas hipocresías, desprecia la ciencia y difunde la irracionalidad, ningunea las capacidades de los humanos y les hace comulgar con indigestas ruedas de molino. La última ley de educación convalida religión con ciencia, sinrazón y razón, patrañas manifiestas y verdades contrastables. Para entrar en el reino de los cielos hay que ser como niños crédulos, pobres de espíritu, corderillos del rebaño que apacientan con sus báculos y sus perros los obispos con la promesa de recibirles en el redil celestial para que sigan balando eternamente los gozos y las glorias de la divinidad.
Quiebran los bancos y las ideologías, se hunden las construcciones de los hombres pero los quiméricos artificios de la deidad se mantienen castillo en el aire emponzoñado por el pestilente hálito del dios omnipotente y de sus vasallos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario