domingo, 10 de febrero de 2013

La bomba 'anarquista' de Mateo Morral

El atentado contra Alfonso XIII.
El 31 de mayo de 1906, Madrid celebra en medio del regocijo y la fastuosidad la unión entre dos grandes familias reinantes en Europa. Alfonso XIII, rey de España, acaba de desposar a Victoria de Battenberg, nieta de la reina Victoria. La ceremonia se verá impregnada de sangre. Estalla una bomba en la Calle Mayor. Mueren veintiséis personas y ciento siete son heridas.

Este atentado no lleva la firma anarquista, pero traerá graves consecuencias para el movimiento. Su autor es Mateo Morral. Acaba de llegar procedente de Barcelona. Ninguna organización obrera le ha dado la idea, ninguna le ha concedido su patrocinio, ni siquiera su apoyo. Morral ha actuado solo. Su acto es, a la vez, feroz, romántico y desesperado. Y aunque después del atentado acude a refugiarse en casa de unos amigos de extrema izquierda, éstos pertenecen a medios anticlericales y no a medios anarquistas. Gracias a su protección puede escapar por unos días del alcance de la policía, pero al final es descubierto; mas, viéndose acorralado, se suicida.

Este suicidio no detiene la acción de la justicia. Se inicia un proceso que va a sacar a la luz la figura de un hombre destinado a hacerse muy pronto célebre por toda Europa: se trata de Francisco Ferrer. La razón de su arresto se debe a que Ferrer dirige en Barcelona una escuela bastante singular: la Escuela Moderna, cuyo bibliotecario era precisamente Mateo Morral. 

[…]

Morral, el terrorista de la calle Mayor, estaba empleado en esta escuela. Otra coincidencia es que una mujer está íntimamente ligada a este episodio: Morral sostenía unos sentimientos muy vivos por Soledad Villafranca, colaboradora y amiga de Ferrer. Y tenemos razones suficientes para pensar que Morral cometió su atentado simplemente por desesperación, cuando comprendió claramente que Soledad no respondería a su amor.

Durante el juicio, Ferrer es absuelto por falta de pruebas; sin embargo, el atentado no quedará impune; estos hechos anteriormente citados contribuyeron a agravar la represión antianarquista, aunque el anarquismo nada tuvo que ver con este acto demencial, más romántico que político. El gobierno quiso limitar severamente el derecho de asociación, así como la libertad de prensa, mas ante la oposición de numerosos sectores de la opinión pública, tuvo que suspender su proyecto.

En Barcelona, la tradición terrorista estaba más arraigada que en Madrid. Durante los años 1906 y 1907, la ciudad catalana permanece fiel a sus costumbres: se desencadena una verdadera epidemia de atentados. Las organizaciones obreras proclaman densamente su inocencia: afirman que nada tienen que ver con tales violencias. Hay que creerles.

En esta época, la mayor parte de bombas son arrojadas por un tal Juan Rull, persona decididamente sospechosa. Pertenece a los medios izquierdistas, pero no a la izquierda anarquista. Juan Rull abandona toda justificación ideológica. Ha comprendido que puede aprovechar el terrorismo en beneficio propio y emprende un siniestro proyecto de chantaje. Se trata de arrancar cierta suma de dinero a la policía bajo una amenaza: si no lo obtiene, hará estallar una bomba en la ciudad. La situación se mantiene hasta que un día se nombra un nuevo gobernador que rehúsa acceder a los deseos de Rull. Éste no tiene escrúpulos: cuatro bombas estallan en las Ramblas. El gobernador pierde los estribos y toma e nuevo contacto con Rull, quien exige una cantidad tan considerable que la policía no tiene más remedio que terminar de una vez por todas con este juego tan atroz e insensato. Después de una importante operación, Rull y sus cómplices son arrestados y condenados a muerte. Son ejecutados en Montjuich en agosto de 1908. El episodio nos demuestra cuán fácil resulta culpar al anarquismo de aquellos crímenes de cuya inocencia no hay ninguna duda, y hasta qué punto los métodos de la policía eran discutibles.

Por el contrario, los métodos seguidos por el anarquismo durante este periodo muestran claramente su intención de eliminar todas estas iniciativas individuales. El movimiento busca amoldarse a unas estructuras: en agosto de 1907 se constituye una nueva organización a través de una federación de sociedades obreras, implantadas ya a nivel local, se trata de Solidaridad Obrera. Ésta constituirá la célula inicial, el núcleo, de donde más adelante surgirá la CNT, es decir la central sindical anarquista que, partiendo de Barcelona, se extenderá por toda España.

Gilles Lapouge y Jean Bécarud
Los anarquistas españoles
 
ANAGRAMA, 1972,

7 comentarios:

  1. Esta extensa e interesante cita muestra el peligro que conlleva acometer ciertas acciones en solitario, sin sopesar las consecuencias negativas que de ellas pueden derivarse. Concertarse con el colectivo no es una mera exigencia formal de la organización hacia cada unx de sus miembros, es una actitud responsable de cada unx de sus componentes con el colectivo. He conocido algún que otro fantasma autodenominado anarquista, predispuesto a la más estúpida e irresponsable acción para corroborarlo, pero no conozco a ningún/na auténticx anarquista capaz de tamaña irresponsabilidad.

    Lxs libertarixs seguiremos teniendo "mala prensa", seguiremos siendo el "cajón de sastre" al que van a parar las insidiosas calumnias de cuantos, aprovechando la ignorancia de los más, pretenden convertir la anarquía en el chivo expiatorio de sus desmanes. Pero, en este frente concreto y a pesar de su todopoderosa artillería mediática, puedo afirmar con total seguridad que ¡no pasarán!
    Salud

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    1. Por eso he puesto este texto, para que no se relacione «anarquismo» con «terrorismo», por culpa de unos tarados que se hacen llamar Comando Insurreccionalista Mateo Morral. Y también para que la gente que se autodenomina libertaria sepa algo más de historia del movimiento obrero y libertario.

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  2. Gran hombre Mateo Morral. Lastima que los reyes y papas se rodeen de gente inocente para que estos sirvan de escudos para sus vida..........

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  3. Al parásito (mosquito, pulga, chinche etc) lo mato porque me chupa la sangre.....Si ami me desahucia el banquero y el alcalde, yo no me tirare por el balcón....Antes matare al parásito........ Saludos a Mateo Morral...y a muchos otros "basureros" que lucharon por mantener limpia la plaza y fueros traicionados por los "anarquistas"......

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    1. La bomba ni rozó al rey, pero sí mato a otra gente, por el único delito de estar allí presentes viendo el espectáculo.

      Si para aplastar al «parásito» tienes que eliminar a otros por el hecho de estar donde no tenían que estar, estás justificando los «efectos colaterales» de muchas guerras. Las bombas no distinguen amigos de enemigos, inocentes de culpables. Considero poco revolucionario o libertario que justos paguen por pecadores.

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  4. Si ves a un leñador con el hacha haciendo leña, no te arrimes mucho, no vaya a ser que te salta una astilla al ojo..... La violencia jamás la ha justificado un Anarquista, sino el terrorismo de estado. Y con respecto a mateo Morral, yo no justifico su acción, sino que simplemente no le doy la espalda....Y viendo como va la situación, yo no me arrimaría mucho a morarquicos y políticos, no vaya a ser que me sarta una astilla.........

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    1. A un leñador se le ve y oye de antemano, y es mejor no acercarse a él, pero a quien pone o lanza una bomba no se le ve, no se anuncia. Si una constructora derriba un edificio, debe señalizar y despejar la zona previamente, y asegurarse de que no haya gente cerca, si no cumple estas normas mínimas de seguridad puede ser denunciada y castigada. Quien pone una bomba no lo hace de una manera visible para que todo el mundo lo sepa, ahí está la diferencia con el leñador.

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