jueves, 2 de noviembre de 2017

Revista AMOR Y RABIA, nº 70: «Contra el nacionalismo»

En febrero del año 2011 salió, desde Valladolid por la red de redes, en archivo PDF, un panfleto antinacionalista titulado ¡QUE ARDAN TODAS LAS PATRIAS! (OTRA GLOBALIZACIÓN ES POSIBLE), con ese escrito se quiso denunciar como el nacionalismo habría sido asimilado por la izquierda política (mejor dicho, las izquierdas, porque la izquierda no es una sino varias). El movimiento obrero desde tiempos de la Primera Internacional siempre ha pretendido ser internacionalista, como sinónimo de cosmopolita o universal. Internacionalismo entendido como la superación de todo tipo de barreras culturales y nacionales que separan a las gentes, a los pueblos en identidades subjetivas.

El nacionalismo es una ideología, con raíces burguesas, que se complementó en la implantación de la economía capitalista y la formación del Estado moderno. La nueva élite burguesa, que arrebató el poder a las anteriores aristocracias del Antiguo Régimen, necesitó de una nueva fe política que identificase a los gobernados con sus mandatarios, y a esa creencia se llamó patria.

El socialismo se adhirió a un internacionalismo obrero para hacer frente a las nuevas injusticias sociales que salieron de las llamadas revoluciones liberales, revoluciones burguesas ante todo. Cuando alguien mezcló el socialismo con el nacionalismo parió el fascismo, para frenar el avance del movimiento obrero y defender los intereses capitalistas, en nombre de un falso anticapitalismo. La criatura fascista se desmadró y tuvo que ser eliminada por los mismos quienes la alimentaron, tras la II Guerra Mundial.

El imperialismo fue la máxima expresión de ese nacionalismo de las potencias, y a él se enfrentó otro nacionalismo ‘liberalizador’, que no era más que el intento de sustitución del poder por las élites nativas de las coloniales.

Este tipo de nacionalismo ‘liberalizador’ o ‘defensivo’, sirvió de inspiración a otros movimientos políticos y sociales, que dicen defender los derechos de sus respectivos pueblos y regiones, respecto a sus opresivos gobiernos centrales, con la única finalidad de crear sus propios mini-Estados, en nombre del Derecho a la Autodeterminación de los Pueblos o Naciones. Simplemente, para cambiar de amos sin emanciparse de ellos (los autóctonos).

Esta fue la idea, a grandes rasgos, que quisimos exponer en el texto susodicho (y que sacamos en el blog EL AULLIDO: ¡¡¡ANARQUICEMOS, «ANARQUIZAD»!!!, bajo el nombre de Grupo Anarquizante Stirner), también vino acompañado de un número en papel de EL AULLIDO, en abril de ese año que se repartió por varios locales de la ciudad.

En él se atacó directamente los llamados ‘nacionalismos periféricos’ de este país, que se definen como antiespañolistas, debido, en contra de los que mucha gente cree, a que beben de las mismas fuentes racistas y reaccionarias que aquél que dicen osar hacer frente, el nacionalismo español. En una charla que hizo el autor principal de este texto en Toledo, se le echó en cara esto, por qué se criticaba los nacionalismos vasco o catalán y no al español. Por eso, porque nos los han vendido como progresistas y avanzados, cuando en el fondo surgen de las mismas raíces ultramontanas y supremacistas, como denunciamos en el ¡QUE ARDAN...!, los unos no existirían sin el otro, ambos se retroalimentan.

Después de los años, y con lo que estamos viendo últimamente, volvemos a sacarlo como número especial de AMOR Y RABIA. Con diferentes nombres somos la misma gente, nunca nos hemos ido.

¡SALUD Y LIBERTAD!





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