«Ni derechas, ni izquierdas: entre arriba y abajo está la pelea» decía una copla de Isabel Escudero. Pero por izquierdas se puede entender el conjunto de ideas avanzadas que, desde hace poco más de dos siglos, buscan una transformación social en aquello que defienda más los derechos humanos y las libertades cívicas, se incremente la participación popular en asuntos políticos y una mayor igualdad. Y, en especial, todas las ideas socialistas y sus variantes que surgieron con fuerza durante el siglo XIX (dejando a un lado la denominada izquierda liberal-burguesa). El socialismo genérico busca un mejor reparto de la riqueza, igualdad de oportunidades y condiciones, controlar la economía y los medios de producción y no dejar un Mercado libre autorregulador.
Podemos dividir las variedades socialistas en dos grandes grupos o ramas enfrentadas desde hace tiempo. La primera es la centralista o autoritaria, cuyo objetivo es acceder al Poder a través de una élite o vanguardia política. Y la otra es la federalista o libertaria, que cree en los cambios desde abajo, con la gente.
Los integrantes de la rama autoritaria presentan dos estrategias: la vía parlamentaria de los reformistas socialdemócratas y laboristas vendidos al Capital, que tienen ahora más de derecha neoliberal que de izquierdas; y la leninista que se apropió del nombre comunista, la cual creó uno de los sistemas dictatoriales más cruentos de la Historia. Ahora muchos de éstos enarbolan la bandera del Estado del Bienestar. También a este grupo añadiremos a los partidos verdes.
La rama libertaria se conoce como anarquismo, además de profesar una mayor ética, es la única que debería considerarse verdaderamente de izquierdas.
Todos éstos formaron sus propios sindicatos que confluyeron en un combativo Movimiento obrero como respuesta a los abusos del capitalismo reinante y el Estado-nación moderno. Formaron un frente de resistencia común a través de sus diferentes internacionales, dando una dimensión cosmopolita a la gran familia socialista; o sea, el talante original y natural de la izquierda. Porque no se puede permanecer aislado en un Mundo con problemas comunes que afectaban y afectan a todos por igual.
En este mundo en el que vivimos domina una única idea, el dinero. Todos queremos acceder a él, lo que genera diferencias en su distribucción. Los hay que lo acumulan, y los que carecen de ello. Las sociedades humanas terminan estando subordinadas al Capital y, por querer prosperar, se afianza más la creencia en incrementar la producción de cosas más que en su reparto. Los gobiernos supeditados o cómplices del Poder económico crean las condiciones legales para que esto impere más en todos los países del Mundo. Dejando al margen asuntos como la justicia social y la equidad, toda cohesión social se derrumba en nombre de este pensamiento único global que domina. Los ricos más ricos y los pobres más pobres, como efecto del neoliberalismo que nos asfixia. Los principales beneficiarios son las grandes multinacionales y el mundo de las altas finanzas, así como muchos políticos.
A nivel planetario los problemas aumentan sin encontrar alguna solución provechosa para todos: Agrandamiento abismal de las diferencias entre países desarrollados y los empobrecidos. Incremento de la deuda externa y el dinero negro. Crecimiento de la pobreza y las desigualdades sociales. Reducción del gasto público y reformas laborales más antipopulares. El auge de fundamentalismos religiosos y nacionales. Sobreexplotación de los recursos naturales y crecimiento demográfico mundial. Destrucción de ecosistemas y reducción de la biodiversidad, efecto invernadero y el agujero en la capa de ozono. Contaminación atmosférica y de las aguas. Y muchos más, como las guerras continuas.
La mejor forma de imponer el neoliberalismo o capitalismo salvaje es dividir a la clase obrera con el discurso nacionalista. Bien sea centralista o separatista, ambos tienen en común que las clases populares de un país se alíen con la burguesía nacional para hacer frente a los extranjeros, especialmente pobres. A nivel centralista se considera a los inmigrantes como responsables del paro y la precariedad laboral, en vez de echar la culpa a los verdaderos responsables, que son los ricos y gobernantes. Y a nivel separatista, la izquierda nacionalista se une a la derecha nacionalista ante la supuesta invasión de trabajadores de otras regiones, además de perseguir políticas económicas complementarias al corte neoliberal.
Las políticas neoliberales consisten en reducir las ayudas sociales y en elevar los tipos de interés. La reducción del gasto público en servicios sociales disminuye la capacidad de compra de los obreros y asalariados, consecuentemente la de las ventas de las empresas, viéndose obligadas a despedir gente para poder funcionar. La elevación del tipo de interés encarece los préstamos bancarios, reduciendo las inversiones de las empresas y aumentando el desempleo. Tanto una política como la otra lo que persiguen al aumentar el paro es sumar las presiones para mantener bajos los salarios y elevar los beneficios empresariales. Para imponer estas medidas hay tres formas:
1.- Gobierno central autoritario, cuya política represiva impide la movilización social contra las medidas neoliberales, como fue en el caso del Chile de Pinochet.
2.- Apertura de las aduanas a mercancias extranjeras y cesión de soberania a instituciones internacionales no democráticas al servicio del Gran Capital. la entrada de mercancias extranjeras más competitivas en un país poco desarrollado llevaría al cierre a sus empresas, y si no quieren ésto, tendrían que bajar precios y salarios. La cesión de soberania a instituciones como el Banco Central Europeo, al servicio de transnacionales, dificultaría la movilización social al no haber un gobierno al que arrancar concesiones.
3.- Descentralización fiscal y desregulación del mercado laboral a favor de gobiernos locales y regionales, que generaría una competencia entre las regiones para captar Capital ajeno. Para imponerla es necesaria la exixtencia de movimientos identitarios que persigan una mayor autonomía o la independencia.
El nacionalismo, como ideología que convierte a la patria en valor absoluto, es lo opuesto a ser de izquierdas. Los que se autodenominan como nacionalistas de izquierdas son los camisas-pardas actuales del capitalismo global o pensamiento único. Durante la Gran Guerra de 1914-18, muchos dirigentes socialistas confraternizaron con el patriotismo y, por ende, con los capitalistas de sus gobiernos; supuso el fracaso de la II Internacional. Tras ello, unos personajes mezclaron las ideas socialistas con el nacionalismo, entre ellos Benito Mussolini, dando pie a los primeros movimientos fascistas europeos.
Los integrantes de la rama autoritaria presentan dos estrategias: la vía parlamentaria de los reformistas socialdemócratas y laboristas vendidos al Capital, que tienen ahora más de derecha neoliberal que de izquierdas; y la leninista que se apropió del nombre comunista, la cual creó uno de los sistemas dictatoriales más cruentos de la Historia. Ahora muchos de éstos enarbolan la bandera del Estado del Bienestar. También a este grupo añadiremos a los partidos verdes.
La rama libertaria se conoce como anarquismo, además de profesar una mayor ética, es la única que debería considerarse verdaderamente de izquierdas.
Todos éstos formaron sus propios sindicatos que confluyeron en un combativo Movimiento obrero como respuesta a los abusos del capitalismo reinante y el Estado-nación moderno. Formaron un frente de resistencia común a través de sus diferentes internacionales, dando una dimensión cosmopolita a la gran familia socialista; o sea, el talante original y natural de la izquierda. Porque no se puede permanecer aislado en un Mundo con problemas comunes que afectaban y afectan a todos por igual.
En este mundo en el que vivimos domina una única idea, el dinero. Todos queremos acceder a él, lo que genera diferencias en su distribucción. Los hay que lo acumulan, y los que carecen de ello. Las sociedades humanas terminan estando subordinadas al Capital y, por querer prosperar, se afianza más la creencia en incrementar la producción de cosas más que en su reparto. Los gobiernos supeditados o cómplices del Poder económico crean las condiciones legales para que esto impere más en todos los países del Mundo. Dejando al margen asuntos como la justicia social y la equidad, toda cohesión social se derrumba en nombre de este pensamiento único global que domina. Los ricos más ricos y los pobres más pobres, como efecto del neoliberalismo que nos asfixia. Los principales beneficiarios son las grandes multinacionales y el mundo de las altas finanzas, así como muchos políticos.
A nivel planetario los problemas aumentan sin encontrar alguna solución provechosa para todos: Agrandamiento abismal de las diferencias entre países desarrollados y los empobrecidos. Incremento de la deuda externa y el dinero negro. Crecimiento de la pobreza y las desigualdades sociales. Reducción del gasto público y reformas laborales más antipopulares. El auge de fundamentalismos religiosos y nacionales. Sobreexplotación de los recursos naturales y crecimiento demográfico mundial. Destrucción de ecosistemas y reducción de la biodiversidad, efecto invernadero y el agujero en la capa de ozono. Contaminación atmosférica y de las aguas. Y muchos más, como las guerras continuas.
La mejor forma de imponer el neoliberalismo o capitalismo salvaje es dividir a la clase obrera con el discurso nacionalista. Bien sea centralista o separatista, ambos tienen en común que las clases populares de un país se alíen con la burguesía nacional para hacer frente a los extranjeros, especialmente pobres. A nivel centralista se considera a los inmigrantes como responsables del paro y la precariedad laboral, en vez de echar la culpa a los verdaderos responsables, que son los ricos y gobernantes. Y a nivel separatista, la izquierda nacionalista se une a la derecha nacionalista ante la supuesta invasión de trabajadores de otras regiones, además de perseguir políticas económicas complementarias al corte neoliberal.
Las políticas neoliberales consisten en reducir las ayudas sociales y en elevar los tipos de interés. La reducción del gasto público en servicios sociales disminuye la capacidad de compra de los obreros y asalariados, consecuentemente la de las ventas de las empresas, viéndose obligadas a despedir gente para poder funcionar. La elevación del tipo de interés encarece los préstamos bancarios, reduciendo las inversiones de las empresas y aumentando el desempleo. Tanto una política como la otra lo que persiguen al aumentar el paro es sumar las presiones para mantener bajos los salarios y elevar los beneficios empresariales. Para imponer estas medidas hay tres formas:
1.- Gobierno central autoritario, cuya política represiva impide la movilización social contra las medidas neoliberales, como fue en el caso del Chile de Pinochet.
2.- Apertura de las aduanas a mercancias extranjeras y cesión de soberania a instituciones internacionales no democráticas al servicio del Gran Capital. la entrada de mercancias extranjeras más competitivas en un país poco desarrollado llevaría al cierre a sus empresas, y si no quieren ésto, tendrían que bajar precios y salarios. La cesión de soberania a instituciones como el Banco Central Europeo, al servicio de transnacionales, dificultaría la movilización social al no haber un gobierno al que arrancar concesiones.
3.- Descentralización fiscal y desregulación del mercado laboral a favor de gobiernos locales y regionales, que generaría una competencia entre las regiones para captar Capital ajeno. Para imponerla es necesaria la exixtencia de movimientos identitarios que persigan una mayor autonomía o la independencia.
El nacionalismo, como ideología que convierte a la patria en valor absoluto, es lo opuesto a ser de izquierdas. Los que se autodenominan como nacionalistas de izquierdas son los camisas-pardas actuales del capitalismo global o pensamiento único. Durante la Gran Guerra de 1914-18, muchos dirigentes socialistas confraternizaron con el patriotismo y, por ende, con los capitalistas de sus gobiernos; supuso el fracaso de la II Internacional. Tras ello, unos personajes mezclaron las ideas socialistas con el nacionalismo, entre ellos Benito Mussolini, dando pie a los primeros movimientos fascistas europeos.
El Aullido, nº 20. Junio 2001.
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